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Reseña del libro "Cuando hicimos historia. La experiencia de la Unidad Popular", coordinado por Julio Pinto Vallejos

Pueblo y memoria

Fuentes: Rocinante

Se trata de un esfuerzo historiográfico en primera persona plural, donde un envolvente «nosotros» repasa los logros y fortunas, relativos siempre, de la Unidad Popular, antes de que los humos de la derrota operasen retroactivamente sobre la realidad, fijando una latencia maligna a partir de la propia investidura presidencial de Allende. Por supuesto, la mirada […]

Se trata de un esfuerzo historiográfico en primera persona plural, donde un envolvente «nosotros» repasa los logros y fortunas, relativos siempre, de la Unidad Popular, antes de que los humos de la derrota operasen retroactivamente sobre la realidad, fijando una latencia maligna a partir de la propia investidura presidencial de Allende. Por supuesto, la mirada es deliberadamente parcial e incluso emotiva, y su misión parece a menudo satisfecha, rescatando para el presente la crónica más o menos oculta de los actores populares, ya sea como elementos de base en estructuras políticas mayores, o como fuerzas menos disciplinadas pero igualmente activas; así el caso del universo poblacional o de los nuevos agentes culturales.

La investigación, realizada por un grupo de historiadores y sociólogos, y coordinada por el académico Julio Pinto, quien también hace las veces de prologuista, procura enfatizar los aspectos constructivos del período y rehabilitar la memoria del sujeto popular, a veces postergado por la retórica elitista de la historia hasta aquí conocida. Coincidentemente, Pinto nos informa que, si bien es cierta la caracterización de la Unidad Popular como «fiesta, drama y derrota», según las palabras de Tomás Moulián, la primera faz de este tríptico suele, de pronto, nublarse y perderse de vista. De ahí la compensación que ofrece el actual conjunto de estudios, de los cuales el inaugural, en efecto, corresponde al mismo Pinto: «¿Cómo hacer la Revolución en Chile?».

Sigue, a continuación, el ensayo de Tomás Moulián, quien da un paso atrás y prefiere, en cambio, recapitular y ‘tematizar’ el problema de la «transición al socialismo», descubriendo fricciones y desfases entre las estrategias del PS y el PC, ambos partidos hegemónicos.

Toma el relevo Mario Garcés, quien examina, en el tercero de los capítulos, las vicisitudes del movimiento de pobladores y su campaña por una vivienda justa.

Luego, Franck Gaudichaud lo hace respecto del sindicalismo y las luchas obreras, arrojando nueva luz sobre la huelga patronal de 1972, y las alternativas que enfrenta la CUT frente a la emergencia de los «cordones industriales».

Mario Amorós da cuenta, por su parte, de la épica, y posterior martirologio, de los «cristianos por el socialismo», cuya contribución a la experiencia popular resultaba, hasta ahora, poco tratada.

María Angélica Illanes profundiza y retoma lo anterior, si bien en un tono casi testimonial, explorando los cruces del imaginario religioso con el político, ambos articulados a través de la noción de «cuerpo».

César Albornoz aborda la encrucijada cultural del período y sus muchas manifestaciones, en un trabajo que se eslabona fácilmente con el precedente, pues con él se verifica, sin duda, un traslado hacia el horizonte simbólico y subjetivo.

Nos baja a tierra, sin embargo, el último de los ensayos, obra de Verónica Valdivia, y el cual refiere al extraño diálogo, entre expectante y oportunista, que sostuvieron Fuerzas Armadas y Unidad Popular.

Leído el volumen, la impresión de conjunto no es solo satisfactoria sino francamente iluminadora y audaz. Constituye un ejercicio brillante en lo académico y necesario en lo que hay de compromiso moral en la tarea del historiador. Una invitación permanente.

– Más información sobre el libro: www.lom.cl