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Mapuches Rebeldes: Una Voz Clandestina…

Fuentes: Periódico Azkintuwe

No es fácil llegar. Por entre bosques y agrestes laderas, vadeando cerros y matorrales, caminamos por una eternidad. Y luego un pueblo y otro más y la tenue garúa que mantenía alerta la noche. De súbito, una voz que desde las alturas nos dice que ya en la mañana sabía que veníamos, porque lo había […]

No es fácil llegar. Por entre bosques y agrestes laderas, vadeando cerros y matorrales, caminamos por una eternidad. Y luego un pueblo y otro más y la tenue garúa que mantenía alerta la noche. De súbito, una voz que desde las alturas nos dice que ya en la mañana sabía que veníamos, porque lo había descifrado en el elegante vuelo de una tenca. Es que Marcelo Catrillanca, joven dirigente de Temucuicui hoy en la clandestinidad, sabe de tencas y treiles, de foye y triwe, simplemente por ser mapuche, gente de la tierra, esa tierra de la cual los han despojado los chilenos por siglos. Resistir ante el despojo. Es la razón por la cual Marcelo decidió incorporarse a la lucha de su pueblo por el derecho básico a la supervivencia, y esa decisión le ha costado golpes, detenciones y cárcel. Además, en la actualidad se encuentra prófugo, pues no confía ni cree en la justicia huinka, la misma que por centurias ha funcionado en connivencia con otras instituciones del Estado chileno para reprimir al mapuche. Marcelo es joven y proyecta una gran fuerza interior que le permite enfrentar las dificultades propias de la clandestinidad. Es dirigente de la comunidad Temucuicui en la comuna de Ercilla, provincia de Malleko, comunidad que fue objeto de fuerte represión policial por muchos años, en particular entre 1999 y 2003, para intentar detener las movilizaciones de los comuneros que luchaban por la recuperación de sus tierras ancestrales. Azkintuwe estuvo con él y estas son sus palabras.

– ¿Marcelo, por qué decidiste evadir la justicia y asumir la vida clandestina?

Me detuvieron siete veces hasta que, finalmente, estuve tres meses preso en Collipulli. Después me acusaron, procesaron y condenaron por el incendio del fundo Alaska, allá en Temucuicui, a fines del año 1999. Me acusan de algo que nunca hice, nunca quemé nada y ahí está mi Dios mirando. La verdad es que yo nunca me he ensuciado las manos, pero a la justicia chilena eso no le importa, porque buscan desarticular al movimiento mapuche y por eso encarcelan a sus dirigentes, pagan a testigos y son presionados por las forestales para defender sus intereses. Desde que comenzamos las movilizaciones nos han detenido y aplicado la Ley de Seguridad Interior del Estado a varios miembros de la comunidad, incluso una vez usaron testigos falsos para acusarme de un incendio a una casa cuando yo estaba preso en la cárcel de Collipulli. Por eso no creo en la justicia.

– ¿Cuál es la condena que pesa sobre Ud. ahora?

Al peñi José Nain, también dirigente de la comunidad de Temucuicui, y a mí nos acusaron de provocar incendios en el Fundo Alaska de la Forestal Mininco, por eso nos condenaron a 5 años y un día. Además, de no poder nunca ejercer cargos públicos. José Nain está preso en Angol en estos momentos y yo debo estar escondido, porque, como dije, no he hecho nada, no he cometido ningún delito, a nosotros nos reprimen por ser mapuche.

– La zona de Ercilla ha sido objeto por mucho tiempo de la represión policial ¿Nos puede contar algo al respecto?

Las comunidades mapuche comenzaron a explotar cuando se vieron muy mal, cuando ya no se podía más, por la pobreza, por la falta de tierra. La lucha del pueblo mapuche es un problema social y el Estado responde solo con violencia. La lamngen Berta Quintreman, del Alto Bio-Bio, una vez dijo: » Somos de la tierra y tenemos que vivir en la tierra», pero nos han quitado todo. Nosotros, la nueva generación, no encontramos donde vivir, por eso la comunidad se levantó y luchó por sus derechos. Hay una larga historia de conflicto con la Forestal Mininco y, antes, con los antiguos dueños del fundo Alaska, la familia Paterson. Durante la Unidad Popular la comunidad pudo tener tierras, porque se tomó el fundo y luego de un tiempo en que los comuneros lo estaban ya trabajando, el gobierno lo expropió. Después del golpe militar el fundo Alaska fue devuelto a sus antiguos dueños y la represión contra los mapuche de Temucuicui fue muy grande.

– La represión, entonces, no es solo de ahora

No, yo tenía tres años para el golpe y nunca me olvidaré que quemaron la casa de mi abuelo y la de muchos otros mapuche. A mi papá lo detuvieron y lo arrastraron con su propio caballo. Con mi abuelo nos escondimos, porque pensaba que lo iban a matar, después lo detuvieron y se lo llevaron a un cerro y lo golpearon tanto que todos creímos que había muerto. Yo nunca me he olvidado de eso. Son tres generaciones de mapuche reprimidas por el Estado chileno y también nos reprimieron antes y, seguramente, lo seguirán haciendo siempre, porque el Estado chileno es racista. Y no les importa nada, no respetan nada, ni mujeres ni niños. Cuando empezamos las movilizaciones por nuestros derechos, por recuperar la tierra que nos pertenece, los carabineros allanaron la comunidad muchas veces, eran cientos de policías armados y tanquetas y buses. Nos disparaban balas de goma y bombas lacrimógenas, hirieron a muchos mapuche, hasta mujeres ancianas fueron golpeadas y heridas por los carabineros.

– A pesar de la violencia policial Uds. continuaban luchando…

Sí, teníamos que luchar por nuestra tierra y teníamos también el derecho a defendernos. No era fácil, mi casa la allanaron más de cinco veces, buses llenos de carabineros entraban a la comunidad, a veces a las cinco de la mañana, para asustar a la gente. Hasta a los niños se llevaban, pero nosotros volvíamos a ocupar el fundo, porque era nuestro, aunque primero lo habían usurpado particulares y después del golpe la Forestal Mininco. La comunidad, de mas o menos 160 familias, vivía en menos de 250 hectáreas de tierra, muchos vivían de allegados, no se podía criar animales y había mucha pobreza. Muchos, especialmente los jóvenes, tenían que emigrar o, finalmente, por necesidad terminaban trabajando en las mismas empresas forestales que nos quitaban la tierra.

– ¿Usted también trabajó en la Forestal?

Sí, comencé a trabajar cuando tenía 12 años podando árboles. No tenía conciencia, no entendía bien que era realmente ser mapuche. Mis dos hijos mayores, por ejemplo, tienen nombre huinka. En algún momento hasta me pinté el pelo, como lo hacían otros jóvenes, pero la cara de mapuche no me la sacaba nadie. La juventud era así. En la forestal teníamos comida y campamento, pero yo era un niño y era muy duro. Trabajaba allí con un hermano y la primera pelea con los huinka que trabajaban ahí fue una vez que Aukan Huilcaman, dirigente del Consejo de Todas las Tierras, salió en la televisión. Ahí los huinka se burlaban de él y lo trataban de indio. Apareció todo el racismo contra nosotros, no aguantamos y nos pusimos a pelear ahí mismo. Ahí nos dimos cuenta que no teníamos nada que hacer allá, teníamos que estar en nuestra tierra y por eso volvimos a la comunidad.

– ¿Ahí se involucró en la lucha por recuperar la tierra?

Somos mapuche, tenemos que luchar por nuestra tierra no importa donde estemos o cuanto cueste. Cuando volví a la comunidad empecé a entender nuestros derechos, empezamos a luchar y rescatar lo nuestro. El Consejo de todas las Tierras nos ayudó a entender que la base de todo es la tierra y que debíamos recuperarla para seguir siendo mapuche. Así me hice dirigente. Ahora tenía conciencia que la causa de nuestra pobreza era la usurpación de la tierra por las forestales, que había que recuperarla y solo lo podíamos hacer organizándonos y luchando. Mi papá, lonko de la comunidad, también luchó por esto, se sacrificó, por todo esto es que decidí luchar y estar en mi territorio.

– Y finalmente recuperaron la tierra usurpada…

Sí, después de muchas movilizaciones, mucha represión, detenciones, golpizas, heridos y encarcelamientos, la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena CONADI, compró el año 2002 los terrenos del fundo Alaska y otros dos predios a la Forestal Mininco. Fueron 1.927 hectáreas recuperadas. Pero no fue fácil, porque por mucho tiempo no se cumplieron las promesas del gobierno, se dividió a la comunidad para debilitarla entregándose parcialmente, por ejemplo, 98 hectáreas de parte del Fundo Alaska y 58 hectáreas de tierras del Fundo Santa Elisa a diferentes grupos de personas. Lo que pasa es que, por alguna razón, en las luchas, en los momentos difíciles, trabajamos entre todos, pero después que se logra el objetivo cada uno pareciera que se las arregla como puede. Deberíamos estar más unidos, porque la lucha aún no termina

– La comunidad recuperó la tierra usurpada, pero ahora usted no puede vivir en Temucuicui…

Mi objetivo era luchar por el fundo Alaska y recuperar la tierra. Lo hicimos y ahora yo debería estar tranquilo junto a mi gente trabajando la tierra, pero la justicia me persigue. Uno luchó por una causa justa, pero no nos dejan trabajar tranquilos que es lo único que queremos, pero hay que demostrarse fuerte ante la lucha, aunque a veces pienso que el pueblo debería estar más agradecido En la tierra recuperada nos interesan tres proyectos: ganadería, forestación y producción agrícola, pero todo es difícil, no hay recursos y, además, me veo obligado estar lejos de mi comunidad.

– ¿Es difícil vivir en la clandestinidad?

Mucha gente conversó conmigo para tratar de convencerme, mi mamá lloró, pero pienso que lo más digno es no entregarse, porque yo no he cometido ningún delito y nunca participé en el incendio del fundo del que se me acusa. Tampoco me quiero ir del país, porque es mi derecho estar acá, además significa perder la familia, la tierra, perder todo. Es difícil vivir en clandestinidad, hay que cambiarse permanentemente de lugar, estar alerta. Además, no se puede trabajar y, por supuesto, la que sufre es la familia, no poder estar con ellos, no verlos. Llevo más de un año prófugo, estoy escondido como muchos otros peñi que tampoco se entregaron, porque no creemos en la justicia huinka.

Pero la lucha no termina. En la cárcel no vería el sol, o los árboles, el aire puro, No estoy preparado para estar en la cárcel por algo que no he hecho. No es justo y no acepto que se me encierre mis pensamientos, mi inteligencia, mi capacidad. Todo se mata ahí y por eso mantenerse en la clandestinidad no es un delito. La justicia chilena no condena a una persona, se está condenando a un pensamiento, el pensamiento mapuche. Por eso no acepto condena. Yo no enfrento a la justicia no por ser cobarde, sino que para seguir luchando.

– ¿Cómo _evalúa el momento actual del movimiento mapuche?

El movimiento mapuche decayó por las persecuciones y porque hay muchas organizaciones. Además la gente está cansada de tantos años de represión. También hay muchos huinka consiguiendo plata para proyectos usando el nombre del pueblo mapuche. Cualquiera se junta para sacar plata de la comunidad internacional. Cuando el gobierno creó la Comisión de Verdad Histórica y Nuevo Trato que presidía Patricio Aylwin, yo le pregunté directamente en su cara: ¿Don Patricio: Cuántos millones gana con este informe? No respondió nada. Lo único que le pedimos al gobierno es un proyecto donde el pueblo mapuche se pueda desarrollar. Nada más, que los mapuche estén a cargo de este desarrollo no el Estado chileno. La reunión de la APEC que se hizo hace poco fue solo para seguir fomentando un desarrollo capitalista donde el país crece a costa de los pobres, no crece el país, sino que los accionistas de las empresas.

El movimiento mapuche no se acabará hasta lograr la autonomía. No buscamos independencia, porque entendemos que en el país hay chilenos y muchos mapuche, especialmente los que viven en las grandes ciudades, que han adherido a la ideología no mapuche, pero necesitamos nuestra autonomía para seguir existiendo como pueblo. La lucha del pueblo mapuche continúa, aunque llevemos 500 años luchando. Y ahora es importante decir que hay muchos mapuche procesados y presos y que es necesario luchar por su libertad y porque todos los que se han visto forzados a vivir en la clandestinidad puedan volver a sus comunidades, a sus familias y vivir en paz .

* Entrevista publicada en Periódico Azkintuwe, Nº12 – Febrero-Marzo de 2005 / Edición Aniversario. Pág. 7