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La DC chilena y la conjura contra Chávez

Fuentes: Rebelión

En la medida que en la propia prensa chilena se vienen dando a conocer algunos de los entretelones de la reciente salida de Claudio Huepe, como embajador de Chile en Venezuela, viene quedando más en claro el papel jugado por los sectores de derecha de la DC chilena, en la desestabilización del gobierno de Hugo […]

En la medida que en la propia prensa chilena se vienen dando a conocer algunos de los entretelones de la reciente salida de Claudio Huepe, como embajador de Chile en Venezuela, viene quedando más en claro el papel jugado por los sectores de derecha de la DC chilena, en la desestabilización del gobierno de Hugo Chávez, el 11 de abril de 2002.

En ese entonces Gutemberg Martínez, ocupaba la presidencia de la DC a escala regional y mantenía estrechos contacto y colaboración con el COPEI venezolano. Martínez es el esposo de la actual presidenta de la DC, con grandes ambiciones presidenciales y presunta candidata de la Concertación para las presidenciales del 2009. Soledad Alvear, estaba en pleno conocimiento de los pasos en que andaba su marido, para crear las mejores condiciones para la desestabilización del gobierno de Hugo Chávez.

La Alvear y su marido, además se opusieron tajantemente el año pasado, a que la primera mandataria Michelle Bachelet, apoyará al gobierno de Venezuela para que éste ocupara un puesto no permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Es más, el propio Gutemberg Martínez, en entrevista concedida para la prensa chilena expreso y amenazó con el retiro de su partido de la Concertación, si el gobierno de Bachelet a poyaba a Venezuela al Consejo de Seguridad.

Recordemos que Claudio Huepe, Gutemberg Martínez y otros altos dirigentes de los sectores de la derecha DC, tenían pleno conocimiento de la conjura que se estaba preparando contra Chávez en abril 2002. El ex embajador de Chile en Caracas, Marcos Alvarez, en consultas realizadas por el diario golpista La Tercera, señalo que dichos personajes, cinco días antes del golpe, se habían reunido con los embajadores chilenos en América Latina y Centro América, con el objeto de prevenirlos e informarles de los cambios que se iban a producir en Venezuela en ese entonces.

Las declaraciones de Alvarez, reflejan claramente que en el complot contra Chávez, la Democracia Cristiana chilena, estaba profundamente involucrada, a través del papel jugado por Martínez, en su calidad de presidente de la DC regional y sus estrechos lazos con el COPEI y el Departamento de Estado Norteamericano. Gutemberg Martínez y la DC regional, fueron los primeros en avalar y reconocer a los golpistas. Desde esa responsabilidad además, presiono al gobierno de Ricardo Lagos, para que se apresurará a reconocer a las nuevas «autoridades», que se instalaban producto del putch. Situación que a Lagos le ha pesado permanentemente en su imagen de demócrata en la región.

Hasta el momento las investigaciones llevadas a cabo, por cuestiones secretas del sumario, no han permitido conocer en toda su magnitud el involucramiento de la DC chilena, en los intentos de golpe de Estado contra Chávez el 2002, esto al margen de lo que hayan publicado algunos medios de izquierda al respecto.

Pero no es solo eso, de la DC chilena estuvieron permanentemente viajando en esa época a Venezuela, tomando contacto con la oposición a Chávez y participando en innumerables actos políticos del COPEI. Conducta que se ha seguido manteniendo pero con un perfil más bajo.

Hasta ahora, lo cierto, es que Claudio Huepe, gran amigo de Alejandro Foxley y Juan Pablo Lira, los dos DC, y visceralmente anti Chávez , en su circulo más cercano, se han expresado profundamente conmovidos con las declaraciones de Huepe para el canal de televisión Telesur, en donde expresaba que la primera mandataria, estaba por apoyar a Venezuela para el Consejo de Seguridad Nacional de la ONU. Cuestión que finalmente no se produjo por la presiones y amenazas producidas desde la DC y el pinochetismo. La salida de Huepe, ha sido un duro golpe para Foxley, Gutemberg Martínez y sus secuaces.

Ahora el órgano oficial de la CIA en Chile, el diario golpista El Mercurio, ha tratado de mostrar a un Huepe, como un demócrata ponderado y consecuente, con lazos respetables dentro de la izquierda chilena, por el hecho de haber firmado una declaración de algunos dirigentes DC en los primeros días del golpe, en donde se cuestionaban los excesos de la represión militar. Sin embargo su conducta como embajador, no siempre obedeció a la de un demócrata.

Pero con respecto al reciente embajador renunciado, es claro señalar que éste nunca fue del agrado del gobierno de Hugo Chávez, puesto que éste en noviembre pasado había organizado una reunión en donde participaron los embajadores chilenos de la región, con el candidato opositor, Manuel Rosales. Huepe sin una agenda clara en las relaciones diplomáticas con Venezuela, venía jugando un papel de doble estándar, tratando de aparecer apoyando a Venezuela para su ingreso al Consejo de Seguridad de la ONU y por otro lado manteniendo estrechos contactos con la oposición.

Ahora si nos atenemos a los intereses geopolíticos de los Estados Unidos, con respecto a la región y Venezuela, no es raro que el Imperio este privilegiando a Chile y la DC de este país, para montar una campaña a gran escala, para desacreditar a Hugo Chávez y el proceso de cambios que conduce en su país.

La DC chilena tiene su propia experiencia en contribuir a la desestabilización de gobiernos, que no son de las simpatías de la CIA, el Pentágono y la Casa Blanca. Recordemos que ésta entidad política desde el año 1962 estuvo recibiendo financiamiento desde el Imperio, para primero alcanzar el gobierno en 1964 con su tatareada «revolución en libertad», que pusiera en boga la Alianza para el Progreso en el cono sur latinoamericano hasta 1970.

Durante el gobierno de Salvador Allende, la Democracia Cristiana jugo un papel opositor negativo y obstinado contra el proceso de cambios que vivía Chile, lo que significo que los sectores de derecha del partido, se incorporaran al carro de la conspiración, recibiendo miles de millones de dólares para desestabilizar el gobierno de la Unidad Popular. Así ha quedado establecido en la infinidad de documentos desclasificados de la CIA, el Departamento de Estado norteamericano y el propio Senado de los Estados Unidos.

De allí que los sectores de derecha de la Concertación, junto con la Alianza por Chile (UDI-RN) tienen la misión de contribuir a erosionar la imagen de la revolución bolivariana. Ahora el trasfondo político de la conspiración encubierta contra Chávez, hay que buscarlo en las políticas agresivas de la Casa Blanca contra Venezuela, en la labor de zapa que realiza la OEA y la campaña desinformativa de los medios de comunicación de centro derecha, que son orientados por la Suciedad Interamericana de Prensa (SIP), y de los testaferros que se ponen a disposición de estas maniobras golpistas.

Ahora el actual ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Alejandro Foxley según lo consigna la propia prensa chilena, nunca ha querido definir una agenda de trabajo en las relaciones bilaterales con Venezuela. Foxley desde antes que asumiera como Canciller, ha mostrado claramente su animadversión en contra de Chávez, ideólogizando las relaciones diplomáticas entre Chile y Venezuela.

Lo que queda absolutamente claro, es que Chile carece de una política exterior autónoma, independiente y soberana. Actualmente las relaciones diplomáticas chilenas, están supeditadas a los intereses geopolíticos de los EEUU y el gobierno terrorista y genocida de G.W. Bush, en donde el principal promotor es el propio Foxley.

Según declaraciones del senador Carlos Ominami, Chile actualmente no solo es asociado como un referente de derecha en la región, sino que además ha desarrollado sus gestiones de gobierno (Concertación), bajo el imperio de toda la legislación política y económica heredada de la dictadura militar, y que reina en gloria y majestad en el país. Los EEUU pretende utilizar además a Chile, México, Perú y Brasil, para su plataforma desestabilizadora del gobierno de Hugo Chávez.

Al culminar estas líneas, lo cierto es que el conglomerado de gobierno conocido como Concertación por la Democracia, está viviendo su propia bolsa de gatos, una erosión interna que nadie sabe como va a terminar y con una Democracia Cristiana dividida en varios flancos, en donde uno de ellos aboga por un acuerdo con una parte del pinochetismo moderado (RN), y que está por apoyar las políticas desestabilizadoras encubiertas de Estados Unidos en Venezuela.

Por otro lado, el Departamento de Estado norteamericano y la CDU Alemana, han cuestionado la permanencia de la DC chilena en la Concertación, y le han recomendado volver a ser un partido de «centro», desligado de la actual coalición de gobierno, en donde todo parece indicar, que se va en camino hacia el abismo.