El 14 de diciembre de 1983, conmemoramos los rodriguistas el nacimiento del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, estructura de carácter político militar creada por el Partido Comunista de Chile para utilizar la violencia revolucionaria en un grado superior al que venía haciendo el pueblo entonces, en contra de la dictadura pinochetista en Chile. Hoy, a 23 […]
El 14 de diciembre de 1983, conmemoramos los rodriguistas el nacimiento del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, estructura de carácter político militar creada por el Partido Comunista de Chile para utilizar la violencia revolucionaria en un grado superior al que venía haciendo el pueblo entonces, en contra de la dictadura pinochetista en Chile.
Hoy, a 23 años de ese acontecimiento, que se materializó en un gran apagón nacional, el FPMR, duela a quien le duela, estará en la historia de Chile al igual que el héroe de la independencia Manuel Rodríguez, querido, respetado y a veces incomprendido por el pueblo, pero claramente odiado por los que siempre han actuado y ejercido como dueños de nuestra patria, los sectores adinerados y sus lacayos políticos.
Queda claro que el objetivo del PC al formar el FPMR, era tener un brazo armado para realizar su política de alianzas y negociar con más fuerza las salidas probables a la dictadura, solo eso.
La aparición de los rodriguistas, su decisión, arrojo y resultados operativos, provocó el pánico en la Democracia Cristiana y en los socialistas, que en la época del gobierno del compañero Allende tenían discursos incendiarios, los mismos que luego en el exilio se vendieron al capital socialdemócrata.
El rodriguismo alertó al imperialismo norteamericano y a la derecha chilena de que la dictadura necesariamente debía llegar a su fin. No podía aceptar que sectores del pueblo se enfrentaran en el plano de la violencia con éxito, de manera cada vez más ascendente, apoyados por un destacamento político-militar, con cuadros militares con experiencia operativa.
Dentro de las FFAA, que en su servicio a la burguesía chilena han ostentado siempre ser los poseedores de las tradiciones combativas en el plano militar, y son pagados por eso, surgieron voces preocupantes, ya que en el Frente había combatientes con experiencia de guerra exitosa adquirida en Nicaragua y El Salvador.
El imperialismo norteamericano, la derecha, los militares, el partido Demócrata Cristiano y sectores del Partido Socialista se unieron estratégicamente en una Santa Alianza para impedir una salida democrática y popular, una revolución, que pusiera en peligro el poder económico de la burguesía chilena.
Una vez más, el pueblo pobre, las clases desposeídas, serían traicionadas y engañadas, tal como lo ha sido a lo largo de la historia de la humanidad, sobre todo en la época del capitalismo. Para los poderosos, el pueblo sólo puede ser carne de cañón, pero jamás intentar tener una estrategia propia de liberación a su explotación diaria.
Es cuento conocido lo de «la alegría ya viene»; venía en forma de billetes corruptos para los partidos de la Concertación y un verdadero «Estado de Bienestar», para los grandes empresarios.
Este engaño a los pobres no es nuevo. Desde que se inició el capitalismo ha sido así. Basta recordar a los Cavadores de Winstanley, en la Inglaterra de 1640, que quisieron apropiarse de las tierras. El pueblo entendía que el fin de la monarquía y el advenimiento de la república significaban igualdad para todos. Fueron aplastados.
O los insurrectos granjeros pobres de Massachussets, en las recién independizadas colonias norteamericanas en 1786, liderados por Daniel Asís, que creyeron que por haber luchado por la independencia tendrían derechos similares a los ricos.
Cómo olvidar la experiencia de lucha de los rabiosos de Jacobo Roux. Reclamaban mayor libertad a los más pobres, y el intento de complot de Los Iguales de Babeuf, por luchar por «igualdad o muerte», en la revolución francesa de 1789.
Recordar, estudiar y divulgar las experiencias combativas y políticas de las clases populares es fundamental. Ayuda a elevar la conciencia de clase, a rescatar la memoria de los humildes.
Los pormenores de la muerte de Pinochet demostraron nuevamente que las autodenominadas Fuerzas Amadas de Chile, pertenecen sólo a la clase social dinero-pudiente, y que la transición a la democracia fue fundamentalmente una transición a una nueva forma de usufructuar del Estado y hacer buenos negocios por parte de los grandes empresarios.
Los que tuvimos el honor de ser rodriguistas, en este 23 aniversario de su creación, seguimos dispersos y con distintas lecturas sobre lo que fue la corta, pero intensa vida política del FPMR. Ha habido intentos serios de unidad pero la falta de rigurosidad en la discusión ha impedido avances serios.
El destino y la continuidad del rodriguismo pasa por la unidad de los revolucionarios chilenos. Falta un debate ideológico a fondo sobre el balance de la lucha revolucionaria chilena, la visión de la lucha de clases actual, y el carácter del partido que pensamos y estamos construyendo en la lucha por la revolución y el socialismo en nuestra patria.
En los comienzos del FPMR, la base de la unidad fue la militancia comunista y la mística rodriguista impulsada por Raul Pellegrín y nuestros principales jefes, muchos de ellos hoy encarcelados y desterrados fuera del país. Siguen contando con nuestro respeto donde quiera que estén.
La base de nuestra unidad actual será la adhesión a la ideología revolucionaria, al recuerdo del ejemplo consecuente de nuestros héroes y al aporte fundamental de las nuevas generaciones de luchadores populares. Lo demás es nostalgia.
Saludamos el 23 aniversario de la fundación del FPMR
Honor y gloria a los héroes populares.