La mancha de cemento avanza. Y lo hace a un ritmo espectacular. Entre 1987 y el año 2000, el territorio urbanizado en España equivale ya a la superficie total de la provincia de Guipúzcoa: 2.000 kilómetros cuadrados. O dicho de otro modo, el territorio ocupado por el ladrillo ha crecido un 29,5% entre ambas fechas. […]
La mancha de cemento avanza. Y lo hace a un ritmo espectacular. Entre 1987 y el año 2000, el territorio urbanizado en España equivale ya a la superficie total de la provincia de Guipúzcoa: 2.000 kilómetros cuadrados. O dicho de otro modo, el territorio ocupado por el ladrillo ha crecido un 29,5% entre ambas fechas. Es decir, en tan sólo trece años se ha construido prácticamente un tercio de lo que se ha levantado en toda la Historia de España y que aún permanece en pie.
Estos son los datos más representativos del informe que publicará en los próximos días el Observatorio de la Sostenibilidad en España, en el que participa la comunidad científica desde una óptica multidisciplinar.
Murcia, a la cabeza
El informe pone de manifiesto la existencia de cinco comunidades autónomas -gobernadas en estos momentos por el Partido Popular- en las que la superficie construida ha crecido de una manera más intensa. A la cabeza de todas ellas está Murcia, donde el terreno urbanizado ha crecido más de un 63% entre 1987 y el año 2000. A continuación se encuentra la Comunidad Valenciana, con un incremento del 50%, mientras que en Madrid, Navarra y Baleares el aumento ha sido superior al 40%, es decir, casi diez puntos por encima de la media registrada en el conjunto del Estado. La provincia de Barcelona, sin embargo, es la que cuenta con mayor grado de superficie urbanizada en España, consecuencia de su alta densidad de población.
La información sobre el territorio artificializado (que incluye todo tipo de usos urbanos) ha sido posible conocerla gracias al programa de Corine Land Cover -patrocinado por la Unión Europea- y que, en síntesis, supone la utilización de fotografías aéreas realizadas desde distintos satélites, lo que permite una enorme precisión a la hora de medir superficies ocupadas por el ladrillo. Según Isidro López, uno de los técnicos que han participado en la realización del informe, el fuerte aumento de la superficie urbanizada se debe a la «peculiar» estructura económica española, que ha basado su patrón de crecimiento en el turismo y la construcción, lo que ha acabado por configurar una nueva realidad territorial.
Desaparición de los pueblos ‘redondos’
Si hasta hace pocos años España se caracterizaba por la existencia de un tejido urbano compactado -salvo en la cornisa cantábrica-, en los últimos tiempos se ha intensificado la constitución de núcleos de población dispersos. Alejados del centro de la ciudad o del municipio de referencia. Un cambio cualitativo que hay que vincularlo a la función económica que ha adquirido el urbanismo como consecuencia de la población. Es decir, están desapareciendo a pasos agigantados los pueblos ‘redondos’ construidos alrededor de la iglesia o del centro de la urbe.
Según los autores del informe, el mayor aumento de la superficie urbanizada no puede justificarse por la mayor presión demográfica, ya que tanto en España como en la Unión Europea (de 15 miembros) la superficie urbanizada ha crecido mucho más rápidamente que la población (seis veces superior en España y tres en la UE).
Macrourbanizaciones de costa
El informe llama la atención sobre lo que está ocurriendo en algunas zonas costeras, principalmente en Alicante, Málaga y, en menor medida, Valencia, donde las zonas sin urbanizar a menos de un kilómetro del espacio marítimo son prácticamente inexistentes.
Este fuerte aumento de la superficie urbanizada se ha realizado, principalmente, a expensas de zonas de pastizales y terreno para uso agrícola, ya que la superficie de bosques y de matorral boscoso ha permanecido constante, en torno a las 237.000 hectáreas.
El conjunto de espacio urbanizado por el hombre representa el 2% del territorio total de España, unos 10.000 kilómetros cuadrados. Dicho en otros términos, es como si todos los españoles hubieran levantado sus construcciones en una provincia de las dimensiones de Huelva. El resto estaría aún sin urbanizar.