«No me hables a los generales que me los vuelves chavistas». Con esta broma el presidente colombiano Álvaro Uribe Vélez había contestado al mandatario venezolano que pedía establecer un contacto directo con las fuerzas armadas colombianas, para poder recibir informaciones directas sobre los militares y los policías secuestrados por las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas). […]
«No me hables a los generales que me los vuelves chavistas». Con esta broma el presidente colombiano Álvaro Uribe Vélez había contestado al mandatario venezolano que pedía establecer un contacto directo con las fuerzas armadas colombianas, para poder recibir informaciones directas sobre los militares y los policías secuestrados por las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas).
Y justo este hecho, que se verificó durante la última Cumbre Iberoamericana en Santiago, ha sido la causa para la abrupta ruptura de las negociaciones para liberar los rehenes en las manos del grupo guerrillero colombiano y el fin de la mediación de presidente Chávez y de la senadora liberal Piedad Córdoba.
La senadora y el presidente venezolano acababan de volver a Caracas desde Paris, en donde los había recibidos el presidente Sarkozy para debatir los avances de estos tres meses de negociaciones por el «acuerdo humanitario», tema que el presidente francés sigue con interés, siendo la secuestrada más famosa la franco-colombiana Ingrid Betancourt.
Una vez en Caracas, la senadora colombiana empezó una serie de llamadas para organizar la agenda de los días siguientes, y mientras hablaba con el general Mario Montoya, decidió pasarle al presidente Chávez para unos saludos formales, que duraron, según la senadora, no más de 20 segundos.
En medio de la noche, el presidente Uribe, informado por el mismo general, decidió dar por terminado cualquier negociación con las FARC y poner fin a la mediación del presidente Chávez y la senadora liberal.
Una pequeña gota que hizo desbordar un vaso vacío.
Realmente parece un hecho insignificante, una llamada de 20 segundos para decidir desbaratar un proceso tan importante que hubiese abierto el camino para liberar a personas que llevan 4, 5 o hasta 10 años en manos de las FARC. Más aún, cuando esta mediación de Chávez ha sido considerada, por varios analistas, como la «última posibilidad».
De hecho, no es posible imaginar un mediator que tenga la capacidad y dedicación del presidente venezolano.
Las reacciones han sido muy fuertes.
Marleny Orjuela, vocera de la Asociación de los Familiares de los Secuestrados (ASFAMIPAZ), pidió al presidente: «ponerse por un minuto, solo por un minuto, en el lugar de los secuestrados o de sus familias, para entender cómo se sienten».
Otros familiares como Lucy Gechen de Turbay lamentaron «con tristeza que se apagara la luz de esperanza que tenían de recibir pruebas de vida y de liberación».
Fabrice Delloye, ex esposo de Ingrid Betancourt, y su actual compañero Juan Carlos Lecomte han coincidido en sus comentarios en el sentido que: «el presidente Uribe nunca tuvo ninguna voluntad política de llegar a un acuerdo» y que «como siempre, cuando las cosa avanzan, él pone obstáculos». Están convencidos de que la llamada al general no es más que un pretexto.
El mismo presidente Sarkozy ha sido muy duro. Desde el Eliseo, a través de su vocero, ha declarado que: «sigo pensando que la gestión del presidente Chávez es la mejor posible» y que «le pido al presidente Uribe que deje que la negociación siga». Ha anunciado también que la embajada francesa en Bogotá llevará una carta directamente al presidente.
El profesor Moncayo, famoso en todo el mundo por sus caminatas de centenas de kilómetros para pedir la liberación de su hijo en manos de las FARC, recibió la noticia mientras marchaba hacia Caracas, en donde piensa llegar en unas semanas. «Le pido al presidente Uribe que cambie de idea», dijo. Justo ayer su hijo cumplió 10 años de secuestrado.
El mismo presidente Chávez, en la noche de ayer, expresó su sorpresa y frustración, pero se ha mostrado dispuesto a seguir el proceso. También siguió pidiendo a Marulanda, líder del grupo guerrillero, que envíe las pruebas de sobrevivencia de los rehenes y que adelante la liberación de un grupo de cerca de 50 secuestrados, todo en la esperanza que el proceso pueda continuar.
Lo que de verdad preocupa el presidente Uribe, es que el grupo guerrillero, haya aprovechado de la situación para ganar visibilidad internacional, imponiéndose como un actor político, sin que, por el momento, haya dado nada a cambio, ni siquiera las pruebas de sobrevivencia, que la semana pasada, parecían estar cerca. El gobierno uribista vive y se alimenta de la retórica beligerante, en la cual el enemigo es banalizado al nivel de un terrorista y la victoria final parece estar siempre muy cercana. El hecho de que el enemigo se acredite en el exterior pone en riesgo la esencia misma del gobierno.
Otro tema que no le gusta al Palacio de Nariño es que el presidente Chávez se haya mantenido equidistante de las dos partes, cosa que contribuye a difundir la idea, en la opinión pública internacional, de que la culpa de la situación de los secuestrados está compartida entre aquellos que los secuestraron y aquellos que no han hecho nada para liberarlos. La decisión presidencial de ayer parece de verdad darles razón a los que así piensan.
Si de un lado no hay duda que los tiempos prolongados y la búsqueda de visibilidad internacional es una estrategia de las FARC, por las cuales más que la liberación o la paz son importantes los procesos en cuantos tales. De otro lado, es desconcertante que el miedo a la propaganda sea más importante que la vida de los rehenes.
Parece, de todas maneras improbable, que esta importante experiencia de mediación concluya de forma tan abrupta y sin ninguna razón seria, contra de la voluntad de la comunidad internacional y de la opinión pública colombiana.
El intercambio humanitario se puede transformar en un hecho que escape al control del mandatario colombiano por sus implicaciones e intereses internacionales.
Fuertes presiones desde el exterior y de parte de la sociedad civil colombiana podrían inducir al mandatario colombiano a revisar su decisión en los próximos días.
– Simone Bruno es periodista italiano.