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Entrevista: Alfons Cervera Escritor

«Lo que no vale es la neutralidad del narrador»

Fuentes: El País

Alfons Cervera (Gestalgar, 1947) ha vuelto al territorio «de la memoria». Acaba de publicar la novela Aquel invierno (editorial Montesinos) que viene a continuar la trilogía, no prevista originalmente, que inició con El color del crepúsculo, prosiguió con Maquis y tuvo un final falso en La noche inmóvil. Entremedias, el autor y periodista escribió libros […]

Alfons Cervera (Gestalgar, 1947) ha vuelto al territorio «de la memoria». Acaba de publicar la novela Aquel invierno (editorial Montesinos) que viene a continuar la trilogía, no prevista originalmente, que inició con El color del crepúsculo, prosiguió con Maquis y tuvo un final falso en La noche inmóvil. Entremedias, el autor y periodista escribió libros como L’home mort o La risa del idiota. Ahora retorna a unos personajes y escenarios enmarcados en el territorio literario de Los Yesares, trasunto de La Serranía valenciana, que se ha constituido en un mundo literario propio, vinculado con un compromiso personal e ideológico de dar voz a los perdedores de la Guerra Civil, aquellos que lucharon y sufrieron por su fidelidad a los ideales de la II República en la dictadura franquista.
Las anteriores obras de la ya tetralogía -«del ciclo», corrige Cervera- encadenaban en tiempo pasado las vivencias de distintas generaciones marcadas por la posguerra, pintando un fresco que ahora llega hasta hoy.

De modo que la acción de Aquel invierno «se incrusta en el presente» para retrotraerse a la «frialdad de los años «40 y 41». «El invierno es metáfora de la crueldad, de la aspereza de la dictarura», apunta el escritor. Cerverá aprovechó una anécdota real para dar estructura al libro. Una joven estudiante francesa prepara su tesis doctoral y empieza a preguntar por los años de la posguerra a los personajes que ya aparecían en las novelas anteriores. También comparte con ellas «la polifonía de voces», los distintos puntos de vista de la narración y sobre todo, el interés por la «escritura», por el estilo literario. «Porque lo primero de todo es contar historias», afirma el autor.

El escritor toma partido. Asegura que «lo que no vale es la neutralidad del narrador». Al final «el narrador de la historia tiene que escoger un punto de vista desde el cual contar», explica. En su caso, no duda en situarse al lado de los perdedores, de las víctimas de la dictadura, por una cuestión «moral y ética».

Rechaza, por tanto, «esa literatura del 50%, esa literatura de la equidistancia», que según Cervera habla en términos «reconciliadores» entre la derecha y la izquierda, al igualar y «equilibrar» en cierto modo las actuaciones de ambos bandos en la Guerra Civil y en la República. Inscribe la novela Soldados de Salamina, de Javier Cercas, en este grupo, si bien insiste en que no pretende polemizar. «Yo no tengo ningún interés reconciliador ni revanchista, ni nada… Mi interés primordial es contar historias, posicionándome en función de la conclusión moral y ética que extraigo», argumenta. Recuerda que la derecha ha escrito durante mucho tiempo la historia y, en consecuencia, considera necesario rescatar del olvido la memoria de los resistentes.

En el eterno debate sobre la relación entre la obra y su autor, vista desde la perspectiva del lector, Cervera señala que, por ejemplo, aprecia la literatura de Borges, pero no puede olvidar en su juicio personal que el escritor argentino apoyó en un momento dado a la dictadura de su país, así como tampoco la afinidad con los nazis del gran poeta Ezra Pound.