El 15 de agosto pasado la oposición venezolana sufrió su tercera gran derrota en su intento de terminar con el gobierno del presidente Chávez. Un referendo revocatorio inédito en la historia mundial lo ratificó en su mandato con una enorme diferencia de votos ante la mirada atenta de cientos de observadores internacionales que ratificaron unánimemente […]
El 15 de agosto pasado la oposición venezolana sufrió su tercera gran derrota en su intento de terminar con el gobierno del presidente Chávez. Un referendo revocatorio inédito en la historia mundial lo ratificó en su mandato con una enorme diferencia de votos ante la mirada atenta de cientos de observadores internacionales que ratificaron unánimemente sus resultados.
Fue el triunfo no de un hombre sino de un proyecto de país humanista y solidario tanto en su proyección nacional como internacional, que se levanta como alternativa al modelo neoliberal voraz y depredador. Un modelo de desarrollo endógeno y de economía social. Creo necesario, en primer lugar, relatar lo más brevemente posible qué está sucediendo en Venezuela. Utilizo para ello información que nos ofrece Marta Harnecker en el libro «Mirando a Venezuela».
Venezuela, la quinta potencia petrolera mundial, ha sido históricamente una sociedad muy desigual. Una oligarquía disfrutaba de un nivel de vida extraordinariamente alto, mientras gran parte de la población vivía en la pobreza.
Todo esto explica porque Hugo Chávez Frías -cuya figura emerge como una alternativa a la crisis- gana holgadamente las elecciones presidenciales el 6 de diciembre de 1998 con un 56% de los votos en la primera vuelta. El pueblo, cansado de la corrupción y cada vez más escéptico de la forma tradicional de hacer política, apostó a un candidato de nuevo cuño.
Este ex teniente coronel se había dado a conocer al país como líder del movimiento de militares bolivarianos MBR 200, al intentar llevar adelante una insurrección militar el 4 de febrero de 1992 para derrocar al entonces presidente Carlos Andrés Pérez, por corrupto y traidor a la constitución.
Tras descartar la vía insurreccional, decide conquistar el poder por la vía institucional. Un cuarto de siglo después de la derrota de Allende en Chile, otro gobernante latinoamericano decidió intentar realizar transformaciones económico sociales profundas en su país por la vía pacífica. Pero esta vez se trataba de una vía pacífica armada.
Chávez inicia su mandato en medio del más absoluto aislamiento internacional. El neoliberalismo se imponía como el modelo único.
Pero veamos cuál era la política de ese presidente desde su llegada al poder y por qué ha despertado tantas y poderosas enemistades. Ya en su primer año de gobierno crea un plan de emergencia social para atender a los sectores más desvalidos y adopta medidas educacionales que favorecen a este sector como recuperar de la gratuidad de la enseñanza escolar, o crear escuelas bolivarianas, un modelo escolar que incluye desayuno y comida para los niños de los barrios pobres.
A su vez, la oposición oligárquica trabaja por neutralizar al nuevo mandatario tratando de cooptarlo.
Aunque el recién electo presidente cuenta con el apoyo de amplios sectores populares, capas medias y militares, que han depositado en él sus esperanzas, se trata de una mayoría electoral muy desorganizada.
Inicia un proceso constituyente y la aprobación de la nueva constitución. Una constitución antineoliberal, que plantea un nuevo modelo de democracia profundamente participativa, y un nuevo modelo económico cooperativo, autogestionario, movido por una lógica humanista y solidaria.
El segundo paso fue cambiar la correlación de fuerzas en las instituciones del Estado. El 30 de julio se realizan las mega elecciones (para presidente, diputados a la Asamblea Nacional, gobernadores y alcaldes,). Los resultados son muy favorables para el gobierno. El presidente es reelecto con un 57% de votos contra el 37% de la de su rival más cercano, Arias Cárdenas. Su organización electoral, el Polo Patriótico, obtiene una mayoría abrumadora de diputados. Los partidos corruptos tradicionales se hunden.
Es sintomático que Chávez haya sido acusado de dictador a nivel internacional cuando ha sido el gobernante que más consultas populares ha realizado en el mundo en tan corto período de tiempo: ocho si contamos con el referendo revocatorio.
El tercer paso fue elaborar una legislación revolucionaria. Como el proceso legislativo marchaba excesivamente lento, mediante la denominada Ley Habilitante, una especie de decreto ley, dicta el 10 de diciembre del 2001 cuarenta y nueve leyes, entre ellas la Ley de tierra, la Ley de pesca, la Ley de hidrocarburos, la Ley de micro créditos y la Ley de cooperativas. Este paquete de leyes demuestra su decisión de llevar adelante el proceso revolucionario. La oligarquía, afectada por primera vez en sus intereses económicos, pierde la esperanza de cooptarlo como tradicionalmente solía hacerlo con otros políticos.
Crea los «círculos bolivarianos», que no es otra cosa que una llamada a la gente, dónde quiera que esté, a organizarse en grupos de 7 a 11 personas para difundir la Constitución y hacer alguna tarea concreta: responder a las necesidades del barrio, formar una cooperativa, conseguir un préstamo en el banco, etcétera. El presidente tiene plena conciencia de que sin la participación popular, la revolución quedaría sin combustible.
La reacción de la oposición frente a esta expresa decisión de Chávez de seguir avanzando en el proceso no se hizo esperar. Fuera de Venezuela no dejan de enviar el mensaje de que Chávez es un dictador que está intentando monopolizar el poder absoluto en el país. Se convoca un paro laboral el 10 de diciembre del 2001, día en que Chávez decretó las 49 leyes y muchos dirigentes elegidos en el bando de Chávez son cooptados por la oposición mediante prebendas. El gobierno deja así de tener mayoría aplastante en la Asamblea Nacional.
Luego ocurren los hechos del 11 de abril y los días subsiguientes -sucesos suficientemente conocidos por el lector por lo que aquí no los abordaremos-. El fracaso del golpe militar de abril del 2002 por la reacción multitudinaria de los venezolanos que restituyen a Chávez, constituye la primera gran derrota de la oposición y un verdadero regalo para Chávez.
Estas circunstancias permitieron que los actores se desenmascararan, incluidos el gobierno de Estados Unidos y el español, y que el pueblo venezolano adquiriese un mayor nivel político. La organización popular creció de manera acelerada. Los círculos bolivarianos se multiplicaron a lo largo y ancho del país adoptando las formas más variadas. Surgieron nuevas organizaciones del pueblo como los Comités de Tierras Urbanas, distintas agrupaciones de las capas medias: de médicos, profesores, abogados, etcétera.
Los dirigentes sindicales de las distintas ramas de la producción críticos a la complicidad del sindicato corrupto mayoritario, aceleraron sus trabajos para construir una fuerza sindical autónoma pero dispuesta a apoyar el proceso. Los diferentes partidos de izquierda, que seguían apoyando a Chávez pero con actitudes muy críticas, decidieron rearticularse y hacer un frente común de apoyo a su gobierno.
El proceso, que había sido muy poco comprendido y valorado por la izquierda y las fuerzas progresistas del mundo, comienza a despertar sus simpatías.
El 2 de diciembre del 2002 la oposición llama a un paro cívico nacional. Su objetivo es paralizar al país obligando a Chávez a dimitir. Intenta detener la producción y distribución de petróleo en la empresa pública PDVSA. Los trabajadores no lo hacen y logran ponerlas en marcha.
Se propinó la segunda gran derrota a la oposición. El país no se detuvo. Chávez no se doblegó. Pero lo más importante, la industria petrolera pasó realmente a control del Estado venezolano. Este fue el segundo gran regalo de la oposición.
Con cada nuevo ataque de la oposición se fue acrecentando la conciencia y protagonismo del pueblo. No sólo se multiplicaron los círculos bolivarianos, los comités de tierras urbanas, las asambleas de ciudadanos, entre otras cosas; sino que surgieron nuevas formas de organización popular: los correos motorizados, los grupos que se hicieron cargo de reabrir las escuelas que la oposición quiso paralizar; círculos agrarios y pesqueros para la defensa de sus derechos y las respectivas leyes promulgadas por el Ejecutivo; grupos en defensa del consumidor que promovieron el boicot de los medios de comunicación, para proteger el Palacio de Miraflores; círculos de ayuda a los más necesitados para resolver los problemas creados por el golpe económico. Nació Clase Media en Positivo, una organización integrada, como su nombre indica, por sectores de la clase media, que manifiesta su respaldo al gobierno.
Tras un tira y afloja entre ambas partes, chavistas y oposición aceptan finalmente usar el instrumento legal que les otorga la constitución para resolver el conflicto: el referendo revocatorio.
En abril del 2003 Chávez anuncia que ha retomado la ofensiva. Desde ese momento comienza a lanzar varias campañas a favor de los sectores sociales más abandonados (llamadas misiones): consultorios de salud en los barrios populares, campaña de alfabetización, de educación media y superior; apertura de la Universidad Bolivariana a aquellos estudiantes que nunca habían podido inscribirse; venta de productos alimenticios a precios mucho más bajos que los comercios habituales, todos programas calurosamente acogidos por la población y que ganan nuevos adeptos al proceso. Todo ello es calificado en los grandes medios occidentales como intentos de Chávez de ganarse a la gente con el dinero del petróleo. Al parecer un sacrilegio, en un sistema que suele destinar los recursos de los países al enriquecimiento de multinacionales y cúpulas económicas .
Tras un largo proceso de discusión y acusaciones de falsificación de firmas su recogida para el referéndum revocatorio, el Consejo Naciones Electoral anuncia el 3 de junio que la oposición ha obtenido el número de rúbricas suficientes para ir a referendo. La oposición necesitaba firmas equivalentes al 20% de los electores que votaron por Chávez y logró esa meta.
¿Qué hacer frente a esta situación? Muchos chavistas estaban convencidos de que hubo un enorme fraude y de que la oposición no había alcanzado las firmas requeridas. Consideraban que Chávez no debía reconocer los resultados. Esto era lo que también esperaba la oposición: que Chávez se presentara así ante la opinión nacional e internacional como un antidemócrata al rechazar el procedimiento democrático establecido en la constitución.
Pero, el Presidente, uno de los principales promotores de la figura del referendo revocatorio en la constitución, contra todas las previsiones que tenían mucho que ver con la imagen creada por los medios opositores acerca de su persona y sus intenciones, acepta los resultados del CNE y transforma en forma magistral la derrota parcial sufrida en el proceso de recogida de firmas en una contundente victoria.
El mensaje era que había que ganar con una ventaja muy contundente para que a nadie quedara duda de los resultados de la contienda. Y entiende que esa meta sólo podía alcanzarse si se lograba comprometer a todos los que apoyaban el proceso en la conquista del mayor número posible de votos. Se crea toda una movilización ciudadana para trabajar en el apoyo al proceso de reformas de Hugo Chávez. Mucha gente emocionalmente comprometida con el proceso pero hasta entonces inactiva pasó a tener su primera experiencia organizativa y política.
El triunfo electoral de Chávez en el referendo del 15 de agosto del 2004 es la tercera gran derrota sufrida por la oposición, significa un enorme espaldarazo al proceso revolucionario venezolano y plantea la necesidad de seguir avanzando en su consolidación transformándolo en algo irreversible.
Ya nadie puede negar el carácter democrático del proceso bolivariano y el gran apoyo popular con que cuenta Chávez. Los guerreros mediáticos quedaron sin municiones.
Tras esta enumeración de acontecimientos, creo que en nuestros países lo más importante es reflexionar apuntando lo que yo considero cuatro grandes lecciones que nos ha dado Venezuela.
1.- Los medios de comunicación dentro de Venezuela.
Se ha hablado mucho del carácter especialmente golpista, manipulador y mentiroso de los medios privados venezolanos. Es una ingenuidad pensar que tienen algo de especialmente perverso los medios de ese país. Responden al mismo modelo y funcionamiento que los del resto del mundo. Lo sucedido es que allí la desestabilización del régimen anterior, la perdida de privilegios de las clases dominantes y la revolución social ha sido tan importante que estos medios han dado una vuelta de tuerca que les ha dejado en evidencia. Si en España, o en cualquier otro país del entorno occidental, temblasen los cimientos de la plutocracia dominante, nuestros medios entrarían en la misma dinámica.
Como ha dicho Ignacio Ramonet, los medios hace mucho que yo no son ni pretenden ser un cuarto poder en el sentido de tener como objetivo cívico, vigilar el funcionamiento de los otros tres poderes para perfeccionar el sistema político. Al contrario se suman a los existentes en la búsqueda del control ciudadano. En Venezuela los medios han ambicionado apoderarse del poder político. Pero eso es, al fin y al cabo, lo que hizo Berlusconi en Italia, a partir de su control mediático ocupar su asiento en el político. ¿Cuántas veces se ha dicho que aquí en España es el grupo PRISA el que condiciona a los gobiernos? En EEUU George Bush ganó las elecciones del 2000 cuando la cadena Fox anunció su victoria en Florida, sin el recuento terminado.
En nombre de la libertad de expresión se ataca a gobiernos que se preocupan por la sanidad, la educación o la vivienda, como el caso venezolano. Además ellos lo dicen, como no existe una adecuada oposición política en Venezuela, los medios se han visto obligados a jugar ese papel. Eso es un golpe de Estado. Esa es la mayor agresión que se puede hacer a la libertad de expresión, escudarse en ella para pretender derrocar gobiernos.
Por ello, hay que empezar a decirle a la ciudadanía lo que son los medios de comunicación. Un poder reaccionario, antisocial que busca secuestrar la democracia en el mundo poniéndose al servicio de las plutocracias argumentando la libertad de expresión.
2. La segunda lección es el papel jugado por los gobiernos extranjeros.
El mundo cada vez está más interrelacionado. Nunca hasta ahora la legitimidad del gobierno de un país había estado en manos de los gobiernos de otro país extranjero. Son otros países y no los ciudadanos los que sancionan como válidos el gobierno de Afganistán, el de Haití o el de Venezuela. Lo pudimos ver la noche electoral del referéndum venezolano. Hugo Chávez fue un presidente legítimo cuando lo dijo Jimmy Carter.
También aquí los medios extranjeros vuelven a jugar el mismo papel y estar al mismo servicio. Desde que llegó al poder Hugo Chávez han estado envenenando a la opinión pública internacional con mentiras. La gente de la calle en España, y me temo que en casi todo el mundo, ha tenido la imagen de un presidente golpista, que encarcelaba opositores y perseguía periodistas. Por ello hubo un consenso internacional en legitimar el golpe de abril del 2002. Nadie explicaba en España las legislaciones sociales de Hugo Chávez del 2001 referentes a la ley de tierras, de pesca o de hidrocarburos.
Pero también en esto Venezuela nos ha dado una lección, se han necesitado dos años, pero ahora el mundo ya va conociendo la verdad, ya los gobiernos norteamericanos y español no se atreven a deslegitimar al presidente venezolano. Su enloquecida oposición ha sido desautorizada públicamente por la OEA, por Collin Powell y por el gobierno español. En Latinoamérica, Chávez está liderando propuestas económicas contra el ALCA, informativas como un Canal de Televisión del Sur o desmontando estrategias militares norteamericanos contra el continente como el Plan Colombia. Propuestas consolidadas en la opinión pública pero también en los foros internacionales.
3.- La tercera lección es poder comprobar cómo los pueblos pueden despertar cuando ven una opción política viable. Algunos nos deprimimos cuando vemos la apatía dominante en España o en Estados Unidos, pero también en países latinoamericanos como México o Centroamérica. Uno se pregunta qué ha sucedido en Venezuela para ver cómo en tan pocos años se ha pasado de esa apatía que se plasmaba en abstención electoral, delincuencia común despolitizada o desvinculación sindical a un apasionamiento por la cosa pública y la participación que, creo, es lo que más impresiona cuando se va a Venezuela.
Lo que ha sucedido es que los ciudadanos han visto cómo han dejado de ser invisibles, cómo sus propuestas aparecían en una constitución, sus iniciativas para indicar dónde se debía destinar el presupuesto público se hacían realidad y cómo, incluso, podían reestablecer al presidente secuestrado en un avión militar.
4.- Y llego a la última lección, la más dura quizás. La izquierda y la sociedad civil organizada no puede llegar al poder por el mero hecho de votar. Eso no es suficiente. No lo van a permitir. Un pueblo sólo de verdad consigue ser gobernando desde el interés común si está dispuesto a defenderse. Con la movilización, con las armas, con el convencimiento de su lucha, con la vida incluso. Comprendiendo que los proyectos de avance social o se hacen colectivos o no se harán. Que las posiciones individualistas de esos que piensan que algún político les hará las buenas leyes, un sindicalista luchará por sus derechos o un líder vecinal le logrará un entorno más habitable están condenadas al fracaso. Nadie va a solucionar los problemas colectivos más que la colectividad organizada luchando. No existen héroes ni redentores. Y si alguno tuviese la coherencia y la integridad moral como para serlo sería eliminado si no es defendido por los ciudadanos.
Estas son, en mi modesta opinión, las lecciones que nos han dado los venezolanos, lecciones que a ellos les han costado muchos sacrificios, económicos y de vidas humanas y que a nosotros nos han resultado gratis.
El referéndum revocatorio provocó que lo más granado de la intelectualidad mundial de la izquierda se pronunciara sobre un mismo tema en un corto periodo de tiempo de apenas dos semanas. Más de un centenar de textos publicamos en Rebelión.org en esas fechas, además de centenares de mensajes y cartas que no pudimos editar. Era necesario que una selección de trabajos pudiesen convertirse en papel para poder contar con la reflexión de treinta personas comprometidas con la humanidad y la justicia que veían en Venezuela un fenómeno excepcional que era necesario estudiar.
Cada uno de ellos aportaba su análisis desde el campo que más le inquietaba o conocía: los antecedentes históricos, la figura del presidente, la sociedad venezolana, el papel de la oposición, la reacción de Estados Unidos, la trascendencia que tenía para América Latina o para todo el mundo y las perspectivas de futuro que se planteaban tras el referéndum. Ninguno de los colaboradores de esta obra es venezolano, creemos que de este modo el libro «Mirando a Venezuela» presenta la interpretación y valoración que desde varios lugares del mundo se percibe de la revolución bolivariana. Sin duda hay reflexiones que se repiten, pero creo que cada uno aporta una impronta y un análisis original al fenómeno venezolano.
Se trata, además, de esas aportaciones vetadas por los grandes medios. Estas treinta personas son las incómodas que raramente tienen un lugar en las grandes rotativas, en las ondas o en las pantallas. Sus tesis son las opuestas a las manejadas por los editoriales de los grandes medios de comunicación. Y es que ellos no están al servicio de las camarillas empresariales que quieren saquear Venezuela o del imperio que asiste desesperado a la pérdida de una de sus colonias en América Latina. Estas treinta personas, con sus aciertos o errores en la interpretación de lo que está sucediendo, sólo responden a sus conciencias y a su compromiso con aportarnos su reflexión.
Un parte importante de este texto está basada en la ponencia de Marta Harnecker preparada para el Encuentro Internacional Civilización o Barbarie: Desafíos y problemas del mundo contemporáneo, incluida íntegra en el libro «Mirando a Venezuela»
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