Como dice el poeta Mario Benedetti «el olvido está lleno de memoria» y parece que muchos no entendieran la relación entre La Iglesia y los poderosos en la sociedad chilena. Un dato que traemos a la memoria, el Cardenal Raúl Silva H. durante la dictadura recibió el apodo de «cura rojo» por parte del pinochetismo, […]
Como dice el poeta Mario Benedetti «el olvido está lleno de memoria» y parece que muchos no entendieran la relación entre La Iglesia y los poderosos en la sociedad chilena. Un dato que traemos a la memoria, el Cardenal Raúl Silva H. durante la dictadura recibió el apodo de «cura rojo» por parte del pinochetismo, de los empresarios y políticos con los que solía reunirse el dictador en grandes cenas donde les recordaba «Señores, estamos en guerra». Son esos mismos que después que perdió el poder se alejaron de Pinochet y ni siquiera fueron a su funeral. Son los mismos que dijeron que «los empresarios aman al ex Presidente Ricardo Lagos». Cuando por edad el Arzobispo se retiró de su responsabilidad y nos dolió que aquel que había sido voz de los sin voz
ya no fuera la cabeza de la Iglesia Chilena, el Papa designó a Juan Francisco Fresno, de pensamiento mucho más conservador. Entonces la esposa de Pinochet expresó a los medios de comunicación «Dios nos ha escuchado». Porque pensaron que el nuevo Arzobispo Francisco Fresno iba a hacer la vista gorda frente a los crímenes de Lesa Humanidad y frente al modelo político definido como capitalismo salvaje. Y se equivocaron rotundamente porque siguió la línea de defensa de la vida, denunciando las torturas, pidiendo respuesta por los desaparecidos y muertos en falsos enfrentamientos.
Y algo fundamental: mantuvo activa con su legión de abogados, médicos y asistentes sociales a la Vicaría de la Solidaridad.
Eso ya es historia, pero que en parte tiene algo parecido a lo que sucede hoy. La Iglesia ha tenido un serio retroceso en relación a lo que fue el Vaticano II y los nombramientos de Obispos han sido hechos con un criterio de la Iglesia de la Cristiandad que pone en primer plano la moral tradicional, el catecismo y deja de lado la doctrina social de la Iglesia. Esto se ha notado en Chile en el abandono de la Iglesia de muchos sectores populares que ya no la sienten madre y maestra. Además la prédica se centra en aspectos casi exclusivos de índole sexual donde coincide con los sectores más retrógrados de la sociedad: en los temas como la píldora del día después, las relaciones prematrimoniales, el uso del condón y la no aceptación de las parejas homosexuales sean de mujeres u hombres.
Pero recientemente ha ocurrido un hecho que parecía insólito en el Chile neoliberal de hoy, Monseñor Goic fue llamado por sectores del pueblo mapuche para que mediara entre las autoridades gubernamentales en el caso de Patricia Troncoso, la huelguista cuyo ayuno duró más de cien días. Pero antes el Obispo Goic escandalizó a los sectores empresariales y de derecha hablando que era necesario que se impusiera un sueldo ético que definió cercano a los doscientos cincuenta mil pesos. La Senadora de ultraderecha
Evelyn Mattei llamó al obispo de ignorante porque no era un economista y algo parecido ocurrió en todo el empresariado. Después se disculparon pero ya habían lanzado la piedra. Goic replicó que si bien era cierto que no era economista, también era cierto el que sí estaba en contacto con los pobres y sabía que el sueldo mínimo no alcanzaba para una vida digna. En el caso del pueblo Mapuche ha ido más allá criticando a la sociedad chilena como racista, excluyente y arribista. Adujo a su experiencia de trabajo directo con el pueblo mapuche y que había que respetar su diferencia cultural y hacer valer sus derechos. Consecuente con sus palabras apoyó en todo momento a la huelguista que otros han llamado terrorista, y escribió unas hermosas palabras a Patricia cuando puso fin a su huelga de hambre. Patricia Troncoso en lo que yo creo que es un optimismo no muy fundamentado todavía, dijo a la prensa «Hemos recuperado a la Iglesia para el pueblo». Una afirmación que creo refleja más un anhelo que una realidad hoy día. Goic por su parte ha insistido en que la Iglesia tiene que estar con los necesitados, con los pobres, con los excluidos del modelo económico y pone énfasis en que hay una brecha que se abre cada día más entre los que son muy ricos y los que son muy pobres.
La semana pasada los trabajadores de las salmoneras en el sur de Chile le pidieron expresamente a monseñor Cristián Caro que mediara en el conflicto que mantenían con los patrones. Estos últimos se negaron rotundamente y dijeron al igual que ayer, que ese no era el rol de la Iglesia. Esto lleva a recordar cuando el pinochetismo decía que la Iglesia se metía en política por defender los Derechos Humanos. Hoy la monstruosidad del modelo que genera tanto dolor y sufrimiento en los trabajadores, pobladores y pobres del país parece que está haciendo desempolvar a más de un sacerdote u obispo las Encíclicas Sociales de la Iglesia. Si esto ocurre los trabajadores volverán a sentir la fuerza de Cristo expresada a través del apoyo de los pastores. Si no ocurre los pobres tendrán que luchar solos por sus legítimos derechos sabiendo que la oligarquía cuenta con sectores que sí están comprometidos con el sistema capitalista como Los Legionarios de Cristo o el Opus Dei. Esperamos esperanzados que surjan otras voces como la de Goic y Monseñor Baeza que estuvo a cargo de la Vicaría de la Pastoral Obrera. Los que desde la Iglesia trabajamos por los derechos humanos y sufrimos relegación, tortura y muerte de amigos rogamos porque Dios ilumine a nuestros Pastores y que causen escándalo entre los fariseos y poderosos de hoy como lo hizo ayer el crucificado.