Hace pocas horas hemos asistido a un nuevo ejercicio de algo que podríamos denominar, con cierta sorna, «democracia creativa» por parte de la dirección de IU. Si no estoy seguro de ganar me saco de la manga una norma por la que votan los Coordinadores Generales, si no hubiera estado aún seguro solo valdrían los […]
Hace pocas horas hemos asistido a un nuevo ejercicio de algo que podríamos denominar, con cierta sorna, «democracia creativa» por parte de la dirección de IU. Si no estoy seguro de ganar me saco de la manga una norma por la que votan los Coordinadores Generales, si no hubiera estado aún seguro solo valdrían los votos de los morenos, de los que llevan bigote o de los bajitos, que más da, el criterio no importa, lo fundamental es asegurar la victoria y poder cumplir con los compromisos adquiridos con los que se han negociado los apoyos.
Esta peculiar y torticera manera de entender la democracia, que ya no sorprende a nadie, en una organización que proclama en algunos de sus programas electorales la «democracia participativa» no es sino el reflejo de un largo proceso de degeneración que, según mi opinión, inhabilita a IU como marco útil para abordar la reconstrucción de la izquierda alternativa y revolucionaria. Hemos comprobado, también sin sorpresa alguna, como la única lista en la que algunos de sus componentes podrían merecer el calificativo de «críticos» se quedaba en un exiguo 12%.
Hemos asistido, también, al patético fracaso del intento de «vendetta» de Paco Frutos. Pocas veces una derrota fue tan ganada a pulso, resulta escandaloso comprobar como los mismos que han continuado con la labor de demolición y de disolución de facto del PCE, ya comenzada por sus predecesores, han pretendido reanimar al moribundo para la defensa de sus propios intereses y para labores tan «revolucionarias» como saldar cuentas personales. Ahí está el resultado, no hay milagros ni atajos, si destruyes progresivamente una organización no puedes pretender que haga una exhibición de fuerza de la noche a la mañana.
No, no nos dejemos engañar, no había un «candidato de los comunistas». ¿Qué debate sobre ideas ha trascendido a la militancia o a la sociedad en general? ¿Qué propuestas alternativas hacía el candidato del «partido»?, ¿Qué diferencias sustanciales había entre las candidaturas? ¿Acaso no se usa la misma «democracia creativa» en los procesos congresuales del PCE?, ¿Y la política en el movimiento obrero se ha debatido? ¿Y la cuestión de la autodeterminación y los derechos de los pueblos? ¿Y la intervención en los movimientos sociales?.
La cuestión de la debacle de IU/PCE es bastante más profunda que un mero problema de democracia interna. La clave que explica la crisis de estas dos organizaciones debemos encontrarla en la incapacidad de elaborar y llevar a cabo la formulación de un programa serio y creíble, en la ausencia de un proyecto alternativo de sociedad, en la renuncia a tener una política propia y autónoma con respecto al movimiento obrero. A los trabajadores, señor De Santiago, bien poco les importa que las relaciones con Fidalgo o Méndez sean buenas, lo que quieren es una organización política que represente y defienda sus intereses, frente a la patronal, frente a las burocracias sindicales o frente a quién haga falta.
El futuro para la reconstrucción de la izquierda alternativa y revolucionaria en el Estado Español no puede quedarse anclado en la crítica a las organizaciones «realmente existentes» ni en las lamentaciones, sino que debe tener como elemento central la capacidad de elaborar alternativas y propuestas propias. La elaboración de las propuestas debe llevar aparejada la consecuente implicación en el trabajo militante para sacarlas adelante, ese trabajo deberá, al mismo tiempo, ganar hegemonía intentando sumar el mayor número de apoyo social hacia ellas. No deberemos de tener ningún miedo a tener una línea clara y determinada con respecto al movimiento obrero. Las propuestas de reducción del horario de trabajo, el modo de luchar contra las ETTs y su erradicación, las luchas por los derechos de los trabajadores inmigrantes, la comprensión de los problemas de la inmigración desde una perspectiva de clase y la ruptura de la relación salarial mediante el Salario Universal entre otras, deben formar parte del debate entre los que están dispuestos a abordar la recuperación del proyecto histórico emancipatorio en el Estado Español.
La necesidad de la identidad comunista en el siglo XXI
Los comunistas del Estado Español nos enfrentamos a una labor ingente, y lo hacemos con varios pesados lastres y con importantes debates pendientes. El marco del PCE ha demostrado no ser suficiente para la necesaria refundación de la identidad comunista en nuestro Estado. Debemos ser capaces de articular espacios de encuentro entre comunistas del PCE y otros que militan en otras organizaciones o en ninguna y que, en un camino seguramente largo y laborioso, estén dispuesto a construir la identidad comunista del siglo XXI. Debemos establecer un profundo debate sobre la experiencia comunista durante el siglo XX, sus luces y sus sombras, lo que nos sirve y lo que debemos dejar de lado para conseguir devolver al primer plano la cuestión del socialismo como elemento indispensable para la emancipación humana.
Debemos recoger todo este caudal de experiencias sin pretender hacer una «remoción» del comunismo como otros que, sumándose a las teorías del revisionismo histórico pretenden equiparar las experiencias fascista y comunista bajo la definición común de «totalitarismo». Los mismos que, como en el caso del Partido de la Izquierda Europea, rehuyen incluir el nombre socialista o comunista en sus siglas aceptando la estigmatización que hace de estos términos el pensamiento único.
Fueron demasiados los que dieron su vida por la construcción de un mundo nuevo y sin explotación para que nos dejemos arrastrar por direcciones acomodaticias o cooptadas y por corrientes culturales que responden a intereses económicos muy concretos. Sus luchas y sus victorias y derrotas durante el siglo XX consiguieron importantes avances para el progreso de la humanidad, no podemos permanecer impasibles ante los ataques y la destrucción de derechos conquistados con sangre sudor y lágrimas.
Defender y reivindicar todo lo que de positivo para la emancipación de los trabajadores y los pueblos tuvieron los procesos revolucionarios del siglo XX y saber reconocer los errores y los crímenes que fueron cometidos en algunos casos en nombre del comunismo, son elementos que deben formar parte de una amplia reflexión que tenga como objetivo no el mero debate teórico sino una acumulación de experiencias y fuerzas que nos haga repetir aciertos y dejar de lado los errores.
Debatir, elaborar y proponer, siendo permeables a las nuevas realidades sociales construidas por la ofensiva del capitalismo en su versión más salvaje, recoger todas las subjetividades antagonistas y las nuevas experiencias de lucha que han generado las cada vez más intensas formas de explotación, trabajar en un proceso de reconstrucción de clase que sea el elemento decisivo para enfrentar al capitalismo con posibilidades de victoria, y al mismo tiempo ir creando organización, sin prisas pero sin pausa, Esas son nuestras tareas y nuestra responsabilidad es enorme.