Mientras el jefe paramilitar Castaño, al parecer, ha sido secretamente trasladado a Israel, (o a Costa rica?) donde ya «estudió» los me´todos de terror que tan masivamente iba a desarrollar desde su unificada organización paramilitar, otro jefe, Salvatore Mancuso, el «mono» (blanco) mafioso y confeso narcotraficante, lidera las autonegociaciones con Uribe, el presidente que tanto […]
Mientras el jefe paramilitar Castaño, al parecer, ha sido secretamente trasladado a Israel, (o a Costa rica?) donde ya «estudió» los me´todos de terror que tan masivamente iba a desarrollar desde su unificada organización paramilitar, otro jefe, Salvatore Mancuso, el «mono» (blanco) mafioso y confeso narcotraficante, lidera las autonegociaciones con Uribe, el presidente que tanto ha hecho desde sus responsabilidades políticas por levantar a tamaño político el accionar de los escuadroneros de la muerte. «Las armas nos las dió el estado» reconocen públicamente los paracos, como también la asesoría y buena parte de los medios económicos, pero sobre todo porque sin esta complicidad y apoyo logístico sería impensable el tamaño y la desproporción de acciones sangrientas efectuadas desde el cuerpo creado para la más sucia de las guerras, la destinada a amedrentar a la población inerme, por los metidos de cortar cuerpos vivos con motosierra, o destruir millones de hogares por el accionar nocturno de las armas de fuego.
Uribe autonegocia con las «Autodefensas» de su misma ideología de derecha extrema, para procurarles un respiro, un premio a sus acciones, y renovar los mandos cuando estos se vuelven demasiados poderosos, demasiado ricos, o sus relaciones con los generales son de superior rango… y les promete toda la impunidad posible.
Es una vergüenza, es una afrenta a la humanidad que algunas instituciones internacionales avalen este circo, porque lo que están favoreciendo es que los millones de torturados, las decenas de miles de asesinados, los centenares de miles de exiliados por esa violencia planificada, y los millones de personas desplazadas de sus hogares para que el territorio sea ocupado para proyectos de palma, o petróleo, o carreteras, o el simple control del agua… queden todos en el olvido y en la más salvaje impunidad.
Las organizaciones de derechos humanos, las más atacadas precisamente por el presidente Uribe, son de nuevo silenciadas cuando aseguran que sin Verdad, sin Justicia y sin Reparación integral de las víctimas no puede haber ninguna falsa reconciliación, y que el boquete que se abre por los intereses personales y económicos de Uribe deja más indefensas a las víctimas, y más motivos para que la tragedia perdure.