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Entrevista con René González Sehwerert, uno de los cinco presos políticos cubanos en EE.UU.

No hay pueblos malos ni mesiánicos

Fuentes: Semanario Claridad

El sábado 11 de junio de 2005 fui a la penitenciaria federal de Marianna, Florida, a visitar a René González Sehwerert, uno de los cinco héroes cubanos encarcelados en Estados Unidos por luchar en contra del terrorismo. Aproveché la ocasión para dialogar cálidamente con René acerca de temas íntimos, como su niñez en Cuba, la […]

El sábado 11 de junio de 2005 fui a la penitenciaria federal de Marianna, Florida, a visitar a René González Sehwerert, uno de los cinco héroes cubanos encarcelados en Estados Unidos por luchar en contra del terrorismo. Aproveché la ocasión para dialogar cálidamente con René acerca de temas íntimos, como su niñez en Cuba, la crianza en un país socialista, la vida cotidiana en la prisión federal, el trato diario con otros presos, la relación estrecha con su esposa e hijas, su visión del pueblo estadounidense y lo que piensa sobre el futuro de nuestra América. A René González me une no sólo un gran respeto y admiración, sino además el hecho de que ambos nacimos en Estados Unidos y nos criamos en países de América Latina, él en Cuba y yo en Puerto Rico. Por supuesto, la primera pregunta fue sobre el caso:

En septiembre de 2005 se cumplen siete años del arresto de ustedes, los Cinco, ¿a qué atribuyes que, aún hoy, la prensa estadounidense no hable sobre el caso?
Nuestro arresto y enjuiciamiento fue desde el inicio un show local con un potencial inmenso de convertirse en un asunto nacional e internacional. Como sabes, el propio New York Times inicialmente envió un grupo de periodistas a Miami para cubrir todos los detalles del show local. Pero en cuanto el propio juicio empezó a revelar el apoyo del gobierno de Estados Unidos a las organizaciones terroristas del sur de Florida, el New York Times, con todo y su supuesto liberalismo, retiró a sus corresponsales de la sala. Y es que hablar del caso nuestro es hacer saber al pueblo estadounidense que su gobierno apoya grupos que llevan a cabo acciones terroristas en contra de Cuba, de Venezuela y de otros países del mundo. La muralla de silencio en torno a nuestro caso es el resultado de una decisión tomada bien arriba, y los medios de comunicación cumplieron la orden de inmediato.
En dos días, el 13 de junio, será la vista de Posada carriles frente a las autoridades de inmigración de Estados Unidos, ¿qué crees que pasará con él?
Mira.te voy a dar mi pronóstico. Pase lo que pase el lunes 13 de junio, Estados Unidos ya perdió esta batalla frente a Cuba. El caso de Posada Carriles es un ejemplo de la impunidad con que los terroristas actúan en Estados Unidos.
Esta batalla hay que verla desde la perspectiva del patriotismo cubano y de los métodos de la guerrilla en el campo de la política. Cuba escogió dar esta lucha y denunciar la presencia de Posada Carriles, porque Cuba sabía que podía ganar esta batalla. La guerrilla revolucionaria no tiene que enfrascarse en todas las batallas; la guerrilla escoge aquellas batallas que puede y debe ganar. El gobierno de Estados Unidos es un ente arrogante y abusador. A ese poder hay que derrotarlo dándole arañazos siempre que se pueda. El resultado de esta batalla ha sido un arañazo de la historia al poder y arrogancia del gobierno de Estados Unidos. Por otro lado, la presencia de Posada Carriles en este país confirma que la labor de nosotros, de los Cinco, era indispensable para la seguridad de Cuba y de los norteamericanos. Una vez más, los métodos del patriotismo cubano.
Acaban de cumplirse, el 8 de junio 2005, cinco años del veredicto en contra de ustedes. No te han permitido ver a Olga ni a tu hijita Ivette desde el año 2000, ¿por qué la insistencia del gobierno de Estados Unidos en negarle una visa a Olga?
El tema de las visitas de los familiares hay que verlo, en parte, en el plano personal, de venganza de los fiscales en contra de los Cinco. La verdad es que, a pesar del veredicto, durante el juicio los humillamos, cada día fue una experiencia muy bochornosa para los fiscales. A lo largo de los siete meses que duró el proceso, sufrieron humillación tras humillación en todas y cada una de las etapas del mismo. Esa gente (los fiscales) llegaba a la corte, y se les veía en la cara que estaban desesperados por acabar. Recuerda, por ejemplo, que alcanzaron el extremo de radicar una moción in limine para evitar que se hablara del tema del terrorismo, pues entendían que de hablarse de terrorismo no tendrían oportunidad alguna de ganar el caso. Un verdadero show.el gobierno de Estados Unidos no quería que el jurado se enterara de que nuestra intención era prevenir acciones terroristas en contra de Cuba y del propio pueblo estadounidense. El problema es que tuvimos un jurado terrible, por la decisión del juez de que el juicio se celebrara en Miami. El veredicto a favor de ellos, no evitó sin embargo que los fiscales se empeñaran en hacer el más daño posible, en vengarse de nosotros por la humillación que sufrieron, en herirnos con la negación de visitas.
Claro, ya desde el arresto en septiembre 1998 habían comenzado los problemas con las visitas. Para nosotros, ellos crearon reglas especiales, completamente arbitrarias y opuestas a los propios reglamentos de la cárcel. Durante los primeros 17 meses nos metieron en el «hoyo», o sea, en celdas de confinamiento solitario. A mí sólo me permitieron ver a Ivette en dos ocasiones, y eso bajo «condiciones especiales», encadenado a una silla. Después del juicio, el resentimiento en contra de nosotros aumentó precisamente porque nunca nos humillamos, ni siquiera con las manipulaciones y abusos alrededor de los derechos de visita. Mira.Olga y la seguridad nacional de Estados Unidos no tienen relación alguna, una cosa no tiene nada que ver con la otra. Eso lo sabe todo el mundo; es una excusa estúpida.
Con Gerardo, lo que pasa es que el gobierno de Estados Unidos no pierde la esperanza de doblegarlo y de que él se preste a colaborar. Cada cual proyecta en los demás su propia personalidad, especialmente las debilidades. Por eso esa fantasía tonta de que Gerardo colabore en contra de Cuba. Eso no va a pasar ni con Gerardo ni con ninguno de nosotros. El odio que nos tienen es porque representamos a Cuba.
Háblame de Olga, de Irmita y de Ivette, ¿cómo hacen ustedes para mantener vivo el vínculo familiar?
El gobierno de estados Unidos ha hecho todo lo posible por destruir nuestra familia. Hemos sido blancos de un odio perverso desde el primer día, desde el arresto. Eso no es nada nuevo. Es lo mismo que hicieron con Sacco y Vanzetti y, por supuesto, con los Rosenberg.
Debo mencionarte, sin embargo, que nuestra familia tenía un vínculo muy sólido desde antes de septiembre 1998. A eso ha contribuido mucho nuestras concepciones patrióticas, las mías y las de Olga. El patriotismo es una parte importante de mi amor filial, junto a la comunidad de conceptos acerca de la revolución. Cuando tienes esa base sólida, y alguien trata de usar el rencor para destruirte, se produce el resultado opuesto a lo que intentaban hacerte. En lugar de quebrarse el vínculo familiar, se fortalecen los lazos. Uno reacciona luchando por mantener la familia unida, y la lucha misma es algo que fortalece las relaciones familiares.
Ivette ya tiene siete años, ¿Qué rasgos de su personalidad dirías que son tuyos?
Rasgos míos.que es un poco cabecidura, de temperamento activo y de buenos sentimientos. Aunque la verdad que aquí no puedo atribuirme más de lo que me corresponde. Olga no es de un temperamento activo como el mío, pero es una persona de muy buenos sentimientos e Ivette se ha criado con ella. Además, Ivette es muy sociable, y Olga y yo somos muy sociables. A Ivette le gusta mucho la lectura y yo soy así también; cuando empecé lo quería leer todo.
Y de Irmita, ¿qué me dices?
Hermano, de Irmita no te puedo decir nada que tú no sepas ya, si es que estuviste pendiente al congreso que hubo hace poco en Cuba en contra del terrorismo. ¿Viste la presentación que hizo? Muy buena, muy madura, una presentación bien pensada, sin exageraciones, un trabajo excelente.
¿Cuál ha sido tu experiencia con otros hispanos encarcelados en los sitios que has estado?
Te puedo decir que he recibido respeto de todos los presos, independientemente de raza o nacionalidad; todos sin excepción, blancos, negros e hispanos me han tratado con mucho respeto. Los hispanos, en general, me tratan con mucho respeto y, a menudo, me piden que los ayude, que los aconseje. Se comunican muy bien conmigo. Creo que los demás presos me tienen una gran confianza, que se deriva por supuesto de la resistencia de los Cinco ante el gobierno de Estados Unidos. Me refiero, entre otras cosas, a nuestra resistencia durante el juicio, pues aquí casi nadie va a juicio aunque sea inocente. Nuestra voluntad de resistencia es algo que se respeta mucho. No te olvides de que en ésta, como en todas las cárceles de Estados Unidos, la inmensa mayoría de los presos son negros e hispanos, como un 90% diría yo. En cuanto a los presos de origen cubano todos, sin excepción me han dado la mano. A muchos no les interesa la política, pero me han brindado muchísimo aprecio y respeto; ninguno, absolutamente ninguno, me ha dado un mal gesto. Igual los boricuas, como dicen ustedes. Aunque a la mayor parte de los presos puertorriqueños no les interesa la política, siempre se han llevado todos muy bien conmigo. ¡Ah! Claro, con los que están activos en la lucha de independencia es otra cosa; con ellos he mantenido relaciones de respeto y admiración. En Edgefield estaba con José Pérez encarcelado por la lucha de Vieques. He conocido otros presos boricuas que hablan bien especialmente de Corretjer. Dicho sea de paso, uno de los guardias de seguridad de esa prisión fue personalmente a despedirse de mí antes de que me trasladaran. Me dio un fuerte apretón de manos, y me deseó lo mejor en el futuro.
Naciste en Estados Unidos, pero te criaste en Cuba, ¿ha impactado eso en algún modo tu visión de mundo?
¡Qué pregunta! ¡Esa sí que no me la habían hecho! No me advertiste que venías con planes periodísticos.
No tienes que contestarla, pero es una pregunta que tengo desde que te visité en Edgefield el año pasado, pues sabes que yo vengo de una experiencia algo parecida, salvando las diferencias, que tú te criaste en Cuba y yo en Puerto Rico, tú en un país libre y yo en una colonia.
Vaya, te la voy a contestar. Es más, te voy a hacer una confesión. He reflexionado mucho sobre eso. Es algo que ha sido importante en mi vida.; pero es algo que nadie me había preguntado.
Mi mundo conceptual, la verdad, es Cuba. Yo considero a Cuba el país más universal del planeta. La crianza en Cuba es muy abierta al mundo. Ciertamente más abierta que en Estados Unidos, donde la crianza es chauvinista. Dicho lo anterior, creo que el haber nacido en Estados Unidos, el tener raíces en este lugar, me ha ayudado a entender que las acciones del gobierno estadounidense no representan el verdadero sentir del pueblo. El pueblo de Estados Unidos es como cualquier otro pueblo. La gente de aquí no es de por sí mala. No hay pueblos malos ni mesiánicos.
Durante el juicio, note que mi condición de doble ciudadanía, cubano y de acá, no pasó desapercibida al juez. Desde el punto de vista de ellos, yo soy un traidor. Pero ésa es precisamente la manipulación que hace el sistema. Para inducir a la gente a destruir el mundo, hay que convencerlos de que todo el planeta los odia. Haber nacido en este país, e incluso tener familiares viviendo en Florida, me ayuda en algo a comprender la condición de manipulación que vive este pueblo. No obstante, si hablas con la gente de aquí de tú a tú, te das cuenta que no son tan cerradas de mente.
Mira, te voy a contar de mi niñez y crianza en Cuba, pues creo que es a eso a lo que vas. Yo llegué a Cuba un poco después de los eventos de Playa Girón. Tendría algunos cinco años. En Cuba se vivía una gran efervescencia patriótica, producto, claro, de haberse acabado de derrotar una invasión. Pero también porque había una revolución defendiéndose activamente de actividades terroristas, sabotajes, etcétera. No era raro que alguna gente identificara todo lo yanqui con lo malo. A mí, en particular, me tocó asistir a una escuela donde iban niños de familias muy activas políticamente, de mucho patriotismo. Así fue que pasé por una primera etapa que yo llamo bien antiyanqui, bien antiamericana.
Luego llega la crisis de Octubre. Yo tenía seis o siete años, y empecé a experimentar un conflicto interno muy grande por haber nacido en Estados Unidos, un intenso complejo de inferioridad por no haber nacido en Cuba. Bueno.yo era un niño. Para ese mismo tiempo-y esto tiene que ver, fíjate, con Venezuela- llegó a mi escuela un muchacho que se llamaba Alexis Rodríguez. La familia de Alexis era venezolana y de un nivel político muy elevado, de mucha conciencia. La cosa es que Alexis y yo desarrollamos una amistad, y le dejé saber un día que yo me sentía antiamericano, antiyanqui. Él me dijo que los actos del gobierno no querían decir que el pueblo norteamericano fuera de por sí malo y que yo no tenía que avergonzarme de no haber nacido en Cuba.
Esas palabras de Alexis adquirieron mucha importancia poco tiempo después, al producirse el asesinato del presidente Kennedy. Roberto y yo llegamos ese día a casa celebrando a toda boca que a Kennedy lo habían matado. Pero los viejos enseguida nos sentaron, a mí y a Roberto, y nos dijeron con mucha seriedad que estábamos equivocados, que uno nunca debe celebrar que maten a alguien, sea quien sea la persona. Esa fue una lección de ética que nos dieron nuestros viejos, una lección de ésas que te acompañan toda la vida.
Luego, claro, la propia educación cubana me puso las cosas en perspectiva, ayudándome a entender que el pueblo americano no es malo ni tiene la culpa de lo que hace el gobierno de Estados Unidos.
Todos tenemos ideas, reflexiones y sentimientos que son íntimos y personales. Cuando yo estaba en Miami, infiltrado en los grupos ésos que crean problemas y conflictos entre Estados Unidos y Cuba, fantaseaba mucho con ser el primer piloto de Cubana en aterrizar un avión en este país, pero en una época distinta en que ya no hubieran esos conflictos y problemas. Y aún hoy, encerrado en una cárcel, pienso en esa fantasía.En mi corazón, hermano, te digo que yo me siento principalmente cubano porque Cuba encarna la justicia en que creo.
Me llama mucho la atención lo cercano que eres a tu hermano, Roberto. Háblame de eso.
Roberto y yo fuimos hermanos atípicos en nuestra niñez. No nos fajábamos ni peleábamos. Nos comportábamos tan maduros que hasta la gente mayor nos consideraba un ejemplo. Siempre tuvimos muchas afinidades, como por ejemplo los deportes, el buceo, la bicicleta y otras cosas como la carpintería. Él cursó la carrera de derecho y yo de aviación, pero siempre estudiábamos juntos y compartíamos lo que cada uno aprendía. Roberto y yo nos entendemos sin necesidad de hablar mucho y, aunque a veces hay algunas pequeñas discrepancias, coincidimos casi en todo. La verdad es que fuimos y somos uno sólo…
¿Qué opinas de los recientes eventos en América Latina, de lo que está ocurriendo en Venezuela, Uruguay y Bolivia?
Lo de Telesur es una gran idea. Hay que romper el monopolio que tienen sobre la información.
Las revoluciones no son una cosa sencilla. Piensa tú que lo que se persigue con una revolución es que los oprimidos pasen a dirigir la sociedad. Pero estamos hablando de la gente que por décadas- e incluso siglos- han sido marginados y excluidos del poder. Eso no es un proyecto pequeño. A pesar de esta dificultad, la revolución es inevitable. La han logrado posponer en un lugar y otro, pero al final va a ocurrir, especialmente en América Latina. Ya no es sólo Cuba. En Venezuela, a mí no me cabe duda, Chávez y la revolución están en el poder para quedarse. El caso de Bolivia me parece muy interesante por el papel de la clase obrera, de los trabajadores. Es obvio que ya están cansados y quieren cambios profundos.
Mira, en conjunto, yo pienso que éste es el siglo de América Latina. Nuestra América carga hoy en sus espaldas la inmensa tarea de despertar al resto del planeta en lo que toca a la solución de los grandes problemas que aquejan a la humanidad. La revolución en nuestro continente es inevitable; eso te lo aseguro. Éste es nuestro tiempo.
* El autor es miembro de las juntas directivas de la Fundación Rosenberg y del semanario Claridad.