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Son dos de los grandes escritores chilenos del siglo XX

Publican una selección de los escritos anarquistas de José Santos González Vera y Manuel Rojas

Fuentes: El Mostrador

Nibaldo Mosciatti y Carmen Soria recopilan una serie de escritos de los dos Premios Nacionales de Literatura en Letras anarquistas, que muestra una faceta poco conocida de estos escritores. El libro recoge trabajos publicados en los periódicos «Babel», «La Batalla», «Claridad» y «Verba Roja», entre otros. Eran nómades, inquietos, buscavidas, precarios en sus ocupaciones, definitivos […]


Nibaldo Mosciatti y Carmen Soria recopilan una serie de escritos de los dos Premios Nacionales de Literatura en Letras anarquistas, que muestra una faceta poco conocida de estos escritores. El libro recoge trabajos publicados en los periódicos «Babel», «La Batalla», «Claridad» y «Verba Roja», entre otros.

Eran nómades, inquietos, buscavidas, precarios en sus ocupaciones, definitivos en su pensamiento. Eran talentosos, apasionados, inconformistas, solidarios, agudos. Eran amigos. Y también, Manuel Rojas y José Santos González Vera eran anarquistas.

La obra literaria de los dos autores es abundante y reconocida. El autor de Hijo de ladrón inauguró la literatura no lineal en Chile, y se impuso con su precisión de lenguaje y su capacidad de crear personajes de gran profundidad sicológica. José Santos González Vera escribió, entre otras, Vidas mínimas y Alhué. Su precisión narrativa hizo que se le considerara el primer escritor minimalista en el país.

En la misma medida en que sus escritos de ficción son ampliamente citados y analizados, son desconocidos sus escritos políticos. Si bien es un aspecto que se vislumbra en sus creaciones literarias, sus constantes colaboraciones en periódicos anarquistas han pasado más bien desapercibidas. Hasta ahora.

Letras anarquistas es el nombre de la recopilación de artículos políticos que escribieron ambos autores. Aunque Mosciatti prefiere decir que eran ‘libertarios’, más que anarquistas. Es una aproximación distinta a dos adelantados de las letras que permite, además, ver el panorama social de la época y la historia del movimiento sindical obrero, dentro y fuera de Chile.

«Hay una insolencia muy hermosa»

Carmen Soria, nieta de José Santos González Vera, cuenta que el proceso de recopilación de textos fue para ella también un redescubrimiento. «Yo siempre supe que él era un anarco, pero no tenía conocimiento de estos escritos. No conocía ese ser político en su más pura esencia. Y decidimos recopilar los textos de ellos dos, que siempre fueron como hermanos de vida, de circunstancias, de ideas», relata.

Uno de los primeros aspectos que llamaron su atención fue la edad en la que empezaron a escribir en medios anarquistas. «Hay publicaciones de ellos en «La Batalla» o «Verba Roja» a los 16 ó 17 años. Y eso es muy fuerte, en términos de la claridad social que ellos tenían a tan corta edad. También me asombró el conocimiento que tenían de todo lo que sucedía, tanto en Chile como en el exterior. Y ese pensamiento humanista, discrepante pero a la vez propositivo. Eso es difícil de encontrar. Además, me encontré con un abuelo que me fue enamorando. Conociendo de donde vienes, tú te explicas tus dones genéticos también.»

¿Te pasó eso?
– Sí, porque yo siempre me he dedicado al tema de la memoria. Por el caso de mi viejo (el ciudadano español Carmelo Soria), que lo mataron, y ahora mi abuelo. Entonces uno dice ‘estas son las sendas de las que yo vengo’, y se me hace más fuerte, más claro. Encontrar a ese abuelo, identificarme en sus posiciones, me encanta. Me parece que este libro, en un momentos en que la política es una cosa bastante inhumana, donde la palabra ha perdido todo sentido de poder, de identificación, está hecho para un año de elecciones.

¿Se trata de humanizar la política?
– Se trata de humanizarse. Se trata de coraje, de decir las cosas por su nombre. De que la tolerancia no es ni tan cristiana ni tan beata. Se trata de que la discrepancia es una manera de crecer. Este libro es un viento fresco, revitalizador para nosotros. Es decir ‘yo pienso y vivo’, no ‘yo pienso como vivo’.

Es como lo que decía Emile Zola de vivir en voz alta.
– Exactamente. Creo que la consecuencia es eso. Y con este libro, traemos de vuelta a gente que a principios de siglo, cuando estaban todas las guerras de Europa y la revolución en Rusia, tenía un papel central, porque este país tenía un movimiento sindicalista y anarco sumamente potente.



Y redescubrirlos un poco, porque esta faceta está un poco enterrada.
– No sé, yo creo que en los libros de ambos está su conciencia social. Lo que pasa es que estos textos son más directos. Mucho más al callo. Además hay una insolencia muy hermosa; una ironía un humor y una elegancia que son realmente bellos.

«Eran tipos libertarios»

Nunca militaron, nunca aceptaron dogmas. Eso hizo, según Mosciatti, que su pensamiento político quedara tapado por el gran caudal de artistas que militaban por esos años en partidos más ideologizados. El periodista (ex Apsi, actualmente en radio Bío Bío) asegura que su opción política demuestra el compromiso que tenían con la libertad.

A través de esta aproximación a los autores, ¿tienes alguna idea de por qué ellos pudieron haber evolucionado hacia la anarquía y no hacia el comunismo o el socialismo, por ejemplo, como hicieron otros autores de sensibilidad social?
– Creo que el término «anarquía» está demasiado desprestigiado, pero el anarquismo en esa época era un espacio en el que convergían muchas corrientes distintas, desde pacifistas hasta violentistas, pero sobre todo eran tipos libertarios. A mí me gusta más la palabra ‘libertarios’. Yo creo que evolucionaron de ese modo porque eran tolerantes, con pocos dogmas, muy sensibles también. Creo que los que derivaron hacia fórmulas más estrictas o encorsetadas eran menos sensibles. Aquellos que toleraron algunas dictaduras porque eran de signo propio me merecen desprecio, son finalmente insensibles. Si uno lee los textos de Manuel Rojas son de una sensibilidad, de una candidez, de un amor por el otro que emociona. Hay también una especie de humildad en ese tipo de pensamiento expresado en ellos. Muy a partir de lo que fueron, muy a partir del conocimiento de base, del obrero de oficio, donde ellos se criaron y compartieron.

En ese sentido estarían muy distantes de la pose política; es un tema de vivencias.
– Es que estos tipos eran de verdad. El drama es que después aparecieron muchos -sin mencionar a ninguno- que pretendían usufructuar personalmente de una posición política. Ellos eran auténticos, eran reales, no tenían cálculo, y por eso mismo no militaron. No se integraron a ninguna estructura como para usarla como trampolín o cualquier otra cosa, que es una de las cuestiones que más asco dan.

Después de acercarte al pensamiento social de estos dos autores, ¿te parece que estos escritos validan su literatura?
– No. Creo que la literatura no es validada por la política. Durante mucho tiempo se cayó en una especie de maniqueísmo, según el que los escritores tenían que tener una posición política correcta para ser buenos escritores. Eso es una pelotudez. Lo que sí me parece interesante es ver cómo la preocupación por el otro, y especialmente de los más desposeídos, debiera ser el eje de todo pensamiento político.

Mi pregunta se refería al hecho de que ellos toman temas sociales dentro de su literatura, y si de algún modo estos escritos vienen a reafirmar que esos temas estaban en verdad dentro de sus preocupaciones prioritarias.
– Sí, pero me parece que los temas sociales nacen de una sensibilidad personal, más que de un aprendizaje político.

¿Y por qué crees que ha sido acallado el pensamiento más puramente político de estos escritores?
– Yo creo que se les acalló porque durante un muy buen tiempo, especialmente cuando ellos ya maduraron, lamentablemente el espacio cultural estuvo hegemonizado por el comunismo, por el marxismo. Y los libertarios, los anarquistas, los librepensadores, fueron básicamente anticomunistas, en el sentido de que antagonizaron con la forma en que el comunismo instaló sus gobiernos. En Europa del Este, por ejemplo.