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La consistencia de los sueños de Saramago

Fuentes: IPS

Sin vacilaciones, el siempre sarcástico y mordaz José Saramago, con 85 años a cuestas, continúa siendo un defensor incansable de «ideas que van contra la marea». Reconoce que su reputación «es de una persona seca, dura, antipática y de ser vanidoso».

«Pero también soy un sentimental», dijo el escritor comunista portugués, ganador en 1998 del premio Nobel de Literatura, al admitir su emoción mientras recorría la mayor exposición sobre su vida y obra, inaugurada oficialmente este miércoles, en la celebración del Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor y un día antes de abrir sus puertas al público hasta el 27 de julio.

En el acto oficial participaron el ministro de Cultura de Portugal, José Antonio Pinto Ribeiro, y su par español de la misma cartera, César Molina, invitado especial a la inauguración de la exposición titulada «José Saramago – La consistencia de los sueños». Este fue el principal acto oficial que Portugal dedicó al libro, en el día instituido en 1996 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), también celebrado por bibliotecas, editoras y alcaldías y las más antiguas librerías de Lisboa, donde se ofrecerá una rosa a quien compre un libro. En varias oportunidades fue anunciada la muerte del libro. Pero el aviso hasta ahora se reveló prematuro.

Según la Unesco, el libro está vivo y continúa siendo «un instrumento único de cultura, educación, comunicación y diversión».

Rodeado por un grupo de periodistas convidados, entre los que se contaba IPS, Saramago visito el martes la exposición junto a Pinto Ribeiro y Fernando Gómez Aguilera, director de la Fundación César Manrique, de España, donde el escritor portugués reside hace 15 años.

Su objetivo es mostrar la obra literaria y el pensamiento crítico del escritor, a través de 1.200 documentos, obras inéditas, manuscritos, notas personales, primeras ediciones, fotografías, vídeos, recortes de periódicos, libros, su máquina de escribir y otros objetos personales.

Después de Portugal se transformará en una exposición itinerante que luego seguirá viaje a Brasil, Argentina, México y España.

La concepción de la muestra pertenece a la Fundación César Manrique, con sede en Lanzarote, una de las islas que forman el archipiélago de Las Canarias, donde el Nobel vive con su esposa, la periodista española Pilar del Río, desde que decidió autoexiliarse en 1993.

Manrique expresó, por su parte, que la presentación de la exposición, en el Palacio de Ajuda de Lisboa –la fastuosa residencia real inconclusa que nunca llegó a ser habitada por la monarquía imperial portuguesa– es una manera «de traducir modestamente la vida y obra de José Saramago, uno de los grandes escritores del Siglo XX».

Explicó que la exposición fue concebida para varios tipos de públicos, «con una perspectiva generalista y también para incluir a los niños, para que puedan relacionarse con la obra de Saramago a través de los dispositivos audiovisuales».

Saramago recordó con amargura, pero sin rabia, la decisión del gobierno conservador del primer ministro Aníbal Cavaco Silva, actual presidente de Portugal, de vetar su libro «El evangelio según Jesucristo» para el concurso de literatura europeo que necesitaba un aval oficial de los respectivos gobiernos.

En otro momento de su diálogo con la prensa, dijo haber descubierto «hace poco tiempo que el idioma más bonito del mundo es el portugués» y que, «tal vez por vivir en el extranjero, comencé a saborear las palabras y a reconocer su belleza melódica».

«La lengua es el aire que respiramos», sentenció al exhortar a los periodistas a cultivar este concepto, porque «es una gran responsabilidad de la comunicación social la defensa del portugués, el de (Luiz Vaz de) Camões» (1524 y 1580), autor de la obra épica «Os Lusíades» considerado el mayor poeta del mundo lusitano. Respecto del conformismo, recurrió al invento de una palabra usando la metáfora del cordero, al estimar que en Portugal, «estamos un poco ‘acorderados'».

«Los escritores no pueden salvar ni el mundo ni el país en que viven», apuntó, pero subrayó que, a pesar de esto, «hay mucho trabajo por delante, no para restituir a Portugal el papel que sólo episódicamente tuvo, sino para ser un lugar en que se reconozca a si mismo».

Sobre las polémicas entre brasileños y portugueses, suscitadas por la unificación idiomática para los 235 millones de usuarios de la lengua de Camões mediante el Acuerdo Ortográfico, Saramago desdramatizó el asunto, al recordar que él mismo, ya estuvo en contra y a favor.

Unificar el idioma en los países, extensivo a los africanos Angola, Cabo Verde, Guinea-Bissau, Mozambique y Santo Tomé y Príncipe, a los asiáticos Timor Oriental y Macao, y a las llamadas «reliquias étnicas» de Goa, Diu y Damão (India), que usan la versión de Portugal, fundamentalmente se trata de «una operación estética a la lengua».

Existen grupos de intelectuales, artistas y autores en contra y a favor, pero lo importante es que «hay que volver a escribir bien, algo que no es un defecto, ni ser pretencioso», enfatizó con evidente ironía alusiva a los frecuentes calificativos de «arrogante» con que le tildan sus detractores.

En lo que a sus futuros libros concierne, Saramago anunció que continuará escribiendo de la misma manera «y que los correctores de estilo se ocupen de eso».

Su nuevo libro anunciado, «El viaje del elefante», deberá estar en las librerías el próximo otoño boreal, pero en la obra, «discúlpenme las señoras, no habrá historia de amor», afirmó con una sonrisa provocadora.

El único ganador de un premio Nebel de lengua portuguesa concluye su diálogo con los periodistas vaticinando que «con 85 años, sé que no voy a vivir mucho más», pero lo que más le preocupa no es eso, sino «tener que dejar de trabajar por no tener nada más que decir».