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Victimas y responsables de la masacre del 3 de marzo

Fuentes: Rebelión

Parece claro que las víctimas de la masacre trabajada por la policía el día 3 de marzo de 1976 cuando atacó una asamblea de gente asalariada en Gasteiz, fueron cinco trabajadores fusilados a quemarropa, cerca del centenar de personas heridas de balas grises, centenares de personas heridas por golpes de porra, de culatas, de patadas, […]

Parece claro que las víctimas de la masacre trabajada por la policía el día 3 de marzo de 1976 cuando atacó una asamblea de gente asalariada en Gasteiz, fueron cinco trabajadores fusilados a quemarropa, cerca del centenar de personas heridas de balas grises, centenares de personas heridas por golpes de porra, de culatas, de patadas, centenares de personas afectadas por los gases lacrimógenos con los que obligaron a salir de la iglesia católica de San Francisco a cientos de personas medio asfixiadas. Y claro está sus familias, sus amistades, sus compañeros y compañeras.

Pero también fueron víctimas de aquella masacre premeditada, calculada hasta el último miedo, las ansias de conseguir más libertad. La gente que estaba en aquella asamblea sabía la fuerza que tenía su lucha organizada y coordinada. Había aprendido en dos meses de debates, de argumentos, de campañas de desprestigio, de intransigencia, de prepotencia, de solidaridad, de luchas intersectoriales, de manifestaciones, de asambleas, de decenas de asambleas, que se podía defender la dignidad y la libertad sin esperar a nadie.

Es inimaginable para quienes no conociesen el ambiente, los entresijos de aquella lucha hasta dónde se habría podido llegar. Por eso nos pararon en seco.

No fue una acción descontrolada de cuatro grises fascistas. Fue todo un coro de fascistas quienes decidieron poner punto final a lo que vieron como como una amenaza hacia los planes del «atado y bien atado».

Es curioso que de todos aquellos crímenes sólo nos acordemos del nombre de Fraga y se nos olviden los nombres de los empresarios que azuzaron, de los políticos que asintieron, de los jerarcas religiosos que no miraron, del Jefe del Estado español de entonces, que sigue siéndolo ahora.

Esos son los nombres que de verdad importan. ¿Para qué sirve conocer el nombre de los asesinos que apretaron los gatillos, que aporrearon, que pisotearon, que gasearon, que insultaron, que mintieron?

Porque al final la masacre premeditada la convirtieron en una riña callejera. Así consta en el archivo del Ministerio del Interior del Reino de España. Dicen en su informe-mentira que la masa obrera enardecida y engañada por unos pocos líderes atacaron a las pobres fuerzas de seguridad y estas se tuvieron que defender de la agresión obrera. Esta es la mentira mantenida a la fuerza ante cientos de personas que vieron y sufrieron otra situación bien distinta, Es la mentira que siguen defendiendo los sucesivos gobiernos españoles desde el mismo día 3 de marzo de 1976.

Pero si no mantienen esta mentira ¿cómo quedaría el actual Jefe del estado español? ¿no habría que exigirle responsabilidades por aquellas acciones terroristas? ¿no habría que exigirles responsabilidades a cuantos estuvieron envueltos en aquel crimen masivo? ¿y a quienes han ido silenciándolo durante 30 años?

No sólo nos queda aquella memoria. Nos han quedado 30 años de memoria. De promesas incumplidas, de palabrería barata, de cinismo, de represión, de miedo. De señalarnos aquello que hicieron un 3 de marzo de 1976 para recordarnos que lo volverían a repetir sin dudarlo. De poner medallas clavadas en el corazón a quienes se les sigue acusando de ser víctimas de la manipulación de sus líderes.

Aprendimos algo de todo aquello y de vez en cuando hay que recordárselo, no vayan a creer que lo hemos olvidado.

* Javier Ruiz. Asalariado en huelga el 3 de marzo de 1976.