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Desde Arequipa, Perú y rumbo a Bolivia, el viento fresco de las ideas para la emancipación

Terminó el I Congreso Internacional de Estudiantes de Filosofía

Fuentes: Rebelión/Fundación Federico Engels/Universidad de la Filosofía

Cuentas muy claras Quedó bien claro que la Filosofía no puede despegarse de la práctica. En este congreso, el espíritu de Marx encarnó en muchas de las voces que reclaman ideas correctas para la acción correcta. Quedó bien claro que si la Filosofía desea viabilidad la tendrá sólo si es Filosofía transformadora. Tal cual la […]

Cuentas muy claras

Quedó bien claro que la Filosofía no puede despegarse de la práctica. En este congreso, el espíritu de Marx encarnó en muchas de las voces que reclaman ideas correctas para la acción correcta. Quedó bien claro que si la Filosofía desea viabilidad la tendrá sólo si es Filosofía transformadora. Tal cual la Tesis XI.

En el final del Congreso se hizo sentir la necesidad de filosofar, también, la Universidad (las Universidades) Someter a crítica rigurosa la institución, la organización, las materias, la formación docente. La vinculación de las instituciones universitarias con los movimiento sociales y los problemas prioritarios de nuestro tiempo. Infestadas por todos los vicios del burocratismo y la mansedumbre del «pensamiento» decorativo y escapista, muchas facultades de filosofía entretienen al alumnado con cerros de «lecturas», frecuentemente inútiles, y con homilías de docentes generalmente poco formados aunque se digan «eruditos», «especialistas» o «iluminados». Que lean mucho no los convierte en docentes efectivos, que encarguen muchas lecturas no convierte a los estudiantes en personas concientes. Hay que leer mejor y leer para la acción. El trabajo no puede quedarse en las aulas, hay que salir a las calles y a las plazas, a la movilización social y al ascenso de la revolución. La mejor escuela de Filosofía esta en la lucha revolucionaria. ¿Qué libros hay que leer, escribir, divulgar?

El calibre de estas ideas sustentadas, entre otras muchas, por en este Congreso, no niega el valor de la Universidad pero la somete a una critica absolutamente necesaria. En las voces de estos estudiantes habita un reclamo añejo que quiere hacerse cargo, actualizado, de las mejores herencias del pensamiento para impulsarse, contra todo eclecticismo, con ellas. Todos tienen claro en qué se han convertido los espacios académicos secuestrados, en no pocos casos, por corrientes de pensamiento reducido los caprichos ideológicos de sectas que se apoderan de presupuestos, prestigios, cátedras, planes editoriales e institutos de investigación.

Tienen claro, estos estudiantes, que es imprescindible educar para la emancipación, que no puede darse la espalda a realidad depredadora del capitalismo, que es imprescindible elevar el nivel de la conciencia y que es impostergable la lucha por una Filosofía poderosa, abierta y transformadora. Quieren profesores solidarios y combativos, no mansos ni chantajistas. Quieren terminan con toda relación obrero-patronal en las aulas. Quieren terminar con las amenazas y el uso de las calificaciones como recurso extorsivo para silenciar y atemorizar. Quieren terminar con la miseria teórico-metodológica, con la sacralización de la saliva, con la reverencialidad de las modas intelectuales focos de nihilismo, solipsismo y misticismo. Quieren terminar con todo retruécano «ilustrado» para legitimar el olvido sistemático de las luchas revolucionarias de la humanidad. Ocurra donde ocurra.

Este es el calibre de las propuestas y las conclusiones. En su mejor momento el Congreso, no sin debates, escuchó voces que llamaron a la solidaridad universitaria con la clase trabajadora. Sacar las ideas a las calles para que acompañen la lucha de los trabajadores mineros, los campesinos y los pueblos originarios que, a estas horas, toman las plazas para derrotar a la miseria, la injusticia, la represión, la ignorancia… no pocos estudiantes vislumbraron con claridad su lugar en la lucha de clases y vieron con toda nitidez la hora magnífica que cruza Latinoamérica donde florecen ideas y acciones revolucionarias que serán capaces de transformar a la humanidad. Más temprano que tarde.

El futuro del Congreso

Por todo esto, y muchas más razones, es que, en asamblea plenaria, los estudiantes acordaron celebrar el II Congreso Internacional de Estudiantes de Filosofía en Bolivia… nada menos. Tienen que poner atención a mil factores y problemas. Tienen que recaudar fondos y diseñar la logística. Tienen que asegurar la calidad del trabajo y garantizar el crecimiento del congreso. Tienen que dar un salto cualitativo y tienen que proteger su independencia política para proteger su voluntad de mantener este espacio como espacio de pensamiento para la emancipación. Lo tienen claro.

Frente al desafío nuevo, la audacia de estos estudiantes es una inspiración que, por el sólo hecho de ofrecerse en el escenario actual de la Filoso fía en Latinoamérica, ya arroja tareas y responsabilidades de todo tipo para ayudar, acompañar y respetar críticamente su dinámica y su avances. No necesitan arribismos, no necesitan «vacas sagradas», no necesitan Mesías, no necesitan sectas ni burócratas. Necesitan la solidaridad y la responsabilidad de toda la comunidad filosófica no amaestrada por las taras culteranas. Necesitan las mejores ideas y los mejores aportes de colegas y simpatizantes. Necesitan la fortaleza solidaria de las organizaciones sociales capaces de sentir como suya la iniciativa de estos estudiantes que no sólo es estimulante y fresca sino que es necesaria y urgente.

En sus propios términos, este Congreso que ya camina hacia su segunda edición en Bolivia, también requiere de autocrítica. No habrá salto cualitativo si los organizadores no discuten sus resultados y afinan sus programas incluso para prever todos los riesgos y las limitaciones que se sufrieron durante el primer Congreso. Toda su riqueza crítica y honesta debe servirles para sí mismos si han de ofrecerle a su trabajo coherencia y consistencia rigurosas y dinámicas. Eso se verá bien claro en el desarrollo temático y en el cuidado que se tenga en imbricar los trabajos con las realidades concretas que viven los trabajadores de todo el mundo en plena lucha de clases que se agudizará sensiblemente en los meses próximos. Un objetivo inexcusable, lo saben bien los estudiantes, es tejer ideas emancipadoras para la acción transformadora en plena crisis del capitalismo y en la insurgencia revolucionaria de Latinoamérica de la cual este Congreso, en Bolivia y en todas sus ediciones futuras, debe ser parte fundamental e indisoluble. Manos a la obra.