Llegamos a diciembre y comienza a declinar el 2008. El año del centenario del natalicio de Salvador Allende ha sido recordado en toda la geografía política. Ha sido un homenaje global. Lanzamiento de diversos libros, incontables artículos en la prensa digital, actos públicos en monumentos e instituciones que llevan su nombre, otorgamiento de becas a […]
Llegamos a diciembre y comienza a declinar el 2008. El año del centenario del natalicio de Salvador Allende ha sido recordado en toda la geografía política. Ha sido un homenaje global.
Lanzamiento de diversos libros, incontables artículos en la prensa digital, actos públicos en monumentos e instituciones que llevan su nombre, otorgamiento de becas a estudiantes, conciertos de música, exposiciones de fotos, obras de arte de la plástica universal, pero sobre todo, la intima satisfacción de mujeres y hombres de todos los confines de la tierra, que hicieron de este 2008 un año trascendente de recordación, como trascendentes la prédica revolucionaria y el ejemplo personal del presidente Allende.
Es, en síntesis, la historia que no se olvida, la obra que prevalece, la presencia de sus ideas y vienen al recuerdo instantes de esa historia, un singular momento que refuerza el mérito de su vida:
Dentro del Palacio de la Moneda, el 11 de septiembre de 1973, quizás la ultima oportunidad donde se reunieron el mayor número de colaboradores y amigos del presidente que quedaron junto a el, fue en el salón Toesca, que habitualmente se reservaba para ceremonias de alta significación política o social. Ya se estaba en combate y se hacia evidente y audible el intercambio de disparos de ambas partes. Todos de pie. Allende habla con emoción y serenidad. Son sus últimas palabras de las cuales no quedó un registro taquigráfico, sin embargo, a decir del Dr. Óscar Soto, testigo ocular de aquellos momentos, esas palabras reconstruidas luego del paso del tiempo y documentadas en su libro «El ultimo día de Salvador Allende» mostrarían la fortaleza de espíritu de este y su profunda convicción de resistir y luchar hasta el final. Terminadas sus palabras, se produce un silencio prolongado y los embarga a todos la emoción del instante. Se canta el Himno Nacional y alguno de ellos grita ¡Viva Allende!, ¡Viva la Unidad Popular!. Luego, van saliendo del salón y saludando a Allende con un apretón de manos y es cuando al pasar el Doctor Hernán Ruiz, Allende le comenta:
Interesante historia está viviendo, doctor. Escríbala , a lo que Ruiz responde
¿Story or History?, Presidente
¡History, doctor!, Contesta Allende con determinación.
Historia digna y épica. Historia que 35 años después hace que multitudes a coro griten ¡Allende está presente!, y lo está, en la conciencia, en el animo, en la voluntad y los sueños de su pueblo.
Ahora, después de un año de tantos homenajes, seguirán los pueblos su marcha, en la búsqueda de la justicia social y el fortalecimiento de la unidad de las fuerzas de izquierda y democráticas.
En este sentido, el concepto de unidad adquiere una renovada significación. Allende nos convoca permanentemente a esa unidad, de partidos, de voluntades, unidad de nuestros pueblos de América. Entonces podríamos decir que el ALBA en Latinoamérica constituye uno de los mejores reconocimientos y homenajes que se le ha brindado a Salvador Allende en el año de su centenario.
¡History! de una América Latina que comienza a abrir sus grandes alamedas.