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Al descubierto el papel del capital británico

Así se preparó la masacre de oficina salitrera La Coruña

Fuentes: Rebelión

Junto con la masacre de la Escuela Santa María de Iquique -1907-, la matanza en la oficina salitrera La Coruña -1925- es uno de los crímenes más grandes contra los trabajadores chilenos. Fue preparada por los agentes del imperialismo inglés contra los obreros del salitre. En enero de 1925 se hizo cargo de la Legación […]


Junto con la masacre de la Escuela Santa María de Iquique -1907-, la matanza en la oficina salitrera La Coruña -1925- es uno de los crímenes más grandes contra los trabajadores chilenos. Fue preparada por los agentes del imperialismo inglés contra los obreros del salitre.

En enero de 1925 se hizo cargo de la Legación británica en Santiago Sir Thomas Hohler, quien jugó un rol destacado en los acontecimientos ocurridos en Chile durante 1925 y 1926. De inmediato comprendió que la inestabilidad política en el país era una amenaza para los intereses británicos. En especial le inquietaban las reuniones de militares, obreros y estudiantes. Comunicó al Foreign Office (Ministerio de Relaciones Exteriores británico) que había desaparecido gran cantidad de armas de los arsenales militares, las cuales habían sido distribuidas al pueblo por los oficiales jóvenes que tomaron parte en el golpe del 23 de enero de 1925, y que agentes extranjeros distribuían propaganda soviética. (Nada de esto ocurrió en realidad).

Además, Hohler señaló que encontraba semejanza entre lo que ocurría en Chile y lo que había presenciado en México, a comienzos de 1911, cuando se inició la revolución mexicana. El informe de Hohler, de 11 de febrero de 1925, causó inquietud en el Foreign Office. Algunos funcionarios presagiaron que se iba a producir una revolución sangrienta con motivo del retorno de Arturo Alessandri, que vivía exiliado en Italia luego de haber sido derrocado por un golpe militar reaccionario el 11 de septiembre de 1924. Pero la opinión dominante en el Ministerio de Relaciones Exteriores inglés fue que era conveniente para los intereses británicos en Chile apoyar a Arturo Alessandri Palma.

LA «AMENAZA COMUNISTA»

Thomas Hohler recibía y enviaba no-ticias. Le informaron que la situación creada en el norte salitrero se debía a «agitadores comunistas», pero que el gobierno realizaría la acción apropiada. Sobre esto envió un telegrama al Foreign Office el 14 de febrero de 1925.

Hohler dedujo de las informaciones que las vidas y propiedades de los británicos en Chile estaban amenazadas por los comunistas. Y ello fue la base de toda su gestión diplomática y de la presión que ejerció sobre el gobierno chileno. Tanto la correspondencia entre Hohler y los cónsules británicos en Antofagasta e Iquique, así como sus gestiones con ocasión de los sucesos de 1925, revelan la preocupación de estos diplomáticos respecto de las huelgas salitreras de 1925. Y no se quedaron en la inquietud. Intervinieron activamente en los asuntos internos de Chile.

Tenían razón los agentes imperialistas para estar inquietos. Hacia 1925 se había fortalecido el movimiento obrero. La FOCH, fundada el 25 de diciembre de 1919, adquiría cada vez mayor fuerza. Otro tanto ocurría con el Partido Comunista, surgido en 1912. El triunfo de la Revolución de Octubre en Rusia, influía en amplios sectores populares.
Las luchas reivindicativas de los obreros de la pampa estaban estrechamente vinculadas con la existencia de la industria salitrera como actividad privada. Las acciones del proletariado salitrero atacaban directamente las bases de la industria del nitrato en manos británicas. Desde 1920 exigían su nacionalización.

En marzo de 1925 retornó a La Moneda Arturo Alessandri Palma. En abril, estallaron una serie de huelgas. Desde la lluviosa Valdivia, en el sur, hasta Tocopilla, en el norte salitrero. Pararon estibadores, jornaleros, cargadores, empleados de aduana, pampinos del salitre, mineros del cobre, etc. En una revista naval de la Armada efectuada en Valparaíso el 7 de abril, ocasión en que estuvo presente un barco de guerra inglés, el Constance , el presidente Alessandri aseveró que las demostraciones de descontento de los trabajadores no eran justificadas. Amenazó con que si no terminaba la subversión, se vería obligado a hacer uso de la autoridad que lo investía, en cumplimiento de su deber constitucional. Esto fue comunicado por Hohler al ministro de Relaciones Exteriores británico, Chamberlain, el 9 abril.

¿CUAL ERA LA SUBVERSION DE LA QUE HABLABA ALESSANDRI?

Los obreros del salitre planteaban, en-tre otras, las siguientes demandas: aumento de salarios conforme al alza del costo de la vida; mejoramiento de las condiciones de trabajo; nacionalización de las oficinas salitreras; cambio de algunas autoridades con un comportamiento antiobrero; abolición de la Asociación de Productores de Salitre de Chile; reconocimiento de los derechos sindicales; término de las brutalidades contra los obreros; peso correcto de los sacos salitreros; «ley seca» en las salitreras y su extensión gradual a todo el país; nacionalización inmediata del ramal de Iquique a Pintados, del ferrocarril longitudinal.

Una delegación de trabajadores del salitre viajó a Santiago en mayo de 1925. Se entrevistó con el presidente Alessandri al cual expusieron sus reivindicaciones.

Alessandri se sentía firme en el poder y contaba con el respaldo británico. Una muestra de ello fue la estadía en aguas chilenas del mencionado buque Constance , cuya oficialidad y marinería visitó Valparaíso y Santiago. El 11 de abril se retiró de nuestras costas, cumplido su propósito de neutralizar el temor de los británicos residentes de que los movimientos obreros en el salitre pudieran conducir un levantamiento social.

La razón de la visita del Constance a Chile fue que el almirante Sweet, ex comandante en jefe de la Armada de Chile, confidenció a míster Hohler que la situación en Antofagasta era muy delicada. Le dijo que el regimiento Esmeralda (el Séptimo de Línea) había permanecido demasiado tiempo en la guarnición de Antofagasta (18 años) y se había contagiado con la propaganda comunista. Que oficiales y soldados participaban en manifestaciones callejeras con sus uniformes, que gritaban consignas subversivas y que lanzaban sus gorras al aire en los desfiles encabezados por la bandera roja.
Hohler comunicó al comandante del Constance , el 9 de marzo de 1925, que el regimiento Esmeralda, sus oficiales y soldados estaban insubordinados, ya que todos ellos eran bolcheviques. Tres días después el barco de guerra británico llegaba a las costas chilenas.

Los agentes británicos en Chile comprendieron la gravedad de la inquietud laboral en la región salitrera. Se dieron cuenta que estaba en juego el futuro de los intereses salitreros británicos. Las demandas planteadas por los obreros tocaban puntos vitales de la estructura que servía de marco operativo a la producción y comercialización del salitre y yodo.

LOS «AGITADORES»

John Mitcheson, cónsul británico en Antofagasta, comunicó por escrito a Hohler que las huelgas salitreras de abril y mayo de 1925 habían comenzado con la llegada de «agitadores» a la pampa de Antofagasta, y que ellos habían sido la causa de la huelga en la pampa de Iquique. La solución para Mitcheson era expulsar a los «agitadores» y clausurar el periódico El Comunista .

En su opinión, la fuente de las dificultades no estaba en el norte, sino en Santiago y Valparaíso, desde donde se enviaba a los «agitadores» al norte. Había que suprimir a los comunistas y su prensa, se necesitaba una acción más drástica del gobierno. Este mismo agente británico afirmaba que «un movimiento socialista ultra en el norte de Chile sólo crearía un desierto deshabitado, pero nunca un Estado bolchevique»(*).

En abril de 1925, Hohler visitó al ministro de Relaciones Exteriores para señalarle que el norte salitrero estaba muy alborotado por la propaganda «sediciosa».

También informó al Foreign Office que la IWW (Industrial Workers of the World) tenía «agitadores» en el norte de Chile quienes tenían conexiones cercanas con la FOCH. (Correspondencia de Hohler con Chamberlain de 7 y 17 de abril, 1925).
El 6 de mayo, Hohler informó al Foreign Office de un discurso pronunciado por el mayor Millán (del ejército) en un banquete de obreros ferroviarios. Este oficial había expresado simpatías de las Fuerzas Armadas por el movimiento obrero y por la obra de su dirigente, Luis Emilio Recabarren, quien se había suicidado el 19 de diciembre de 1924. Según Hohler, el coronel Carlos Ibáñez del Campo estuvo presente en ese banquete y aprobó el discurso del mayor Millán.

También Hohler envió copia de una carta de A.W.F. Duncan a David Blair, representante de la Casa Gibbs, en Valparaíso. Informaba que otra huelga general estaba por comenzar y que los trabajadores recurrían a medidas más enérgicas para sus demandas: estaban acopiando dinamita y colocando cargas del explosivo en lugares estratégicos. Comunicaba, asímismo, que las tropas enviadas a la pampa no tomarían ninguna acción contra los obreros, porque estaban dispuestos a apoyarlos en su lucha. Esta situación había sido revelada por espías de los empresarios. (Correspondencia de A.W.F. Duncan a David Blair. Iquique, 7 de mayo de 1925).

Hohler recibió instrucciones secretas del Foreign Office para actuar en Chile, pero éstas desaparecieron. Así lo explica el riguroso investigador Alejandro Soto: «Desgraciadamente, no sabemos la naturaleza de esas instrucciones, lo que constituye una seria limitación para la reconstrucción histórica de la participación que tuvo la diplomacia británica en el desarrollo de las huelgas salitreras de 1925 y 1926. Ignoramos la naturaleza de las instrucciones, porque parte importante de la correspondencia intercambiada entre el Foreign Office y el ministro británico en Santiago en 1925 y 1926 ha desaparecido del Public Record Office de Londres, que es el archivo nacional de Gran Bretaña. Se sabe de su existencia porque hay un índice que registra, caso por caso, que los documentos mencionados fueron realmente despachados. Este registro nos cuenta del contenido, destino, fecha y número de toda la correspondencia intercambiada. Los funcionarios del Public Record Office llegaron a la conclusión que ellos habían sido arrancados del lugar en que debían estar. Uno tiene que concluir que se trató de ocultar algo que no podría ser muy favorable para la diplomacia británica». (Alejandro Soto, Influencia británica en el salitre , p.286).

CULMINA PREPARACION DE LA MASACRE

Partiendo de las denuncias de empresarios y agentes del imperialismo británico -que estuvieron estrechamente comprometidos con el gobierno de Arturo Alessandri en el desarrollo de los acontecimientos previos a la matanza-, las autoridades adoptaron diversas medidas represivas contra los trabajadores. Cerraron los periódicos comunistas El Despertar de los Trabajadores y El Surco , que se publicaban en Iquique; detuvieron a 30 dirigentes obreros; fuerzas represivas fueron enviadas a puertos salitreros y oficinas; llegaron a las costas nortinas buques de guerra como el Zenteno , O’Higgins , Lynch , Riquelme y Williams Rebolledo . El regimiento Rancagua llegó a la zona con ametralladoras y granadas.

Todo se llevó a cabo sigilosamente, en el «mes de tregua» acordado entre patrones y obreros del salitre. Se quería dar un golpe sorpresivo a los pampinos, pero las cosas no salieron como estaban planeadas. El gobernador de Pisagua inició los arrestos con uno o dos días de anticipación a lo previsto. Los trabajadores declararon la huelga en solidaridad con los detenidos. Ante la represión, ocuparon las oficinas salitreras. Diez de éstas se declararon en huelga.

En dos, Alto de San Antonio y La Co-ruña, adquirieron nivel de levantamiento de autodefensa.
Declararon también la huelga los obre-ros ferroviarios, los tripulantes de re-molcadores, los estibadores de Iquique y Mejillones. Todos pedían mejoras de salarios.

El 3 de junio tuvo lugar una masiva con-centración en Alto de San Antonio, convocada por el Consejo Industrial de la FOCH, que agrupaba a numerosas oficinas salitreras. Se produjo un enfrentamiento entre los pampinos y policías. Cayeron muertos dos de estos últimos. Como respuesta a esa provocación mon-tada por las autoridades, la FOCH llamó a una huelga general en el cantón y el paro se extendió a toda la provincia de Tarapacá.

El 4 de junio de 1925 el puerto de Iquique amaneció paralizado. Estaban en huelga los obreros marítimos, ferroviarios y conductores de carretas. También los operarios de las 124 salitreras que se habían tomado los trabajadores.
Tras los sucesos en Alto de San Antonio, que formaban parte de un plan de provocación y aniquilamiento del movimiento sindical por parte del gobierno de Arturo Alessandri, los trabajadores se apoderaron de las oficinas Galicia y La Coruña y distribuyeron víveres entre los habitantes del sector. Los intereses salitreros británicos por primera vez habían sido golpeados en conjunto.

El comandante general de armas y jefe de la guarnición de Iquique, Recaredo Amengual, comunicó al ministro de Guerra, coronel Carlos Ibáñez del Campo, que «en la pampa había estallado la revolución soviética». El gobierno declaró estado de sitio por sesenta días en las provincias de Tarapacá y Antofagasta.

Carlos Ibáñez, convertido en hombre fuerte del gobierno, ordenó a Amengual enviar tropas a la pampa y someter por la fuerza a los obreros.

El 4 de junio de 1925 se iniciaban la masacre de La Coruña

(*) Ver correspondencia de Mitcheson a Hoh-ler el 19 y 20 de abril de 1925. Citada por Alejandro Soto en Influencia británica en el salitre , p. 279.