Michelle Bachelet Jeria se convirtió en la primera presidenta, en una jornada en que Chile renovó por cuatro años dos poderes del Estado, el ejecutivo y el legislativo. Minutos antes de la ceremonia de asunción, el Senado designó como su presidente al ex jefe de Estado Eduardo Frei Ruiz-Tagle, quien debió terciar la banda presidencial […]
Michelle Bachelet Jeria se convirtió en la primera presidenta, en una jornada en que Chile renovó por cuatro años dos poderes del Estado, el ejecutivo y el legislativo. Minutos antes de la ceremonia de asunción, el Senado designó como su presidente al ex jefe de Estado Eduardo Frei Ruiz-Tagle, quien debió terciar la banda presidencial a Bachelet después que Ricardo Lagos se desprendiera de los símbolos del poder y abandonara la sala como un ciudadano más.
Previamente, tomaron posesión los nuevos 120 integrantes de la Cámara de Diputados y 19 de los 38 miembros que ahora tiene el Senado, una vez que el año pasado fuera eliminada por fin la figura del «senador designado» que había elevado a 50 los componentes de la Cámara Alta desde que Pinochet «dictara» la Constitución de 1980. Frei fue elegido por 20 votos contra 18 de los herederos políticos del ex dictador.
La Presidenta vistió un curioso traje de dos piezas de diseño aparentemente inspirado en el atuendo tradicional de domadora circense, quizás un vestuario premonitorio de la futura domesticación a que deberá someter a la jauría predominantemente masculina de la clase política, tanto en las filas del gobierno como en la oposición.
Junto con el recambio presidencial aparecieron las primeras pancartas «Lagos 2010». Las demostraciones de adhesión -preparadas o espontáneas- indicarían que Ricardo Lagos abandonó el palacio de La Moneda en Santiago con ganas de represar. Las manifestaciones callejeras a su favor abundaron en todo el trayecto de 100 km hasta la sede del Congreso en Valparaíso, en su última actuación como Presidente de la República.
Cuasi tropezón Condoleezza-Chávez
La jornada estuvo salpicada de incidencias curiosas e incluso divertidas. Por ejemplo, Condoleezza Rice apareció temprano en La Moneda con una nutrida escolta en que sobresalía un militar anormalmente alto, ataviado con una boina negra, y a su arribo al Congreso estuvo a un instante de tropezar con el Presidente de Venezuela, Hugo Chávez, que la precedió por minutos y cuyo avión aterrizó directamente en Viña del Mar, a escasos kilómetros de Valparaíso.
Chávez hablaba con la prensa y recibía saludos a diestra y siniestra en el interior del salón, cuando la secretaria de Estado subía las escalinatas, dejando atrás en la calle a gran parte de su séquito de guardaespaldas que no pudo ingresar. Un angustiado funcionario de Protocolo le hizo señas al Embajador Víctor Delgado para que el grupo de Chávez acelerara el paso y tomará sus puestos, cuando la jefa de la diplomacia estadounidense prácticamente le pisaba los talones.
«Lo cortés no quita lo valiente», dijo Chávez cuándo minutos antes le preguntaron que ocurriría si se encontrara de frente con Rice. Una hora después del cuasi encuentro y una vez terminada la ceremonia, la secretaria de Estado se reunió con el Presidente de Bolivia, Evo Morales, en una sala del Congreso, y a continuación hizo lo mismo con Tabaré Vásquez, de Uruguay. Tras esa breve reunión se dirigió directamente a Morales, que se hallaba charlando con Chávez de espalda, pero al percatarse de la presencia del venezolano la Rice giró rápidamente hacia otro lado. Y Chávez también dio vuelta la espalda, de manera casual.
El presidente del Perú llegó al Congreso caminando por las calles del puerto, quizás en un esfuerzo por recibir aplausos, pero pasó prácticamente desapercibido. Los presidentes que concitaron la mayor atención de la prensa, de las cámaras de televisión, de la gente en las calles y de los participantes en la ceremonia del Salón del Honor del Congreso fueron precisamente Chávez y Morales, quienes recibieron numerosos saludos, aplausos y adhesiones.
El fiasco Petkoff
Ricardo Núñez, jefe del partido Socialista que a la vez preside la Comisión de RREE del Senado y funge entre los numerosos vicepresidentes de la Internacional Socialista -que agrupa a la social democracia mundial, desde Tony Blair a Carlos Andrés Pérez-, criticó un masivo acto público realizado el viernes en Santiago en homenaje a Evo Morales y condenó la posibilidad de que Chávez acudiera a otro que preparaban los partidarios y admiradores del proceso bolivariano aduciendo que «opacarían la asunción de Michelle Bachelet».
Pero su discurso -más bien doble- no le impidió participar en la preparación de un seminario de dos días, que bien pudo querer opacar la transmisión del mando. Financiado por la Fundación Friederich Ebert, del partido Social Demócrata alemán, el evento tuvo el propósito encubierto de ungir la candidatura presidencial del venezolano Teodoro Petkoff, su panelista estrella, bajo el pretexto de revisar los «Desafíos de la integración en América Latina». Pero pocos chilenos se percataron de la presencia del ex guerrillero comunista y temprano precursor del neoliberalismo desde que fue ministro de economía en el segundo gobierno de Rafael Caldera.
Entre tanto hecho pintoresco de esta «fiesta democrática», un sagaz periodista chileno le preguntó a Chávez «si asistir a esta experiencia lo ayudaría a restablecer la democracia en Venezuela», haciendo gala de un avanzado adoctrinamiento en las matrices de opinión ordenadas por sus empleadores. «Chico, ¿caíste de Marte?», le contra interrogó el jefe de Estado, para atender a otra pregunta más consistente.
Chávez habló con la prensa al ingresar al salón del Congreso, en un gesto que eludieron otros presidentes. Dijo que aspira a «la integración plena de los pueblos latinoamericanos, la integración del proyecto sudamericano; unidos todos es que saldremos adelante». Después del almuerzo ofrecido por la Presidenta a los visitantes, el mandatario venezolano tuvo en la tarde su primer encuentro oficial con la Jefa de Estado.
Amistad con energía
Lo que más interesó de las breves palabras de Chávez fue que dijo «Bolivia tiene gas en abundancia, Perú tiene un tercer nivel, pero Venezuela posee las reservas más grandes del Continente: ahí está, allí hay gas para Chile y toda Sudamérica; en un proceso de integración hay gas para casi 200 años. Estoy seguro… Ese es un tema, el tema energético. Nosotros estamos muy interesados, ya lo habíamos hablado con Lagos y ahora vamos a hablarlo con la Presidenta».
Los industriales del gas manifestaron de inmediato su interés. A través de Héctor Castillo, dirigente del gremio empresarial gasífero, dijeron que las palabras de Chávez constituyen una buena señal para resolver la crisis energética del Cono Sur. «La energía existe aquí en Sudamérica y el Continente, que para crecer necesita energía y, según el presidente Chávez, el gas que tienen Venezuela, Perú y Bolivia alcanza para las necesidades de 200 años del Continente y sin energía, el Continente no va a crecer».
El mercado energético también sigue con atención una oferta de Evo Morales de vender energía eléctrica a la zona norte de Chile por ser un proyecto factible en un plazo más corto. La escasez de energía es el talón de Aquiles de la herencia de Lagos, el modelo económico neoliberal que perfeccionó y que la administración de Eduardo Frei Ruiz-Tagle «casó» con el gas argentino en tiempos de Carlos Menem, un maridaje que ahora entró en crisis por la menor producción transandina.
Libertad para los mapuches presos
A Evo Morales le hicieron preguntas tan estúpidas como su impresión ante los aplausos recibidos el viernes en el acto masivo del Estadio Nacional, en que 10 mil personas pidieron una salida al mar para su país. Su respuesta «me sentí más ovacionado que en Bolivia» fue traducida después de diversas maneras: «nunca lo habían aplaudido fuera de su país», «en Bolivia nadie lo aplaude», etcétera. El discurso de Morales impresionó a todo el mundo por su sencillez, entendiendo por «discurso» no sólo su alocución formal en el acto del Estadio, sino el contenido de sus palabras cada vez que dijo algo.
«La unidad y la hermandad entre los pueblos no es sólo el pensamiento de algunos presidentes sino el sentimiento de los pueblos», dijo un Evo Morales radiante. «El acto de ayer es una muestra clara de cómo nuestros pueblos demandan unidad y hermandad y los presidentes debemos acoger este gran sentimiento de los pueblos que luchan por la hermandad».
Morales fue muy cauteloso en sus intervenciones públicas, más bien de carácter general, pero en el Estadio Nacional dijo claramente que los indígenas chilenos de la etnia mapuche que se encuentran presos en el sur del país deberían ser puestos en libertad porque «son presos políticos». En el estrado fue acompañado por numerosos dirigentes mapuches.
«Por sus hechos la conoceréis»
La primera mujer Presidenta vivió el viernes una jornada de más de 9 horas recibiendo a 35 jefes de Estado visitantes y jefes y representantes de 110 delegaciones de todo el mundo. Su jornada del sábado fue igualmente agotadora porque sus actividades públicas concluyeron avanzada la noche con su primer acto político en la localidad de Casa Blanca y una cena de gala avanzada la noche.
Ahora que ya está entronizada como jefa de Estado no tienen mayor sentido la invocación un tanto pueril de su mera condición de primera mujer Presidenta de Chile, que por sí misma no significa gran cosa por el perfil de sus antecesoras en la región, desde María Estela Martínez de Perón, en Argentina, a Mireya Moscoso, de Panamá, pasando por Violeta Chamorro, de Nicaragua, y quizás con la única excepción digna de Lidia Gueiler, en Bolivia, depuesta por los militares.
Pero también es prematuro hacer balances críticos, más allá de informar sobre el pedigrí de sus colaboradores más importantes y su impronta continuista del gobierno del Lagos, que tuvo aspectos muy buenos para el gran capital y los grupos económicos chilenos y extranjeros, y algunos más bien malos para otros sectores del país que pudieron mejorar su participación en el empleo, en el ingreso nacional y en la riqueza del cobre.
Bachelet anunció que tomará 36 medidas en 90 días para mejorar el estatus de quienes menos tienen o, simplemente, no tienen nada. Y habrá que esperar la praxis de la sentencia bíblica: «Por sus hechos los conoceréis», teniendo en mente el sabio refrán latinoamericano «otra cosa es con guitarra».