Aristóteles declaraba como función principal de los padres la preparación de sus hijos para un futuro que debía ser mejor, en caso contrario los padres no tendrían derecho a que sus hijos se ocupasen de ellos. Cuando las sociedades que se autocalifican de democráticas alguien habla del Estado y el Gobierno, se refiere a estamentos […]
Aristóteles declaraba como función principal de los padres la preparación de sus hijos para un futuro que debía ser mejor, en caso contrario los padres no tendrían derecho a que sus hijos se ocupasen de ellos.
Cuando las sociedades que se autocalifican de democráticas alguien habla del Estado y el Gobierno, se refiere a estamentos de regulación de la vida social y política que emplean el adjetivo «demócrata» para indicar su carácter popular o para señalar su conexión directa con los intereses principales de la población. Son organismos a los que se atribuye perspectiva y capacidad de dirección, o sea, saben hacia dónde dirigen y para qué lo hacen; los padres, los responsables, orientan a sus hijos, a la población, en una dirección, hacia dónde, con el fin de que puedan establecerse en la vida, en el mundo, y también, ellos, saben el para qué, a qué los van a dedicar.
El problema viene cuando los padres, el Estado, el Gobierno, ocultan en qué se gastan los recursos y hacen que sus hijos no piensen para qué; una cosa es deducible de la otra: si no se en qué se gasta, menos voy a imaginar para qué se gasta en lo que se gasta. Solo cuando sabemos, cuando nos han dado, o hemos adquirido, una formación histórico-democrática, cuando nos hablan con cierta profundidad y podemos razonar libremente, es cuando sabemos qué hacen los padres-Estado-Gobierno, es cuando podemos hacernos una idea de sus intereses con respecto a nosotros, es cuando sabemos de su altura y calidad humana-democrática.
Un punto negro, muy grande, que presenta la educación, la formación de los hijos-ciudadanos, es el que se ocupa de prohibir la exposición de ideas que no gustan a algunos poderosos, y por eso atizan con leyes de excepción, poderosos con la raíz en tiempos pasados, leyes propias de Estados de Excepción: me refiero aquí a la Ley de Partidos. La Ley de Partidos persigue las opiniones. La Ley de Partidos la venden con un tremendismo que ciega y ensordece. Poco se dice del contenido de ésta. Con la creación de dicha ley se impide la presentación de candidaturas, ciudadanos, a las elecciones que no ha sido condenada por los tribunales, se impide la presentación a las elecciones de gente que opina de otra manera a como opinan quienes gobiernan.
¿Habrá que decir que la Ley de Partidos es anticonstitucional? Según el Tribunal Constitucional no, pero añade en su resolución que no lo es siempre y cuando su puesta en práctica no anule los derechos de igualdad participativa, igualdad política, que otorga la Constitución a todo ciudadano, porque en nuestro sistema, que se denomina «garantista», la Constitución es la Ley de Leyes, es la máxima Ley, y ni puede haber ninguna Ley que esté por encima de ella, de la Constitución, ni puede hacerse una Ley que la contradiga. La Constitución garantiza el derecho a opinar, participar, libremente a todos los ciudadanos que no hayan sido condenados por un tribunal ni sufran incapacidad. Y la Ley de Partidos en su puesta en práctica, es una Ley que rompe el marco constitucional.
Ahora nos preguntamos ¿hacia dónde va y para qué? ¿A quién le interesa la Ley de Partidos, Ley de Excepción que en su aplicación rompe la Constitución garantista? ¿a quién le interesa la formación de una estructura «legislativa» que forme un contexto social de prohibición a los hijos-ciudadanos que tienen opiniones diferentes? porque para las que no son opiniones ya tiene herramientas. En el hacia dónde y para qué entra de lleno a quién le interesa como elemento formativo de la sociedad «la prohibición», a quién favorece ese Estado incipiente, quién vive, vivía mejor con Leyes de Excepción, leyes antidemocráticas?
Como en todos los aspectos de la vida podemos aprender de la experiencia: sólo unos pocos «escogidos» atacan la pequeña democracia ¿qué intereses defienden?. Quiénes establecen leyes que rompen la Constitución, que la vacían de contenido y difunden ideas de tiempos pasados, ¿en qué «reeducan» a la población? ¿hacia dónde nos llevan? ¿para qué? Más allá de las palabras con las que llenan los oídos de los hijos-ciudadanos, sabemos en qué invierten éstos padres, porque la Constitución en muchos aspectos la han dejado ya como un solar, la han vaciado, podíamos referirnos al Derecho a una vivienda digna: especulación, usura, robo del dinero público; Derecho a la enseñanza: masificación, falta de financiación, proyectos irrealizables, financiación con dinero público de empresas privadas que difunden supersticiones religiosas y sumisión absoluta; Derecho a la sanidad: desorganización, falta de personal, potenciación de los hospitales privados, potenciación de seguros privados, negocios con la enfermedad y la muerte; Derecho al empleo: despido sin apenas derechos, leyes que facilitan el empleo basura, recortes en subidas de sueldos, tiempo de cotización para la jubilación cada año mayor, descuentos a los empresarios en las cotizaciones y en los impuestos; ahora la Ley de Partidos, … ¿Quién sale ganando con los incumplimientos de la Constitución? ¿A qué sociedad nos quieren acostumbrar? ¿Hacia dónde nos llevan y para qué?
Según Aristóteles …