«Hoy tenemos motivos para ser más revolucionarios que nunca». Anticapitalista, ecologista, pacifista y utópico confeso, Juan Manuel Sánchez Gordillo, alcalde de la localidad sevillana de Marinaleda, entusiasmó con su discurso de izquierdas a un público que abarrotó la sala durante la charla organizada por la Sociedad Cultural Gijonesa, en colaboración con el Club La Nueva […]
«Hoy tenemos motivos para ser más revolucionarios que nunca». Anticapitalista, ecologista, pacifista y utópico confeso, Juan Manuel Sánchez Gordillo, alcalde de la localidad sevillana de Marinaleda, entusiasmó con su discurso de izquierdas a un público que abarrotó la sala durante la charla organizada por la Sociedad Cultural Gijonesa, en colaboración con el Club La Nueva España de Gijón. Tanto fue así que el Alcalde se permitió bromear: «Parece que estemos en la clandestinidad», dijo. Sánchez Gordillo analizó la realidad andaluza, «donde la política socialista no ha resuelto los problemas estructurales de la comunidad» y ejemplificó, entre otras cosas, que «el 30% de las familias vive bajo el umbral de la pobreza», indicó.
El alcalde de Marinaleda repasó la historia reciente de la localidad sevillana. «Se trabajaba un mes en la recogida de la aceituna y el resto del año sólo se podía emigrar y vivir del subsidio», recordó. Fue el Sindicato de Obreros del Campo -inscrito a Vía Campesina, que aglutina a pequeños jornaleros del ámbito mundial-, quien se organizó políticamente a través del Colectivo Unidad de Trabajadores (partido que representa Gordillo) para defender los intereses del pueblo. Tal y como lo describió el dirigente, se trata de «un poder para liberar al pueblo», donde el máximo órgano decisorio lo constituyen las asambleas de barrio, «abiertas a todo el que quiera asistir sin distinción de color político y el que decide cuánto dinero se va a invertir en el conjunto del pueblo» -explicó- a través de acuerdos que luego suscribe el Pleno del Ayuntamiento. Un sistema de participación directa hábil los siete días de la semana, como explicó el Alcalde, en lo que llamó «domingos rojos», día en que los vecinos contribuyen a la comunidad con labores sociales como arreglo de jardines o calles.
El Alcalde subrayó que «la política debe ejercer una función ética» y aseguró que la Corporación municipal no percibe un salario por el desempeño de su cargo, sino que «vive de su trabajo», convencido de que «no puede ser que un político gane siete veces más que la persona a quien representa». Tras dejar claro que «una democracia política no es posible si no se acompaña de una democracia económica», Sánchez comentó que el pueblo marinaleño ha pasado de ser una clase «expropiada» a una clase «con propiedad colectiva de la tierra y la industria», lo que ha contribuido a hacer de Marinaleda -con tres mil habitantes- una localidad con pleno empleo.
«Lo mismo gana el gerente de la cooperativa que el oficinista: 40 euros diarios por seis horas y media de trabajo», subrayó. Conquistada la democracia política y económica, «sólo faltaba por conseguir la democracia social», apuntó Sánchez. Para ello, el Ayuntamiento dispone de un sistema de «autoconstrucción de vivienda», que -según explicó-, consiste en municipalizar suelo, urbanizarlo y cederlo gratuitamente para su construcción y reparto, «con lo que nadie sabe cuál es la suya para no caer en individualismos», matizó. Un sistema que se aplica a guarderías, y otros equipamientos, porque «el bienestar colectivo no debe tener límites», insistió el Alcalde.
Sánchez, para quien «el pesimismo es conservador», convenció al público de que «es posible hacer otra política» más igualitaria y en la que «los derechos humanos no son sólo una declaración de intenciones». «Soy más creyente en la utopía que antes de ayer», dijo, a lo que añadió, «pensemos globalmente, actuemos localmente», para hacer posible otra realidad. Sánchez no quiso dejar pasar la oportunidad de denunciar el actual sistema capitalista y los efectos de la globalización, si bien puso el acento en la política imperialista estadounidense. «Estados Unidos, Japón y Europa se disputan la tarta del mundo convirtiéndose en los fabricantes de las desigualdades del planeta», criticó. El Alcalde, para quien «los gobernantes son marionetas del poder económico», comentó que hoy día las sociedades son menos democráticas que nunca, tras preguntarse «¿dónde está el poder del pueblo si éste cada vez decide menos?». Un izquierdismo revolucionario y anticapitalista. Un poder contra el poder». Así de rotundo se expresa Juan Manuel Sánchez Gordillo al definir la política que lleva a cabo en la localidad sevillana de Marinaleda desde hace 25 años.
-El Colectivo de Unidad de Trabajadores (CUT), partido al que representa, es referente de la izquierda más radical.
-Lo entendemos como un partido de izquierdas nacionalista, como herramienta frente a la política de las grandes multinacionales; ecologista, porque pensamos que la naturaleza no es una mercancía sino un derecho de los pueblos; y pacifista, al creer en una sociedad sin violencia ni injusticias, lo que nos hace posiciarnos contra las bases militares de Rota y Morón, en Andalucía.
-El campo es el principal motor económico de Marinaleda, pero ha sido también el motor político.
-Desde finales de los años setenta vimos que la única manera de tener un empleo estable era teniendo tierras, por las que luchamos doce años. Tras conseguir la tierra, nos organizamos políticamente, con un sistema de democracia directa, con participación de todos los vecinos, que deciden los presupuestos, los impuestos y el reparto de vivienda en asamblea de barrio, que es el máximo órgano de decisión. Es un poder político entendido como contrapoder. Con tierra e industria agraria hemos pasado de ser un pueblo con pleno paro y emigración a ser un pueblo con pleno empleo.
-Pero esa tierra no es de su propiedad…
-Nosotros le hemos dicho a la Junta de Andalucía que no queremos la propiedad de la tierra sino su uso de por vida. Entendemos que la tierra no es de nadie. Pensamos, como los indígenas de El Salvador o Bolivia, que la tierra es de la comunidad que la habita y la trabaja. La tierra no es una mercancía sino un derecho de los pueblos. La función de la agricultura es dar de comer a quien lo necesita y no servir de negocio. Ése es el problema: se siembra en función de los intereses del mercado y no de los pueblos.
-Hábleme de su industria.
-La industria ha sido la clave para acabar con el problema del paro. Ahora tenemos fábricas de pimiento, alcachofa, habas… con esto hemos conseguido el pleno empleo, sobre todo dirigido a mujeres que estaban discriminadas en el campo.
-¿Cómo gestionan en Marinaleda la vivienda?
-El suelo lo hemos hecho público. Una vez municipalizado, lo cedemos al autoconstructor, igual que los materiales que conseguimos a través de convenios con la Junta de Andalucía y el Plan de Empleo Rural. Se realiza de manera autogestionada y asamblearia. Hoy cualquier joven puede adquirir una vivienda en Marinaleda pagando 15 euros al mes. Por este método se han construido más de 300 viviendas en un pueblo de no más de tres mil habitantes.
-Escuchándole parece que la utopía es posible.
-Tratamos de demostrar que es posible hacer otra política. Intentamos poner en práctica esta experiencia -a mi parecer, única en Europa-, en otras zonas de la Andalucía profunda, allá donde tenemos fuerza política.