Traducido para Rebelión y Tlaxcala por Montse Gurguí
El ultimo round de guerra cultural no beneficia a ninguna de las dos partes. Los fundamentalistas occidentales insisten en considerar a los musulmanes «el otro», el distinto, el extranjero moralmente malvado. El Jyllands-Posten publicó las viñetas con mala fe. Su objetivo no era abrir un debate sino provocar, y lo ha conseguido. El mismo periódico se negó a publicar unas caricaturas de Jesús. Yo soy ateo y no comprendo el significado del «dolor religioso» que sienten los creyentes de todos los pelajes cuando sus creencias son insultadas. Yo no me siento insultado por miles de millones de cristianos, musulmanes y judíos que creen que hay un Dios y rezan a esta divinidad no existente de manera cotidiana.
Pero la viñeta en la que aparece Mahoma como terrorista es un vulgar estereotipo racista. Da a entender que todo musulmán es un terrorista en potencia y es este tipo de estupideces lo que lleva a la islamofobia.
Los musulmanes tienen todo el derecho a protestar, pero su reacción excesiva es innecesaria. En realidad, el número original de manifestantes fue pequeño: 300 en Pakistán, 400 en Indonesia, 200 en Trípoli, unos centenares en Gran Bretaña (antes de la manifestación de conciliación más numerosa del sábado pasado). En Beirut fue algo mayor. ¿Por qué hinchar estos hechos y fingir que las protestas se han filtrado al subsuelo de la ira espontánea de las masas? No lo ha hecho en ningún sitio del mundo islámico, por más que los diarios europeos se hayan empecinado en fertilizar la ignorancia generalizada que existe en el continente.
¿Cuántos ciudadanos tienen una idea de lo que fue en realidad la Ilustración? Los filósofos franceses hicieron avanzar a la humanidad al no reconocer ninguna autoridad externa de ningún tipo, pero tenían su lado oscuro. Voltaire: «Los negros son inferiores a los europeos pero superiores a los simios.» Hume: «El negro puede desarrollar ciertos atributos de los seres humanos, del mismo modo que el loro consigue articular unas cuantas palabras.» Y hay mucho más al respecto en otros colegas suyos. Este es el aspecto de la Ilustración que está más en sintonía con algunas de las peroratas anti-musulmanas de la prensa.
Lo que me parece relevante es que estas manifestaciones y los incendios de embajadas son la respuesta a una viñeta de mal gusto. El imán danés que viajó por el mundo musulmán, ¿mostró la misma ira cuando las tropas danesas fueron enviadas a Irak. ¿Dónde está la respuesta a ese hecho, a las torturas de Abu Ghraib, o a las violaciones de mujeres iraquíes por parte de los soldados ocupantes? ¿Dónde está la respuesta a las muertes diarias de palestinos? Eso es lo que me indigna. El año pasado, los afganos protestaron porque un marine de EEUU había orinado sobre un Corán en Guantánamo. Fue un acto despreciable sometido a una investigación oficial. El marine en cuestión explicó que había orinado sobre un prisionero y que unas gotas habían caído accidentalmente sobre el Corán, como si mearse en un prisionero (una vieja costumbre imperial) fuera, en cierto modo, más aceptable.
Ayer se hicieron públicas unas imágenes de unos soldados británicos maltratando a unos civiles iraquíes, pegándoles con bastones hasta que se desmayaban, y posando para la cámara mientras pateaban unos cadáveres. Nadie puede creer de veras que se trata de incidentes aislados como afirma el ministerio de Defensa. ¿Quién protestará ahora, los analistas de los medios que defienden la Ilustración o los clérigos musulmanes que echan chispas por las viñetas?
Es extraño que los imanes daneses y sus amigos en el extranjero pasen por alto la tragedia real y en cambio se aseguren de que esas viñetas se publican ahora en todas partes. ¿Cómo terminará? Como todas esas cosas, ninguna de las dos partes se beneficiará y con un último tango en Copenhague en torno a una montaña de mantequilla sin usar. Y mientras tanto, en Irak, Afganistán y Palestina, la ocupación continúa.
Esta traducción es copyleft