Llovía fuerte en Villarrica, a orillas del lago, mientras iban llegando los delegados al encuentro paralelo a la reunión de Ministros de APEC, la que tenía lugar en la vecina Pucón por esos mismos días. La mayoría de los delegados eran Mapuches, muchos de ellos campesinos con manta y todo, cuyas organizaciones prepararon este encuentro, […]
Llovía fuerte en Villarrica, a orillas del lago, mientras iban llegando los delegados al encuentro paralelo a la reunión de Ministros de APEC, la que tenía lugar en la vecina Pucón por esos mismos días. La mayoría de los delegados eran Mapuches, muchos de ellos campesinos con manta y todo, cuyas organizaciones prepararon este encuentro, junto a organizaciones sociales de la región…..
El inicio del encuentro demoraba ya varias horas, mientras los buses en que venían los delegados eran detenidos por carabineros, quiénes revisaban los documentos de todos los pasajeros, y bajaban a dos o tres personas de cada bus, supuestamente para verificar sus antecedentes. Ni siquiera en la dictadura recuerdo algo así. Cuando se pudo empezar, quiénes presidían los diferentes paneles, y algunos de los expositores, hablaron en Mapudungún, y luego traducían al español. En lugar de aplausos se escuchaban gritos ululantes. Intervinieron delegados de toda la región, de la costa a la
cordillera, y también del otro lado, de la zona Mapuche que está en Argentina. Las intervenciones eran por lo general inteligentes, bien formuladas y argumentadas en lo principal, y con gran sentimiento. Muchos de los oradores Mapuches exhibían estudios de post-grado, no pocos en universidades extranjeras.
Los debates continuaron hasta bien entrada la noche, y al día siguiente se realizó una marcha por Villarrica, antecedida de una ceremonia religiosa Mapuche, celebrada en el sitio donde Pedro de Valdivia instaló el primer fuerte español. Fue bien impresionante ver a una joven Mapuche agredir derechamente a un carabinero bien grandote, con una fiereza digna de su antepasada Fresia, que comprobaba que el tono durísimo contra los chilenos de las intervenciones de varios Loncos y Werkenes, algunos de edad bien madura, no es ajeno al sentir de su pueblo. Seguía lloviendo a cada rato, casi todo el tiempo.
Algunas de las intervenciones sintetizaron el punto de vista de la mayoría de los oradores más o menos de la siguiente manera: Los Mapuches controlaron hasta 1881 un territorio de unas 10 millones de hectáreas. Ese año fueron conquistados por primera vez en su historia, por el ejército chileno que venía de ganar la guerra del Pacífico. Paralelamente, en Argentina, los ejércitos de Buenos Aires invadieron el territorio Mapuche del otro lado. Acá fueron reducidos al 5% de su territorio, unas 500 mil hectáreas. Estas también las fueron perdiendo, gradualmente, mediante
engaños, robos con violencia y otros procedimientos, todos absolutamente ilegales, de modo que hacia 1970 les quedaba bien poco. La Reforma Agraria les reservó unas 200 mil has. expropiadas, pero las mismas fueron rematadas en cambio a las forestales después del golpe de 1973. Finalmente Pinochet les dio el golpe de gracia, al derogar la legislación que al menos formalmente los protegía, y permitirles vender legalmente las tierras que les quedaban, las que fueron a parar también mayormente a manos de las forestales. Eso fue más o menos al mismo tiempo en que Salinas de Gortari hacía lo propio en México, como resultado de lo cual, al decir del Sub-Comandante Marcos «antes del decreto éramos un puñado, luego fuimos miles», refiriéndose al Zapatismo.
Sin embargo, concluían los expositores ¿que son poco más de cien años en la historia de un pueblo milenario? No fuimos aniquilados, sólo conquistados transitoriamente. Mantenemos nuestra identidad histórica, étnica, y cultural. Mantenemos nuestra lengua, conservamos nuestros Dioses y nuestra religión. Todavía mantenemos una importante presencia en parte del territorio que fuera nuestro. Somos en definitiva un pueblo. Ahora disponen además, podemos agregar, de una nueva generación de cuadros, jóvenes intelectuales bien preparados – algunos fogueados en las diversas artes de la rebelión contra la dictadura – inteligentes y articulados, orgullosos de su nacionalidad, y bien dispuestos a continuar en un nivel diferente la lucha milenaria de sus antepasados.
Para alguien que desconoce completamente el tema Mapuche, presenciar la escena mal descrita arriba es impactante, y lleva a algunas reflexiones.
Las fronteras de nuestra nación chilena son en efecto bien recientes. Hasta bien pasada la mitad del siglo XIX, el control efectivo de nuestro Estado no se extendía mucho más allá de la zona que va desde Copiapó hasta el Bio-Bío, más o menos. Eso no quiere decir mucho, es verdad, puesto que la mayoría de los Estados modernos, y también el nuestro, son invenciones bien recientes, Incluso los hoy orgullosos e imperiales Estados Unidos de Norteamérica, recién por esos mismos años consolidaba su control sobre el grueso de su territorio actual. Sin embargo, mencionarlo parece relevante
para recordar que no son las fronteras cosas inmutables, sino casi lo opuesto, y que deben ser vistas en perspectiva.
¿Cual será la evolución probable de nuestras tan recientes fronteras, durante las décadas y el siglo que se inicia, y a medida que tanto nuestro país, junto al resto de AL, y así como el mundo en desarrollo en general, van dejando atrás su pasado agrario y las turbulencias de la transición, y van adentrándose por fin en la era moderna?
¿Cual será la evolución probable de la nacionalidad Mapuche, actualmente concentrada en parte en el sur, y en parte dispersa a lo largo de nuestro país, en situación de pueblo conquistado?
No es posible, por cierto, dar hoy una respuesta a problemas tan complejos, pero si puede ser oportuno empezar a hacer estas preguntas, y proponer algunas ideas que quizás puedan llegar a ser útiles para empezar a abordarlas.
Bien puede ser, por otro lado, que estos problemas simplemente no tengan solución en el espacio de lo que son las actuales fronteras de nuestra nación. En ese marco, como dijo José Aylwin, director del proyecto Mapuche de la Universidad de la Frontera, en una muy clara presentación en que contextualizó la situación actual del tema, quizás sólo cabe esperar un escenario de largos y crecientes conflictos.
Puede ser, en cambio, que los mismos problemas encuentren en definitiva una solución en un espacio mayor. Así ocurre muchas veces con problemas bien complejos y aparentemente insolubles.
Pareciera, por ejemplo, que las diversas y antiquísimas nacionalidades que conforman lo que es actualmente España, y que desbordan algunas de ellas esas fronteras y se extienden al otro lado de los Pirineos, aparentemente están encontrando recién ahora caminos, para asentarse en sus territorios en forma crecientemente autónoma. En la misma medida que paralelamente el Estado Español concurre con el resto de los Estados de Europa a la formación de un nuevo Estado supranacional, al interior del cual ese mismo Estado Español, lejos de disolverse, refuerza su propia soberanía y poderío a nivel internacional.
¿Podrá ocurrir por acá algo parecido, dentro de algunas décadas?
Parece crecientemente claro que al otro lado de la cordillera, aquellos que algunos en nuestro país (como ciertos economistas que manifiestan una opinión desmesurada acerca de la importancia de sus propias personas) califican de «vecinos poco confiables», están en realidad construyendo aceleradamente la que será una de las grandes potencias económicas mundiales del siglo XXI. Al menos así lo estiman los analistas más serios, de los principales centros de estudios estratégicos, de las principales potencias actuales. Y por decisión estratégica de sus principales actores, dicha potencia naciente vecina se está construyendo en un espacio multinacional, a partir de lo que es hoy el MERCOSUR. Quizás, si Chile se decide a concurrir junto a nuestros vecinos e iguales, al proceso de construcción de dicha futura gran potencia, pudiese ser que al interior de ese espacio supranacional mayor bien pudieran encontrarse soluciones más
armónicas a los problemas de nuestras fronteras actuales, tanto externas como internas.
La afirmación de las nacionalidades ancestrales pareciera ser un fenómeno bien propio de la modernidad más avanzada. Es posible que el país que tiene mayor desarrollo de sus nacionalidades seculares sea Suiza, que es asimismo uno de los países pioneros de la edad moderna. Suiza realizó su revolución «burguesa» por allá por 1528, cuando los artesanos y mercaderes de Berna derribaron a los pequeños nobles de esos pobres territorios, y a la Iglesia. Hoy cuenta con una estructura social moderna muy desarrollada, que se refleja por ejemplo en tener varias de las suyas entre las diez mayores empresas del mundo, y contar con 800 mil obreros sólo en la rama de máquinas herramientas de su industria, siendo sólo siete millones de habitantes en total. Están constituidos por una cantidad grande de nacionalidades, casi una por cantón, que resguardan celosamente su autonomía frente al gobierno federal. El país mismo habla tres idiomas
diferentes y una cantidad de dialectos locales. La densidad de esa modernidad es tal que, por ejemplo, un suizo que vive en Chile tiene asegurada su salud y pensión..por su cantón. El tejido de su elite es extraordinariamente tupido, y la misma se sociabiliza en…el ejército, que es de todos los ciudadanos. Así devienen en modernas estas sociedades donde en cada villorrio pueden escarbar sus antepasados hasta el Neolítico.
Para los chilenos este tipo de sociedades tan complejas y de raíces tan antiguas nos son por completo desconocidas. No las entendemos. Es porque somos hijos, muchos de nosotros, de inmigrantes pobres, más tempranos o más tardíos. Menos aún las entienden los Argentinos o Uruguayos, cuyas sociedades son en lo fundamental fruto de la inmigración masiva de
principios del siglo XX. Y para que decir los Estadounidenses, que son casi todos inmigrantes muy recientes.
Sin embargo, cuando la modernidad se haga general y en el curso del siglo que se inicia llegue a las regiones más importantes del planeta, que son aquellas donde vive la mayoría de la humanidad, esa modernidad será más parecida a la Suiza que a la Estadounidense. Porque en China, en India, y en África, como en Suiza, se va a poder rastrear antepasados en cada lugar hasta el Neolítico.
De esta manera, el aporte que puede hacer a la nación Chilena el tener en su seno a una nación Mapuche es inmenso. Nos otorgará parte de la densidad e historicidad milenaria que no tenemos.
Por cierto, como dice un interesante editorial reciente de El Mercurio, nada de esto lo van a lograr los Mapuches mientras continúen siendo campesinos pobres. La afirmación moderna de las nacionalidades ancestrales la consiguen los pueblos una vez que alcanzan una estructura social moderna. Por decirlo de otra manera, la nación Mapuche será autónoma cuando existan empresarios Mapuches, con obreros y profesionales Mapuches, universidades Mapuches, con estudiantes, profesores, intelectuales y artistas Mapuches. Tal como ocurre hoy día en Cataluña o en el País Vasco..
En esto el referido editorial de El Mercurio está en lo correcto, a mi juicio.
Donde se equivoca El Mercurio, es que para lograr lo anterior no es necesario expropiar a los Mapuches de la poca tierra que le queda, para forzarlos a partir como trabajadores asalariados pobres, conquistados y sometidos, como ha sido hasta ahora. Por el contrario, pueden avanzar mucho más rápido hacia la modernidad si se les respeta su tierra y se les otorgan
desde hoy los crecientes grados de autonomía que reclaman. Chile puede seguir el ejemplo moderno de Canadá o Australia, donde existe ahora una política de Estado, que preserva los territorios y la cultura de sus pueblos originarios, y les ayudan a avanzar desde lo suyo actual hacia los suyo moderno. La modernidad Mapuche llegará sin duda alguna, y más temprano gracias a lo que hacen hoy día aquellos que serán llamados los patriotas de esa Nacionalidad. Para eso faltan algunas décadas, probablemente. Sin embargo, si la Nación Chilena permite y apoya el surgimiento auténtico, desde sus propias raíces, de una moderna nación Mapuche en su seno, aquella nos hará más ricos a todos, y reforzará las fronteras de la Nación de todos.
Manuel Riesco es miembro del Centro de Estudios Nacionales de Desarrollo Alternativo (Cenda)