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El Partido Comunista recuerda a José Weibel, José Manuel Parada, Santiago Nattino y Manuel Guerrero, dirigentes asesinados por la dictadura

«Están con nosotros en la lucha contra la exclusión»

Fuentes: Agencia de Noticias Mundo Posible

«Un día 29 de marzo, es detenido y hasta la fecha desaparecido José Waibel, a ese momento formalmente Subsecretario General de las Juventudes Comunistas de Chile, pero lo real es que con las promociones propias de la clandestinidad él era ya miembro de la dirección clandestina del Partido Comunista». Junto al monumento a Salvador Allende […]


«Un día 29 de marzo, es detenido y hasta la fecha desaparecido José Waibel, a ese momento formalmente Subsecretario General de las Juventudes Comunistas de Chile, pero lo real es que con las promociones propias de la clandestinidad él era ya miembro de la dirección clandestina del Partido Comunista».

Junto al monumento a Salvador Allende y con la presencia de todos los miembros de las direcciones del Partido Comunista y Juventudes Comunistas de Chile se realizó el homenaje a  Manuel Guerrero, José Manuel Parada y Santiago Nattino, asesinados un 29 de marzo de 1985 y a José Waibel Navarrete, desaparecido en la misma fecha del año 1976.

A nombre del PC, cuyo presidente Guillermo Tellier se encontraba a la misma hora participando de la ceremonia de inauguración del memorial que en el camino a Quilicura recordará el lugar donde se encontraron los cuerpos degollados de los tres profesionales comunistas, el Secretario General, Lautaro Carmona, dijo que los espacios democráticos de este tiempo son «más que de nadie» de aquellos que entregaron su vida en la conquista de la democracia y por  la justicia social, subrayando  que siendo ellos víctimas de la exclusión política, están presentes hoy en la  lucha contra todo tipo de exclusión.

Intervención de Lautaro Carmona en la Plaza de la Constitución

Un día 29 de marzo, es detenido y hasta la fecha desaparecido José Waibel, a ese momento formalmente Subsecretario General de las Juventudes Comunistas de Chile, pero lo real es que con las promociones propias de la clandestinidad él era ya miembro de la dirección clandestina del Partido Comunista.

Un día como hoy se inicia la detención y la desaparición, que terminó en diciembre del 1976 con la extinción física de dos direcciones completas de nuestro partido: una  encabezada por Víctor Díaz y otra por Fernando Ortiz. Lo mismo ocurrió durante ese año con la dirección de las Juventudes Comunistas que simbólicamente encabezaba el compañero Checho Weibel.

Estamos, 30 años después, reivindicando sus nombres, levantando su ejemplo, intentando su conducta con respecto a su compromiso social, a los intereses de los trabajadores y del pueblo. Queríamos que esta sesión solemne de ambas direcciones del partido y la juventud fuera con todos sus miembros y la encabezara nuestro presidente, Guillermo Tellier, pero casualmente a esta misma hora, en el lugar donde  fueron encontrados los cuerpos de nuestros tres compañeros asesinados por medio del degollamiento, me refiero a Santiago Nattino, José Manuel Parada y Manuel Guerrero, hoy se está inaugurando una obra de arte que va a testimoniar tan macabra conducta de chilenos contra chilenos, por el solo hecho de pensar distinto, por el solo hecho de levantar una propuesta de sociedad más feliz y de integración para todos  los habitantes de este país. Esa es la razón por la cual ellos no están aquí.

Han pasado 30 años de la desaparición de José Weibel, y 21 de aquellos que recién mencionaba, así como se cumplen 21 años también del alevoso asesinato de  dos jóvenes, de dos hermanos, hermanos de sangre, pero también hermanos nuestros,  de los hermanos Vergara Toledo.

Ya decía, que con la detención de José Weibel comienza la desaparición de las direcciones del partido en 1976, ellos fueron detenidos y hechos desaparecer. Fueron perseguidos por sus ideas, por la conciencia que poseían para -en medio de la más adversa situación que haya vivido históricamente el pueblo chileno- organizar la resistencia para terminar con una dictadura fascista que atropellaba los derechos básicos y aplicaba el terror de Estado contra todo aquel que pensaba distinto. Es decir, ellos no están con nosotros hoy porque lucharon por ideas que comparten con nosotros.

Un tiempo como el de hoy, con las limitaciones que éste tiene, con los pequeños avances que haya logrado la sociedad chilena para respirar y para vivir distinto,  no puede imaginarse si no es vinculado al compromiso y a la entrega de estos compañeros. Por eso en una propuesta, por elemental que fuera, para contribuir a la reconstrucción de la democracia real en Chile, nosotros como izquierda o nosotros más específicamente como Partido Comunista, no dejamos jamás fuera el tema  del respeto irrestricto a los derechos humanos y  la lucha por la verdad total y la justicia plena. Porque no concebimos una civilización, con una convivencia entre la diferencia, con una raíz democrática, si no es  con respeto a  los derechos humanos y por tanto con castigo a los responsables del terror de Estado. Esa es una parte sustantiva también de la propuesta que hemos hecho cuando definimos una conducta electoral en enero pasado y por ello creo que este tiempo, es quizás más que de cualquier otro de quienes  han regado con su sangre el camino por conquistar espacios democráticos.

En 1976, tres meses después de Checho Weibel, es detenido y hecho desaparecer, Manuel Guerrero Ceballos, que dadas circunstancias históricas y la tenaz lucha de su familia es el único desaparecido que aparece con vida después de casi un mes de cautiverio. Habiendo sobrevivivido a la tortura, habiendo sobrevivido al campo de concentración y luego exiliado, nueve años más tarde Manuel regresa al país a integrarse a la lucha contra la dictadura y en esa lucha encabeza la Agrupación Gremial de los Educadores de Chile, la AGECH y así es como también un 29 de marzo es detenido  junto a Manuel Parada y a Santiago Nattino en la puerta del Colegio Latinoamericano, desaparecido por horas y luego asesinado por medio del degollamiento.

Esta es quizás la saña más antihumana, la más macabra, es quizás lo más lejano a lo que son los valores humanos, algo que ningún  niño haría jamás con un animal, ni siquiera con su juguete. Sin embargo se construyó una mentalidad, una transformación enferma que concibió a sus hermanos de patria como a enemigos, que les hizo sentir que les estaba todo permitido y quisieron darnos una lección a través de este ensañamiento y lo que lograron – así fue el 76, así fue el 85- no fue otra cosa que reafirmar nuestra determinación y compromiso de entregar incluso la vida, como ellos lo hicieron, para levantar esas banderas por la libertad, por la democracia y por la justicia social.

Entonces cuando levantamos las propuestas  para terminar con la exclusión, la exclusión del parlamento, la exclusión del puesto de trabajo, de los centros estudiantiles,  la exclusión de los que no tienen dinero, la exclusión incluso de una cosa más elemental, que acusa una mezquindad que esperamos se repare, que es la reparación más básica para los afectados por el terror de Estado… ¿cuántos jóvenes estudiantes, por iniciativa de Estado conocen el ejemplo de José  Weibel? ¿Cuántos lugares referencian y acusan lo que fue el terror de Estado a través de plazas, escuelas, centros cívicos con el nombre de  Manuel Guerrero, José Manuel Parada y Santiago Nattino? Cuando luchamos para terminar con todo este sistema que no concibe que en Chile somos 16 millones de habitantes – y que yo no sé porque todavía no hay un decreto que defina que en Chile sólo  somos diez millones y que resuelva por decreto también que hacer con la diferencia, porque la diferencia  no está incluida, no es considerada- yo creo que Weibel, Parada,  Nattino, los hermanos Vergara, yo creo que todos nuestros compañeros están con nosotros en esta lucha.


Venimos aquí a reivindicar nombres conmemorando estas fechas que se han unido en un mismo día,  lo hacemos quienes compartimos ideas de liberación, quienes comparten la convicción de que es posible  y necesario construir una sociedad más justa e igualitaria, lo hacemos recogiendo su legado y reafirmando nuestro compromiso. Lo hacemos poniendo toda nuestra creatividad, toda nuestra capacidad de lucha, toda nuestra perseverancia, toda  nuestra experiencia, toda nuestra consecuencia con los mejores valores, recogiendo ese legado,  para hacer de Chile un país democrático que de verdad recoja los anhelos de todos sus habitantes. Por ese Chile que mira con integración a su pueblo, a sus hermanos, a sus vecinos, por ese Chile y por  nuestros compañeros, yo les digo con seguridad y porque nuestras banderas son justas, tarde o temprano y más temprano que tarde.