Durante un año, la muerte de los cisnes de cuello en el río Cruces de Valdivia ocupó la agenda mediática y medioambiental en Chile, pero pareciera que el foco se ha desviado y que la gran reacción de la ciudadanía frente a este desastre ecológico quedó en el pasado. Sin embargo, el poder avasallador de […]
Durante un año, la muerte de los cisnes de cuello en el río Cruces de Valdivia ocupó la agenda mediática y medioambiental en Chile, pero pareciera que el foco se ha desviado y que la gran reacción de la ciudadanía frente a este desastre ecológico quedó en el pasado. Sin embargo, el poder avasallador de Celulosa Arauco, que vulneró todos los estándares y normas medioambientales, no será el mismo después del caso Celco.
No se debe olvidar que desde que entró en operación su planta en San José de la Mariquina, la presencia de los cisnes en el Santuario de la Naturaleza Carlos Andwanter ha disminuido ostensiblemente. Antes de celulosa Arauco, en ese humedal existían más 5 mil de estas aves, hoy no superan las 400.
Frente a la contaminación generada por la planta de Anacleto Angelini, la institucionalidad ambiental se vio sobrepasada. La ineficiencia de la Corema de la Décima Región y de la CONAMA demostró a su vez la responsabilidad política del gobierno de Lagos frente al desastre ecológico provocado por Celco. Ni siquiera un estudio científico de la Universidad Austral, que confirmó la responsabilidad de la empresa en la muerte de los cisnes, hizo que las autoridades gubernamentales tomaran medidas para corregir su cómplice negligencia.
El modelo de crecimiento económico impuesto por la Concertación permite que cualquier forma de vida sea convertida en capital financiero. Así, Celco puede seguir contaminando las aguas del río Cruces con total tranquilidad, pues el propio Presidente ha respaldado el funcionamiento de la planta. De hecho, Lagos se reunió con Angelini para solicitarle su comprensión ante las molestias ocasionadas por la presión de la ciudadanía cuando estalló el caso.
Es la muestra de la perversa complicidad entre la coalición de gobierno y los grupos económicos, que nunca en la historia de Chile habían obtenido tan grandes utilidades como en los últimos cinco años. Para ratificar este espurio vínculo, Celco nombró presidente del directorio a Alberto Etchegaray, ex ministro de Aylwin y un hombre influyente en la Concertación. En la democracia de Lagos, priman los intereses privados por sobre el interés público. Y Michelle Bachelet, para no quedar fuera de este turbio esquema, incorporó a su comando al hijo de Etchegaray. O sea, Angelini ya compró su impunidad durante el próximo gobierno.
La planta volvió a operar y las instituciones miran para el lado. Sin embargo, la ciudadanía sigue alerta, y no permitirá que nuevamente todos se rindan frente al poder económico de los dueños del país. La ciudadanía conoce, por lo menos, en este caso la victoria y la seguirá defendiendo.
Marcel Claude es Director de Oceana (Oficina para América Latina y Antártica)