Los académicos abajo firmantes, reunidos en Santiago de Chile, en el «Seminario por una Reforma Previsional Solidaria», declaramos: «Transcurrido un cuarto de siglo desde la privatización del sistema de pensiones, sus limitaciones han emergido. Los chilenos han decidido reformarlo. Sus beneficios se han remitido en lo fundamental a los mercados financieros y a la industria […]
Los académicos abajo firmantes, reunidos en Santiago de Chile, en el «Seminario por una Reforma Previsional Solidaria», declaramos:
«Transcurrido un cuarto de siglo desde la privatización del sistema de pensiones, sus limitaciones han emergido. Los chilenos han decidido reformarlo.
Sus beneficios se han remitido en lo fundamental a los mercados financieros y a la industria que lo administra. En parte, han alcanzado a una minoría de ingresos más elevados, pero ni siquiera ellos están exentos de problemas
Sus carencias afectan a millones de personas. Los ahorros no alcanzan a financiar pensiones mínimas, el fisco debe subsidiar sus insuficiencias, el sistema actual otorga beneficios inferiores a los que entrega el antiguo, quedan a merced de la incertidumbre de bolsas de valores y tipos de interés. El deterioro se agrava en el caso de los hombres casados y especialmente, las mujeres.
Las redes estatales de protección mínima han resultado ineficaces para la mayoría.
Las falencias del sistema radican en su diseño, en la reducida cobertura, discriminación, e incertidumbre de sus beneficios. Antes los empresarios cotizaban, hoy son los trabajadores los que aportan su financiamiento.
Es inaceptable la pretensión de rebajar derechos adquiridos.
La reforma debe seguir otro camino. Reparar los daños causados. Reponer a toda la ciudadanía a lo menos el nivel de beneficios que otorga el sistema antiguo, y luego, mejorar los derechos de todos.
Debemos construir un sistema que tenga legitimidad. Revisar el principio sobre el cual hoy descansa de manera exclusiva. Corregir su extremo ideologismo. Aprender de las mejores prácticas internacionales. Establecer una estructura equilibrada. Sustentada en tres bases sólidas y bien articuladas.
1) Garantizar a todos los mayores el derecho humano y constitucional a un ingreso que cubra sus necesidades básicas. Todos aportaron al engrandecimiento del país. También aquellos que poco o nada pudieron contribuir al sistema de pensiones. Felizmente, este derechos es posible financiarlos. Basta mantener hacia el futuro, el nivel de gasto público previsional que el país ha venido sosteniendo en décadas recientes.
2) Restablecer el principio solidario. Destinar las cotizaciones a pagar pensiones. Quiénes trabajan hoy devuelven la mano a quiénes los mantuvieron ayer. Este es el sustento legítimo de los sistemas de previsión, desde sus inicios, hace más de un siglo. También en países con poblaciones de más edad. Sólo en Chile fue abolido en un acto arbitrario. El salario real promedio aumenta con el crecimiento económico. El aporte colectivo siempre crece, incluso cuando arrecian las turbulencias financieras. Un sistema solidario permite garantizar pensiones de un monto conocido, los aportes actuales son suficientes para ofrecer a todas las personas pensiones similares a las del sistema antiguo, quedando incluso un excedente. El número de adultos mayores crece moderadamente. La contribución de los empleadores deberá sumarse al pilar solidario para reparar el daño ocasionado a los mayores de hoy, especialmente a las mujeres, otorgándoles amplios beneficios futuros.
3) La capitalización individual deberá reducirse como mecanismo obligatorio. De pilar único deberá transformarse en complementario, tal como acaece en países desarrollados. Es posible visualizar un sistema nacional estrictamente regulado, al que todos tengan derecho a afiliarse, sin tener que hacerlo a una empresa determinada. Recaudaciones, pagos y otros servicios pueden centralizarse y la gestión de los fondos dispersarse. Muchos agentes con la alternativa de un operador estatal eficiente. Los fondos, invertidos en Chile, de preferencia en instrumentos seguros y proyectos de desarrollo que beneficien a los más.
Basada en estos principios, la reforma podrá construir un nuevo sistema, solidario, moderno y duradero. Capaz de concitar un amplio consenso nacional».
Ubaldo Zúñiga Quintanilla – Rector Universidad de Santiago de Chile Presidente Consorcio de Universidades Estatales de Chile
Luis Riveros Cornejo – ex-Rector Universidad de Chile
Jorge Arrate Mac Niven – Rector Universidad ARCIS
Manfred Max-Neef – ex-Rector Universidad Austral de Chile
Hugo Fazio Rigazzi – Director Centro de Estudios Nacionales de Desarrollo Alternativo, CENDA
Jorge Carvajal Rector – Universidad La República
Víctor Fajardo Rector – Universidad de Magallanes
Emilio Rodríguez Rector – Universidad de Tarapacá
Antonio Maurer Prorrector – Universidad de Playa Ancha
Antonio Elizalde Rector – Universidad Bolivariana
Juan Ruz Rector Universidad – Academia Humanismo Cristiano
Fundación Chile 21
Centro de Estudios para el Desarrollo, CED
Centro de Estudios Diego de Medellín
Fundación Terram
CETES
Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz.