La cacería de Juan Carlos de Borbón el pasado 8 de octubre en en los Cárpatos tuvo como resultado una sangrienta carnicería en la que abatió nueve osos [ursus arctos] y un lobo, especies protegidas por los convenios internacionales que Rumanía también firmó. Concretamente el oso de esta región es una especie protegida por la […]
La cacería de Juan Carlos de Borbón el pasado 8 de octubre en en los Cárpatos tuvo como resultado una sangrienta carnicería en la que abatió nueve osos [ursus arctos] y un lobo, especies protegidas por los convenios internacionales que Rumanía también firmó. Concretamente el oso de esta región es una especie protegida por la Convención de Berna desde 2001. Así se informó el 12 de otubre por el diario Romania Libera. La cacería que Juan Carlos disfrutó en la región de Covasna entre el viernes ocho de octubre y el domingo siguiente se ha convertido en Rumanía en un asunto de indignación nacional a escasa distancia de las elecciones presidenciales.
La batida comenzó en la tarde noche del viernes. Don Juan Carlos llegó al aeropuerto de Otopeni en Bucarest. Después, escoltado por 10 coches de la policía rumana y varios vehículos de acompañamiento protocolario, se desplazó en un Audi A-8 a la finca, donde lo cambió por un 4×4. Las 15 personas que formaban la partida se alojaron en Erdofule, una de las 39 cabañas que el dictador Ceaucescu poseía en la región.
La empresa contrató a 50 bateadores, a razón de cinco euros por día cada uno, entre los que se infiltraron, de paisano, varios miembros de la policía secreta.
También se preparó el clásico recibimiento folclórico al monarca español, con lugareños vestidos con trajes regionales que ofrecieron al Rey el agasajo de bienvenida propio del país: pan, un puñado de sal y un gura (trago) de palinca, un aguardiente elaborado con ciruela.
La región de Covasna está a los pies de los Cárpatos, hacia el corazón del mítico país que habitan hombres-lobo y hombres-oso.A la confluencia de los antiguos caminos de Bizancio y Occidente se le llama Judetut Cosvana o Las Tres Sillas. Los rumanos, allí, representan el 24% de la población. El resto son secui, que se consideran descendientes directos de Atila. Desde la caída del comunismo y el proceso de devoluciones de tierras confiscadas por el antiguo régimen, se han recrudecido los conflictos entre las dos etnias que convivien en la región. La industria maderera ocupa a buena parte de sus casi 300.000 habitantes.
Ahora proliferan empresas de vanatoare -caza- en la zona. En la Cámara de Comercio hay inscritas una treintena. Los aficionados locales se remontan a la época de Ceaucescu para datar la primera ocasión en que Don Juan Carlos se desplazó a Rumanía para aplacar sus veleidades cinegéticas. Invitado por el propio dictador.
Otilla Josiff Sherkany fue durante 30 años el director político de la Asociación de Cazadores del distrito, en la época comunista.Hoy se ha convertido en una suerte de barón local, con 30.000 hectáreas de bosque de su propiedad dedicadas a organizar cacerías. Ahora el negocio ha pasado a manos de su hijo, Otilla Kiss Sharkany: «Mi padre me dijo que fue Santiago Carrillo el que le habló por primera vez al Rey de que en Rumanía se caza de puta madre. Este año es la segunda vez que lo tenemos como invitado. Estuvo en abril. Ahora vino con cuatro norteamericanos, que pagaron todo el viaje», declara a CRONICA. Entre los ilustres huéspedes de Sharkany se cuentan Alain Delon y familia, Hugo Boss o el ex ministro popular Francisco Alvarez Cascos, afecto a la caza del urogallo.
La empresa Abies cobra 130 euros por cada jabalí joven de hasta 50 kilos abatido; 200 euros por las hembras de entre 230 y 400 kilos; aunque también influye en el precio el tamaño de los colmillos de los animales: hasta 12 centímetros, 270 euros; de más de 20, pueden llegar a los 800 euros. También se paga por los fallos: 100 euros por cada animal herido y no cobrado y 50 euros por disparo errado. Aparte, claro, el alojamiento. La caza de ojeo del oso cuesta 800 euros por dos días y tres noches (hasta 7.000 euros con trofeo). La caza de espera, incluido trofeo, cuesta 8.500 euros por tres días.
Nicolae Daramus, periodista de El Cotidianul, publicaba también el 12 de octubre una airada protesta contra la presencia del Rey, armado, a los pies de los Cárpatos: «Los inmigrantes rumanos que van a recolectar fresa al país de Don Juan son tratados como homínidos, no como humanos. Ahora le llegó el turno a los animales salvajes. Su Majestad de Borbón mató nueve osos [las informaciones sobre el número de animales abatidos difieren según las fuentes], entre ellos una osa gestante. Otros dos animales quedaron malheridos de bala azul».
El periódico Rumanía Libre tampoco fue muy condescendiente con Don Juan Carlos. Bajo un titular que reza «Especies protegidas abatidas por el Rey de España en Covasna», el periodista escribe despectivamente: «Cincuenta bateadores pusieron bajo las narices del Rey a 30 animales, de los cuales la corte real abatió a nueve osos jóvenes de pequeña puntuación, a una osa gestante y a un lobo».
El Palacio de la Zarzuela no ha querido comentar estas reacciones.
Polonia. Como Rumanía, es otro de los países a los que Juan Carlos suele acudir a cazar. Y donde también levanta polémica su presencia. Esta primavera, los medios polacos y españoles se hicieron eco de la ejecución de un bisonte europeo en la región de Masuria. También se trata de una especie protegida, entre otras razones porque se encuentra en peligro de extinción.
Sierra de Gredos. En estos montes, donde el monarca español se dedica a la caza de la cabra montés al rececho, cobró una de las especies más codiciadas para los aficionados a la cinegética: un ejemplar de 120 kilos, y con una cornamenta que superaba el metro de arboladura. El precio que un cazador paga por abatir este tipo de piezas puede llegar a superar los 25.000 euros.
Encomienda de Mudela. Este coto de Ciudad Real, de 20.000 hectáreas, es el paraíso de los cazadores de perdiz roja. Allí son habituales apellidos ilustres: Abelló, Botín, Suárez Yllana, Amusátegui.Franco ya lo usaba. Y Don Juan Carlos le tiene especial predilección.
Quintanilla de Onésimo. El coto vallisoletano de Florentino Azuaga también figura entre los preferidos del Rey. Allí se caza jabalí, corzo y ciervo. Aunque el Rey nunca ha ocultado su afición por la caza, este año prefirió suspender su visita al coto cuando ésta se hizo pública. ¿Una cuestión de imagen?