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Entrevista con Mauro Millán

A desalambrar la tierra

Fuentes: Revista La Educación / Azkintuwe Noticias

En la Patagonia, montañas, ríos y lagos son vendidos a diario a capitales extranjeros. Para defender sus tierras, las comunidades de los Pueblos Originarios recuperan formas de organización y lucha de sus antepasados. Buscan también construir espacios donde mapuches y no mapuches peleen por un futuro común. A continuación, una entrevista con el dirigente de […]

En la Patagonia, montañas, ríos y lagos son vendidos a diario a capitales extranjeros. Para defender sus tierras, las comunidades de los Pueblos Originarios recuperan formas de organización y lucha de sus antepasados. Buscan también construir espacios donde mapuches y no mapuches peleen por un futuro común. A continuación, una entrevista con el dirigente de la Organización Mapuche-Tehuelche 11 de Octubre, Mauro Millán.

– Mauro ¿podés presentar a la organización «11 de Octubre»?

Mauro Millán: Está conformada por gente que vive en centros urbanos y comunidades rurales. Somos parte de la reorganización de nuestro pueblo originario que ocupaba lo que hoy son Chile y Argentina. Estamos trabajando en la zona noroeste de Chubut donde existe la mayor cantidad de población mapuche que vive en comunidad rural. Se ha dado un proceso de recuperación de nuestra filosofía, de nuestro conocimiento y a partir de ahí nos estamos proyectando en el futuro como una alternativa más, dentro del contexto de globalización y de opresión de este sistema. Nos estamos enfrentando con situaciones que tienen que ver con este proceso. Somos un pueblo que si admite lo que es y comienza a pensar colectivamente comenzará por generar un conflicto en el opresor, en este caso el estado argentino.

EM: ¿En qué aspectos centran el reclamo?

M.M.: Una de las demandas que le realizamos al estado es el tema territorial, porque son nuestras tierras. Hoy nos vemos involucrados en una situación que, si bien no es nueva -porque esto viene desde la conformación del estado -se ve claramente cómo opera en sociedad con las inmobiliarias que venden las tierras -en ambos lados de la cordillera- con las comunidades adentro.

EM: ¿Cómo es que se hace la venta?

M.M.: Esto es parte de un proceso histórico de usurpación de nuestro estado territorial. Lo que diferencia de años anteriores es que hoy Argentina muestra hacia el afuera una apertura frente a la cuestión de los pueblos originarios. Se ha comprometido de manera internacional a respetar los derechos de los pueblos indígenas, a través de leyes constitucionales que se sancionaron. Nosotros lo vemos como un gran rostro que mira hacia fuera pero que hacia el adentro se da todo lo contrario. Cuando hablo de proceso histórico lo sitúo en el tiempo en que nuestro pueblo fue derrotado y fuimos reducidos a colonias, reservas y pequeñas comunidades. Por lo cual no pudimos acceder a la propiedad territorial sino a través de un papel que se le entregaba a la comunidad para otorgarle la tenencia precaria de la tierra.

Lo que sucede desde hace unos años es que, como las tierras son fiscales -porque la gente no tiene título de propiedad- entonces se venden extensiones con ríos, montañas, lagos. Es decir que la gente que quiere ir a conocer ya no puede ingresar porque es todo propiedad privada. Un caso concreto es el grupo Benetton. Hace cuatro años compró las acciones de lo que era Tierra del Sol, una compañía que se formó en Londres cuando hace un siglo atrás el estado se hizo fuerte acá y donó tierras a los extranjeros. Entre ellos estaba esta compañía que adquirió 900 mil hectáreas.

El tema es que las extensiones eran tan grandes que no se podían mensurar porque era mucho gasto. Benetton las adquirió y comenzó a desplegar políticas de no tolerancia a los vecinos. El hecho es que hoy se prevén desalojos masivos porque hay un proyecto turístico entre la empresa y la provincia. El grupo esgrime la posesión de tierras que nunca estuvieron mensuradas. Pero el problema central es la falta de control, el estado da vía libre al alambrado. Y las consecuencias se ven hoy en día en la lucha permanente por la tierra y con la justicia que nos castiga.

EM: ¿Cómo plantean las comunidades la lucha jurídica?

M.M.: En la provincia no se han implementado convenios ni leyes que tengan que ver con la temática indígena. No se ha implementado justamente por el proceso de venta. Uno de los opositores, es el pueblo Mapuche. Como principio fundamental sostenemos que nuestra cultura debe desarrollarse a partir de la tierra. Somos parte de ella. Nuestro nombre es mapu, tierra; che, gente.Y no debemos renunciar a ese derecho.

Pero no sólo es que la provincia no pone en marcha los aspectos jurídicos, sino que arma su aparato de represión. Fue alevosa la forma en que accionaba la justicia, la policía y el grupo empresarial en uno de los cortes de ruta en la estancia Leleque. La fiscalía puso un vehículo a disposición de Benetton para trasladar los efectivos policiales. La policía salía de la estancia como si saliese de la comisaría. Una impunidad en el medio de la nada, porque no había muchos medios para cubrir la situación.

EM: ¿Las comunidades tienen algún tipo de organización política?

M.M.: En este proceso de resistencia estamos como pueblo tratando de rescatar lo que nos ha quedado de conocimiento. La reorganización político -administrativa que nos ha quedado pretende ser lo más originaria posible, pero siempre hay una influencia de otras culturas extranjeras. Sin embargo, estas situaciones de a poco nos están llevando a recuperar las formas de lucha de nuestros antepasados tratando de que no se construya en forma verticalista. Si algo nos caracterizó a los mapuches -y eso frenó a los conquistadores españoles- fue nuestra forma horizontal de organizarnos. Cuando ellos llegaron a los territorios de nuestros pueblos, acostumbrados a cortar cabezas y mutilar los cuerpos como lo hicieron con muchos pueblos originarios del norte, se enfrentaron con miles y miles de familias autónomas, por lo que les fue difícil encontrar «la cabeza». Esa forma de construir nos posibilitó resistir. Nuestros mayores nos han enseñado y nos enseñan que la lucha sólo se da si es colectiva.

EM: ¿Visualizan la articulación con otras organizaciones?

M.M.: Tenemos que tener bien en claro la necesidad de cambiar este estado racista y monocultural, que nos está haciendo muy mal a todos, no sólo a los mapuches; pero es una tarea de muchos. Pensar que lo vamos a hacer solos sería muy utópico. Realmente lo que pretendemos es sumar a partir de la diversidad. Sabemos que hay diferencias en el pensamiento y con ellas tenemos que poder construir, para no perder de vista al verdadero enemigo. Este proceso que se está dando nos va a permitir crear un tercer espacio, es decir un lugar en el cual tanto mapuches como no mapuches podamos proyectar un futuro mejor. Es a partir de la diferencia que va a salir un proyecto para las mayorías.

Nosotros como pueblo algún día vamos a tener que revisar algunos posicionamientos y ponernos de acuerdo, pero en general lo que vemos es que mucha gente no mapuche tanto individuales como organizaciones están y estamos tratando de crear espacios de discusión porque acá no hay ninguna receta y la vamos a tener que construir entre todos. Lo fundamental es sumar fuerzas.