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El futuro del Patriarca Lagos

Fuentes: Rebelión

«Le pido a las autoridades británicas que traigan a Chile al senador Pinochet», decía un Ricardo Lagos adusto y contundente. Han pasado ya ocho años de aquella frase. Pocos recuerdan esa ocasión. Lagos ya no era el del dedo que sentenciaba al dictador y tensaba a los televidentes. La fase presidencialista de su proyecto personal […]


«Le pido a las autoridades británicas que traigan a Chile al senador Pinochet», decía un Ricardo Lagos adusto y contundente. Han pasado ya ocho años de aquella frase. Pocos recuerdan esa ocasión. Lagos ya no era el del dedo que sentenciaba al dictador y tensaba a los televidentes. La fase presidencialista de su proyecto personal estaba en marcha. No da puntada sin hilo, cada maniobra política que lleva a cabo está fríamente calculada. El futuro del saliente presidente chileno no pretende alejarlo de las esferas del poder. Todo lo contrario. Ha comenzado otra fase del plan.

La Cuarta Vía de Lagos

Chile, laboratorio del Neoliberalismo. Buen título para reflejar nuestra realidad. El Chile de Lagos es el fruto de 33 años de aplicación férrea y sin concesiones de un neoliberalismo implacable. El libre albedrío de las autoridades ilegítimas que tomaron las riendas del Estado con el golpe fascista, fue el caldo de cultivo para la imposición violenta de cánones económicos de nuevo tipo.

Primeramente se desmembró el aparato estatal, se le arrebataron sus fuentes de recursos más importantes y se dejó el rumbo económico nacional al poder de la Banca. Con la llegada de la «democracia», el esquema se mantuvo intacto. Ni siquiera hubo cambios al nivel de los «gestos» que tanto agradan a Lagos. Pinochet, libre de culpas, dejaba en gloria y majestad la Comandancia del Ejército y se acomodaba en su sillón senatorial. A los pocos años, el propio Lagos pediría su retorno a Chile tras ser atrapado por las argucias legales del juez Garzón.

Para llegar a la presidencia, Lagos tuvo que sudar frente a un candidato derechista de poca monta, estúpido y sin carisma, pero capaz de aglutinar tras de sí el descontento de los sectores populares. Habían transcurrido entonces 10 años de Concertación y el resultado no agradaba a la gente. Para remediar esta debilidad, Lagos reordenó las filas, pactó con la DC y selló su compromiso con el empresariado. Desorden e inestabilidad marcaron el primer tiempo de su gestión. Los casos de corrupción que se le calzaron a varios de sus personeros causaron un remezón aleccionador. Salvado por la campana, Lagos presencia el cuestionamiento público a la «honorabilidad» de la Derecha tras salir a la luz pública casos de pedofilia entre las filas de la Alianza. Una reunión privada del presidente y el timonel de la UDI Pablo Longueira fue el cierre de ambas tensas situaciones. El silencio se impuso. La prensa independiente fue acallada, los canales involucrados en las denuncias fueron sancionados. Mejor no hablar de ciertas cosas.

Entonces nace la Cuarta Vía de Lagos: una aparente solidez republicana basada en el consenso entre los bloques dominantes, a favor del neoliberalismo en su estado puro y todo cubierto con una fachada de progresismo. Perfecto. Listo para ser exportado. Lagos, su creador, ha puesto todas sus astucias maquiavélicas en pos de este engendro político que ya se puso en marcha.

Lagos, el Dictador Democrático

Frases claras, sentencias lapidarias. Una figura que ofrece garantías de «gobernabilidad». Tal vez es este último punto el que más se ha hecho notar. Numerosos historiadores coinciden en emplazar un rasgo conductual chileno en la búsqueda obsesiva de la estabilidad, la «paz social» y la armonía en base a un republicanismo pocas veces interrumpido en nuestra vida como nación. El afán de escapar al «bananerismo» de las repúblicas vecinas, enfrascadas en los ires y venires caudillescos, hizo de nuestra política el arte de conservar el status quo. Vale recordar aquí que los intentos progresistas de Allende, en esta lógica, eran calificados de ser dispositivos atentarorios a la estabilidad y la conservación de los valores de la Nación.

Lagos se ha hecho sinónimo de estabilidad y gobernabilidad. La capacidad demostrada de contentar por igual a los partidos de su coalición y la oposición, al empresariado y al sindicalismo corrupto, se reflejan luego en las encuestas realizadas por centros de pensamiento afines también a las «cualidades maravillosas» del ciudadano Lagos. ¿A costa de qué consigue esta paz social el Patriarca? Durante el sexenio de Lagos la represión policial a las movilizaciones sociales se agudizó en extremo. En esta línea está la creación de la Agencia Nacional de Inteligencia, organismo destinado únicamente a la infiltración de organizaciones políticas de izquierda y movimientos sociales radicales. Cada movilización de alto voltaje ha sido desarticulada contando para ello con la colaboración de los medios. Los piquetes portuarios, los alzamientos mapuche, las revueltas estudiantiles dejan tras de sí cantidades irracionales de detenciones, heridos y persecuciones posteriores.

Esta cara violenta, represiva y autoritaria le valió a Lagos el respeto de la Derecha y el empresariado. «Autoritarismo Ilustrado», le llama el zalamero y hoy pro-concertacionista semanario Punto Final a esta política. Y no deja de tener un poco de razón. A la par que inaugura una de las bibliotecas más modernas del continente, amenaza explícitamente a las mujeres deudoras habitacionales que le increpan sus promesas incumplidas. «El más intelectual de nuestros gobernantes» afirma El Mercurio (medio oficial de la Derecha conservadora, involucrada en la gestión del golpe contra la UP). Lo curioso es que en su faceta intelectual, destaca una de sus primeras publicaciones «La concentración del poder económico», en donde augura que la única solución para nuestros pueblos es la lucha revolucionaria.

El futuro del Patriarca

Existen dos tareas inmediatas para Ricardo Lagos. La primera, a nivel internacional, posicionarse como uno de los líderes de la socialdemocracia mundial, exportando su modelo incluso a naciones con gobiernos derechistas. Para ello planificó una serie de giras regionales, en las cuales aterrizara mediante seminarios. cátedras magistrales y publicaciones en los centros de pensamiento más reputados. En tales viajes agenciará reuniones con personeros de numerosos partidos de la socialdemocracia, con el fin de vender de primera mano su Cuarta Vía, a cambio del apoyo para su postulación como secretario general de la ONU.

Desembarcar en Naciones Unidas tuvo su primer paso al momento de -en jugada maestra- negar su voto a favor de la intervención norteamericana en Oriente Medio a la par que aceptaba de forma inmediata el envío de tropas chilenas a la ocupación de Haití. De esta manera se ganaba el respeto de los países «progresistas» tanto como el apoyo de Washington. Luego, Lagos instaló en la cabecera de la OEA a su mano derecha, José Miguel Insulza, jefe del lobby que acerca al Patriarca al sillón de Kofi Annan. Fue este último quien realizó el primer gesto al convocarlo para reformular la orgánica del organismo internacional.

En el plano interno, Lagos ha organizado un equipo de negociadores dentro de sus aliados al interior de los partidos de la Concertación para gestionar la creación del gran Partido Laguista: el Partido Por el Progreso, PPP. Se supone que tal operación no debiese implicar mayores tensiones en la medida que el PPD fue creación suya, con mero propósito instrumental. A su vez, Lagos conserva su militancia y legitimidad en el PS y el PRSD no posee el peso necesario para oponerse seriamente a un intento que, de marginarle, significaría su desaparición. Lagos, astutamente, recuerda con insistencia su primera militancia radical y su actual doble militancia PS-PPD como símbolo de que esta unidad es posible y que él es el mejor ejemplo. De esta forma, ya no sería necesaria la DC, no por lo menos al nivel actual. El descenso de la votación democristiana, junto con un aumento progresivo de las preferencias hacia el bloque progresista y liberal de la Concertación han trazado la cancha con claridad. Piñera lo olió y de ahí sus coqueteos con la tienda falangista.

Lagos pretende llegar a la Moneda el año 2010, el del Bicentenario, como candidato del PPP. Pretende volver al palacio gubernamental como el gran símbolo republicano, como el sinónimo de un Chile vanguardia latinoamericano, cuasi desarrollado y con una democracia y un neoliberalismo afiatados y bien aceitados. Sin embargo, la fiesta se le puede aguar en cualquier momento. El rey está desnudo y las últimas investigaciones del caso MOP-Gate le pueden hundir en el fango de la Historia como el promotor de la corrupción de los últimos vestigios del Estado Nacional. Las pomposas ambiciones del Patriarca penden de un hilo… y un martillazo de Tribunales.