1 Cuando le conviene la burguesía chilena es democrática y hasta «socialista» y cuando se ve afectada en sus intereses, no tiene ningún escrúpulo en beberse la sangre de su pueblo. ¿Pruebas de lo que afirmamos? La tragedia de Iquique, en 1906, donde los gendarmes chilenos del capital inglés, cegaron la vida de más de […]
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Cuando le conviene la burguesía chilena es democrática y hasta «socialista» y cuando se ve afectada en sus intereses, no tiene ningún escrúpulo en beberse la sangre de su pueblo. ¿Pruebas de lo que afirmamos? La tragedia de Iquique, en 1906, donde los gendarmes chilenos del capital inglés, cegaron la vida de más de 6 mil mineros, cuyo delito era buscar un diálogo y una solución parcial a sus desgracias. En la década del 50, el dictador González Videla, el «venenoso lagarto» (la frase es del autor de «Canto General, Pablo Neruda) masacró a cientos de obreros y militantes populares porque le exigían que cumpla sus promesas electorales. En el 70, Pinochet y sus hienas, asesinaron a trabajadores, intelectuales, estudiantes. Víctor Jara, Salvador Allende y miles de chilenos murieron porque empezaban a forjar una patria unida, fraterna y solidaria.
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Las clases dominantes de nuestro país (Peru) pueden competir con la chilena en niveles de represión y criminalidad, pero al fin y al cabo, sirviendo a los mismos amos ingleses y yanquis. Mal Paso, Trujillo, Talara, Cobriza, Puno, Huaraz, son algunos nombres de los lugares donde la sangre de los trabajadores y el pueblo corrió sobre una tierra gestada de rebeldía y de protesta.
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Evitemos caer en borracheras guerreristas porque podríamos terminar siendo comparsa de una burguesía inepta y de un régimen que le ha entregado a la burguesía chilena nuestros recursos y hasta nuestra soberanía. Esa burguesía congénitamente traidora no tiene autoridad para encarar la defensa de la dignidad y la soberanía del país. Evitemos caer en las bravatas de algunos periodistas y políticos, que cumpliendo su función de proxenetas del capital chileno, dicen que no hay que hacer olas porque ponemos en riesgo las posibilidades de mayores inversiones. Algunos escribas, sacándole brillo a la frase hecha, argumentan que los peruanos sentimos envidia por el gran «desarrollo» chileno. Veamos cómo es ese «desarrollo»
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El Gobierno de Chile acaba de gastar 350 millones de dólares en la compra de fragatas holandesas. En el 2003, 2 submarinos fueron adquiridos por 450 millones de dólares. Ha adquirido también 200 tanques alemanes Leopardo. La empresa minera estatal CODELCO, que explota el cobre, recibe el 10 % de la venta bruta. Con ese capital asegura su carrera armamentista. El Informe anual del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos señaló que el Gobierno de Chile destina el 4.1 % de su Producto Bruto Interno; el Perú tiene un gasto de 1.6 %. Sin embargo, su población indígena estimada en el 4.6 % (mapuches, aymaras, collas y qeuchuas) vive en absolutas condiciones de marginalidad, a pesar del maquillaje a la pobreza. . Con 16 millones de habitantes, ocupa el 3º lugar con población presa en el mundo; después de Estados Unidos y Rusia. Actualmente tiene 34 mil prisioneros aproximadamente. Sólo las sociedades polarizadas social, económica y políticamente, con altos índices de marginalidad son proclives al delito. El Servicio Nacional de Menores (SENAME) señaló recientemente que en Chile 3,700 niños de 12 a 15 años son explotados sexualmente. El 80 % son niñas y el 20 % niños. La Barrick Gold, uno de cuyos accionistas es el George Bush padre, ex presidente de Estados Unidos, se apresta a explotar más de 20 hectáreas de glaciares, a fin de extraer oro y otros metales. La burguesía les abre las puertas, a sabiendas de los efectos sobre el medio ambiente. Su cobertura en educación superior es del 31 % ¡qué bien! Pero sólo el 0.8 % de los pobres alcanzan a tener un grado universitario ¡Qué mal! En el 2,000 sus pobres no indigentes era de 14.9 % y los indigentes el 6 %. A los trabajadores chilenos – igual que a los peruanos – también les han destruido sus organizaciones populares, lo mismo que sus derechos laborales.
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Condenamos los crímenes, la tendencia expansionista, el afán armamentista de la burguesía chilena, y asimismo, somos solidarios con la lucha de los trabajadores y el pueblo chilenos por mejorar sus condiciones de vida. Así de simple. Precisamos, eso sí, que el expansionismo de la burguesía de Chile hacia nuestro país tuvo y tiene de aliada a una burguesía peruana que, además de apátrida, es cobarde y torpe. Los trabajadores chilenos y peruanos deberíamos poner en marcha una campaña conjunta para condenar a las burguesías por ser cómplices del gran capital monopólico que han convertido a nuestros países en nuevas colonias. No olvidemos que en las guerras los delincuentes fabricantes de armas son quienes ganan. Además, en una guerra ¿quién son los muertos? No son los generales, ni los empresarios ni lo hijitos de papá; son los hijos del pueblo. La única guerra que se justifica aquí, en Chile y en otras partes, es la que combata las causas que generan la pobreza. (En nuestro continente, 214 millones de personas, el 43 % de su población, vive en la pobreza y en ella, 92 millones,18.6%, en la indigencia).