Fortalecer los vínculos económicos que existen entre Chile y Suecia es uno de los objetivos de la visita oficial que el Presidente Ricardo Lagos inició el pasado domingo a Estocolmo, la capital del país nórdico. Lagos destacó que Chile se ha convertido en «un país global» e invitó a los empresarios suecos a considerar más […]
Fortalecer los vínculos económicos que existen entre Chile y Suecia es uno de los objetivos de la visita oficial que el Presidente Ricardo Lagos inició el pasado domingo a Estocolmo, la capital del país nórdico. Lagos destacó que Chile se ha convertido en «un país global» e invitó a los empresarios suecos a considerar más ese aspecto que su situación geográfica en el continente americano y a enfocarlo también como una «plataforma» para los mercados asiáticos. Sin embargo, el Chile neoliberal de hoy no es ningún sueño rosado. Eso opina desde Suecia el sociólogo mapuche Jorge Calbucura.
De acuerdo con las últimas estimaciones combatir la pobreza en Latinoamerica tomara al menos un siglo más. En el marco de este deprimente contexto se destaca la economía chilena como el único país en constante crecimiento económico. Los logros son fáciles de constatar, un rápido crecimiento económico, una baja inflación y un permanente interés de inversión en el mercado de capital nacional. Chile es un ejemplo de como el neoliberalismo puede transformar un país en un objeto de exportación y por lo tanto un atractivo mercado de inversión para el capital transnacional.
Bajo el periodo presidencial de Lagos los capitalistas chilenos, al igual que las empresas transnacionales no han tenido ninguna razón para sentirse descontentos. Durante la gestión de Lagos no se operó ninguna transformación al sistema económico heredado de la dictadura de Pinochet, que en lo substancial asegura bajos aranceles aduaneros y facilita la exportación. La gestión presidencial de Lagos se concentró en gestionar reformas sociales en favor de los sectores más pobres. Al finalizar su mandato presidencial, se puede concluir que el programa de reformas impulsados por Lagos no ha surtido ningún efecto y estas no se sitúan a la altura de las expectativas que en su momento despertaron.
El Chile de hoy no es ningún sueño rosado. La pobreza es el problema más grande, la cantidad de pobres en Chile llega al 18 por ciento. Las diferencia de clase es abismal. En el informe del Banco Mundial «A Better Investment Climate for Everyone – World Development Report 2005» se destaca que Latinoamérica es el continente más rico del Tercer Mundo y la región más desigual en términos de oportunidades económicas y sociales del mundo. Chile es el país donde se constata el mayor nivel de desigualdad económica y social en el continente y en estos mismos términos ocupa el séptimo lugar en el mundo. Tan sólo países con serios problemas estructurales como Namibia, Lesotho, Bostwana, Sierra Leona, República Centroafricana y Swazilandia aventajan a Chile.
En Latinoamérica, Chile es el país que ofrece las peores condiciones laborales a los asalariados. De acuerdo con La Organización Internacional del Trabajo tan sólo un 30 por ciento de los asalariados chilenos tiene un contrato «decente»; es decir están empleados bajo las cláusulas legales de un contrato que les garantiza un ingreso de acuerdo a sus meritos profesionales y asegura los beneficios de la seguridad social. En Latinoamérica de acuerdo International Institute for Management of Development un empleado trabaja un promedio de 42 horas a la semana, sin embargo en Chile una semana laboral se extiende mas allá de las 50 horas semanales. Los mineros chilenos los que más trabajan; con una jornada semanal de 51 horas.
La mayoría del 18 por ciento de los pobres de Chile son indígenas, cuya cifra alcanza la cantidad de aproximadamente 1,6 millones de personas; en su mayoría mapuches. La mayor parte de los indígenas de Chile viven con menos de un dólar por día -es decir subsisten en condiciones de miseria-. Particularmente la situación económica y social de los mapuche es precaria. En Chile -aproximadamente- vive un millón y medio de mapuche. Una cuarta parte de ellos viven en condición de hacinamiento en las reservas indígenas y el resto habitan en pueblos y ciudades del sur y centro de Chile. Los mapuche que habitan las reservas indígenas no disponen de la suficiente cantidad de tierra para asegurar su subsistencia.
La dura situación que enfrentan diariamente los mapuche es el resultado de la política anti-indígena impulsada por Pinochet y la dictadura militar que se instauro en 1973. En 1979 las reservas indígenas se privatizaron; es decir todo el territorio de las reservas indígenas fue dividido en pequeñas parcelas, imponiendo una forma de propiedad que contradice la forma ancestral de vida de los mapuche. La administración militar en condiciones muy generosas cedió a los grupos económicos nacionales y transnacionales las tierras confiscadas en la contra-reforma agraria que llevaron a cabo, que junto a una subvención estatal fomento la creación de una industria forestal basada en la plantación de eucaliptos y pino.
La inserción de las plantaciones forestales en el territorio ancestral mapuche ha devenido en el hecho que los ricos de los más ricos de Chile -los grupos económicos y capital transnacional – son propietarios de dos millones de hectáreas. Un área cuatro veces más grande que el conjunto de las reservas indígenas están en poder de los monopolios nacionales y transnacionales. Hace dos años atrás, el gobierno de Ricardo Lagos gestionó la creación de una «área de producción» en el territorio ancestral mapuche que comprende un millón de hectáreas de mar y costa destinada al cultivo artificial de salmones. El gobierno chileno promueve la gestiona su política de exportación a costa de la ocupación y sobreexplotación del Territorio Mapuche generando el deterioro de las condiciones de vida de sus habitantes.
La lógica del proyecto neoliberal impulsado por el estado chileno se fundamenta en incentivar la exportación mediante la creación de diversas y diferenciadas condiciones de vida -donde unos llevan la mejor parte; respectivamente «los otros» la peor parte-. La ocupación del Territorio Mapuche por parte de los intereses privados y estatales continúa y no se vislumbra una alternativa de solución en un futuro cercano. Por esto los mapuche resisten y protestan. El Estado de Chile se niega el Convenio 169 sobre Pueblos Indígenas y Tribales de la Organización Internacional del Trabajo (O.I.T) de 1989. El 18 de mayo del presente año por tercera vez consecutiva el Senado chileno rechazó el reconocimiento constitucional de los pueblos indígenas.
Las recientes movilizaciones impulsadas por los mapuche han sido destacadas por los medios de comunicación de masas de Chile, quedando en evidencia el grado de discriminación económica y racial al que son sometidos. Pero las protestas también han devenido en la puesta en práctica de la Ley Antiterrorista instituida por la dictadura militar y que en este ultimo tiempo tan solo se ha aplicado a los activistas y comuneros mapuche. En el curso de los tres últimos años alrededor de 300 comuneros y activistas mapuche han sido procesados por esta ley que para condenar tan sólo requiere de indicios en orden de determinar la culpabilidad de los inculpados.
Hoy en día en las cárceles del sur de Chile se encuentran recluidos 6 prisioneros políticos mapuche, al mismo tiempo que alrededor de 90 se encuentran bajo procesados en diversas causas. La represión es continua y sistemática, el 2 de junio pasado fue arrestado y encarcelado Pedro Cayuqueo, director de Azkintuwe, el primer y único periódico mapuche de circulación internacional.
El Estado chileno es el principal responsable de la situación de deprivación a la que se encuentran sometidos los Mapuche. Cuando Ricardo Lagos, presidente de Chile arriba a Suecia sería interesante saber cuándo serán liberados todos los presos políticos mapuche, cuándo se terminará con la persecución a los líderes del Pueblo Mapuche; cuándo se dejará sin efecto la aplicación de la Ley Antiterrorista de Pinochet. Y cuándo su gobierno firmará el Convenio Nº 169 de la OIT sobre pueblos originarios.