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Manuel Scorza en el reparto del pan de los libros

Fuentes: poetas.com

¿Quién que haya nacido en el Perú y guste de la poesía no ha recitado con voz transida en las horas en que el amor hace aletear sus alas de oro y ceniza sobre nuestras frentes estupefactas, aquellos versos que dicen: Como a todas las muchachas del mundo, también a Ella, inventáronla con sus sueños, […]

¿Quién que haya nacido en el Perú y guste de la poesía no ha recitado con voz transida en las horas en que el amor hace aletear sus alas de oro y ceniza sobre nuestras frentes estupefactas, aquellos versos que dicen:

Como a todas las muchachas del mundo,
también a Ella,
inventáronla
con sus sueños,
los hombres que la amaban.
Y yo la amaba.
Pudo ser para otros un rostro
que el Viento del Olvido
borra a cada instante,
Pudo ser,
pero yo la amaba.

Manuel ScorzaYo lo susurro todavía y grito a veces por todos los caminos. Lo murmuro, mirando desde la ventana de un ómnibus que corre destartalado en la noche sideral por los desiertos sin nombre o que pende al amanecer sobre los abismos de nuestra serranía. Suelo repetir ese poema inconsciente, despierto o dormido, lúcido o desvelado en el balcón de una casa habitada o vacía, con el alma expectante y el corazón estrujado y hecho astillas: !

Yo veía las cosas más sencillas
volverse misteriosas
cuando Ella las tocaba.
Las estrellas de la noche
¿quién sino Ella las sembraba?

Este es el poema que en las horas supremas las personas que nos escuchan decirlo es seguro que piensen que resumen nuestra vida, sabiendo que aparte de esos versos no nos atreveríamos a añadir ninguna otra palabra, aceptando que en estos vocablos está dicho todo y mucho más:

Los días de esmeralda,
los pájaros tranquilos,
los rocíos azules,
¡Ella los creaba!
Yo me emocionaba
con sólo verla pisar la hierba.
¡Ah, si tus ojos me miraran ! todavía!
Esta noche no tendría tanta noche.
Esta n oche la lluvia caería sin mojarme.

El poeta que compuso este y otros poemas de amor es Manuel Scorza, quien nació el 9 de septiembre de 1928 en la Maternidad del Cercado, un hospital de caridad es de la ciudad de Lima. Niño aún su familia se trasladó a vivir a un distrito de Huancavelica lugar donde vivió más de cerca la pobreza, se identificó con el dolor de la gente llegando a adoptarla como su tierra. De allí que el centro de su poesía y narrativa sea la condición del hombre explotado, el de la patria herida, el de la forja de una esperanza, tema que lo carga como una cruz:

La patria es tierna
me dijeron en la infancia,

A él la patria lo atraviesa con sus hierros canden! tes: el pecho, la frente, el alma. Le atraviesan el corazón con su puñal de desgracias y desventuras, lo postra y lo desangra. Para él la patria está mancillada y esto constituye su amargura y su agonía y es parte de la razón por la cual se lo elude, evite y forme parte de los poetas marginados del Perú. Porque plantea un tema que no nos gusta tratar, porque pone en tapete nuestras miserias individuales y colectivas, las mismas que no queremos que alguien nos las recuerde ni mucho menos enrostre:

¡Ay, qué amarga dulzura!
Bella era mi juventud
Yo cantaba: ahora estoy triste.
Y es por ti, patria pobre,
es por esos pueblos de una sola calle
por donde nunca caminará la dicha.

Su sentido de filiación, de pertenencia y de ! arraigo es hondo. Él toma posesión, defiende su mundo po r pobre que sea, es más lo asume y defiende por ser pobre. Distinta a la actitud de quienes la cambian fácilmente, de los apátridas, de los que se dicen no ciudadanos de un lugar sino que han levitado tanto que se denominan ellos mismos ciudadanos del mundo:

«A mí no me vengan con la patria espuma.
La patria hiede
ahora espantosamente,
la patria
es un pozo que vomita buitres.

¿Qué amor al cuál hemos consagrado todas nuestras ilusiones y esperanzas no es a la vez abismo? ¡Quien ama se queja! ¡Quien sabe el sabor y el olor de lo dulce también sorbe la pena y lo acosa lo amargo! ¡El que estalla de dicha es presto y llano al lamento!

Yo conocí en mi patria sólo rostros vacíos,
hombres de mirada prematuramente cana,
balnearios de hueso
donde antes de tiempo veraneaba la muerte.
Yo sólo recuerdo ojos en la niebla.

Manuel Scorza es un hombre imbuido de ideales, pero a la vez impelido por un instinto de goce y disfrute de los placeres mundanos, quizá determinado todo ello por las privaciones y la pobreza que él mismo ha contado que vivió en su infancia. Siente el llamado a hacerse cargo de los males del mundo para buscar solucionarlos por la vía política y hasta por la lucha armada, trenzando lanzas con tiranos, traidores y truhanes.
Ahora bien, sufrir la pobreza hace dos clases de hombre, los avaros y egoístas y, de otro lado, los solidarios y generosos. En Manuel Scorza felizmente hizo al hermano de todos los pobres del mundo, qu! e hizo posible que escribiera los poemas y las novelas que nos ha lega do, pero a la vez hizo al frenético lapidador, al mitómano extasiado, al fabulador delirante, felizmente también en el terreno exorcisante de la obra literaria:

«Yo os digo:
mientras alguien padezca,
la rosa no podrá ser bella;
mientras alguien mire el pan con envidia,
el trigo no podrá dormir,
mientras llueva sobre el pecho de los mendigos
mi corazón no sonreirá».

Sin lugar a dudas, fue tanta la huella de este sufrimiento que Manuel Scorza fluctuaba y vibraba entre la riqueza de un magnate y la miseria de un mendigo. Vivía casi al instante el papel de un conquistador fastuoso, en situaciones a menudo vacuas y frívolas, de halagos y dichas pasajeras y, de otro lado, presto a arriesgar la vida de manera heroica y sincera por las! causas más nobles y por los seres más humildes, desarrapados y míseros de la tierra. Ricardo Garibay en la serie de entrevistas «De vida en vida», en Océano de México, cuando él se queja de su situación económica, le aclara:

– Calma… hubo un tiempo en que fuiste millonario.
– Ciertamente, pero créeme, fue un tiempo de ser millonario para caer desde más arriba, para tener mucho menos después… Me meaban los perros ¡pero oye, esto no es metáfora, me meaban los perros a media calle. ¿Tú sabes lo que es que estés parado en una esquina de cualquier ciudad, con el vientre hecho un rechinadero de hambres, lloviendo, los zapatos rotos, sin pasaporte, ya sin mujer y sin hijos, temblando al paso de cada policía, sin poder decirle ! a nadie: oiga usted, buenas tardes? ¿Se acuerda de mí? Y o soy Manuel Scorza… ¿Y que de repente se te acerque un chucho, te ronde, te olisque, alce la pata descargue en la hilacha mojada que llevas por pantalón y luego, encima, algo lo irrite, tal vez tu ruina, tu porquería y te muerda ligeramente, con desprecio, y se aleje poco a poco, sabiendo que no te queda ánimo ni para darle una patada?
El jugó a ganador siempre pero lo jugó todo a una sola baraja. Y, con frecuencia perdió. Sus días fueron de altos y bajos por ser un apasionado de la vida, que ora está arriba, ora está abajo, al arbitrio de sus humores, de sus estallidos y de sus cóleras. A Manuel Scorza se le puede acusar de mil veleidades, menos de no ser sincera, profunda y total su identificación biológica, racional, emocional e ideológica, con los comuneros, los indígenas, los vencidos, los torturados, vejados y mal! tratados de siempre. Aquellos a quienes se los ha azotado, flagelado y hacia quienes se ha aplicado siempre la política de la horca, el cuchillo y el balazo. Ni bien descendía del avión corría a cualquier pueblo donde se iniciaba una protesta o a un juntarse en el camino a una marcha de sacrificio y a fin de evitar que los soldados masacren a la gente poniendo su pecho delante de bayonetas y fusiles.

Yo no conocía el rostro de mi patria.
tuvo que caérseme el corazón a un pozo,
tuve que oírla lIorar de miedo en las prisiones,
tuve que alzarlo chorreando alaridos,
tuve que verla con su cartel de ciego en los suburbios.
para comprender que la patria
era lo que me dolía bajo tanto dolor.

Su muerte misma es una muestra de este jueg! o. Un hachazo, un golpe del destino que ciega y cercena la vida, la lu z, la alegría cuando él lo tenía todo, y que ocurriera en el instante más vivo y pleno de su existencia. Ocurrió el 27 de noviembre de 1983 cuando el boeing 747 de Avianca se estrella en Mejorana del Campo, cerca al aeropuerto de Barajas en Madrid. Reconocieron su cadáver regado por el campo, en las colinas de Fuentesecada, porque tenía abrazado su último libro publicado: «La danza inmóvil».

¿No es, acaso, este juego adverso y atroz de las cartas volteadas?, congelando la risa, el abrazo, el deseo. Una muerte atroz para una gran vida. Tenía o pasaba en esos momentos por la travesía más intensa, feliz y fecunda de su obra creadora. Tenía la luz radiante que invade ya no solo la sombra sino la más negra y espesa tiniebla.

De allí que el cortejo que acompañó los restos mortales de Manuel Scorza en Lima fue multitud! inario. Allí estaban presentes obreros, estudiantes campesinos y lógicamente una inmensa multitud venida de la Comunidad de Yanahuanca y de Rancas que él defendió y consagró en su saga novelística Balada de los Runas. Él lo tenía todo y al instante ya no tenía nada, poseía una capacidad asombrosa para transfigurarse al igual que los personajes de sus novelas; optar por algo y al rato renunciar y dejarlo. Solo una causa no la olvida nunca, la causa del pueblo, el hacerse responsable animoso no de la dicha propia sino del destino común y colectivo de todos. Y es esto lo que lo todo lo salva, redime y dispensa. El amor al pueblo. Todas las imperfecciones son pequeñas frente a este contenido inmenso cual es la adhesión sincera, militante y concreta a la causa genuina del hombre.

Para entonces guardadme lo soñado.
Soñad no más no tengáis miedo.
Yo os traeré las increíbles cosas que soñabais,
la novia traeré al muchacho feo.
cantaré hasta que el sapo sea hermoso.
Yo, poeta,
nombro al pueblo
heredero universal de la risa y del rocío.
Camaradas, en esa aurora aguardadme.
Pero si ese día estoy callado y no respondo;
si el viento me llama y no respondo;
si la tarde me llama y no respondo;
si con palomas de amor el amor me llama y no respondo,
llámame con tu voz, América…

Manuel Scorza era un hombre de armas tomar. Mientras era estudiante del Colegio Militar Leoncio Prado dos veces esperó pertrechado de armas, en las gestas apristas de los años 40, listo para recibir la orden para asaltar el cuartel del Colegio Militar Leoncio Prado, que él conocía bien, razón por la cual comandaba la operación, ! donde se apoderarían de 15,000 fusiles y municiones, material que debía ser capturado y, puesto en manos de militantes entrenados, servir para capturar otros objetivos estratégicos en Lima y Callao. La orden no llegó. Tampoco llegó, en otra ocasión, la orden para capturar el Pabellón de Armas de la Escuela Militar de Chorrillos operación que tenía como jefe a Carnero Roque y como subjefe a Manuel Scorza. Debido a que esas órdenes de asalto no llegaron fue que le quedó muy claro para él que la dirigencia de dicho partido político podía sacrificar toda su gente de base con tal de propiciar arreglos a fin de ganar ventajas en la estructura del poder con los representantes de los partidos, estructuras y sistemas tradicionales del Perú que en los discursos se decía combatir.

En unas páginas que son una confesión y una autobiograf&iacut! e;a publicada con el título » Manuel Scorza, Testimonio de V ida » y que está elaborada sobre la base de una entrevista que le hiciera Roland Forgues al autor de » Redoble por Rancas «, cuenta éste que tuvo una elección difícil de tomar en algún momento de su vida, cual era seguir la carrera militar, en la cual destacó ocupando siempre los primeros puestos en el escalafón de méritos entre los alumnos del Colegio Militar Leoncio Prado, hecho que le aseguraba el ingreso directo a la Escuela Militar de Chorrillos, inclinación en pugna frente a la otra alternativa cual era seguir el camino de las letras.

Esta duda respecto a su elección la expresa pensando que tal vez pudo desempeñar un papel fundamental como Comandante de un Ejército Popular, de un gobierno revolucionario, socialista y libertario; perspectiva que la figura mucho más al constatar que sus compañeros del Colegio Militar Leoncio Prado, con los cual! es conformaba el grupo de élite, llegaron todos a ser generales del Ejército Peruano. Él, piensa que, más que ningún otro, pudo serlo, pero con la orientación y el signo radicalmente opuesto al orden y al sistema imperante.

Siempre en el plano de las probabilidades y haciendo una proyección al mundo de lo posible, cabe imaginar qué la historia del Perú hubiera sido distinta con Manuel Scorza como Comandante General de un movimiento de transformaciones y libertades en el Perú del siglo XX. Capacidad de líder y organizador lo tenía: él comandó, el movimiento editorial más grande que ha tenido el Perú en toda su historia: los Festivales del Libro y los Populibros que desde el Perú proyectaron e irradiaron su acción a varios países de América Latina.

Y es ésta la razón fundamental por la cual querí! ;amos hablar ahora de Manuel Scorza en el día de su nacimiento: el frente de guerra de la cultura en el cual él nos dio una victoria total. Nunca el Perú invadió a tantos países de América Latina, lo hizo con Manuel Scorza, con libros propios de nuestra América convulsa y transida. De obras cuyas ediciones no habían pasado los mil ejemplares se imprimieron hasta medio millón de volúmenes.

El nutrió a toda una generación de peruanos y latinoamericanos con un pan invalorable: el del libro con las ediciones de libros de bolsillo que él editó y difundió con el nombre de Populibros. poniendo en las manos del maestro, del hombre común y corriente, y hasta en la carpeta y en la mochila del niño y del joven, libros y más libros.

Con Populibros peruanos, nuestros autores literarios, narradores, poetas o ensayistas fueron leídos ya no por decenas o centenas de personas sino por miles! y centenares de miles, pues tuvo la capacidad de generar una movilización ciudadana haciendo que en razón del libro las personas en el Perú congestionaran plazas o hicieran colas interminables para adquirirlos en los kioskos y en las librerías donde se expendían.
Proyectó una iniciativa nacional, peruana y andina a países no solamente cercanos y ligados por características étnicas, históricas y geográficas sino que los festivales del libro que se hicieron en el ámbito latinoamericano, se generaron a partir de populibros, ediciones que se realizaron con éxito inusitado y gracias a la gestión e impulso de Manuel Scorza en países como Ecuador, Colombia, Venezuela, Bolivia, en general, en toda Centroamérica, el Caribe y muchos otros países latinoamericanos.

Demiurgo, visionario de reinos ignotos, creador de mundos nuevos! e imperios fastuosos, de monarquías milenarias, lujoso en los detalles, pasa del amor sentimental al sensual del olvido al goce, de la ausencia a la posesión deslumbrante. El conjunto de su obra constituye una épica de la vida, del amor y los valores genuinos de redención del hombre. La épica de un país épico y de vida épica, como es el Perú, que al principio es trágica, luego dramática, luego mítica, para luego hacerse épica en el verbo y la pluma de poetas de categoría mayor como fue y es Manuel Scorza.

Se siente en su poesía rugir y desatarse la tormenta. Se escucha bramar y precipitarse la tempestad. Asolar con su rugido al viento. La cólera, la indignación, la rabia de los elementos terrestres si es que ellos entran en cólera por la condición indigna y adultera del hombre sobre la faz de la tierra. Manuel Scorza encarna la dimensión humana, valerosa y consecuente de haber asumido,! defendido, cantado el himno de la lucha de lo andino por mantener en pie y en alto su ser y su estar en el mundo, por demás enhiesto y señero como es dicho paradigma para Perú.

Manuel Scorza siempre tuvo por base y fundamento de su vida y de su obra el ensalzamiento de lo popular; razón por la cual nada más pedagógico y educativo en el Perú de hoy que volver comulgar con ese mensaje felizmente inquebrantable en la vida y el canto que exaltó Manuel Scorza. Supo ser un poeta del mañana, de esta hora en que lo sobrevivimos y tenemos todavía la oportunidad de pelear por instaurar una patria hermosa. En suma, porque supo comprometerse con lo humano y, aparte del dolor, supo ser solidario y jubiloso y feliz, que es una moral que debemos rescatar para los hombres de nuestro tiempo y de nuestro país.

Amigos.
aunque os supliquen,
jamás perdáis la fe;
aunque vengan día más sucios,
jamás perdáis la fe;
aunque mañana yo mismo os lo pida de rodillas,
no me creáis,
amad la vida.
guardad rocío
para que las flores
no padezcan las noches canallas que vendrán.
sed felices, os ruego.
salid de los cuartos sombríos,
sed felices para que yo no muera.


Danilo Sánchez Lihón nació en Santiago de Chuco, en la sierra del Perú. Se Licenció en Literaturas Hispánicas en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y siguió estudios de especialización en Madrid. Integró en la década del 60 el grupo » Piélago «. Ha publicado en poesía: » Las ac! tas «, Ed. Piélago (1969)¸ » Scorpius «, Ed. Arte Reda (1971); » Canto de Acllas «, Ed. Gárgola (1972); » Crío una mosca «, Ed. Gárgola (1981); » Ciudad irreal «, Ed. Universidad Nacional Agraria La Molina (1992); » De tripas corazón «, Ed. Instituto del Libro y la Lectura, INLEC (1998). » Acción de gracias «, Ed. Biblioteca Nacional del Perú (2000). Es autor de la antología «Santiago , tierra de poetas «, Ed. INLEC (1999). Figura en las principales antologías de poesía peruana. Fundó y conduce la Colección de Poesía » Gárgola «. En otros géneros ha publicado obras de: ensayo, referidas principalmente al tema de la lectura y la literatura infantil, de narrativa, recreando mitos, leyendas y cuentos populares del Perú profundo y acerca de sus vivencias en Sant! iago de Chuco; y de pedagogía, principalmente en el área de la enseñanza aprendizaje de la comunicación integral. Es docente en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Dirige la Asociación Capulí, Vallejo y su Tierra y el Instituto del Libro y la Lectura del Perú .