En noviembre del año 2006, estudiantes de la Universidad Austral de Chile (UACH) me invitaron a Valdivia (X Región) a dar una conferencia sobre Corrupción y medioambiente. Antes de mi ponencia, los estudiantes exhibieron un video con parte de sus actividades… «Para los que toman lo que es nuestro con el guante de disimular…» (Marcha […]
En noviembre del año 2006, estudiantes de la Universidad Austral de Chile (UACH) me invitaron a Valdivia (X Región) a dar una conferencia sobre Corrupción y medioambiente. Antes de mi ponencia, los estudiantes exhibieron un video con parte de sus actividades…
«Para los que toman lo que es nuestro con el guante de disimular…» (Marcha de la bronca)
En el video, por algunos minutos, apareció un energúmeno que, abusando de su investidura como jefe de estado, alentaba a los borregos que le servían de auditorio para que insultaran a defensores del medioambiente, que desde balcones de edificios al frente del escenario del circo, le enrostraban al furioso capitán Farsante su complicidad en el ecocidio cometido por la planta de celulosa Valdivia (CELCO-Angelini) en el Río Cruces, tóxico proyecto que se mantiene en pié sólo por los poderes sobrenaturales del mencionado capitán.
El personaje enfurecido jamás ha tolerado que se le diga la verdad y aquellos que se han atrevido a hacerlo, son reprimidos por los mismos de siempre, como lo fueron esos ecologistas de Valdivia, sacados por la fuerza de los balcones y detenidos …por «desacato», una figura legal que había desaparecido de la ley chilena dos meses antes.
Pero tanta soberbia tiene su lógica. El sujeto no puede tolerar la verdad porque, como lo inmortalizara el maestro chileno Buddy Richard, su vida siempre ha sido una mentira.
En efecto, el capitán Farsante lleva 20 años haciéndole creer al mundo que él es «socialista», aunque nunca ha militado ni militó en tal partido político. También sigue celebrando «su obra» como ministro de Obras Públicas aunque por el anexo Cárcel Capuchinos de Santiago sigan desfilando sobrinos, cuñados, yernos y aquellos que fueron sus subordinados en el Ministerio de Obras Públicas (MOP) por todos los casos de corrupción que se registraron allí cuando lo encabezó.
En el MOP, que fue la plataforma que lo catapultó a la Presidencia de la República y al status de «estadista» y «referente moral» según su hijo (también ministro) el capitán Farsante creó tal caos que un año después de haber asumido la jefatura de Estado su propio ministro de Hacienda debió intervenirlo para salvarlo de la quiebra financiera en que se encontraba, aunque no pudo evitar, sin embargo, que un puente inaugurado por el súper-héroe se derrumbara siete meses después del solemne acto.
Ahora, el energúmeno de Valdivia ha sido nombrado por la ONU comisionado especial de las Naciones Unidas para el calentamiento global , convirtiéndose en la versión latina de Al Gore.
Tienen razón los ecologistas chilenos que señalan que nombrar al capitán Farsante en cargos relativos al medioambiente es como nombrar a Pinochet en cargos relacionados a la defensa de los Derechos Humanos. Es una equivalencia terrible, pero exacta.
Si como ministro de Obras Públicas dirigió todas las obscuras operaciones de la Dirección General de Aguas para que ENDESA-España pudiera de una vez concretizar su Represa Ralco (que liquidó el sistema Alto Bío-Bío con la comunidad pewenche adentro) y pavimentó todas las rutas que necesitaban las transnacionales mineras y frutícolas para hacer más expedito el saqueo a la Naturaleza, como Presidente de la República no lo hizo peor.
En Québec (Canadá) el ya jefe de Estado lanzó la más tercermundista, alienada e ignorante de las apologías al «desarrollismo», que ningún político serio defendería a 30 años de la confesión de la intelectualidad capitalista (reunida en el Club de Roma) sobre el fracaso de ese sistema político y económico en su relación con la Naturaleza. En Quebec, el capitán Farsante ironizó respecto a la preocupación mundial sobre el medioambiente:
«Cuando Estados Unidos tenía que llegar con su ferrocarril hasta el Lejano Oeste, no andaba haciendo estudios de Impacto Ambiental…».
El capitán Farsante, una vez más, rendía culto al imperio más violento de la Historia y principal responsable… del Calentamiento Global, que efectivamente llegó con su ferrocarril hasta el Lejano Oeste iniciando así su «desarrollo», mientras los pieles rojas iniciaban su sobrevivencia, tal como ocurre con el pueblo mapuche asentado en Chile desde que el capitán Farsante ideó la Ruta de la Madera para que el «ferrocarril» de la Industria Forestal arrastrara su convoy de miseria y de depredación hasta lo más profundo de las tierras ancestrales.
El capitán Farsante no se mide cuando de montar un espectáculo se trata.
Cuando ya culminaba su mandato, chapoteó como un Fujimori en las contaminadas aguas de la Bahía de Chañaral (III Región) para demostrar que este pedazo de mar, usado por la División «El Salvador» de CODELCO-Chile para descargar durante 30 años sus riles mineros, ya no estaba contaminado gracias a los planes de descontaminación que él había propiciado.
Hacía años que ni una sola muestra de agua de la Bahía de Chañaral se había tomado y analizado para demostrar lo que el capitán Farsante celebraba en paños menores, delante de los infaltables borregos -y de los niños semi-calvos de Chañaral por efecto del arsénico de origen minero que aún contamina las playas-.
Las fuerzas especiales de Carabineros, herederas de las más insignes prácticas del fascismo policial pinochetista, renovaron sus repertorios con los activistas de Greenpeace que se oponían a CELCO-Valdivia, con los grupos que se oponían al etnocidio de Ralco, con los grupos anti-McDonald’s e incluso con los que denunciaban el maltrato animal en los laboratorios universitarios. Todo (y todos) era factible de golpear y arrastrar por el suelo, sin distinción de género y bajo la atenta mirada del entonces subsecretario de Carabineros, hoy subsecretario del Interior, militante PPD (el partido «ecologista») y experto en machetes.
Las organizaciones mapuche que se oponían al «desarrollo» forestal le dieron la oportunidad de ascenso al actual general-director de Carabineros, que bajo el Gobierno del capitán Farsante tuvo a su cargo a los policías que asesinaron al joven mapuche Alex Lemún en Temuco (IX Región) por negarse a dejar de ser un Hombre de la Tierra.
Las generadoras eléctricas pudieron comenzara usar masivamente «pet-coke» como combustible gracias a que el capitán Farsante puso en el Ministerio de Economía y Energía a un «ministrito» (como lo llamaba Marcel Claude) militante demócrata-cristiano y que llegó a tal cargo directamente desde la gerencia general de la termoeléctrica «Guacolda», la primera que usó el tóxico residuo pet-coke como combustible.
La pesca artesanal no quedó indemne ante el capitán Farsante, que culminó el proceso de privatización de los recursos pesqueros pelágicos, dejando el 70% de estos en las manos de unas cuantas familias mientras miles de otras familias, las de los pescadores artesanales, día a día se hunden en la miseria o en el dolor cuando «desaparece» uno de los hombre de mar que, cada vez más lejos de las costas, salen a buscar parte de lo perdido.
¿En qué parte de tan gloriosa biografía se fijó la ONU para nombrar en tal cargo a un sujeto como este?
¿Así es como la ONU pretende recuperar la credibilidad que ha perdido ante los pueblos de la Tierra?
Probablemente, la ONU no revertirá este nombramiento pues la expresión «me equivoqué» no es propia de la ex Sociedad de Naciones. Pero todos los errores se pagan, incluso aquellos que no son reconocidos y cuando el capitán Farsante ocupe el estrado de la ONU para hablar de aquello que jamás le ha importado, entonces el estrado, una vez más, olerá a azufre.
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* Biólogo