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El marxismo y los gobiernos de «izquierda»

Fuentes: Rebelión

Trascendencia del marxismo Son muchos los análisis y acontecimientos transcurridos, después del histórico y anunciado debacle de la Unión Soviética, experiencia, aún en nuestro medio, huérfana de valorar y considerar en sus justas proporciones y repercusiones. Que sea la oportunidad para, en medio del ascenso de las luchas patrióticas que se vienen presentando en Latinoamérica […]

Trascendencia del marxismo

Son muchos los análisis y acontecimientos transcurridos, después del histórico y anunciado debacle de la Unión Soviética, experiencia, aún en nuestro medio, huérfana de valorar y considerar en sus justas proporciones y repercusiones. Que sea la oportunidad para, en medio del ascenso de las luchas patrióticas que se vienen presentando en Latinoamérica y que han conducido a la conformación de gobiernos denominados de izquierda, logremos comprender la naturaleza de los mismos, sin ilusiones tropicales ni falsas esperanzas, pero en sus reales dimensiones y efectos.

Los estudiosos, y no los charlatanes ni la burguesía, han valorado la trascendencia histórica del marxismo, sus presupuestos epistemológicos y científicos en todos los campos, pero en particular, los atinentes a las leyes que rigen el mundo material, la naturaleza, la sociedad y el pensamiento; el desenvolvimiento social, la existencia de las clases, sus contradicciones; la pauperización, el Estado, el análisis profundo del origen y desarrollo del capitalismo, representan entre otros, imperecederos legados clásicos de historia, política, sociología y economía, temas ineludibles que sin sus presupuestos teóricos ó experiencias, no serían lo que son, arma indiscutible para las clases oprimidas que luchan por su emancipación, lo que lo hace ser aborrecido por los explotadores, acólitos y oficiantes del mercado.

Afortunadamente la realidad es la fuente que nutre la ciencia y así mismo, verifica, corrobora sus resultados y presupuestos. No podría llamarse marxismo, si éste no siguiera la metodología científica. Sin embargo, ello no lo exime de que en su nombre o bajo sus postulados pelechen toda gama de dogmas o atrancos ajustados a intereses de clase. No podría ser de otra forma, lucha y confrontación, que lo hace avanzar y actualizarse permanentemente. Es la confirmación misma de la dialéctica.

Lucha de clases y el nuevo camino por recorrer

La historia muestra fehacientemente, ejemplos de cómo las clases detentadoras del poder recurren a mil embustes o actos de terror, cuando están con el agua al cuello o en peligro sus intereses. Nada más peligroso que una fiera herida. ¿Acaso la debacle de la URSS no devino del asalto externo e interno de la burguesía? ¿No complotó contra ella el imperialismo, valiéndose incluso del jefe de la cristiandad? ¿En lo interno, no se soslayaron políticas impulsadas primero por Jruschov, luego por Brezhnev, como el glasnost (‘apertura’ o ‘transparencia’), la perestroika (reestructuración económica) de Gorbachov, quienes acuñados por la ideología burguesa en el seno del PCUS dieron la estocada final a la primera experiencia socialista mundial?

¿La burguesía acaso no permea corrompiendo organizaciones sindicales, pervirtiéndolas y colocándolas a su servicio? ¿No infecta con su ideología egoísta lideres obreros y no mantiene eclipsadas con medias verdades, a través de los medios y dádivas del estado corrupto a la población? ¿Acaso las clases marginadas, no han comprobado a sus señuelos, que muestran miel en los labios y ponzoña en el corazón?

El capitalismo, no sólo es un modo de producción, sino también, un modo de vida que se reproduce constantemente, forja matices, deviene tácticas, establece variantes. No obstante, no es eterno. Adolece, como cualquier forma material o de organización social de contradicciones y quiebras que lo abocan a desaparecer. Las contradicciones antagónicas que lo carcomen por su carácter, cada vez más individualista y explotador, lo conducirán a una prolongada, violenta y lenta agonía. La profunda crisis recesiva que abate al imperio, no es casual y obedece a su naturaleza depredadora. Así como crece en profundidad y extensión sus trances, igualmente se atesoran experiencias populares evocadoras de una nueva sociedad. Ya han dejado su impronta valiosas experiencias desde la gloriosa comuna de Paris, la Revolución de Octubre… ensayos de nuevas formas alternativas de producción colectiva y de novísimas relaciones sociales en la historia de la humanidad, visos anunciadores de su inevitable hundimiento histórico.

Las leyes que rigen el desenvolvimiento social o material no son caprichosas, no actúan a voluntad de unos cuantos iluminados, sino, se atiene a procesos de origen, evolución, desarrollo y potenciación. Las contradicciones materiales o de clases e intereses, propios a la naturaleza de los fenómenos, son el reflejo del movimiento material y social, representan los motores de la transformación de una cosa en otra, de saltos cuantitativos y/o cualitativos; las involuciones o retrocesos y viceversa; en fin, a procesos inherentes al desarrollo de las cosas.

La realidad siempre supera la teoría, es cierto, pero ésta sin ella, no pueden darse luces, ni mucho menos contribuir a su transformación. Si bien, las experiencias en la lucha por alcanzar la independencia y redención social son múltiples y diversas, ninguna práctica exitosa de los oprimidos, apunta a que las clases sojuzgadas cifren sus esperanzas en las clases opresoras y su establecimiento colonial, neocolonial ó en sus políticas o supuestas «ayudas» que a nivel internacional, los organismos afectos al imperio o por el imperio mismo, promueven «sanamente», sin aparente beneficio de inventario, y sean, las que conduzcan a la redención.

Para el capitalismo y la burguesía, es el mercado y el capital sus réditos. El imperialismo sin finanzas ni multinacionales que exploten, acumulen, sometan, aplasten, violenten ni especulen a los pueblos, no existe. Por eso, para los ingenuos intelectuales positivistas e incautos del común que consideran una «perdida para el país y la sana competencia» el reciente aplazamiento del TLC de Estados Unidos con Colombia y no relacionan, las experiencias vividas por el pueblo mexicano y chileno, niegan la realidad viviendo el sopor del hace mucho calcinado sueño americano.

Estrategias de reposicionamiento del imperio con las otras potencias, a través de políticas de «seguridad», lucha antiterrorista y antinarcótica, esconden mayor pillaje y apuntalamiento neoliberal en Colombia, frente a la avanzada de gobiernos reformistas.

Los objetivos máximos que alientan los «Tratados de Libre comercio» en boga, amparados en la ley de la selva de los monopolios e intereses privados sostenedores de las columnas del capitalismo y el imperialismo y no, en los lazos de igualdad, justicia, respeto y defensa de los intereses colectivos de la sociedad, aún sin construir en las relaciones internacionales, no son más que trazas de despojo y opresión.

Políticas orientadas a sostener, fortalecer e imponer un orden injusto, tanto internamente en los países como externamente, basado en la dominación, no son otra cosa que expresiones despóticas y tiránicas para eternizar los lazos de la barbarie opresiva. Las campañas «humanitarias», «lucha antiterrorista», de «reconstrucción y ayuda», «defensa de los derechos humanos» tan cacareadas por los «salvadores» de la Casa Blanca, las potencias y sus organismos internacionales del agio, especialmente del G8, aparentemente «benéficas» facilitan y apuntalan unas políticas de sojuzgación y explotación. Por eso, cada actitud y medida tomada por los detentadores del Estado y el gobierno, sea su procedencia, reflejan descarnadamente con sus hechos los intereses que defienden, ley de la lucha y las contradicciones de clases en esa determinada sociedad.

El reflejo en el plano interno del juego geoestratégico de las potencias, son las políticas implementadas a garantizar «seguridad democrática» al ejercicio del pillaje. Poder ejercer o retomar el domino territorial para garantizar más valor agregado a través del aprovechamiento o el intercambio, propios a su naturaleza depredadora y abusadora; acceder o mantener el control de recursos energéticos, materias primas y mercados que les permitan atenuar las crisis cada vez más profundas y recurrentes, ahora en tela de juicio ante la ola de reformas y gobiernos alternativos que pugnan por adecuar sus estados a los intereses nacionales, es una necesidad acuciante a todas luces de la hegemonía norteamericana.

El «Plan Colombia», la «lucha antiterrorista y antinarcótica» en el plano político y militar, sirven para garantizar y acentuar, políticas de mayor despojo y pauperización inmisericorde del pueblo. Es por tanto, mejor aprovecharse, en la lógica de la burguesía, de un mal, como la vandálica acción de los grupos insurgentes, para en su contra, esconder las causas de la miseria, desempleo, dependencia, atraso y violencia sistemática de terratenientes, trasnacionales y capitalistas, coadministradores del Estado, contra campesinos, jornales, pequeños y medianos productores, comerciantes y en general además, de las ansias de paz y trabajo, de una nación por mucho tiempo desangrada. La profundización de las políticas privatizadoras de lo público, entregada en bandeja de plata a multinacionales y sectores privados, mientras se ejecuta en lo político y militar el dominio y afianzamiento del Estado neocolonial oligárquico, representan la estrategia neoliberal de desvalijamiento del gran capital y su alianza con las clases antinacionales.

«Por sus actos los conoceréis»

La enseñanza marxista de la naturaleza de las clases, queda corroborada, en cada rasgo de la realidad. Al igual, los móviles de las minorías gobernantes de América Latina o el mundo, denomínense conservadores, colorados, social demócratas, liberales, lo único cierto es que la simple lógica de «por sus actos los conoceréis», nos indica la trayectoria, la tendencia o la dirección de su naturaleza, y esto, no es otra cosa que lo expresado claramente por el marxismo. Ésta, que es la abstracción objetiva de la realidad, rasero contundente que define la teoría, es igualmente el desvelamiento de los propios intereses de las clases opresoras o no opresoras en la sociedad.

Para la realidad y el conocimiento científico que tras ella se edifica, no es la simple «buena voluntad de los hombres», o la «piedad» de sus corazones, o sus sentimientos los que esencian los propósitos humanos. La emancipación de los oprimidos es más expedita, no hay otro camino así, tan intensa y original como la revolución social. Sin embargo, ella por sí misma no resuelve nada. Ha de tener una naturaleza de clase y un carácter. Primero, que conscientemente sea obra y beneficio de las mayorías sojuzgadas, de sus intereses, (los de las masas); segundo, que sea orientada y dirigida por la ideología del proletariado, único capaz de conducir la revolución al éxito contra la burguesía y el imperialismo; tercero, permanente, que vaya hasta el final de sus propósitos, alcanzar la redención social, es decir, la eliminación de toda forma de opresión.

Tan caros e irrenunciables objetivos no son a corto plazo ni tienen vigencia próxima por cualquier reivindicación ganada en franca lid. Cada batalla ganada es apenas una escala (arena en la playa) para exorcizar la fuerza del capital; aviene necesariamente una lucha sin fin y miles y miles de batallas por ganar.

La victoria sobre la opresión va más allá de la derrota del capitalismo

La verdad es que, la victoria sobre la opresión, lo han demostrado las experiencias vividas, va más allá de la derrota del capitalismo en un solo lugar. Su influencia y tentáculos sobrepasan las fronteras, lo económico, ideológico, político, militar, cultural; el capitalismo, además de modo de producción, es la forma de vida que jamás el hombre de manera individual pudo aspirar y de clase que ha podido usufructuar, basado en el odioso y «non santo» sacrificio de millones y millones de vidas. En la mayor producción, acumulación de riqueza y felicidad de unos pocos, es la sociedad que más desamparo, desequilibrio, explotación, hambruna y miseria genera a la mayor parte de la población mundial. Por eso, no basta una batalla, sino generaciones enteras para construir formas culturales de conciencia social, modos de producción colectivos que transformen poco a poco siglos de egocentrismo, exclusión, dominio y poder de clases, a formas colectivas de apropiación y proporcionalidad del fruto del trabajo social, que no impida el desarrollo integral de la persona, pero que así mismo, no sea antagónica a los intereses del conjunto de la sociedad. Sociedad, bienestar y persona deben ser una sola realidad para el progreso y la redención humana. Fusión inherente e inquebrantable en el ajeno orden social de producción y vida colectiva de la nueva sociedad.

Dirimir los antagonismos de clases es la tarea máxima colectiva nunca antes emprendida, la de mayor envergadura que consciente y definitivamente ha de librar para sí, para su futuro y su propia supervivencia el género humano. No obstante, no podemos olvidar: jamás será eliminada la contradicción. Ella es el eje que mueve el mundo.

Lo erróneo, ha estado en considerar que la revolución es el final de un proceso. Que la conquista y el mantenimiento del poder, resuelven las grandes contradicciones sociales. Llegar al poder no es fórmula «sine qua non» para la revolución, también lo puede ser para la contrarrevolución. La revolución es el camino más expedito de transformación y cambio social y material. El poder del estado es apenas la daga que puede ser hundida, incluso a la propia victima que se defiende. Como instrumento de clase sirve a los más sagaces, a unos u a otros, mientras dirija la fuerza y en su correlación pueda mantenerse. El hilo es delgado, pero las masas conscientes de su destino colectivo deciden su naturaleza. Siempre habrá más de un camino que recorrer y en ello, lo más importante, es no perder el rumbo colectivo. Por tanto, son muchos y disímiles albures que los desposeídos, como ningún otro, han de trasegar. Todos ellos, factibles y obligados a considerar. No es solo la pertinacia del obrero, es la lucidez mental del científico social, el brío del campesino, el acompañamiento valeroso de la mujer, la tenacidad del indígena, la ardentía de la juventud, la serenidad del longevo. Es en suma, la fuerza, la creatividad y la acción fusionada de los desposeídos que conscientes deciden tomar por asalto un futuro sin amos ni opresión. Es la cúspide y realización del humanismo.

En las actuales circunstancias históricas, no es sólo el poder económico, político, cultural, tecnológico, científico y militar del imperio, del estado neocolonial, del trafico de influencias, conciencias, armas, dinero, drogas, trabajo, clientelas, subculturas sino también, la pobreza mental y material que concitan en contra de la esperanzas de los oprimidos.

Arrastrados a la estandarización del capitalismo que perpetua automatismos, no es fácil eliminar la costra que nos ancla. Avizoramos estrechamente y con simpleza la realidad. Nos perdemos en los hilos de la cotidianidad del mercado y de sus relaciones utilitarias. Malformamos la solución, e impelidos de voluntarismo queremos mitificar también las soluciones. Queremos el socialismo ya, como si este pudiera surgir de una caja de Pandora y avistamos por doquier «socialismos» a reivindicaciones democráticas burguesas, que hace siglo y medio, pasaron de moda en Europa, confundiendo la naturaleza de la hora. Otra cosa diferente, es que sin ellas, es mucho más lejano avanzar al socialismo.

Por eso, considerar las condiciones especificas de la situación concreta de los países, y avistar que la carencia de desarrollo y progreso de hoy en la mayoría de países atrasados de África, Asia, Oceanía, Europa y América, atañe en grado zumo a la danza tiránica que, entre otras mayores miserias, rezaga las fuerzas productivas producto del saqueo y la dominación imperialista, corresponden a lo ya dicho por el marxismo surgidos y demostrados por la realidad. El avance democrático burgués que viene, afortunadamente presentándose por el empuje arrollador de las masas ante el desencanto neoliberal en Latinoamérica, no hace sino corroborarlo.

No se pueden estigmatizar, desechar ni negar las revoluciones democráticas burguesas, porque ellas preludian y potencian las primeras formas de avance socialista.

Lo que hace imperiosa la revolución democrática burguesa, son las condiciones de sojuzgación imperialista existentes. Forma parte, como lo expresaba Lenin, el portentoso maestro de los oprimidos, de la revolución socialista en su etapa preliminar, pero al mismo tiempo, representan el mayor desafío para los oprimidos porque se pueden convertir, en el encuadre y repunte nuevamente de la burguesía.

Aspirar a conquistar legitima o abruptamente los aparatos de poder estatal neocolonial para hacerlos herramientas de la revolución, con el apoyo de las masas, sin perder la mira, su inminente e imprescindible destrucción y construcción de un estado autónomo de todas las clases explotadas, son tácticas correctas del marxismo que no se pueden estigmatizar, desechar, ni menos negar, dadas las cruentas experiencias que a contrapelo, se han presentando a nivel mundial y, en especial en Latinoamérica.

Suman ya innumerables batallas revolucionarias socavadas, ahogadas en su nacimiento por la burguesía y el imperialismo, pero que quedaron incólumes en la memoria de los pueblos, abrevadero inagotable de enseñanzas para afincar sus intereses: México, 1910; Bolivia, 1952; Guatemala, 1944; Chile, 1970; Nicaragua 1979. Experiencias de artesanos, campesinos, capas medias y obreros en confrontación a muerte, como respuesta a la ignominiosa condición de expoliados, contra los terratenientes y la burguesía por alcanzar supremos derechos a la igualdad, mejores condiciones de vida y trabajo, tierra para el que la trabaja, techo, soberanía, igualdad, justicia y democracia.

Tanteos y pujas memorables por el control o destrucción de un Estado que ha sido por milenios instrumento de oprobio y dominación de las minorías gobernantes y, cuyos episodios plagados de heroísmo de las mayorías, aunque adversos en ocasiones como los enunciados, a los intereses populares, constituyen ensayos y lecciones para acumular fuerzas y experiencias en la lucha y colisión definitiva por conseguir sus máximas reivindicaciones. Alcanzar el poder del Estado para ponerlo al servicio de las clases populares, hacer realidad la independencia nacional, justicia, igualdad, bienestar y socialismo. Si bien, son probables como en toda confrontación, desaciertos en los análisis, equívocos en la táctica para enfrentar las políticas opresoras; altibajos en la lucha popular, que corresponden al desarrollo material, a grados de comprensión y conciencia; organización, claridad de los objetivos de la hora, son la cohesión, la condición de clase y la fuerza de los oprimidos, los que acercarán más temprano que tarde, la victoria de los oprimidos.

Conjurar la opresión con la barbarie fortalece el avasallamiento y aleja las masas de su redención

Al mismo tiempo, otear riesgos en la lucha política y de clases en todos los niveles, no absuelve de dogmatismo ni aventurerismo, las practicas insurgentes atroces aisladas del sentir popular. Como plaga, sin miramientos, producto de un análisis táctico errático, dichos procederes, prolongados sin más, durante cinco decenios en nuestro medio, no corresponden a educar y extender la lucha popular y por el contrario, se convierten en espoletas que fortalecen, estrategias estatales y paraestatales de dominación política, ideológica, social, mediática y militar de las minorías gobernantes.

Convalidar las prácticas de secuestro, chantaje, asesinato, que no corresponden a la lucha del proletariado y las clases avasalladas, no solo han fortalecido y justificado la acción despótica del Estado opresor, la intervención abierta del imperialismo, los latifundistas y la burguesía que suscitan y mantienen hordas fascistas, sino que se deshonra la paciente educación política de las clases populares, debilitan la organización y acción de masas que desde diversos sectores populares y patrióticos se han venido realizando, siendo esto, uno de los mayores obstáculos en la lucha por alcanzar los ideales de libertad, soberanía , nueva democracia y socialismo en Colombia.

Podemos decirlo claro, no existe un camino expedito para la revolución, pero existen ricas experiencias en la lucha del proletariado que nos acortan o alargan el camino. Persistir en métodos y políticas de terror, similares a las de los explotadores, no contribuyen en nada a la lucha popular.

Los apuros de ilegitimidad precisamente, por los que atraviesa el régimen Uribista y el Estado neocolonial vigente, no han sido diferentes a la usanza de los métodos bárbaros utilizados sin escrúpulos por las clases dominantes en todo el planeta. La respuesta de la oligarquía colombiana a la amenaza armada a sus intereses y el avistamiento en el vecindario de una ola alternativa que preludia riesgos a su estatus dominante, aceleró las contradicciones internas que propiciaron el triunfo del proyecto paramilitar.

La reelección muestra fehacientemente como se consolidó y fortaleció el proyecto paraestatal facilitado, impulsado, armado, fortalecido y financiado por el Estado y sus clases dominantes. Pero, en la cercanía a su sexto año de gobierno, la «hecatombe» de la que habló para alistarse a la segunda reelección, no pronosticaba que iba a manchar, como el común lo sabe pero que consiente dado el carisma de salvador frente a la guerrilla, su propia efigie, muy en contravía de todos los esfuerzos por taparlo todo: amenazas de extradiciones, solicitudes patrióticas, legislación amañada, dádivas, cargos, contratos, acusaciones, recriminaciones, cortinas de humo…que con más del 40 % de sus efectivos presos, incluido su primo y otros tantos investigados, ponen en aprietos su segunda reelección.

La crisis del Congreso y el gobierno tocan fondo y la credibilidad cuidadosamente manejada se asoma a una gran hecatombe que lo deja aislado en el campo internacional, solo apoyado por el imperio. Si no se puede con el engaño, se utiliza el aniquilamiento y sino, se vuelve a la repetición, ante el desespero de perder su majada, en recomponer la más demoledora herramienta de dominio y opresión. Vuelve y juega entonces, la necesidad de reconfigurar el Estado Oligárquico y las soluciones a la vieja república, no pueden ser otra vez para los sectores populares, la de aderezar sus estructuras. Aprender a ser los sepultureros del Estado oligárquico y no sus maquilladores, es tarea de los nuevos «fogoneros de la revolución1«.

La teoría que proviene de un método científico es iluminadora. La ciencia construye paso a paso la teoría de la fuente inagotable que es la realidad y confrontándola, vuelve a ella dilucidándola; así es la ciencia del marxismo, y no el dogma ni el voluntarismo.

La revolución como complejo proceso que orbita entre la realidad y la asimilación intrínseca en la conciencia de las masas, dadas las condiciones de opresión, conduce inevitablemente a acaecimientos que pueden como volcán desencadenarla. Desatemos sus amarras atesoradas del marxismo. No denostemos experiencias ni estigmaticemos posibilidades para allegar a procesos democrático populares, pero impidamos que de nuevo las masas populares sean ahogadas por el dogma, el foquismo, la retórica y la traición con los únicos métodos seguros: movilizándolas y haciéndolas dueñas de sus propios destinos. De la claridad, de la organización, de la táctica y de la lucha constante dependerá que se avecine la gloria.

Realidad o ficción de los gobiernos «socialistas» en Latinoamérica

Los sojuzgados saben por experiencia, que a las buenas no hay revolución profunda y duradera, que sin organizaciones revolucionarias ni teoría revolucionaria no hay triunfo revolucionario, pero son las circunstancias en que se desarrolla la lucha de clases, la que impone la táctica y los acometidos que permiten llegar o no y mantener o no el triunfo definitivo, que en nada será fácil, corto o sosegado.

Las experiencias en: Cuba, Chile con Allende, Lagos, Bachellet, Nicaragua con el Sandinismo Ortegano, el Brasil con Lulla, Uruguay con el Frente Amplio y Tabaré, Venezuela con Chavez, Bolivia con Evo, Ecuador con Rafael Correa y ahora, Paraguay con el ex obispo Fernando Lugo, representan situaciones sociales particulares que enseñan y permiten caracterizarlas de acuerdo a los resultados obtenidos, políticas e intereses que aplicaron, aplican y defienden, lo que significa conocer a groso modo, la realidad latinoamericana del nuevo milenio.

La Revolución Cubana ha simbolizado en América y el mundo una lucha épica por la soberanía, igualdad, justicia y socialismo. Sus características conllevaron al éxito de una insurrección encabezada por Fidel y mantenida en la más desigual y compleja de las situaciones internas y externas. Las siguientes palabras de Fidel, ilustran las fases de lo que significó el inicio del proceso revolucionario y sus peculiaridades: «La revolución tiene distintas fases. Nuestro programa de lucha contra Batista no era un programa socialista ni podía ser un programa socialista, realmente, porque los objetivos inmediatos de nuestra lucha no eran todavía, ni podían ser, objetivos socialistas. Estos habrían rebasado el nivel de conciencia política de la sociedad cubana en aquella fase; habrían rebasado el nivel de las posibilidades de nuestro pueblo en aquella fase. Nuestro programa cuando el Moncada no era un programa socialista. Pero era el máximo de programa social y revolucionario que en aquel momento nuestro pueblo podía plantearse2 Es decir, que en su primera fase, la Revolución Cubana acorde a sus circunstancias instituyó una revolución democrática popular consistente en la expulsión del imperialismo, conquista de la soberanía, nacionalización de los recursos estratégicos frente a los monopolios industriales, comerciales y el transporte, que le abrirían el camino a procesos de desarrollo colectivo en su fase posterior que aun mantiene en etapas iníciales dadas las condiciones particulares de su desarrollo industrial, tecno-científico y de sus fuerzas productivas.

El cubrimiento total en salud y educación constituyen el principal activo social. Sin embargo, ahogada por el bloqueo, resistiendo los embates del imperialismo y de la contra, sobrevivir no le ha sido fácil. Arrastrada a retozar en los escarceos imperiales de la ya traicionada Urss logró encauzar su rumbo saliendo incólume frente a las adversidades. Su proceso en las condiciones del criminal bloqueo imperialista, representa el más alto grado de heroísmo de un pueblo, que nadie puede desconocer ni poner en tela de juicio. Ha logrado balancear con ardentía sus fortalezas y encara sus debilidades sin abandonar la solidaridad y la cooperación internacional con los pueblos desposeídos del planeta. No obstante, ella misma, ha tenido connotaciones e influencias diversas hacia el resto del continente, que sin proponérselo o no, envilecen o catapultan la lucha de los pueblos por su redención. De su heroica gesta, han surgido desviaciones foquistas que a lo largo y ancho del continente quisieron calcar lo incalcable, propiciando retroceso en los procesos revolucionarios, pero al mismo tiempo, se ha constituido en el destello que alumbra hoy los movimientos democráticos de liberación, democracia, soberanía, socialismo y antiimperialismo del mundo.

Lo anterior, no obsta para desconocer o en el mejor de los casos, desestimar o ingenuamente recusar las particularidades muy distintas de los otros procesos mencionados de naturaleza distinta, sus posibles fases y las características de clase de los mismos.

La experiencia Chilena del 70, surgida del sentimiento popular que condujo a Allende a la Casa de la Moneda, ahogada por el complot burgués imperialista a cargo de Pinochet y la mayoría de su aparato militar, demostraron la compleja y cruda realidad de la lucha y confrontación de clases, pero así mismo, las falencias ideológicas que impidieron vislumbrar objetivamente las contradicciones, la correlación de fuerzas internas y externas y las tareas prioritarias para sostener el asalto al cielo, las esperanzas de los oprimidos y contener la contrarrevolución.

No muy distinta a ella, fue la revolución Sandinista. ¿Hasta donde calaron medidas políticas, económicas, militares y sociales que desde el gobierno o el estado se realizaron o dejaron de realizar en su momento para conjurar el avance de la contra burguesa e imperial? Hoy después de más de una década se retoma el camino.

En Chile, el fascismo, recurso de las clases potentadas para la defensa de la constitución burguesa de privilegios y reinado de las multinacionales en riesgo, ahogó en sangre las esperanzas de los abrumados, castrando a su vez el ilusorio sueño a una vía pacífica al socialismo y erigiendo como modelo de saqueo y explotación el neoliberalismo para que el agio del capital impusiera sus condiciones y miserias. Una vez resuelta la gobernabilidad de esa burguesía intermediaria y los monopolios que se prolongó durante más de dos décadas con la dictadura Pinochetista, era necesaria la transición que permitiera al capital especulador fluir, sin importar el ropaje o disfraz socialista y perpetuar el acomodo liberal para sofocar de nuevo, las centenarias ansias de cambio y redención de las mayorías.

Meter gato por liebre, ha sido la argucia milenaria de las clases dominantes. ¿Cuántos no lagrimearon cuando advino el gobierno «socialista» del señor Lagos? Pero jamás sus medidas, políticas y amparo constitucional han ido, un solo ápice al borde de lo que significa realmente el socialismo. La incorporación de Chile al Tratado de Libre Comercio (TLC) bajo su gobierno representó los intereses de las multinacionales y la burguesía intermediaria. La reducción de aranceles en detrimento de los productores nacionales en cultivos como lenteja, papa, remolacha, haba, arveja, cebada…o productos manufacturados o agroindustriales; la pérdida de miles y miles de hectáreas en cultivos, aranceles elevados a las importaciones estadounidenses en desigual competencia generaron menores ingresos al fisco y a sus productores en detrimento del patrimonio nacional. Más aún, la renuncia al encaje para capitales de corto plazo, no sólo degollaron lo que queda de autonomía económica, degradación de los derechos laborales, creciente pauperización de la población al igual que lo coloca al vaivén del capital golondrina y a merced de la política fondo monetarista. Así, concluye el Lic. Pereyra Mele el balance de lo que ha significado el libre comercio en Chile y que clarifican la naturaleza de clase de lo que fue el gobierno de Lagos y, lo que representa su sucesora Bachelett: «El NAFTA hizo a la economía chilena más vulnerable a las crisis internacionales y, al igual que en México, lo deja más dependiente de la coyuntura norteamericana’. Estos son los resultados en el mediano plazo, pero al largo plazo serán muchos mas graves, por ello los mismos que nos dijeron que con la privatizaciones y la apertura de mercado nos transformaríamos en un País del primer mundo y terminamos en con un País sin industrias, privatizado y con el 50% de la población en estado de pobreza ahora vuelven a la carga con resultados parciales de los supuestos beneficios que acarrearía a la Argentina en nuestro caso la incorporación al ALCA. Cuidado con los cantos de sirena de estos supuestos ‘ilustrados'»3

Brasil, refleja con mayor nitidez la vía del fortalecimiento de la burguesía monopolista nacional. El Movimiento de los Trabajadores sin Tierra (MST), movimiento de mayor envergadura en América Latina con 22 años de lucha, es el ejemplo palpable del monopolio, la ruina y expropiación por el gran capital y la incapacidad del gobierno y el Partido de los Trabajadores (PT) por resolver en el marco del Estado burgués la más profunda reivindicación campesina y jornalera: una reforma agraria integral financiada con los recursos necesarios para hacerle frente al monopolio y a las leyes del mercado. Quien más que Egidio Brunetto, integrante de la Coordinación Nacional del MST que desilusionado con el apoyo esperanzador a Lula, afirma: «Pensábamos que era un gobierno popular y que la forma en que hablaba de reforma agraria implicaba una nueva correlación de fuerzas. Veíamos como enemigo principal el latifundio y creímos que el Estado podía ser un aliado4«. Las políticas de Lula a pesar de un liderazgo inusitado a nivel regional, han beneficiado a la burguesía y a sus procesos de explotación y acumulación de capital. El apoyo del MST a la reelección de Lula, son la parte contradictoria, pero diciente del asunto. El gobernador paulista Gerardo Alkmin, contrincante del PT en la segunda vuelta para la reelección, representaba a sectores abiertamente derechistas afectos al neoliberalismo y el poder transnacional, que de alguna manera, pueden explicar el apoyo a la ratificación de Lula, pero no su naturaleza.

La caracterización que del gobierno de Lula hace el MST, confirman la continuidad en la estructura Burguesa del Estado en su segundo mandato y su política de mantener los privilegios a las élites, el «favorecimiento al capital financiero internacional en detrimento de los trabajadores, sigue las recetas neoliberales manteniendo el superávit primario y con políticas que estimulan las exportaciones, prioriza las transnacionales y trata la reforma agraria como compensación social5«. No hay duda, a pesar de sus blasones y las contradicciones con el imperialismo, se colude con él y las multinacionales para expoliar el sudor y el trabajo mientras sostiene la espada que hunde al corazón popular y obrero. No hay revolución, sino hay soberanía del pueblo, sustentada en la construcción de sus propios sueños y su propio Estado.

En Venezuela los avances de la revolución democrática burguesa empiezan a aclimatar una nueva estructura de Estado popular que se irá fortaleciendo hacia los sinuosos, pero seguros avistamientos del socialismo, si se aprende de los errores, fiascos notorios como los que llevaron a la perdida del referéndum aprobatorio de la Reforma Constitucional Bolivariana el 2 de diciembre pasado, se erradique el burocratismo, el clientelismo y corrupción aún empotrados en las altas esferas de la Revolución Bolivariana y se derroten una a una las continuas arremetidas de la burguesía, las transnacionales y el imperio, conforme a la propia dinámica de la correlación de fuerzas.

La retoma de los activos sociales representados en nacionalizaciones en los sectores estratégicos, aunque lentos y aún incipientes, los avances en los servicios de salud y educación, vivienda y crédito, la profundización de la Reforma Agraria y de las Unidades Bolivarianas de Producción, la transferencia sin cuento real del poder al pueblo para potenciar la democracia directa, la trascendencia en el manejo internacional para construir unas relaciones en pie de igualdad con respeto y no injerencia, que sea baluarte para su posicionamiento, entre otras cosas, tendrán, más que la campaña mediática imperial contra Chávez, demonizando sus histriónicas salidas y desestabilizando la revolución, que pesar indudablemente a la hora de las definiciones y el futuro rumbo socialista.

La llegada de Evo Morales a la presidencia de Bolivia no fue una casualidad. Se circunscribe en el desarrollo de las contradicciones de la sociedad Boliviana, el grado de maduración alcanzado de los sectores populares y originarios bajo una táctica de lucha popular sin aventurerismo para ser alternativa, capaz de aglutinar, organizar y unir con objetivos comunes a las mayorías nacionales frente a la explotación y saqueo de los recursos energéticos y naturales por parte del imperialismo, pero en especial, en el novísimo decenio, con el agotamiento del modelo neoliberal de sus últimos gobiernos.

La paciente organización y movilización fue creciendo en Cochabamba desde el 2000 con la denominadas «guerra del agua», la «guerra del gas», Chapare, la toma de la Paz y el derrocamiento de Gonzalo Sánchez de Lozada en 2003 hasta los resultados de las prefecturas y la presidencia. Que se pueda sostener, la avanzada inicial de la revolución democrática burguesa y profundizar de acuerdo a las condiciones concretas hacia formas revolucionarias mas profundas, depende en sumo grado de la claridad de sus dirigentes, la táctica correcta, la unidad y el respaldo de las organizaciones sociales y populares que representan más del noventa por ciento de la población Boliviana, en fin, el desarrollo de una dinámica que gane y consolide posiciones de acuerdo a las circunstancias a favor de la revolución en transcurso en contra del capital, en el enfrentamiento de posiciones, medidas económicas, políticas, jurídicas, militares, culturales, manejo de opinión… donde también juegan las clases dominantes, los terratenientes, la burguesía y el imperialismo, con cuyo aparato estatal, han venido por excelencia ejerciendo la explotación y sojuzgación.

La mentira, la conspiración, el sabotaje, el crimen, la maniobra, el terror, la intimidación será el contexto en que la burguesía y el imperialismo pretenderán hollar y horadar siempre las esperanzas de los oprimidos. Hoy ante un falso nacionalismo y autonomía, la oligarquía Cruceña y de los departamentos de Beni, Pando y Tarija, azuzados por el despotismo imperial no duermen para sabotear las determinaciones de la Asamblea Constituyente y hacer rodar al piso las esperanzas de los irredentos. Ante ello, la historia es rica en experiencias. La de la misma Bolivia en 1952 y las acaecidas en Latinoamérica y el mundo tendrá que servir para no menospreciar a sus enemigos, ni claudicar en el alcance de los objetivos patrióticos expresados.

El triunfo de Rafael Correa, en el Ecuador, sobre su rival, el acaudalado Álvaro Noboa, abrió otra grieta en la correlación de fuerzas, que mina lentamente la hegemonía norteamericana en el continente y consolida la ola democrática progresista latinoamericana.

Rafael Correa, repitiendo la frase que el pueblo coreo en su campaña: «alerta, alerta, que camina, la espada de Bolívar por América Latina, ahora Ecuador», desde su discurso de posesión, expresó tajantemente su decisión de dejar atrás «la noche neoliberal6«. Se ratificó como gobierno Bolivariano, reivindicando el «socialismo del siglo XXI» e insistió en la integración de la «Nación Sudamericana», en la necesidad de reestructurar la deuda externa, proteger los «derechos laborales» criticando la «flexibilización» y la «tercerización de la economía». Afirmó: «No podemos rebajar el trabajo humano a una simple mercancía«. La convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente, y las medidas tomadas en este corto interregno, como las enunciadas de no ratificar la presencia de militares norteamericanos en la base de Manta, más las vicisitudes originadas con las demandas por las fumigaciones con glifosato y contra la intervención armada colombiana a Raúl Reyes en su territorio, entrevén un camino de autonomía y transformación. De la profundidad de los mismos, depende su futuro y el de esperanza de millones de ecuatorianos.

Quedarse en el reformismo sin atreverse a realizar los cambios estructurales es claudicar y ceder. Las furias desatadas al tocar los intereses de los poderosos no se aplacaran con medidas a favor del mercado como en Chile, Brasil y Uruguay. La reacción se reagrupará y no se hará esperar. Ladina, tras de bambalinas o abiertamente, esperaran nuevamente la oportunidad como alimañas para asirse plenamente a su poder, esa es la dialéctica de la confrontación de clases. La reversa es cambiar de bando.

GUILLERMO MOLINA MIRANDA

1 Mosquera, Francisco. Resistencia Civil. Tribuna Roja, 1995.

2 Fidel en Chile. Textos completos de su diálogo con el pueblo (Santiago: Quimantú, 1972). p. 89. citado en «La encrucijada boliviana» Tupac Katari 28-12-2005. Atilio Boron. Rebelión.

3 Carlos A. Pereyra Mele. Los datos del «progreso» de Chile con el libre comercio. El mito del desarrollo. Presidente del Partido de la Victoria Distrito Córdoba- Secretario de la Fundación Centro de Estudios Estratégicos Suramericanos (CEES) y miembro de la Fundación CIVIS Cba.

4 Entrevista a Egidio Brunetto, Coordinador MST. Prensa De Frente. Balance del Quinto Congreso del MST. Brasilia, 2007.

5 Ibid.

6 Ver discurso de posesión y «Las contradicciones de otro socialista Bolivariano». Kintto Lucas (Brecha). Enero 28 de 2007. ,