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70 aniversario del bombardeo contra la población civil de Durango

Fuentes: Izaronews

A finales del mes de marzo de 1937 comienza la ofensiva del Ejército español y las fuerzas fascistas sobre Bizkaia. Previamente, la aviación nazi al servicio de los fascistas españoles había arrojado sobre Bilbao y diversas poblaciones octavillas firmadas por el Director del Alzamiento fascista Emilio Mola amenazando a la población civil: «He decidido terminar […]

A finales del mes de marzo de 1937 comienza la ofensiva del Ejército español y las fuerzas fascistas sobre Bizkaia. Previamente, la aviación nazi al servicio de los fascistas españoles había arrojado sobre Bilbao y diversas poblaciones octavillas firmadas por el Director del Alzamiento fascista Emilio Mola amenazando a la población civil:

«He decidido terminar rápidamente la guerra en el Norte. Si la rendición no es inmediata arrasaré Vizcaya hasta sus cimientos, comenzando por sus industrias de guerra. Dispongo de medios para hacerlo. General Mola.» Pronto los habitantes de Bilbao, Otxandiano, Gernika y Durango iban a conocer lo que estas amenazas significaban.

Como escribe George Lowter Steer, corresponsal en Euskadi del diario londinense «The Times» en su libro «The tree of Guernica. A field study of modern war» : «31 de marzo, listos para volar. Se lee en el Diario de Guerra alemán. La flota aérea nazi se dividió en tres partes. Nueve bombarderos y nueve cazas se dirigieron hacia el Nordeste rumbo a la posición marcada número 1. Otros bombarderos y cazas atacaron a las poblaciones de Elgueta y Elorrio. Un tercero compuesto de cuatro bombarderos y nueve cazas, apareció a las 7,20 de la mañana justamente en la ciudad rural de Durango sobre la cual comenzaron a arrojar proyectiles de 500 libras.»

Más adelante escribe: «Durango era una ciudad muy religiosa y ordenada. A las 7,20 en sus tres iglesias había muchas personas oyendo misa, de las cuales casi la mitad estaban secreta y sentimentalmente del lado de los bombarderos. Hablaban muy poco.

Una potente bomba atravesó el tejado de la capilla de Santa Susana. Catorce monjas resultaron horriblemente mutiladas por la explosión y murieron allí mismo. Otra poderosa bomba perforó el tejado de la Iglesia de los Jesuitas. El P. Rafael Billalabeitia se inclinaba sobre los fieles para ofrecerles el cuerpo de Cristo. En aquel solemne instante el tejado y la bomba cayeron sobre el P. Rafael, los fieles y el Sto. Sacramento, sepultando a todos. Otra potente bomba atravesó el tejado de Santa María. La pesada bóveda se desplomó aplastando al P. Morilla, huido de los «rojos» de Asturias, y a los fieles que asistían a misa.

Sobre la ciudad cayeron bombas abriendo llagas en las viejas casas, sacudidas hasta el aire con sus explosiones, mientras los cazas ametrallaban a los ciudadanos que aturdidos andaban por las calles.»

El asesinar población civil, entre ellos curas, monjas y niños, todo ello en nombre de Dios, Patria y Rey, y dentro de la Cruzada bendecida por el tristemente célebre Cardenal Eugenio Pacelli, Secretario de Estado del Vaticano, y que al poco tiempo se convertiría en el Papa Pío XII, y quien unos años antes había facilitado la llegada al poder de Adolf Hitler al forzar al Partido Católico alemán a votarle como Canciller, en contra de la opinión de los dirigentes del partido y de varios obispos alemanes.

Al retirarse la aviación nazi Steer escribe: «Para entones 127 cuerpos, sin incluir incontables miembros sueltos, habían sido extraídos de los escombros en condiciones muy peligrosas: de los techos no hacían sino desprenderse más vigas y piedras. Muchos estaban en un estado irreconocible y entre ellos había gran cantidad de mujeres y niños. Fueron colocados en losas en el cementerio de Durango»

Durango sufrió nuevas incursiones aéreas el jueves 1 de abril, el 2 y el 4. Pero como señala el corresponsal de The Times: «El 31 de marzo, sin embargo, no significó el fin de su cacería religiosa. El 2 de abril sus ametralladoras consiguieron dos nuevos y excelentes blancos en dos Hermanitas de la Caridad que asistían a los heridos en el hospital de Durango, en el momento en que corrían por un campo tratando de buscar refugio.»

Y como días después ocurrió tras la destrucción de Gernika los fascistas achacaron a los «rojos» lo ocurrido. Siguiendo el principio de la mentira repetida y prolongada, tan bien enunciado por Adolf Hitler en su «Mein Kampf», pronto un comunicado de prensa del gobierno fascista en Salamanca atribuyó la destrucción de iglesias y la matanza de curas y monjas a los que la habían sufrido. Y desde Radio Sevilla, preámbulo de lo que hoy día es la cadena oficial de la Iglesia española, el general Queipo de Llanos dijo: «nuestros aviones bombardearon objetivos militares en Durango y más tarde los comunistas y socialistas encerraron a los curas y monjas en las Iglesias, asesinándolos a balazos sin piedad y quemando después las iglesias.» Sin comentarios.