Cronopiando A diferencia de muchos ciudadanos en el País Vasco que, como bien expresara la jota, tuvieron un hermano en el tercio, otro en regulares y el hermano más pequeño preso en Alcalá de Henares, o un tío en América, Mariano Rajoy tiene un primo en Sevilla. Claro que no es cualquier primo ni tampoco […]
A diferencia de muchos ciudadanos en el País Vasco que, como bien expresara la jota, tuvieron un hermano en el tercio, otro en regulares y el hermano más pequeño preso en Alcalá de Henares, o un tío en América, Mariano Rajoy tiene un primo en Sevilla.
Claro que no es cualquier primo ni tampoco un ciudadano cualquiera. Se trata de un primo que da clases de Física en la universidad andaluza y que, también, asesora a su pariente en materia climática.
Gracias a ello, y en contra de lo que la comunidad científica pueda creer, el aspirante a dirigir los destinos de uno de los Estados que más contamina en el mundo, ha llegado a la conclusión de que todo lo que se anda diciendo sobre el cambio climático es interesadamente exagerado. Como prueba de la negligencia e incapacidad de científicos, meteorólogos y medios de comunicación, Rajoy hacía públicas las sesudas investigaciones de su primo al que ningún científico pudo anticiparle con un margen de 24 horas el tiempo que iba a hacer en Sevilla, premisa a partir de la cual se preguntaba el político: «¿Cómo alguien puede decir lo que va a pasar en el mundo dentro de 300 años?»
Y esa es la suerte que tienen algunos en el Partido Popular que, no importa la gravedad del problema a que se enfrenten, siempre van a contar con la iluminada guía de un hermano, de un primo o de un amigo que les ilustre al respecto.
Gracias al amigo bombero, por ejemplo, que tenía Fraga Iribarne, cuando el Prestige comenzó a derramar frente a la costa gallega sus miles de toneladas de «pequeños hilitos con aspecto de plastilina» según definiera el propio Rajoy la catástrofe, pudo el presidente de la Xunta de Galicia enfrentar satisfactoriamente tan monumental vertido. Y es que, a pesar de hallarse Fraga disfrutando de una cacería lejos de su lar, tuvo la fortuna de coincidir mientras cenaba junto a otros escopeteros, con un amigo bombero, todo un experto en hidrocarburos, que le puso, inmediatamente, al tanto del problema.
Y si Fraga, entonces, no tuvo inconveniente en compartir con su amigo bombero los méritos por tan doctos saberes, cuando bien pudo habérselos atribuido, tampoco ahora Rajoy, ha tenido empacho alguno en compartir con su primo el profesor, la original teoría sobre el cambio climático.
El único culpable en la catástrofe del Prestige, había apuntado Ana Botella, la tuvo el barco. El único responsable del cambio climático, agrega Rajoy, la tiene el clima.
El problema es que si entonces, como apuntara Fraga, «Dios y Santiago nos van a ayudar», temo que, en estos días, ni siquiera tan divinas ayudas van a poder hacer valer sus mejores propósitos para salvar al Estado español de impresentables como los citados, incluyendo al amigo bombero de Fraga y al primo profesor de Rajoy. Y no va a ser necesario esperar tanto tiempo.