Cuando oí por primera vez hablar de Kol-Do, imaginé inmediatamente que se trataba de un personaje del planeta Kriptón. Descarté el origen porque sabía que de allá sólo se salvó un solo habitante por la argucia científica de su padre que lo sacó en su cohete casero antes de que el planeta volara en […]
Cuando oí por primera vez hablar de Kol-Do, imaginé inmediatamente que se trataba de un personaje del planeta Kriptón. Descarté el origen porque sabía que de allá sólo se salvó un solo habitante por la argucia científica de su padre que lo sacó en su cohete casero antes de que el planeta volara en pedazos.
Leyendo luego otros capítulos de aquella simpática historia y sin mayores explicaciones empezaron a aparecer otros compueblanos de aquel solitario y prematuro viajero. Así surgió Superniña, Supercan y algún otro supermalhechor que justificara el guión facilón de dragón en el cuadro San Jorge del italiano Carpaccio… buenos contra malos de los otros capítulos.
Es lo que me me permitió volver a los orígenes de mi tesis de que Kol-Do viene de otro planeta. A mi primera sospecha se agregaron otros elementos: la magistral teoría del eructo, la verdad oculta del descubrimiento de América y la cantidad de Cronopiandos que regularmente ha producido.
En ese primer encuentro me hizo sonreír su acento secular y su catadura extraterritorial aún llevando su polvo cósmico de los molinos y como reminiscencia de algún Crispin daumierano. Díjome que respondía al nombre de Kol-Do, el que visualicé en bandolera, presto a todas las ráfagas. ¿Otro Feijóo?
Los superpoderes demostrados por Kol-Do despertaron enseguida serias inquietudes en el batallón de escritores que se han empeñado en negarle la nacionalidad dominicana. Planeta donde aterrizó guiado más por su instinto que por el ansia de aventura y oro de otros que siglos atrás y por la misma ruta, llegaron a imponer su orden que aún pervive.
Cuando se reunió con un prestigioso y SIPático director de periódico buscando espacio para sus Cronopiandos le dijeron que en Santo Domingo no se mencionaba la palabra nalga, a menos que fuera pagada como el caso que ilustraba una película del 007 desplegada sobre el escritorio en un número reciente de dicho cotidiano. Suerte que ese director no era miembro del jurado que le dio a Junot sus premios a pesar de sus SINGAR, TOTOS, CULOS, MARICON, MAMAGÜEVO, COMIERDA, sus vainas incensuradas. Qué importa, porque Koldo no será profesor de Harvard ni de Columbia, aunque dirija con orgullo el The Chusma Herald.
Kol-Do, ese personaje kriptoniano con pintas de haber salido de alguna pieza de teatro de Molière.O quizás algún segundo caballero que dejara Cervantes en el tintero, ataca, combate con el solo uso de la palabra, esas que él ordena como si pintara un Guernika con letras negras, menos y más grises y puntos rojos sobre las ies.
La pluma de Kol-Do entonces alumbra. Las verdades que se desprenden de ella gotean, nos hacen un hoyo negro por donde se traspasa toda su universalidad. Nunca cobró tanta vigencia la sentencia de que escribir es combatir que en la letras de Kol-Do.
¡¿Cómo entonces darle una nacionalidad aplatanada?! ¡¿Cómo disminuir su inmensa infinidad a una media isla?! Su nombre no cabe en ninguna antología insular engrasada con manteca de chicharrones y aguacates. Kol-Do no es dominicano, ¡hostia!, Kol-Do es galáctico. Y no solamente por las huellas no dejadas, sino por los caminos recorridos, por la comprometida destreza de su tinta cual sangre sale de sus venas.
¡¿Cómo reconocer las virtudes si de ellas no se tiene posesión?! ¡¿Cómo reconocer a quien te desnuda en medio de la plaza?! , ¡¿Cómo el verdugo puede premiar al que lo mata?! Porque quedan más muertos los vendidos jueces, los que se ocultan en capuchas y doblones.
Cuando leo a Kol-Do me estremece su fuerza, la composición armoniosa, la música degradada en tonos, la obligada reflexión filosófica que juzga y la lógica inequívoca que dominan sus textos que van desde la ternura hasta la erupción volcánica y política.
¿Qué entonces diferencia a Kol-Do? ¿Qué particularidad tienen sus escritos? Entre muchos sería fácil para un catador literario distinguirle porque tiene un sello propio y »rompe la monotonía de la naturaleza para evitar el cansancio humano» como dijera Apollinaire, el poeta francés y amigo de Picasso, refiriéndose al papel de los poetas y artistas.
¿Recibe Kol-Do compensación justa? ¿Se le reconoce el talento inconmensurable a nuestro extraterrestre ? La respuesta nos la da Perán Erminy: »no sé si será posible vivir del arte, lo que sí es imposible es vivir sin el arte». Porque el arte de Kol-Do es su pasión y su razón, como lo fuera para Kafka.
Con Kol-Do volvemos al ciclo de los escritores malditos, lo que quizás aumenta su autenticidad, la fuerza que convence en sus escritos, lo que le permite burlarse con la fineza que tan sólo él es capaz, la independencia a donde no llegan los tentáculos tentadores.
Y Kol-Do, como todo artista genuino, es más que coherente y definido, es la prolongación viviente de su obra, es la correspondencia entre lo que brota de su alma y su alma misma.
Su tema central es siempre el mismo: el ser humano, el que defiende con la destreza de la prosa y el goce y sensibilidad del artista. Porque esa gran sensibilidad de artista en Kol-Do se convierte en goce creativo y también dolor cuando la provoca la imbecilidad denunciada.
El texto de Kol-Do es militante, es una pancarta al lado de las voces que reclaman los derechos negados, los derechos burlados. Kol-Do hace visible lo escondido, lo hipócritamente encubierto convirtiéndose en fino mago de la sátira, el maestro de la ironía. Basta con leer las »enfermedades de Fidel» para desnudar con humor magistral a los detractores.
Su pluma está comprometida como la de Machado y Pérez Galdós… de Quevedo presto al combate del oscurantismo, enfrentando inquisidores modernos y menudos, trepadores y renegados dignos de cualquier encuentro con el Jack, especialista de los plepladores.
Al abrir www.rebelion.org degustaba a Kol-Do, Lisandro Otero y Montalbán. Le seguían Santiago Alba, Juan Gelman, Marcos Roitman y el Sub en mi menú de exquisiteces. Aparece también en Aporrea.org, la jiribilla, y muchos otros medios alternativos.
Con la inclusión en http://www.desacato.info/ la voz de Koldo se extiende en el continente al ser traducido en Brasil por Tali Feld Gleiser.
Ateo de origen y cristiano de nacimiento, se ríe de los usureros y políticos o viceversa »acostumbrados a tomar el nombre del pueblo en vano o tomar en vano sus votos y esperanzas».
Y todos desfilan como si asistiésemos a un desfile carnavalesco de febrero para ver a los arribistas, a los arrogantes, a los hipócritas y delicuentes, a los clientes de toda marca, los machistas y latifundistas, los diablos y los cojuelos.
Los artistas excéntricos y críticos no escapan. Aquéllos que con el »pretexto de trabajar nuevas expresiones nos han regalado innumerables y sublimes pendejadas…» …»avalada por el comentario de un distinguido crítico que haga pasar su vanguardismo».
Obedecer o desobedecer… He ahí el dilema.