Y las calles siguen abarrotadas de propaganda, rostros y apellidos extranjeros, basura y papeles. Gigantografías y volantes que cuestan millones cuando hay gente que gana menos que el mínimo para comer y otros trabajan sin contrato y previsión. No existen grandes diferencias. Todos defienden en la práctica el modelo neoliberal. Ah si¡, hay uno que […]
Y las calles siguen abarrotadas de propaganda, rostros y apellidos extranjeros, basura y papeles. Gigantografías y volantes que cuestan millones cuando hay gente que gana menos que el mínimo para comer y otros trabajan sin contrato y previsión. No existen grandes diferencias. Todos defienden en la práctica el modelo neoliberal. Ah si¡, hay uno que dice que lo va a cambiar un poquito más que los otros, pero a estas alturas parece un detalle… Ya no es posible notar alguna diferencia política sustancial o alguna discusión de proyectos transformadores. Seguimos con una izquierda electoralista que no cambia ni seduce, y que lleva al fracaso a sectores populares que le compran aún, cada vez. Su matriz sigue siendo la misma: el reformismo, no la revolución.
He estado viendo la franja política por curiosidad más que nada y he visto cosas sorprendentes. Todos hablan los mismos temas: «Delincuencia, trabajo, corregir el modelo y la desigualdad». Parece que existiera un gran consenso sobre los problemas de Chile, he incluso las soluciones… Entonces, si quieres que se corrijan los males de Chile, hay que votar, pero da lo mismo por quien, porque todos están de acuerdo…
Es surrealista ver a un tipo, empresario de una conocida tienda de fotografía, muy simpático él y muy campechano dárselas de revolucionario arriba de una micro, saludando a la gente con banderitas rojas y naranjas. Es de la «Izquierda», pero la tradicional, la electoral, la que aparece sólo antes de cada elección, con candidatos impuestos la mayoría de las veces, de fuera de los territorios. Candidatos que se dan un par de vueltas antes y durante la campaña y, después, si te he visto no me acuerdo. No hacen un trabajo real -la mayoría digo, hay algunas excepciones- en el territorio. Sólo aparecen para la campaña, para el voto, para el rayado, para la comida para juntar fondos y pa’ la foto. ¿De verdad creerán que así ganan el corazón del pueblo que dicen representar? ¿Es que acaso les interesa llevar a la práctica lo que predican tan bonito? Pareciera que no.
Este tipo es un empresario y como todos explota a sus trabajadores. Tiene gente sin contrato trabajando por horas y cosas por el estilo que todos conocemos. Pero es «buena gente», simpático y divertido, bueno pa’ la chacota y, por eso, la izquierda reformista y electoral lo lleva a la Presidencia, ¿cómo saben si ocurre un milagro y la micro se llena? Por eso sale botando la Constitución en un basurero y mojado como diuca después de un plantón frente al Ministerio de Justicia. Pero el Ni Juntos Podemos Más es otra sigla más de un largo camino electoralista que recomenzó en 1988, cuando el PC decidió validar este sistema e inscribirse en los registros electorales y llamar a votar No: «No hasta vencer», era la consigna de esa época. «Todas las formas de lucha» se fueron a las pailas, la «Rebelión popular», también. Porque lo que le interesaba a la izquierda tradicional -reformista- era ser incluida en la Transición a la Democracia, no quedar fuera del reparto de roles del modelo económico pinochetista administrado por los demócratas del billete. Pero la burguesía, el militarismo y los empresarios, la dejaron fuera. Por eso la izquierda llamó durante años a un pacto electoral con la Concertación para doblar a la derecha en algunos distritos y así tener los votos suficientes para hacer ciertos cambios en la Constitución y algunas leyes como la electoral binominal que los deja fuera… del sistema, aunque tengan un porcentaje de votos que va de un 3,0 para arriba…. Tampoco los pescaron, porque pa’ qué. Si el modelo sigue su marcha. Y empezó la fiesta de siglas, que algunos ni recuerdan o no conocieron porque eran unos bebés de pecho: El MDP, la Izquierda Unida, el CIU, el PAIS, el MIDA, el FAI, el Foro por la Democracia, y otros. Ahora es el Juntos Podemos, que en el camino pasó a llamarse Juntos Podemos Más.
En las elecciones municipales anteriores consiguieron casi un 10 por ciento, pero si uno revisa las cifras de votos se dará cuenta que cada vez hay menos votos y los porcentajes suben. Todos. El sistema deja fuera a los nulos y blancos, porque sino los porcentajes serían impresentables. O sea el que sacó un 30 por ciento quedaría en un 18, más o menos. O sea que la derecha sale elegida con muy pocos votos. Y la Concertación bajaría a un 30 o 20 y tanto. Y la izquierda del 5 por ciento quedaría en 1,2, más o menos, casi siempre menos, un 0,9 sería ridículo. Pésimo resultado después de años de hacer el mismo trabajo. Se supone que trabajan.
Y las calles siguen abarrotadas de propaganda, rostros y apellidos extranjeros, basura y papeles. Gigantografías y volantes que cuestan millones cuando hay gente que gana menos que el mínimo para comer y otros trabajan sin contrato y previsión. No existen grandes diferencias. Todos defienden en la práctica el modelo neoliberal. Ah si¡, hay uno que dice que lo va a cambiar un poquito más que los otros, pero a estas alturas parece un detalle… Ya no es posible notar alguna diferencia política sustancial o alguna discusión de proyectos transformadores. Seguimos con una izquierda electoralista que no cambia ni seduce, y que lleva al fracaso a sectores populares que le compran aún, cada vez. Su matriz sigue siendo la misma: el reformismo, no la revolución. En nuestro país más de tres millones de personas viven en la miseria. Medio millón de trabajadores se encuentran cesantes. Los estándares de vida continúan bajando para millones de asalariados… La gente le compra cada vez menos a la farándula electoral. Les da lo mismo quien gane porque todo seguirá igual… Millones de jóvenes ni siquiera se molestan en inscribirse en los registros electorales porque saben que el cambio no pasará por el voto… Otros anulan castigando al sistema… Y el modelo bien gracias, sigue explotando y dando zanahorias… y garrote.
La derecha va a dos bandas porque quiere ver quién es capaz de darle una dirección a su Alianza, la ultra o el moderado empresario «buena onda». Lavín es un payaso de tomo y lomo y Piñera -más inteligente que los demás- es el fiel representante del empresariado y sólo quiere más flexibilización y empleos precarios, quiere ganar más plata y dar zanahorias de su cosecha, pos hombre… Lavín ya perdió su hora y Piñera se alza consiguiendo el apoyo de sectores de centro derecha y centro como les laman los analistas -algunos DC y ex Humanistas-. Entre ellos, la pugna es por quien llevará la batuta de lo que siga pa’ delante… Mientras, la gordi Michelle es la candidata del militarismo que quiere cerrar la transición «simbólicamente». Ponerle fin al tema de los derechos humanos y, de paso, seguir mandando tropas a donde EEUU decida, aliándonos como socio de la OTAN y pactos económicos TLC con países capitalistas o capitalistas dependientes, cumplir nuestra misión de cabeza de playa del sistema en Latinoamérica al estilo de Israel en el medio oriente o de Turquía, o de Colombia, pa’ qué seguir….. Bachelet también la candidata real del mal llamado Partido Comunista de Chile (PC), y la mayoría de sus aliados, que sólo intentan presionar algo más que sea a los administradores del sistema a ver si les dan algunas migajas debajo de la mesa o un hueso pa’ roer un poco.
Pero no esquivemos el sayo. Los verdaderos sectores antisistémicos, antineoliberales, anticapitalistas y revolucionarios siguen divididos, atomizados, desarticulados, apagados y diletantes, construyendo pequeños átomos de contrapoder, en micro, sin coordinación, sin un norte claro, a tientas… La construcción de redes y espacios de convergencia verdaderos, pensando a futuro y no mediatizados por lo electoral, puede ser un camino largo, sin vereda y lleno de tierra, dicen… para educar, organizar y luchar, de verdad.
Por eso voto…