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Entrevista a Galvarino Apablaza, ex comandante del FPMR

«Yo no tengo las manos manchadas de sangre»

Fuentes: El Universal de México

La celda carece totalmente de luz natural. Es amplia y no faltan los libros y las fotos familiares, tampoco la radio y algunos compañeros que poco tienen que ver con la historia de Galvarino Sergio Apablaza, chileno, de 50 años. Su historia se enmarca en el derrotero político de Chile en los últimos 30 años


En Chile, Apablaza es conocido como «el comandante Salvador», miembro de la dirección Nacional del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, el brazo armado del Partido Comunista Chileno (PCCH), que combatió con las armas a la dictadura del general Augusto Pinochet (1973-1990). Desde el pasado 29 de noviembre, está recluido en esa celda sin sol de la Unidad Antiterrorista de la Policía Federal, después de ser detenido en un cinematográfico operativo en la localidad bonaerense de Moreno, por la policía argentina y la INTERPOL, ante un pedido internacional de captura emanado de las autoridades chilenas.

En Santiago, Apablaza está acusado de ser «el autor intelectual» del asesinato de Jaime Guzmán, el ex asesor de Pinochet y fundador del ultraderechista Patria y Libertad, durante el gobierno de Salvador Allende, el 4 de abril de 1991 y del secuestro del empresario Christian Edwards el 9 de septiembre de ese mismo año.

El pedido fue realizado por el Juez chileno Hugo Dolmech, que investiga ambos casos. Durante dos horas con el Universal en su celda, en la primera entrevista desde que fue detenido («y la primera en más de tres décadas con mi verdadera identidad»), Apablaza repasa su historia política y se defiende de las acusaciones. Sorprende cuando dice que su detención fue, «en parte, un alivio porque me permitió terminar con el suplicio de la clandestinidad y poder reencontrarme con mi madre y mis hermanos después de 30 años».

- ¿Cuándo asumió la jefatura de la conducción del FPMR usted decidió el asesinato de Guzmán y el secuestro de Edwards?

- No, porque en ese momento la izquierda estaba en pleno debate. Nosotros estábamos tratando de reinsertarnos a la nueva realidad política de Chile, y ocurrió esto. Yo estaba clandestino en Chile y me vine a la Argentina porque mi nombre había comenzado a aparecer en todos lados. Ahora, con mi detención, recuperé la identidad y experimenté cuantas cosas me habían robado en estos años.

- ¿Por qué cree que lo acusan entonces?

- Hay evidencias que me venían siguiendo desde la detención de otro compañero nuestro, Claudio Molina en 1999. Pero lo hicieron ahora, justo un día después de que se diera a conocer el informe Valech, sobre las torturas. O sea, el gobierno de la Concertación busca atenuar los efectos dantescos de ese informe con mi detención. O sea, volvieron a recrear, como en Argentina, la teoría de «los dos demonios».

Al demonio del Pinochetismo y la dictadura había que inventarle otro demonio, que sería yo. O sea, soy una presa de una maniobra política y electoral. ¿Sino por qué no me detuvieron en el 2000, cuando ya sabía quién era y lo hacen ahora?

Meras irregularidades o «Condor II»

Las evidencias que hace mención Apablaza aparecen ya en el expediente judicial al que tuvo acceso El Universal. En 1997, meses después de la fuga de cuatro militantes del FPMR de la cárcel de Alta Seguridad de Santiago, un operativo conjunto entre la Jefatura de Inteligencia Policial (JIPOL) chilena, la Unidad Antiterrorista de la Policía Federal Argentina y la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE), acordaron comenzar las investigaciones -con intervenciones telefónicas y todo- a más de 60 chilenos residentes en Argentina.

Desde entonces, Apablaza estuvo identificado con el nombre con el que residía ilegalmente en Argentina, Héctor Mondaca, casado y padre de tres hijos argentinos. Esas actuaciones fueron consideras nulas por el entonces juez federal -y hoy camarista- Gabriel Cavallo, para quien «esas tareas sin orden judicial por parte de Interpol constituye una trasgresión al orden jurídico intolerable en un estado de derecho puesto que se omitió la obligatoria intervención de un juez».

Esas mismas actuaciones fueron desempolvadas ahora por la Policía Federal en una singular maniobra que involucra al Departamento de Justicia de Estados Unidos, de acuerdo a lo publicado por la revista chilena El Periodista.

Esa dependencia recibió en septiembre pasado, una denuncia -vía e-mail- del ex agente de la Side, Miguel Angel Furci, más conocido en el centro clandestino de detención en la última dictadura militar (1976-1983) «Automotores Orletti» (sede argentina de la Operación Cóndor), como «El pato Fillol». En esa denuncia Furci, quien cumplió condena por la apropiación de un hijo de desaparecidos, dijo tener información sobre el paradero de Apablaza quien «viviría en Argentina como ciudadano austriaco y con el nombre de Juan Knoch» y brindó un domicilio que no correspondía al de Apablaza.

El departamento de Justicia, a través del FBI, solicitó informaciones a la Federal argentina, que le respondió el 15 de octubre que «Apablaza utiliza la identidad de Héctor Mondaca» y desmintió la versión de Furci, a quien reconoció como ex empleado de «la SIDE- Presidencia de la Nación desde 1971» y le pidió a la justicia que lo indague. Ahí la Justicia ordenó su detención que, según Apablaza «se hizo en coordinación con la Policía de Investigaciones chilena».

Esos hechos, junto con el agravante de la decisión judicial de haber anulado las actuaciones sin la intervención diplomática ni judicial y con los aparatos de inteligencia a un lado y a otro de la Cordillera de Los Andes, trabajando mancomunadamente, son los que llevaron al premio Nóbel Alternativo de la Paz, Martín Almada, a calificar esas operaciones de «Cóndor II en democracia», en una carta que le envió al presidente Néstor Kirchner de la que El Universal posee copia.

Más de 500 chilenos padecen el exilio forzado desde el final de la dictadura y los primeros días de la democracia. La Liga por los Derechos del Hombre, que asumió la defensa de Apablaza, denunció que «esos ciudadanos chilenos son utilizados artificialmente para cambiar el rumbo de la opinión pública en Chile ante los vejámenes de la dictadura».

Por eso el ex «comandante Salvador» se esperanza en que en los próximos días la Justicia vuelva a declarar nula su detención, aunque el juicio de extradición seguirá su curso. «Hay una nueva realidad política en Argentina que me llevan a confiar de que todo saldrá bien.»

Hijo de un suboficial del Ejército chileno, al que «le dolió el rumbo que tomaron sus camaradas de armas a partir de 1973», Apablaza comenzó su militancia política en el convulsionado 1968, como dirigente estudiantil en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile.

Fue detenido en 1974, torturado y expulsado del país por la dictadura hacía el Panamá de Martín Torrijos. Después de unos meses allí el PC, lo destinó a Cuba donde recibió adoctrinamiento militar «regular, con el fin de algún día ocuparnos de las Fuerzas Armadas democráticas en Chile».

Junto a una Brigada Internacionalista participó de la Revolución nicaragüense hasta que en 1982, se creó el FPMR y regresó a Chile clandestinamente, donde permaneció hasta que se refugió en Argentina.

«Lagos debe recordar quién fue»

- Ahora, a usted lo acusan en Chile de terrorista, pero usted admite haber integrado el FMPR.

- Sí, casi soy el hermano de Bin Laden (risas). Pero nosotros peleábamos contra una dictadura asesina. La Justicia chilena dice que los hechos por los que se me acusan ocurrieron en democracia, pero se olvidan que en 1991, el sistema judicial y jurídico era el mismo del de la dictadura, que los senadores designados por la dictadura seguían en sus cargos, que Pinochet seguía al frente del Ejército y que hacía demostraciones de fuerza contra la democracia permanentemente como cuando quisieron procesar a su hijo por enriquecimiento ilícito. En esa oportunidad el Gobierno de Patricio Aylwin, llegó a decir que había que retirar las acusaciones porque eran un riesgo para la continuidad constitucional.

- Entonces usted no se considera un terrorista…

- En absoluto. Yo no tengo las manos manchadas de sangre. En todo caso, me manché con la sangre de mis compañeros o con la mía cuando me torturaron en los calabozos de la DINA, y donde perdí un testículo.

- ¿Qué le diría al gobierno chileno, o al presidente Ricardo Lagos, se tuviese la oportunidad?

- Al gobierno, que deje de buscar el punto final de todas las aberraciones de la dictadura. Al presidente Lagos, que actúe con responsabilidad y seriedad. Con responsabilidad histórica y que se acuerde lo que fue: un militante socialista al que también persiguieron. Yo lo único que quiero es conseguir el refugio oficial en Argentina, vivir tranquilamente con mi familia, ahora que recuperé a mi familia y mi identidad.

- Más allá del marco y de cómo se dio su detención. Usted se considera inocente?

- Totalmente. El único cargo en mi contra es haber peleado contra la dictadura de Pinochet y ese es mi mayor orgullo en esta vida.