Dicen en La Habana que nunca había tocado un grupo de rock de esa categoría, en plena cresta de su ola de popularidad y en un recinto abierto, por supuesto de acceso libre. Fue sin duda un acontecimiento sin precedentes el concierto del pasado viernes seis de mayo del grupo norteamericano Audioslave, formación con una […]
Dicen en La Habana que nunca había tocado un grupo de rock de esa categoría, en plena cresta de su ola de popularidad y en un recinto abierto, por supuesto de acceso libre. Fue sin duda un acontecimiento sin precedentes el concierto del pasado viernes seis de mayo del grupo norteamericano Audioslave, formación con una breve pero intensa historia profesional a sus espaldas, surgida en octubre del 2000, cuando el cantante chicano Zack de la Rocha abandonó Rage Against The Machine y sus integrantes convocaron a Chris Cornell, ex-vocalista y guitarrista de Soundgarden, además del bajista Tim Commeford y el batería Brad Wilk, para formar una nueva banda.
Unos cuatro mil jóvenes cubanos se dieron cita en la emblemática Tribuna Antiimperialista, creado como lugar de encuentro de masas frente a la Sección de Intereses de Estados Unidos durante las movilizaciones para exigir la vuelta del niño balsero Elián González. De modo que las decenas de funcionarios de la «diplomacia» norteamericana tuvieron que escuchar los atronadores sonidos de un grupo de rock de su país entre las diez y cuarto de la noche y las doce y media de la madrugada que rompía el bloqueo norteamericano vitoreados y hermanados con la juventud cubana. Muchos recordaron que Estados Unidos no permite la entrada de músicos cubanos en suelo norteamericano.
Largas melenas, camisetas negras serigrafiadas con grupos de heavy metal y trepidantes bailes de rock infrecuentes en Cuba se contaron por miles en un concierto que ya hubieran querido tantos organizadores europeos y norteamericanos por su ausencia de incidentes dignos de destacar, peleas, drogas y vómitos de alcohol. Y todo con diez veces menos de policías que guardias jurados en un concierto en un país capitalista.
La presentación de Audioslave en La Habana, su primera en América Latina, fue autorizada por las autoridades estadounidenses y por el Instituto Cubano de la Música. Según Bill Martínez, abogado del grupo que obtuvo la licencia del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, «ambos gobiernos desean captar a la juventud y es una maravillosa coincidencia de políticas» que permitió el viaje al pequeño país caribeño. Audioslave interrumpió una gira promocional por Estados Unidos de su último CD, «Out of Exile», para actuar en Cuba. El grupo, que sigue el estilo «hard-rock» de la legendaria banda Led Zeppelin, prometió ofrecer el concierto «más ruidoso» que se haya escuchado en La Habana.
«Admito que he sido bastante afortunado en mi vida profesional, porque he visitado muchos de los países que deseaba conocer, pero entre todos aquellos que – tiene que ser pronto, muy pronto - , el primero de la lista era Cuba, una nación que se considera del tercer mundo, y que yo sitúo entre las más cultas y desarrolladas del mundo. Y además cumplo otro sueño: el de venir a trabajar. Un grupo norteamericano de rock jamás había tocado en la Habana, así que Audioslave rompe el bloqueo debutando esta noche en la Tribuna Antiimperialistas del Malecón, enfrente de la residencia oficial de la Oficina de Intereses yanquis.»
Esas palabras salían el día anterior del concierto de la boca del líder de la banda, Tom Morello, que fue quien estableció contacto con las autoridades cubanas para la realización de este proyecto, que hacia vibrar de emoción a los miles de rockeros de capital más hermosa del Caribe, cuando se conoció la noticia, difundida en todos los medios audiovisuales de la isla.
Audioslave es una de las bandas más radicales del actual hard rock norteamericano, herederos de aquellos Rage Against The Machine, que a su vez recogían el espíritu de la máxima que se hizo tan popular en la década del 80 y que rezaba: Rock contra el Fascismo. Rock contra el Racismo. Para llegar a La Habana, los miembros del grupo tuvieron que sortear todo tipo de trabas hasta lograr el permiso correspondiente, sobre todo por parte de la administración norteamericana, viajando de Atlanta a Florida no en un jet privado, sino en un aparato de la linea Miami Heat`s, que suele servir de apoyo a los jugadores de la NBA en sus desplazamientos por el Caribe.
Con la banda y su personal, llegaron a La Habana varios periodistas de la cadena MTV, emisora que grabará un DVD del concierto («Audioslave live in Cuba) para dar testimonio del acto. «Hacemos historia – dijo uno de ellos- es el primer paso hacia la normalización futura de las relaciones culturales entre ambos países. Todos nosotros estábamos nerviosos, excitados, pero muy alegres, durante los 30 minutos que duró el vuelo de Miami a La Habana».
La comitiva se dedicó el día anterior a visitar la ciudad, sus monumentos, restaurantes, hospedándose en el Hotel Nacional, una de las joyas turísticas de la isla. Observaron con estupor cómo los automóviles de sus abuelos, Chryslers, Buicks, Fords, de los años 50, seguían decorando las calles de la ciudad. Miraban atónitos el panorama: no había Mac Donalds, ni Starbucks, ni Kentucky Fried Chicken, ni Playboy o Billboard. Tuvieron tiempo de comprar algunos libros, política y filosofía, y se detenían para leer las pancartas del Malecón: «La obra de la revolución es invencible», «Vamos bien», «Bush, fascista», etc. Hasta se hicieron las correspondientes caricaturas en las calles de la Habana Vieja, esas que artistas anónimos realizan para sacar algunos dólares (ahora chavitos), y hacerse una foto junto a la estatuas de su paisano Hemingway, en el Floridita, y de John Lennon en el parque que lleva el nombre del Beatle asesinado en Nueva York. Tras la visita a la Plaza de la Revolución, la comitiva de Audioslave y su trouppe, regresaron al hotel. Al día siguiente les esperaba una excitante rueda de prensa en la que no faltaron todo tipo de preguntas y varias entrevistas en las emisoras de radio habaneras.
El concierto, que contó como telonero con el músico cubano X Alfonso, terminaba cuatro horas más tarde. Cientos de jóvenes continuaron la fiesta en el malecón habanero adyacente a la Tribuna Antiimperialista. Allí sacaron sus guitarras y les pudimos escuchar cantar Guantanamera, porque en La Habana, con cierto de rock y todo, nadie reniega de su música. Ni de su revolución viendo las banderas cubanas que ondearon durante el concierto.
El viernes seis de mayo terminó siendo una tarde/noche para la historia del rock norteamericano, una tarde inolvidable para los jóvenes y menos jóvenes fans cubanos del hard rock.