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Editorial del semanario "El Siglo"

La decisiva votación lograda por la Izquierda

Fuentes: El Siglo

Tal como en 1999, la segunda vuelta presidencial la decidirán los votos de la izquierda, aunque en esta oportunidad con dos sustantivas diferencias. Por primera vez desde 1989, las matemáticas indican que la suma de los votos de los candidatos de la derecha supera a los de la Concertación. Pero, en lo principal, también por […]


Tal como en 1999, la segunda vuelta presidencial la decidirán los votos de la izquierda, aunque en esta oportunidad con dos sustantivas diferencias. Por primera vez desde 1989, las matemáticas indican que la suma de los votos de los candidatos de la derecha supera a los de la Concertación. Pero, en lo principal, también por primera vez desde 1989, si la coalición gobernante aspira a seguir siéndolo, al menos en lo que dependa de la potencialidad arbitral de la votación de un sector del Juntos Podemos, tendrá que asumir públicos compromisos encaminados a la democratización del país, entre ellos y de manera principal, la eliminación del sistema electoral binominal, tal como establece con inequívoca claridad, la resolución del Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Chile.

Si dependiera de las declaraciones del propio Ricardo Lagos la noche del 11 de diciembre, no debiera haber tropiezos para la configuración de un frente amplio contra el binominalismo, pero la ecuación no es tan simple.

En primer lugar, y sobre todo en esta materia, la Concertación ha dado pruebas de no honrar ni su palabra ni sus compromisos; enseguida, se siente cómoda y protegida por el sistema binominal, pero en definitiva, o al menos hasta la fecha, ha privilegiado más su pacto de cogobierno con la derecha que sus declaraciones formales de democratizar el sistema político del país.

La Concertación es dueña de acoger o rechazar el emplazamiento, pero no podrá eludirlo, toda vez que la ausencia de respuesta hasta el día 29 de diciembre equivale en la práctica a una negativa, con las consecuencias señaladas en la declaración del PC.

Probablemente, la primera encuesta que aparezca, confirmando un escenario de leve ventaja para Piñera, o bien una disputa voto a voto, aconsejará al equipo político de la candidata al menos considerar la hipótesis de la negociación, mecanismo normal y consustancial al sistema democrático, por más que en Chile parezca algo tan exótico, debido a la larga práctica de la exclusión.

En esta oportunidad, la Concertación tampoco podrá, como otras veces, endosarle a la izquierda extraparlamentaria la responsabilidad de permitir el triunfo del candidato de la derecha. Esto porque nadie que lea con un mínimo de honestidad las demandas planteadas por el partido Comunista, podría concluir que constituyen un chantaje o que son distintas a los compromisos enarbolados en los programas o en el discurso de la propia Concertación.

Si el comité político de la Concertación llega a la conclusión que esos votos son decisivos, tendrá que avenirse a proporcionar aquella señal que le exige la resolución del Pleno del PC.

Por cierto, no se puede descartar que se imponga la tesis de personajes como Eugenio Tironi, para quienes un escenario de negociación con la izquierda es redundante e innecesario, por aquello de la ley del mal menor, singular formulación política hija del binominalismo, que apuesta a que, si bien de mala gana, el electorado de izquierda igual apoyará a la Concertación para impedir un gobierno de derecha.

Es una apuesta riesgosa que, en las circunstancias actuales, puede resultar decisiva, pero cuya responsabilidad recaerá exclusivamente en quienes la asumen.

Con abstracción e independencia de lo que resuelva la Concertación, la resolución del partido Comunista instaló un hecho político que condicionará la coyuntura de la segunda vuelta presidencial y le asignará un rol gravitante, por acción u omisión, al electorado vinculado al pacto Juntos Podemos Más.