Durante los días 28 y 29 de mayo se realizó en la Universidad ARCIS un seminario sobre militancia revolucionaria y lucha armada en Chile. Tres sesiones de trabajo convocaron a académicos, historiadores, universitarios, militantes y ex militantes que debatieron largamente sobre los temas en discusión: Militancia Revolucionaria y Dictadura; Militancia Revolucionaria y Transición; Actores. […]
Durante los días 28 y 29 de mayo se realizó en la Universidad ARCIS un seminario sobre militancia revolucionaria y lucha armada en Chile. Tres sesiones de trabajo convocaron a académicos, historiadores, universitarios, militantes y ex militantes que debatieron largamente sobre los temas en discusión: Militancia Revolucionaria y Dictadura; Militancia Revolucionaria y Transición; Actores. Se presentó además el libro ‘Los Fusileros’ de Cristóbal Peña, comentado por César Bunster Aristía.
En el último panel, ‘Actores’ entregaron sus reflexiones José Miguel Carrera, Alihuen Antileo, Marcos Paulsen y Guillermo Rodriguez. Carrera combatiente internacionalista se refirió a la experiencia del FPMR, Antileo se centró en desarrollar un balance de la política de rebelión de masas y de sublevación nacional desarrollada por el Partido Comunista, Paulsen intervino en relación a la experiencia del MAPU y el Movimiento Juvenil Lautaro tanto en la lucha contra la dictadura como en la fase de transición. Guillermo Rodríguez quien militó en el MIR desde 1967 participando de las luchas estudiantiles, luego miembro de grupo de seguridad del Presidente Allende, dirigente de las Milicias de la Resistencia Popular, dos veces encarcelado, sometido a Consejos de Guerra en 1973 y en 1981, envenenado en prisión, desarrolló la intervención siguiente:
» Quisiera agradecer a quienes me han invitado a participar de este seminario que reúne a académicos, tesistas y estudiantes que investigan desde la historia y desde otras disciplinas la lucha armada en Chile durante las últimas décadas.
Se cruza esta actividad con muchas otras instancias de análisis y discusión en la izquierda, lo que refleja una activa búsqueda, procesamiento y síntesis en que se encuentran diversos grupos, colectivos, organizaciones e individuos que buscan respuestas a las muchas interrogantes sobre los aciertos y errores, lo correcto o incorrecto de nuestra praxis como pueblo en el pasado reciente. Para muchos, estos debates permiten construir una lectura de lo sucedido y desde allí encontrar pistas, rutas, señales útiles para quienes hoy día construyen alternativas de lucha contra la dominación.
Quisiera señalar inicialmente que no represento ni hablo a nombre de ninguna organización, sino que hablo desde mi practica iniciada el año 1967 en una unidad técnico militar de la Brigada Secundaria del MIR, que continuó en unidades de información e inteligencia hacia 1970, luego en el Dispositivo de Defensa del Presidente Allende hasta 1972, en el Cordón Cerrillos y en su Comité de Defensa hasta el Golpe, continuando con experiencias militares en el exterior y en la Resistencia Popular como Responsable de las unidades milicianas en Santiago, hasta mi segunda detención el año 1981. Digo esto porque de todos es conocido el proceso de división y fragmentación vivido por el MIR por lo que no pretendo arrogarme representación alguna y mi ponencia refleja a lo más las discusiones y reflexiones realizadas con diversos compañeros en la prisión y en la práctica de los años posteriores.
Ayer fueron presentados diversos trabajos, visiones, experiencias investigadas y tratadas por académicos y alumnos. Se nos invita a participar como «actores», categoría discutible a la que yo quisiera oponer la categoría de «militante», lo que desde ya nos coloca en una esfera distinta a la academia, a la contemplación de los sucesos históricos, sociales, políticos y militares desde una supuesta objetividad y nos lleva a una evaluación y reflexión que hacemos parados desde un proyecto, desde un compromiso, desde una visión política, desde los intereses de una clase o sector del pueblo en pugna con otro. Finalmente, desde una apuesta realizada en base al análisis de la formación social, a la definición de que tipo de cambios queríamos realizar, de quienes serían nuestros aliados y nuestros enemigos en fin, un conjunto de señalamientos y definiciones constituidas en Programa, Lineamientos estratégicos, Táctica para cada periodo, táctica para cada frente, modelo de construcción orgánica y de fuerzas, en fin, definiciones realizadas colectivamente y modificadas por la praxis de una organización que procesaba permanentemente los resultados de su propuestas a nivel del campo popular, muy lejanas del espontaneismo y de las caricaturas que hoy día suelen transmitirse del MIR.
Lo singular de la experiencia del MIR en décadas pasadas, en relación a las experiencias de otros compañeros de panel aquí presentes, es que surgió a partir del agotamiento de las estrategias reformistas y de los intentos de transformación del Estado mediante la legalidad burguesa. Surgió en un contexto histórico marcado por la revolución cubana, por la convergencia de diversos sectores de antigua militancia de izquierda revolucionaria y jóvenes del PS y del PC que rompieron con sus organizaciones para fundar una nueva alternativa de lucha. Claramente en contra del estado capitalista y por transformaciones radicales de la sociedad, asumiendo que dichos cambios sólo se materializarían con la conquista del poder. Ello llevó a fundar una estrategia de lucha por el poder, una estrategia de acumulación de fuerzas sociales, políticas y militares, de construcción de la fuerza social revolucionaria a partir del proletariado y los pobres del campo y la ciudad. Se negaba, por tanto, la existencia de burguesía progresista supuestamente aliada, se negaba por tanto, la necesidad de una etapa de lucha democrático nacional, tesis sostenida por la izquierda tradicional. Se asumía, por ende, la necesidad de tener una política militar y consecuentemente con ello una orgánica construida para ello.
No vamos a discutir en este momento lo ético o legitimo del uso de la violencia. Este debate es instalado hipócritamente por quienes tienen el control del monopolio de las armas y del uso de ella: las clases dominantes a escala nacional o planetaria. Descaradamente quienes tienen el mayor arsenal a escala mundial y controlan la industria y el trafico de armas, quienes han estado presentes en todas las guerras durante las ultimas décadas, se permiten definir quienes pueden o no pueden tener y usar las armas o que guerra es legitima o no, que violencia es terrorista y que violencia tiene es ejercida legítimamente en forma preventiva.
En nuestro país, no es distinto el tema. Los poderosos que no vacilaron en desatar la guerra de exterminio en la Araucania, masacrar a trabajadores en Iquique, Ranquil, San Gregorio, La Coruña, Salvador, Pampa Irigoin, hipócritamente rasgan vestiduras respecto a la violencia. Cobardemente incluso niegan sus responsabilidades y el papel que jugaron durante los años de la dictadura militar y la extrema violencia desatada contra el pueblo y sus organizaciones desatadas.
En décadas pasadas, uno de los mitos presentes en la izquierda chilena era la existencia de Fuerzas Armadas neutrales, respetuosas de la ley. Que manera tan cruenta de despertar a una realidad señalada por miles de victimas y de combatientes que intentaron enfrentar al poder militar. Esa violencia y poder militar desatado y en manos de la burguesía que a través del golpe y la dictadura refundaron su dominación, su Estado y su patrón de acumulación capitalista, haciendo retroceder al movimiento de masas y escarmentándolo para que no intentara nunca jamás desafiar su poder.
Caro, muy caro pagamos el sueño ayer y lo seguimos pagando bajo el actual sistema de dominación.
Donde si no en Chile se han confirmado en las décadas pasadas el carácter del Estado como maquina de opresión de las clases dominantes. Donde sino en Chile se comprobó el rol que juegan las clases y fracciones de clases cuando está en disputa el poder.
Donde si no en Chile se comprobaron conceptos como ascenso de las luchas de clases, periodo prerrevolucionario, periodo de reflujo, campo popular, lucha de clases.
Ciertamente la ideología de la dominación ha intentado e intentará mil veces negar las herramientas de análisis para la acción que desde el campo popular se ha forjado, así como intenta negar y desacreditar las formas de organización y lucha, ayudados hoy día por los tránsfugas que optaron por cruzar a la vereda de enfrente.
Estimadas compañeras y compañeros: es difícil en los pocos minutos con que contamos, sintetizar la experiencia del MIR, que cruza tres periodos de la lucha de clases y ya casi 43 años de existencia. Más aun cuando la dispersión y fraccionamiento han impedido una síntesis construida colectivamente. Discrepo profundamente de un sector que en días recientes, como gesto de buena conducta a los dominadores ha emitido una declaración pública para dar fe de su conducta «democrática». Lamentablemente para ellos que se presentan como continuidad del MIR, la historia de esta organización esta ligada a una concepción de lucha político-militar, a una construcción orgánica ideada para impulsar la lucha armada, al desarrollo de diversas formas de luchas, pacificas y violentas, legales e ilegales, armadas y no armadas, a la construcción de masa armada, de milicias, al impulso del sabotaje, de la propaganda armada, de la lucha guerrillera urbana y rural, del desarrollo de distintos tipos de fuerzas técnico militares, del desarrollo de inteligencia, talleres, construcción de retaguardias y trabajo de fronteras, al desarrollo de la formación y capacitación en los temas militares, el estudio de la guerra, de la insurrección, del trabajo incluso de acercamiento a miembros de las fuerzas armadas en un tiempo en que soldados, marinos, aviadores, carabineros también asumían compromisos con el campo popular, muchos de los cuales también rindieron sus vidas luchando junto al pueblo.
Quisiera por tanto, desde la perspectiva de una organización que se planteo la lucha por el poder, que se planteo la construcción de una fuerza social revolucionaria y una estrategia de guerra popular, establecer algunas ideas centrales:
a) En Chile, en las últimas décadas hemos asistido a una sola guerra, la guerra de los poderosos, entendida ésta como la continuación de la política de la clase dominante por medio de las armas para imponer su voluntad.
b) Desde el campo popular, a pesar de que se han levantado proyectos de guerra popular, guerra patriótica u otras similares, estas propuestas no han pasado de la fase de acumulación primaria de fuerza, sin lograr constituirse como voluntad del conjunto del pueblo o de fracciones significativas de él, por lo que en la practica la lucha armada desencadenada en diversos periodos no ha pasado de las fases de lucha de masas, lucha de masas apoyadas por milicias, acciones milicianas y de grupos operativos urbanos o rurales de diverso carácter, sin lograr constituirse en fuerza beligerante con territorios bajo control, con iniciativa estratégica, fuerzas que en definitiva han sido aisladas del apoyo de masas, cercadas, aniquiladas o dispersadas en sus diversos intentos; derrotas que el poder ha aprovechado para profundizar la dispersión, desmoralización y desmovilización de la fuerza militar, política y social previamente acumulada.
c) Desde la perspectiva de la acumulación de fuerzas, la estrategia de lucha armada se ha logrado instalar de manera puntual en franjas sociales reducidas, sin lograr acortar las brechas que le impiden ligarse al conjunto del pueblo, principalmente por su débil inserción en sectores estratégicos de las clases trabajadoras, por el accionar de represión, terror y miedo que la ofensiva de los poderosos ha instalado, movimiento de masas afectado igualmente en esta etapa por la crisis y las derrotas de la izquierda a escala mundial y la ofensiva que mantiene el capital a escala mundial.
d) Desde la perspectiva de capacidades de conducción estratégica y de la resolución de los problemas centrales que se plantean en esta esfera, no hemos logrado generar dichas capacidades de conducción y no hemos resuelto problemas fundamentales:
· La contradicción de crecer como proyecto y alternativa protegiendo la fuerza propias versus la necesidad de agitar, organizar, insertarse en las luchas populares y difundir el proyecto revolucionario. Vale decir, entre la construcción clandestina y el abrirse para insertarse en las luchas de masas.
· La contradicción de estar obligado a tomar iniciativas tácticas de acción cuando en todos los periodos transcurridos hemos estado a la defensiva estratégica, haciendo la salvedad que en el periodo prerrevolucionario del 70-73 se trató de un periodo principalmente de lucha política de masas y de existencia de una conducción mayoritaria del reformismo en el campo popular.
· La contradicción entre la necesidad de articular y coordinar la lucha de masas construyendo la fuerza social revolucionaria y las necesidad de respetar la autonomía e independencia de las organizaciones sociales que luchan principalmente por reivindicaciones que no necesariamente se traducen en demandas políticas o maduración política.
e) Desde la perspectiva de las acciones táctico-estratégicas desarrolladas podemos señalar como balance:
· el correcto impulso de acciones directas de masas en diversos periodos, comprendidas como las tomas de terreno, de industrias, de predios agrícolas, de centros de estudios, las corridas de cerco y recuperación de tierras.
· El trabajo de Inteligencia desarrollado previo y durante el periodo de la Unidad Popular, así como el aporte a la seguridad personal del Presidente Allende.
· El correcto impulso del control obrero de la producción y desarrollo de poder popular embrionario en la etapa prerrevolucionaria.
· Lo acertado de la construcción de diversos tipos de fuerzas como milicias, grupos operativos, Fuerza Central, así como especializaciones en información, inteligencia, comunicaciones, talleres, logísticas, grupos caza-tanques, fuerzas guerrilleras rurales.
· Lo acertado del impulso del trabajo hacia soldados, marinos, aviadores y carabineros tanto para la lucha político reivindicativa en periodo prerrevolucionario como para la información e inteligencia.
· No resolvimos adecuadamente la crisis generada el año 73 luego del Tancazo, la aprobación de la Ley de Control de Armas y el inicio de la estrategia de dialogo y convocatoria a plebiscito levantada por el Gobierno de la Unidad Popular. Aún cuando convocamos a la contraofensiva popular, las masas ya estaban en retroceso y la alternativa de una resistencia mediante insurrecciones de masa apoyadas por fracciones de las fuerzas armadas simplemente no funcionó. Entramos al periodo contrarrevolucionario con toda nuestra fuerzas abiertas, encuadradas por la represión, sin retaguardia social dado el propio retroceso de masas, y equivocándonos en la evaluación de las capacidades que teníamos para resistir. Es necesario decirlo alguna vez: gran número de compañeros, de combatientes preparados quedaron expuestos, sin retaguardia, deambulando, sin medios, sin apoyo de masas y fueron fácil presa de la represión perdiéndose valiosas vidas, experiencia y muchos medios de combate, sin haber logrado en dicho periodo realizar acciones tácticas de alguna envergadura.
· Consolidada la contrarrevolución y con un reducido numero de sobrevivientes, la Resistencia Popular de los años 75 al 79 fue creciendo poco a poco, desatando una fase de propaganda armada que enfatizaba en la protección de la fuerza propia, en la unidad de las fuerzas antidictatoriales, cuidándose del voluntarismo, combinando la lucha de masas y la lucha de resistencia armada, la lucha legal e ilegal, con una clara perspectiva de lucha irregular y prolongada.
· Los resultado de la fase anteriormente descrita, el incremento de luchas armadas en Latinoamérica y a escala mundial, la clara noción de que se avecinaba en Chile una crisis económica de envergadura, llevan al MIR al desarrollo del Plan 77, a la construcción de retaguardia geográfica cercana, al retorno de cuadros desde el exterior, a elevar la intensidad de las acciones urbanas y a instalar fuerzas guerrilleras rurales en dos zonas del sur de Chile. Esta escalada evidenció la fragilidad de nuestra retaguardia social, la poca infraestructura y medios existente, los problemas de conducción táctica en terreno, exponiendo a las fuerzas y a la organización en general a golpes estratégicamente definitivos, que llevaron a la desarticulación, cerco y aniquilamiento de casi todas las unidades construidas, precipitando la crisis que de manera posterior quebraría a la organización.
f) Desde la perspectiva del tipo de acciones desarrolladas exitosamente podemos rescatar:
· Las acciones de masas anteriormente descritas (tomas, recuperaciones de tierras, corridas de cerco)
· Las acciones milicianas (propaganda, propaganda armada, sabotaje, voladuras de postes, cortes de energía eléctrica, de oleoductos, gaseoductos, construcción de armamento casero, recuperaciones de medios y recursos financieros menores)
· Las acciones de grupos operativos y de Fuerza Central: iguales a las anteriormente descritas, incorporando atentados, posturas de artefactos incendiarios y explosivos, ataques a cuarteles, acciones antidepresivas.
· El trabajo de Talleres y de aseguramiento logístico.
· El trabajo de inteligencia y procesamiento de información.
· La construcción de retaguardia cercana y trabajo de fronteras.
g) Los principales errores y horrores cometidos:
· La poca preparación y capacidades a nivel estratégico.
· Falta de unidad y cohesión política para implementar la táctica acordada, principalmente a partir de 1973, visiones dispares desde Dirección Interior y Exterior, hasta llegar a impulso de políticas fraccionales y al quiebre por arriba de la organización.
· Debilidades para enfrentar los fenómenos del individualismo y falta de discusión colectiva para sancionar temas estratégicos, que derivaron en voluntarismo, sobrevaloración de la organización y sus capacidades, subvaloración de las capacidades de las clases dominantes y del aparato represor, cortoplascismo traducido en la búsqueda de réditos a corto plazo, mesianismo de poner a la vanguardia y a la propia organización como sujeto protagónico y no a las masas.
· Rigidez estratégica, poca capacidad de maniobra para asumir los cambios de la situación política nacional o internacional.
· Y sobretodo en los últimos años, falta de humildad, de trabajo unitario, desarrollando mucho ruido, banderas, declaraciones y escasas acciones de masas reales.
Estimadas compañeras y compañeros:
El balance presentado, reitero a titulo personal, no me cabe duda que puede prestarse para que chillen y rasguen vestiduras los que detentan el poder y los reformistas que creen que dando certificados constantes de buena conducta ganaran un espacio en el tinglado del escenario político publico, mascarada que mantiene en la oscuridad a los poderes reales. Estas son notas para un balance de un periodo histórico en que la lucha armada estuvo presente en nuestra vida cotidiana. La Guerra es demasiado seria y ciertamente es un monstruo que pisa fuerte como dice León Gieco, como para tomarla con ligereza y a titulo de aventura personal. La verdadera guerra del pueblo contra la dominación se funda en la conciencia y voluntad de lucha de las mayorías explotadas y oprimidas. La apertura de un periodo de alza de las luchas de las masas y luego el periodo dictatorial permitieron a una generación de revolucionarios plantearla como alternativa posible.
Las generaciones actuales de constructores en el campo popular saben perfectamente que hoy es la hora de sembrar, de reconstruir campo popular, de ganar el corazón del pueblo como reclamaba Ho Chi Minh, de unir a quienes aún creen que es posible luchar por construir un mundo mejor.
El mejor aporte para ellos y las luchas actuales y futuras es rescatar nuestra propia experiencia, con honestidad y transparencia, con humildad y con la certeza de que mientras exista hambre y opresión, mientras existan explotados y pobres del campo y la ciudad, sólo la lucha nos hará libres.
Gracias».