La enorme movilización social impulsada por los estudiantes secundarios ha puesto en evidencia como nunca antes en la historia reciente de Chile, las urgentes necesidades de una democratización política profunda de nuestro país. Conforme el movimiento secundario ha ido avanzando en presencia pública, apoyos, y sobre todo, en su admirable organización y convicción en la […]
La enorme movilización social impulsada por los estudiantes secundarios ha puesto en evidencia como nunca antes en la historia reciente de Chile, las urgentes necesidades de una democratización política profunda de nuestro país. Conforme el movimiento secundario ha ido avanzando en presencia pública, apoyos, y sobre todo, en su admirable organización y convicción en la legitimidad de sus demandas, ha quedado de manifiesto la gran brecha que hay entre las grandes mayorías de nuestro país, sus necesidades y expectativas, y los intereses y preocupaciones de los grandes poderes políticos y económicos, con su modelo de gobernabilidad excluyente, de democracia sin pueblo ni participación. Por eso, lo primero que cabe señalar ante los acontecimientos de las últimas semanas es el respeto, la gratitud, y la total identificación con los cientos de miles de niños y jóvenes que, junto con instalar el tema de la crisis educacional, han protagonizado un ejercicio de democracia social y refundación de la política chilena inédito desde la derrota de la dictadura.
Las nuevas generaciones de niños y jóvenes lograron derrotar el acostumbrado cerco comunicacional y la arrogancia del gobierno, encarando de manera creativa y exitosa muchos de los desafíos puestos en el camino del complejo proceso de reinventar formas de acción colectivas que sean capaces de instalar debates de fondo en la sociedad chilena. La masiva participación «de base», la democracia interna del movimiento, la certeza en la legitimidad de sus demandas, su autonomía frente al poder y formas tradicionales de hacer política, la preparación y convicción de sus dirigentes, deben ser fuente de importantes lecciones y motivo de esperanza para las voluntades transformadoras de nuestro Chile. A esa voluntad de cambios profundos en la educación y en el país, nos sumamos plenamente.
Los secundarios y secundarias han sido capaces de poner al descubierto las tensiones y limitaciones del supuesto «gobierno ciudadano» de Bachelet. Bajo la lúcida consigna de «Bachelet, ¿con quién estás?», las y los jóvenes han interpelado el crucial tema de la excluyente red de poderes tejida entre las elites políticas y empresariales chilenas, más allá de sus distintas posiciones partidarias, base del actual esquema de gobernabilidad. Y también, otras muchas verdades, tantas veces ocultadas, como el destino de los enormes excedentes derivados del precio del cobre, o el carácter poco democrático de las normas legales y constitucionales que rigen actualmente, muchas veces, como en el caso de la LOCE, la municipalización, o la misma Constitución, vigentes desde la época dictatorial.
Con la originalidad y efervescencia de las grandes jornadas históricas, los «hijos de la Concertación»¸ los hijos de la desigualdad económica y social, le han manifestado a la coalición gobernante, a los grandes poderes económicos y mediáticos, su descontento por el país en que han crecido y la educación que se les da, logrando interpretar y expresar públicamente las contradicciones y urgencias sociales hasta ahora ocultadas o arrinconadas en la protesta parcial o el malestar privado.
Más allá del desenlace concreto de estas movilizaciones, en cuya resolución respaldamos plenamente al movimiento secundario y su autonomía para resolver su posición ante los anuncios del gobierno, es de importancia central la proyección que de aquí en adelante tengan los avances conseguidos, en términos de articulación y generación de debate s y confianzas entre los movimientos sociales, las expresiones políticas críticas y progresistas, y las multitudes que se han plegado en apoyo o adhesión a este enorme movimiento ciudadano. Si bien la inyección de recursos y la puesta en marcha de una Comisión sobre Educación con participación de los actores sociales son importantes avances que debieran replicarse en otras materias de interés nacional como la previsión, la salud, o el trabajo, estos de nada servirán si no va tomando fuerza un camino común en que los nuevos actores que deseamos refundar Chile con miras al Bicentenario, avancemos hacia la construcción de una incidencia permanente y creciente en la política nacional, tal como ya lo han comenzado a hacer, con paso firme, con admirable talento y voluntad transformadora, estos niños, niñas y jóvenes de nuestro país.
Los estudiantes tienen la iniciativa. Ellos y ellas han mostrado a las organizaciones sociales y políticas de este país cómo se hacen las cosas de manera democrática y participativa, construyendo desde su autonomía, desde el respeto a todo evento de la decisión soberana del propio movimiento, un camino de proyección política de sus demandas. En ese respeto profundo a la democracia y en esa vocación de incidencia política, nos reconocemos con genuina admiración.
Ellos y ellas tienen la palabra hoy en día, y nosotros, todos quienes vibramos con sus mismos sueños de educación digna, de igualdad, de justicia, debemos apoyarlos decididamente, y eso implica, sobre todo hoy día, respaldar estrictamente las convocatorias y formas de movilización a que este ejemplar movimiento nos convoque.
Agradecemos profundamente a estos jóvenes, niños y niñas por mostrar que se puede construir democracia sin pedir permiso, nos sacamos el sombrero, y no dejamos de sorprendernos y creer con ustedes en un futuro esplendor.
Muchas gracias estudiantes secundarios!!
Con la esperanza intacta, y más grande que nunca,
Movimiento SurDA