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Zapatero presume de manejar «conceptos» sobre la Paz, pero los esconde

Fuentes: Insurgente

La decisión del gobierno español de enviar más de mil militares al Líbano plantea -dicho con lenguaje blando– muchas preguntas y enormes inquietudes. En primer lugar -al igual que el resto de los países de la Unión Europea-, el envío se realiza en la oscuridad que corresponde a una «segunda muñeca rusa». La misión de […]

La decisión del gobierno español de enviar más de mil militares al Líbano plantea -dicho con lenguaje blando– muchas preguntas y enormes inquietudes.

En primer lugar -al igual que el resto de los países de la Unión Europea-, el envío se realiza en la oscuridad que corresponde a una «segunda muñeca rusa». La misión de las tropas es, teóricamente, de la ONU; pero se ha decidido -esto es claramente un eufemismo- en el marco europeo. Ocurre, sin embargo, que las Naciones Unidas tienen una obligación de intermediación y que Europa ha tenido una posición totalmente parcial en el conflicto libanés. Recordemos que toda esta crisis empezó con un rechazo del gobierno palestino de Hamás, y que tal repulsa se extendió a la organización Hezbollah única defensora de la soberanía y la integración territorial del Líbano ante la invasión de Israel.

La situación es todavía más escandalosa porque el cambio de misión y de mando político y militar -lo que puede llamarse «estrategia de las muñecas rusas»- no es una cuestión que atañe al servilismo de las fuerzas armadas españolas o europeas, es una estrategia de intervención del Imperio en su guerra mundial antiterrorista. La aplicaron los EEUU en Yugoslavia, en Irak y Afganistán, y ahora la van a aplicar para la extensión del conflicto iraquí dentro de su proyecto para el Gran Oriente Medio.

Los soldados españoles -en el seno de la fuerza militar «europea» que puede convertirse inmediatamente en una fuerza de la OTAN- ocuparán una franja de territorio libanés. La lógica del alto el fuego tendría que implicar que actuasen militarmente contra las incursiones de Israel en el Líbano y evitasen las acciones militares de Hezbolláh en territorio israelí.

No ocurrirá así, ni en la realidad ni en el proyecto de misión definido ayer.

Israel sobrevolará la franja de seguridad -con aviones, helicópteros, disparos de artillería desde tierra o desde la mar, y operaciones de comandos- cada vez que considere necesario realizar una operación de castigo. La fuerza europea bajo bandera formal de las Naciones Unidas actuará en territorio libanés, no para impedir la invasión de Israel sino para evitar la resistencia contra esa invasión.

En las declaraciones del gobierno español que se han producido hoy, el ministro de asuntos exteriores, Moratinos, ha insistido muy ufano que en la reunión de la Unión Europea no ha hablado de las fuerzas militares que se enviarán al Líbano sino de los conceptos que justifican y definen la operación. Claro que de esos conceptos no ha dicho nada el ministro y tampoco ha dicho nada su perfecta sonrisa amable y pretensiosa.

Moratinos afirmó que la Unión Europea clarificó -ahí es nada- las «modalidades, reglas de enfrentamiento y el concepto de operaciones», cuestión absolutamente necesaria para «decidir cual será la contribución de España». Muy claro, seguramente, hacia dentro de la organización que como sabemos sólo hace política exterior obedeciendo a los EEUU.

Hacia los ciudadanos la cuestión ha quedado, como siempre, muy oscura: «Las reglas de enfrentamiento y el concepto de operaciones de la ONU nos parecen adecuados y suficientes, hemos estado en contacto con los distintos actores y protagonistas para garantizar una eventual presencia en la zona y hemos obtenido el ánimo de estos países para que España esté allí».

En cuanto a la cuestión clave del empleo de la fuerza Moratinos trasladó la responsabilidad a la ambigua resolución 1701 que según él «contempla la garantía de autodefensa y el cumplimiento de los objetivos establecidos en la misma».

La fuerza militar europea «tiene capacidad de defensa y de actuación», resumió Moratinos desde dentro de su muñequita rusa.

El ministro de exteriores expresó, como siempre, una angelical buena voluntad: «deseo que las tropas no se enfrenten con nadie, que garanticen la paz y la estabilidad y que su sola presencia facilite el despliegue del ejército libanés y que se pueda retirar el israelí». No obstante -afirmó el ministro-, «las normas garantizan que en caso de que haya incidentes se puedan defender».

Efectivamente, Zapatero el pacifista de la Alianza de Civilizaciones, debe salir de detrás de su ministro y explicar todo el sistema conceptual de la guerra mundial antiterrorista, y el asunto de las misiones y las normas de combate en el Líbano.

La más importante de estas últimas aclaraciones debe ser la siguiente:

En caso de que «ocurran incidentes», como apunta eufemísticamente su ministro, cuáles son las normas de enfrentamiento para cada uno de los posibles violadores de la tregua.

¿Cuáles son contra Israel?