Los 100 años del nacimiento de Pablo Neruda, conmemorado en todo el mundo y motivo de innumerables actividades protagonizadas por la gente de la cultura, los trabajadores y los jóvenes a lo largo de nuestro país, no pueden hacernos olvidar que junto al 12 de julio está el 23 de septiembre, día de su muerte.En […]
Los 100 años del nacimiento de Pablo Neruda, conmemorado en todo el mundo y motivo de innumerables actividades protagonizadas por la gente de la cultura, los trabajadores y los jóvenes a lo largo de nuestro país, no pueden hacernos olvidar que junto al 12 de julio está el 23 de septiembre, día de su muerte.
En ambas fechas, el pueblo de Chile recuerda a su poeta. Y el Partido Comunista, que se dice «el Partido de Recabarren y de Neruda», se suma a esos justos homenajes.
Pablo Neruda, ciertamente, pertenece a la nación toda. Más allá incluso, pertenece a la humanidad, a cuyo patrimonio cultural su obra se ha incorporado como un testimonio del más alto valor artístico y expresión fiel de los dramas y anhelos de su tiempo.
Pero, sin perjuicio de esa universalidad del poeta y de su obra, y sin que ello signifique pretensión alguna de exclusividad, no sería justo ni con la verdad histórica ni con el mismo Neruda el olvidar u ocultar que su inmenso aporte como creador y como ciudadano comprometido lo realizó desde las filas del Partido Comunista de Chile, al cual ingresó en la década del 40 para no abandonarlo jamás.
En el Partido Comunista fue Pablo Neruda militante, dirigente, real y activo, de su Comité Central, senador y precandidato a la Presidencia de la República.
En aquellos días trágicos de septiembre de 1973, a pocos días de desatarse la barbarie fascista aún hoy impune, la muerte de Neruda estremeció a la patria y más allá de ella a millones de seres humanos ya conmovidos e indignados por el golpe de estado que interrumpiera el limpio proceso político y social presidido por Salvador Allende.
Y fue entonces, por estos mismo días de septiembre, hace ya 31 años, que el pueblo innumerable se precipitó a las calles para despedir a su poeta en un gesto que para algunos pudo ser insensato pero que ha quedado en la historia como la primera gran manifestación contra la dictadura. Marchó hasta el Cementerio General la gente, jóvenes, trabajadores, poetas y músicos, mujeres. Iban en el cortejo del Premio Nobel de Literatura, del poeta que les había cantado y celebrado, haciendo de sus vidas, la de «los más sencillos», un símbolo estético de valor universal. Pero llevaban también luto en su corazón porque se les había arrebatado a su Compañero Presidente, y porque Víctor Jara había sido asesinado como tantos otros que comenzaban a poblar las largas columnas de los héroes caídos.
Así, Pablo Neruda, el poeta de las causas más nobles, el combatiente por la vida en España, por la paz en el mundo, por la libertad y por la justicia social en su patria y en todas las patrias del hombre, nunca faltó a una cita del y con el pueblo. Y así sigue con nosotros, con los suyos. Su poderosa voz, su alta inteligencia, su prodigiosa creación nos acompaña a cada momento. Está con nosotros para tomar su lugar en la columna de la esperanza.
Y nosotros, no lo olvidamos. Seguiremos diciéndolo ¡Presente, ahora y siempre!
COMITE CENTRAL
PARTIDO COMUNISTA DE CHILE
Santiago, 23 de septiembre de 2004.