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La formación socialista revolucionaria italiana de Mariátegui y la ortodoxia socialista rusa

Fuentes: Rebelión

«Residí más de dos años en Italia, donde desposé una mujer y algunas ideas**». Carta a Samuel Glusberg, 10 de Enero de 1927. *»He hecho en Europa mi mejor aprendizaje».* Advertencia a los «7 Ensayos de interpretación de la realidad peruana», 1928. «*Es evidente que en Europa se ocupó particularmente* *en estudios de política, economía, […]

«Residí más de dos años en Italia,

donde desposé una mujer y algunas ideas**».

Carta a Samuel Glusberg, 10 de Enero de 1927.

*»He hecho en Europa mi mejor aprendizaje».*

Advertencia a los «7 Ensayos de interpretación de la realidad peruana», 1928.

«*Es evidente que en Europa se ocupó particularmente*

*en estudios de política, economía, sociología, filosofía, etc. *

*De su viaje data su asimilación al marxismo*».

«Del autor» («Ideología y Política», Pág.15).

El presente artículo nace de la exposición hecha en el Debate «*El marxismo-leninismo de Mariátegui*», realizada en la Casa de Mariátegui, por la Comisión Organizadora del 80º Aniversario de la Creación Heroica de José Carlos Mariátegui, del PCP, Presidida por el compañero Emilio Mendoza.

Es una constatación práctica, que Mariátegui no se autodenominó «marxista-leninista» y se declaró simplemente «*Marxista convicto y confeso*»…, que tituló solo «*Defensa del marxismo*» a uno de sus mas importantes libros, escrito precisamente en defensa del marxismo revolucionario, y que solo hiciese dos (o 3) alusiones al «*marxismo-leninismo*» en toda su obra, entre ellas las que figuran en el Programa del Partido Socialista del Perú, que el constituyese. **

* *

A este respecto, habría que empezar por señalar que la acepción «* marxismo-leninismo*» es usada por primera vez por *Nicolai Bujarin*, en su *Informe sobre el Programa de la Internacional Comunista*, en su calidad de Secretario del Comité Ejecutivo, en el *VI Congreso de la Internacional Comunista *(VI Congreso de la Internacional Comunista, Informes y Discusiones, Cuadernos de Pasado y Presente), realizado entre Junio y Septiembre de 1926.. Es allí precisamente, donde Bujarin señala que los principios fundamentales del Programa son los del «*marxismo-leninismo*», considerando que «*debemos insistir particularmente sobre el hecho de que nosotros nos mantenemos firmemente sobre el terreno del marxismo-leninismo ortodoxo*» (Obra citada. Segunda parte. Informes y discusiones. Cuadernos de Pasado y Presente Nº 67, Pág.148), precisando que la Internacional Comunista era «*heredera de las mejores tradiciones de la II Internacional de antes de la guerra*» (Obra citada, Primera Parte, Tesis, manifiestos y resoluciones. Cuadernos de Pasado y Presente Nº 66, Pág.249).

Resulta importante tener en cuenta que aún antes de este evento, J.V. Stalin publicara dos textos, que tituló, «Fundamentos del Leninismo» y «Cuestiones del Leninismo» y no del «*marxismo-leninismo*».

MARIÁTEGUI, GRAMSCI Y «L´ORDINE NUOVO»

Contra lo usualmente pensado por la mayoría de nosotros, el propio Mariátegui reconoció haber realizado su mejor aprendizaje y haberse asimilado al marxismo, en Europa, principalmente en Italia (La mayoría de nosotros, salvo muy honrosas excepciones, fuimos formados en la imagen de un Mariátegui tributario de la «ortodoxia» oficial socialista o comunista, que no era otra que la visión del socialismo soviético o ruso, visión hegemónica mundial, a partir del papel directriz en la Internacional Comunista, del Partido Comunista de la URSS)..

A esa Italia, considerada como el país en que la lucha de clases había alcanzado el punto mas alto, tanto en el nivel de la praxis como en el de la elaboración teórica, es donde llega Mariátegui, en su periplo europeo, y donde se forma como revolucionario, socialista marxista, pero no del marxismo en general sino de uno determinado, específico, vinculado a al experiencia italiana. Es a partir de esa Italia que Mariátegui leerá a Marx con el filtro del historicismo italiano, informándose del desarrollo de la Revolución Socialista de Octubre, a través de fuentes e interpretaciones italianas.

Fueron esos años, de 1919 a 1923, vividos principalmente en Italia, y principalmente bajo la influencia de «L´Ordine Nuovo» (Semanario Socialista turinés, ligado a los Consejos de Fábricas y a la influencia de la Internacional Comunista, que impulsaría el nacimiento del Partido Comunista de Italia), junto a Gramsci, a Terracini y a Gobetti, los determinantes para el desarrollo político y cultural de Mariátegui, pues lo transformaron en un revolucionario maduro y un pensador marxista (recordemos sus «Cartas de Italia»).

En resumen, como ya lo habían insinuado en su momento Estuardo Núñez, Robert Paris y Antonio Melis, su formación ideológica* *es, principalmente socialista revolucionaria italiana, pues allí vivió una revolución en marcha y el deslinde entre «maximalistas» y reformistas en el movimiento socialista. Allí percibió, de manera más directa y analítica, junto a los socialistas italianos, el aliento renovador de Lenin y de la Revolución de Octubre, a través de una lectura del marxismo, que rescató su esencia y espíritu revolucionario, en oposición a la visión fosilizada y positivista de los teóricos y dirigentes oportunistas de la II Internacional.

Mas recientemente, Fernanda Beigel recogiendo el itinerario italiano de Mariátegui concluirá que no sólo su formación marxista es principalmente italiana, sino que estuvo signada por la experiencia política* *del*»ordinovismo *», precisando que *»Este particular modo de ver y protagonizar el advenimiento del «nuevo orden*» *tuvo una gran influencia en la formación ideológica de Mariátegui. Su convicción «maximalista» se formó en el ambiente italiano de estos años y su conocimiento del comunismo estuvo estrechamente ligado a las posiciones de la fracción ordinovista*» (Fernanda Beigel. «Una mirada sobre otra: el Gramsci que conoció Mariátegui», Pág.45).

EL DESLINDE CON EL MARXISMO DE LA II INTERNACIONAL

Antonio Gramsci señala que «*El filisteo no ve la salvación fuera de los esquemas preestablecidos, no concibe la historia sino como un organismo natural que atraviesa momentos de desarrollo fijos y previsibles. Si siembras una bellota, puedes estar seguro que no nacerá más que un brote de encina, el cual crece lentamente y no da frutos hasta pasados muchos años. Pero ni la historia es una tierna encina ni bellotas los hombres*» y añade » *La historia no es un cálculo matemático : no existe en ella un sistema métrico decimal, una numeración progresiva de cantidades iguales que permita las cuatro operaciones, las ecuaciones y la extracción de raíces. La cantidad (estructura económica) se convierte en cualidad porque se hace instrumento de acción en manos de los hombres,* «,,,(Antonio Gramsci «Utopía»).

Por su parte Mariátegui describía : «*La filosofía evolucionista, historicista, racionalista, unía en los tiempos pre-bélicos, por encima de las fronteras políticas y sociales, a las dos clases antagónicas. El bienestar material, la potencia física de las urbes habían engendrado un respeto supersticioso por la idea del progreso. La humanidad parecía haber hallado una vía definitiva. Conservadores y revolucionarios aceptaban prácticamente las consecuencias de las tesis evolucionistas*» («Dos concepciones de la vida», «El alma matinal», Pág.17), y añadía «*Los reformistas resistieron a la Revolución, durante la agitación revolucionaria post-bélica, con razones del mas rudimentario determinismo económico. Razones que, en el fondo, se identificaban con las de la burguesía conservadora, y que denunciaban el carácter absolutamente burgués, y no socialista, de ese determinismo*» («El determinismo marxista», «Defensa del marxismo», Pág.67).

Gramsci señalará sobre la Revolución de Octubre que «*Los hechos han provocado la explosión de los esquemas críticos en cuyo marco la Historia de Rusia habría tenido que desarrollarse según los cánones del materialismo histórico», *que los bolcheviques «*no han levantado sobre las obras del maestro» (NOTA MIA : se refiere a Marx)»una exterior doctrina de afirmaciones dogmáticas e indiscutibles. Viven el pensamiento marxista,»…» Y ese pensamiento no sitúa nunca como factor máximo de la historia los hechos económicos en bruto, sino siempre el hombre, la sociedad de los hombres, de los hombres que se reúnen, se comprenden, desarrollan a través de esos contactos (cultura) una voluntad social, colectiva, y entienden los hechos económicos, los juzgan y los adaptan a su voluntad hasta que ésta se convierte en motor de la economía, en plasmadora de la realidad objetiva, la cual vive entonces, se mueve y toma el carácter de materia telúrica en ebullición, canalizable por donde la voluntad lo desee, y como la voluntad lo desee*» Antonio Gramsci. «La Revolución contra «El Capital»).

Gramsci, concluirá señalando que «*Marx no ha escrito un credillo, no es un Mesías que hubiera dejado una ristra de parábolas cargadas de imperativos categóricos, de normas indiscutibles, absolutas, fuera de las categorías del tiempo y del espacio*».(Antonio Gramsci. «Nuestro Marx»).

Coincidentemente, nuestro Mariátegui señalará que «*El marxismo,»…»es un método fundamentalmente dialéctico. Esto es, un método que se apoya íntegramente en la realidad, en los hechos. No es, como algunos erróneamente suponen, un cuerpo de principios de consecuencias rígidas, iguales para todos los climas históricos y todas las latitudes sociales». *(J.C. Mariátegui. «Mensaje al Congreso Obrero», Enero de 1927).

Muerto Mariátegui, en 1930, Antonio Gramsci, continuará, desde sus «*Cuadernos de la Cárcel*» el deslinde con lo que, tanto Mariátegui como él, apreciaban como el retorno del trastocamiento teórico oficializado por la II Internacional, superado por Lenin y por la propia materialización de la Revolución de Octubre, siguiendo el hilo conductor ofrecido por «*Los problemas fundamentales del marxismo*» de Plejanov, de 1908, que constituyó la tentativa más completa de «manualización» filosófica del marxismo, y que volvía a perfilarse tras «el Manual» de Bujarin (denominado «*Teoría del Materialismo histórico*»), permitiéndole «*determinar una serie de divergencias respecto a una interpretación del marxismo teórico muy difundida en el grupo bolchevique, y destinada a asumir más tarde rasgos cada vez mas notorios con el perfilamiento del «marxismo-leninismo*» (Leonardo Paggi «La teoría general del marxismo en Gramsci». Introducción a «Escritos Políticos», Editorial Siglo XXI, Pág.1), que en su desarrolló implicó el retorno del positivismo como «socialismo científico», que instituyó las nociones de «materialismo histórico» y «materialismo dialéctico», ajenas a Marx, rompiendo la unidad de su concepción de la historia, disociándola entre, un método permanente, eterno o universal, y por lo tanto fuera de la historia, que aparece operando como una suerte de fórmula abstracta que garantizaría un conocimiento «científico», y una teoría histórico-filosófica de carácter general, que a su vez implicará :

– El estímulo de la creencia de que la historia de la humanidad, después de pasar por modos de producción determinados, para cualquier sociedad, y dados los efectos de la crisis del capitalismo, conducirá necesariamente a la implantación del Socialismo; y

– Una concepción mecánica de las relaciones entre «estructura» y «superestructura» como compartimentos separados formalmente en la sociedad analizada, acentuando la importancia del factor económico (estructura), deduciendo de ella la superestructura (y no como dos momentos que de ninguna manera pueden separarse de la totalidad, donde permanecen unidas a través de determinaciones recíprocas que deben ser examinadas de una manera histórico-concreta).

¿MARXISTA O MARXISTA-LENINISTA?

Es entonces posible, que la razón de que tanto Gramsci como Mariátegui, dos socialistas revolucionarios, marxistas, formados (aunque con diferente ritmo) en el mismo escenario y la misma época, no se autodenominasen «* marxistas-leninistas*», fuese la enorme desconfianza que les inspiraba (como a parte importante del movimiento socialista europeo), este reconocimiento de «*las mejores tradiciones de la II Internacional*», y el «* marxismo-leninismo*», entendido, precisamente como la recuperación de éstas, lo cual parecía implicar, necesariamente, la recuperación de Kautsky y Plejanov, los principales representantes de una lectura marxista predominante en la II Internacional, fuertemente positivista, economicista, evolucionista y teleológica, dominante durante la segunda parte del Siglo XIX y hasta la I Guerra Mundial, que daba forma a una noción de socialismo pensado como resultado de una evolución natural, como si el desarrollo de las fuerzas productivas, las contradicciones internas del modo de producción capitalista y sus crisis periódicas, provocaran inevitablemente su derrumbe y la instauración del socialismo.

A este respecto, Joaquín Santana señala que impresiona la coincidencia de ambos en rechazar toda reducción positivista o sociologista del marxismo*. «Efectivamente, tanto el uno como el otro, reaccionan en contra de la lectura cientificista del marxismo, pues ésta introduce un determinismo objetivismo que no deja lugar a la actividad transformadora y consciente del sujeto revolucionario. A su vez, rechazan la identificación del materialismo histórico como una mera teoría sociológica. Para ellos, la concepción materialista de la historia posee un carácter filosófico con un contenido más general y totalizador*» (Joaquín Santana «Gramsci y Mariátegui», Pág.4).

Oswaldo Fernández-Díaz añade «*Detrás del impacto de la revolución rusa ambos pensaron en Marx en términos de ruptura, por lo que la dinámica dominante de sus reflexiones es la de superación de una ortodoxia y la duda permanente acerca de la necesidad de reemplazarla. Por la misma razón, toman distancia de lo que era oficial en la esfera marxista antes de la Primera Guerra Mundial, colocándose fuera de la órbita de la Segunda Internacional.»(Oswaldo Fernández-Diaz «Gramsci y Mariátegui : frente a la ortodoxia», Pág.135).*

Particularmente, para el caso de Mariátegui, los mismos autores señalan que el voluntarismo mariateguiano tiene un carácter anti-reformista, contrario al marxismo evolucionista y positivista de la Segunda Internacional, y que los elementos religiosos en su pensamiento están relacionados con la necesidad de un fuerte impulso ético, que supere el chato racionalismo del reformismo socialdemócrata, buscando aislar el marxismo del fatalismo socialdemócrata y recuperar su sentido heroico y creador y la centralidad del elemento volitivo. Es por ello que Melis, considera que «*ante la aguda mirada de Mariátegui el triunfo de Lenin y los bolcheviques se presenta como una comprobación de la iniciativa subjetiva en la ruptura revolucionaria, vale decir, como un acontecimiento histórico que representa un franco y efectivo cuestionamiento del marxismo positivista de la Segunda Internacional y su visión fatalista de los procesos sociales* (Carlos Arroyo Reyes, «La parábola mariateguiana de Antonio Melis», Pág.9).

GRAMSCI Y MARIÁTEGUI SOBRE MARX Y LENIN

Los «liquidadores» pretenderán que con ésto estoy señalando que tanto Gramsci como Mariátegui fueron contrarios a V. I. Lenin. Nada más falso. Lo cierto es que, a su vez, Gramsci y Mariátegui coincidirán en la valoración de V. I. Lenin y su pensamiento, pero desde Marx.

Así Gramsci dirá que «*Marx inicia intelectualmente una edad histórica que durará probablemente siglos, esto es, hasta la desaparición de la sociedad política y el advenimiento de la sociedad regulada. Solo entonces su concepción del mundo será superada (concepción de la necesidad superada por la concepción de la libertad)*» (Antonio Gramsci. «El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Croce». Ediciones Nueva Visión, Buenos Aires, Pág.82).

Mariátegui acotará que «*Mientras el capitalismo no haya trasmontado definitivamente, el canon de Marx sigue siendo válido. El socialismo, o sea la lucha por transformar el orden social de capitalista a colectivistas mantiene viva esa crítica, la continúa, la confirma, la corrige*» (J.C. Mariátegui «La filosofía moderna y el marxismo», Defensa del marxismo, Págs.40 y 41).

Y ambos ubicarán la relación Marx-Lenin de manera distinta a Bujarin, no dejando que tras esta relación «se cuele» encubierto y «actualizado» el marxismo de la II Internacional :

«*Trazar un paralelo entre Marx e Ilich para determinar la jerarquía respectiva es torpe y ocioso : ambos expresan dos fases : ciencia-acción, que son homogéneas y heterogéneas al mismo tiempo*» (Antonio Gramsci. «El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Croce»).

«*Lenin no es un ideólogo sino un realizador. El ideólogo, el creador de una doctrina carece, generalmente, de sagacidad, de perspicacia y de elasticidad para realizarla. Toda doctrina tiene, por eso sus teóricos y sus políticos. Lenin es un político : no es un teórico*» (J.C. Mariátegui «Lenin», Variedades, 22/09/1923, publicado en «Mariátegui y la Revolución de Octubre. Escritos 1917-1930», Pág. 73).

*Gustavo Pérez Hinojosa es miembro del Foro Centenario «José Carlos Mariátegui» y *de la Universidad Socialista «José Carlos Mariátegui».