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El comandante en jefe del ejército en 1970 fue asesinado por el fascismo y la CIA para impedir la investidura presidencial de Allende

La familia del general Schneider recurre a la Corte Interamericana de Derechos Humanos para buscar justicia

Fuentes: Punto Final

René y Raúl Schneider, hijos del ex comandante en jefe del Ejército General René Schneider, esperan respuesta de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a la petición que presentaron el pasado 5 de octubre. En ella se pide enjuiciar al gobierno norteamericano y a Henry Kissinger, entonces Consejero de Seguridad Nacional de ese país, por […]


René y Raúl Schneider, hijos del ex comandante en jefe del Ejército General René Schneider, esperan respuesta de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a la petición que presentaron el pasado 5 de octubre. En ella se pide enjuiciar al gobierno norteamericano y a Henry Kissinger, entonces Consejero de Seguridad Nacional de ese país, por su rol de apoyo y aliento al secuestro y asesinato del general chileno el 22 de octubre de 1970. El militar falleció dos días después, en la madrugada del sábado 24, horas antes de que el Parlamento eligiera Presidente a Allende, ratificando la votación popular del 4 de septiembre. El plan para secuestrar al general era conocido por la embajada norteamericana.

La petición de la familia -patrocinada por un abogado y académico norteamericano de larga y destacada trayectoria en derechos humanos, Michael E. Tigal, junto a estudiantes de derecho de la UNROW Clinic de Washington, señala que los tribunales de Estados Unidos se han negado a compensar a los afectados por el crimen, violando los artículos 4 y 5 de la Convención Interamericana de Derechos Humanos (firmada en 1969) sobre el derecho a la vida y a la integridad física, mental y moral. También se ha violado el artículo 18 de la Declaración de las Américas (1948), sobre el derecho a un juicio justo frente a actos de la autoridad. Es un hecho probado en los documentos desclasificados de la CIA y el informe Hinchey de actividades de esa agencia, que Kissinger autorizó el crimen, aí como la entrega de armas y dinero a los golpistas chilenos. Los delitos contemplados en la demanda son ejecución sumaria, tortura, trato inhumano, cruel o degradante, detención arbitraria y muerte.

Tanto la Comisión como el gobierno de Bush deben pronunciarse primeramente sobre la admisibilidad de la demanda. Si la Comisión declara admisible el caso, según los procedimientos habituales, puede llevar adelante su propia investigación, realizar visitas a terreno, requerir información específica y también sostener audiencias con las partes. Luego de eso prepararía un informe con sus conclusiones y recomendaciones generales al Estado cuestionado, el cual tiene un período de tiempo para cumplir con las recomendaciones planteadas. Cuando ese plazo expira, si el Estado involucrado se encuentra entre aquellos que no han aceptado la jurisdicción de la Corte -como es el caso de Estados Unidos- no habrá fallo. Pero sí habría un segundo informe, y un nuevo plazo de gracia, para finalmente, hacer público todo el proceso, con sus conclusiones y recomendaciones.

En estos días, en Santiago, una cuadrilla trabaja reparando el monumento al General Schneider, emplazado en Kennedy con Américo Vespucio, en un lugar de escasa visibilidad pública. Fue levantado por iniciativa del Senado, en 1970. Es casi el único vestigio material de su memoria en la capital, aunque algunos consultorios y escuelas en regiones llevan el nombre del general constitucionalista asesinado.

Punto Final conversó con René Schneider, hijo. Su hermano Raúl, pintor, vive en Francia. Ya retirado como director de televisión, activo miembro del directorio de Greenpeace, René es un entusiasta alumno de Biosíntesis, una escuela de psicoterapia corporal creada por David Bodaella e influida por Wilhem Reich. El hijo mayor del general aborda el tema en forma serena, desapegada y reflexiva, una evidencia de su paso por los caminos del misticismo y la sanación.

¿Qué importancia tiene el paso que han dado ustedes, considerando que Estados Unidos no reconoce la jurisdicción de la Corte Interamericana?

«Los fallos y recomendaciones de la Corte Interamericana de Derechos Humanos son muy importantes. Juegan un papel muy interesante en términos de los derechos humanos y medio ambientales, como hemos visto en los casos recientes que afectan a Chile, relacionados con la amnistía y el derecho a saber. Esos organismos van a empezar a ganar poder. Este es el lado positivo de la globalización. Llevar adelante este caso tiene una significación moral y ética ante la humanidad.»

¿Qué ocurrió con la demanda inicial presentada por ustedes en Washington DC?

«La presentamos el 10 de septiembre de 2001, un día antes de la caída de las torres gemelas de Nueva York. El proceso a Kissinger se desdibujó entonces, y todo se hizo muy difícil. Nuestro derecho a juicio fue rechazado, acogiéndose el planteamiento de la defensa acerca de que su responsabilidad es política y no legal, y debe ser analizada por el Congreso. La Corte Suprema, en manos de jueces conservadores, mantuvo la misma postura, en su fallo de abril de 2006»

¿Entonces no llegaron a presentar las pruebas contra Kissinger?

«Nunca, y justamente este juicio contra Kissinger era factible porque las pruebas son muchas. Hay documentos, hay reproducción de las grabaciones en que Nixon y Kissinger dicen claramente «Tenemos que sacarnos de en medio al General Schneider a como dé lugar.» En el recuento incriminatorio presentado por los abogados ante la Comisión, se cita que el 23 de septiembre de 1970, la oficina de la CIA en Santiago reportó a Washington que eliminar al General Schneider facilitaría los planes de realizar un golpe exitoso contra Allende. Bajo supervisión de Kissinger, la CIA hizo 21 contactos claves con oficiales de las fuerzas armadas y carabineros. Kisinger organizó, coordinó y operó la llamada Opción Dos (Track II) del Plan diseñado por el gobierno norteamericano para sacar del poder al Presidente Allende por la fuerza. El 22 de octubre de 1970, hombres que usaron armas idénticas a las entregadas por la CIA hirieron fatalmente al General Schneider, mi padre. Meses después, los implicados recibieron 35.000 dólares.»

¿Qué impresión le produjo escuchar esas grabaciones?

«No las escuché, pero sí pude leer esas transcripciones y mi impresión fue fuerte. Era como oírles decir ´sáquennos este insecto del camino´…Estamos ante gente demasiado poderosa que define la vida de las personas. Nosotros hemos llegado a la conclusión que en ese momento de nuestra historia, mi papá estaba solo. Creo que la mayoría de la gente, incluido el gobierno democratacristiano de la época, pensaba que de este revuelo a nivel nacional derivado de la elección como Presidente de Salvador Allende, se podía sacar algo, una ganancia. Tomó palco todo el mundo y mi papá quedó solo con su postura constitucional. El era una persona moralmente muy recta; no era de izquierda ni de derecha, era un militar que tenía una postura legal, que sentía que se había comprometido a terminar ese proceso y quería hacerlo. Las presiones que recibió fueron múltiples y para el gobierno de Estados Unidos y la derecha chilena era claro que el obstáculo era él. Había generales muy abiertos al golpe de Estado. Camilo Valenzuela, uno de ellos, era comandante de la guarnición de Santiago, oficial de confianza de mi padre…

¿Ustedes han perseguido también las responsabilidades en Chile?

«En algún momento nos planteamos actuar en Chile, pero llegamos a la conclusión que sería una pérdida de energía y que aquí era un caso perdido. Hay que recordar que el juicio terminó después del golpe de Estado, y la defensa adujo que los complotados actuaron en defensa de la patria, igual que Pinochet. Hubo algunas condenas menores a Roberto Viaux y otros. José Jaime Melgoza, uno de los que disparó pero que no era jefe, sólo era un pistolero, recibió la condena mayor, a diez años. Los responsables directos, como los hermanos Izquierdo Menéndez y Allan Cooper – que recientemente apareció mucho en los medios por la muerte de su hija en el tsunami en Tailandia- recibieron apenas dos años de cárcel, y el delito, increíblemente, se tipificó por la Corte Suprema como intento de secuestro con daño grave.»

¿Cree usted que hay una continuidad en los métodos utilizados en la política exterior norteamericana?

«Sí, absolutamente. Sólo que ahora no hay una contrapartida, hay una sola voz. Si Venezuela, Irán, Corea se oponen, no tienen la fuerza suficiente. Y en otros países, como por ejemplo en Chile, a excepción de la izquierda extraparlamentaria, que no tiene llegada a los medios, no hay una voz potente que critique a Estados Unidos. Pienso que el hecho de que la izquierda, la Concertación, sea gobierno tanto tiempo, ha generado una actitud conservadora en el país frente a temas como el imperialismo. »

¿Cómo ve la actuación de la Presidenta Bachelet en ese plano?

«Yo no milito en un partido, no me puedo encasillar. Pero le tengo simpatía a Michelle Bachelet porque hoy un Presidente es la imagen del país y a mí me gusta que esa imagen sea la de una mujer. Pero ella, por una parte, está pagando la decadencia de 16 años de gobierno de la Concertación, y además, sufre presiones de todo tipo. No recibió al Dalai Lama, se fue fuera de Santiago para no verlo…Chile es un país extraño, que practica el libre comercio con todo el mundo pero en cambio, no tiene personalidad propia frente a los bombardeos de Bush o a cosas que hace China. La reciente votación para el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, lleno de «tiras y afloja» no fue algo bonito, por decir lo menos.»

¿El ejército ha apoyado las demandas de justicia de su familia?

«Yo pienso que hay un cambio importante, hay que tomar en cuenta que en una institución como ésa, los cambios son muy lentos. Yo nunca le he pedido nada al ejército en ese aspecto. El proceso comenzó el año 2000, cuando se cumplieron los 30 años del asesinato de mi padre, y hubo una Misa en la Escuela Militar a la que asistió mi familia. Y posteriormente, es muy respetable lo que hizo el ex comandante en jefe Juan Emilio Cheyre en ese plano, con mi familia y la del General Prats. El Ejército tuvo una apertura en estos temas. Antes de que él asumiera, mi padre era ignorado, y el General Prats era maltratado. En cambio, nosotros fuimos invitados a la ceremonia en que asumió el mando Cheyre. En su oficina, él mantenía una foto en que aparecían su padre y el mío dándose la mano, en el cambio de mando en la Escuela Militar. Claramente hay un cambio.»

Nos despedimos comentándole algo sobre Punto Final y, René -que en los años 70, en Televisión Nacional, era militante del MAPU- señala hacia el segundo piso de la casa materna:

«Allí antes había una bodega. Inmediatamente después del golpe, yo escondí allí la colección de Punto Final. Sentía que tenía que salvarla…Y mis hijos pequeños me ayudaron. Creo que después mi hermano Raúl se la llevó a París, era lo más adecuado en esos tiempos!»