El debate constituye una suerte de pugilato de baja intensidad en el cual los argumentos sustituyen polémicamente a los golpes y en el cual debe haber un árbitro y unas reglas que eviten los comportamientos antideportivos, en este caso, los insultos o descalificaciones ad hominem. También ante la eventualidad del comienzo de la guerra del […]
El debate constituye una suerte de pugilato de baja intensidad en el cual los argumentos sustituyen polémicamente a los golpes y en el cual debe haber un árbitro y unas reglas que eviten los comportamientos antideportivos, en este caso, los insultos o descalificaciones ad hominem. También ante la eventualidad del comienzo de la guerra del golfo el vicepresidente iraquí de aquel entonces propuso un duelo entre Saddam Hussein y George Bush o entre campeones de ambos ejércitos que dirimiesen el conflicto evitando las muertes de civiles (*), donde el director de la ONU habría de hacer las labores de arbitraje. La Casa Blanca no aceptó el reto, tampoco acepta el diálogo y la cruenta guerra, desde entonces, tiene la última palabra.
El invento platónico-socrático del diálogo, bajo modelo pugilístico como ejemplifica meridianamente el Protágoras, apoya la optimista tesis de que mediante el ejercicio de la razón puede derogarse la violencia y la ley del más fuerte a la hora de dirimir los conflictos entre los seres humanos. En este sentido parecería que el tolerante, dialogante y pacifista Zapatero partía de una cierta ventaja sobre el intolerante, belicista y no dialogante heredero de Aznar. Si se hubiesen calzado los guantes de boxeo la ventaja inicial hubiese sido para Rajoy, más corpulento, aunque el flaco Zapatero bien pudiera dar sorpresas ante una cosa más grande aplicando el uno-dos y haciendo llorar a su contrincante, una vez minadas sus defensas hombrunas.
¡No importa! El espacio retórico de los debates políticos contemporáneos está cercado de una muralla irrebasable, que no es otra sino el realismo político de la aceptación del mercado. Tipos de interés con respecto a las hipotecas, gastos médicos, escolares, un simple dirimir si un candidato nos ofrece 200 euros más que el otro, eso es todo lo que está en juego. Lo de España y el terrorismo no es sino folklore y si lo primero es traducible también en valor de cambio -si Cataluña coge las pelas o las coge el gobierno central- lo segundo se mantiene en el valor de uso de legitimar a los candidatos en la oferta que papa Estado debe hacer en vistas a proporcionar seguridad a los menores de edad que tiene bajo su cargo.
El que Rajoy le dijese a Zapatero que no diese cifras macroeconómicas que no importan a nadie sino que hablase de las gentes de carne y hueso era sólo humo retórico, los dos se engolfaron en las estadísticas dispares que les habían preparado sus asesores, ninguno de ellos habló de las personas de carne y hueso, porque las personas de carne y hueso saben, que con respecto a la economía, poco importa que gane uno u otro de los dos grandes candidatos. Otra cosa distinta es si una persona de carne y hueso es católica y otra es homosexual, entonces, en el terreno de las ideologías, se aprecian algunas diferencias. Pero el esclavo de la hipoteca al que se insiste en llamar ciudadano libre y trabajador asalariado tiene y tendrá por amo a un banco, una entidad usurera que financia tanto a un partido como al otro y que le exprimirá la mayor parte de su vida.
Con respecto a la educación todo es una gran mentira. Gobierne quien gobierne en nuestra sociedad de clases las bajas se educarán de forma baja, las medias de forma media y las altas de forma elevada. Algunos de las medias harán ingentes sacrificios para que sus hijos aprendan inglés y alemán y estudien, por ejemplo, medicina, parte en Alemania y parte en Estados Unidos. De ese modo serán cirujanos que vivirán con unas rentas muy grandes. Las bajas no tienen oportunidad alguna de movilidad social y todo el mundo sabe que da igual que se ponga educación para la ciudadanía o más inglés, los colegios públicos y los concertados no son sino guarderías. Hace ya mucho tiempo que ambos partidos mayoritarios, siguiendo las leyes del mercado, desmantelaron la buena educación pública universal. El modelo estadounidense, con la globalización, se ha impuesto también en Europa.
Volviendo al debate que nos ocupa, como era de esperar, al subir el ritmo y calor del combate el que debió ser penalizado por dar un golpe bajo fue Rajoy, que insultó a Zapatero bajo la gravísima acusación de haberle puesto la mano encima a una víctima de ETA, pues no otra cosa significa el que le espetase que había agredido a las victimas del terrorismo. Como los comportamientos de los grandes los copian los enanos no es de extrañar que los violentos belicistas de a pié seguidores del PP inventen agresiones y acusen a quien les encara de haberles pegado. Curiosa inversión de perspectivas: los herederos de Franco, amigos de la guerra de Bush y de los golpes bajos, acusando de violentos a los que llaman pensadores de Alicia y adeptos del buenismo pacifista. ¡En qué quedamos! Pero el cúmulo de contradicciones no se queda ahí.
Los titulares de los diarios perfectamente eran predecibles sin necesidad de ser Nostradamus. Titulares contradictorios, claro. Los diarios afines al PP dicen que objetivamente la victoria a sido de Rajoy, mientras que los diarios afines al PSOE indican que la victoria ha sido de Zapatero.
Titular de El País «Victoria por la mínima de Zapatero» (26-02-2008).
Titular de La Razón «Rajoy acorrala a Zapatero» (26-02-2008).
Titular de El Mundo «Un Rajoy siempre al ataque obliga a Zapatero a escudarse en el pasado» (26-02-2008).
Titular del ABC «Rajoy arrincona a Zapatero en inmigración, educación, precios y ETA en un duro debate» (26-02-2008).
Titular de Público «Zapatero gana con contundencia el cara a cara» (26-02-2008).
Titular de Libertad Digital «Los pesos pesados del PP destacan la victoria de Rajoy frente a un evasivo Zapatero» (26-02-2008).
¡No importa! La persona de carne y hueso sabe que la política y los medios de comunicación se han convertido en una tomadura de pelo. Pagará su hipoteca como mejor pueda, cuidará de sus hijos lo mejor que sepa y no podrá esperar ningún cambio de su situación con respecto al mercado capitalista, que es quien gobierna a quienes gobiernan. Entre tanto el espectáculo del debate a dos seguirá, mostrando un bipartidismo de economía única que perjudicará, eclipsándolos, a los partidos minoritarios. Al final, las mayorías se decantarán por el voto útil, realista, que no se hace ilusiones y sabe que la economía es la que manda. Y entre tanto, nosotros, los no realistas, los utópicos, los revolucionarios, los que aspiramos a unos cambios que bajo nuestras actuales condiciones y circunstancias no son posibles, votaremos a alguno de esos partidos que no podrán gobernar, al que se atreva a hacer frente al capitalismo.
Notas:
(*) http://www.clarin.com/diario/2002/10/04/i-03102.htm