Según Marx el capital variable es prácticamente el alma del capital, puesto que al operar en y con el capital fijo donde se concentra el trabajo histórico o acumulado, produce nuevo valor, ese nuevo valor se descompone en dos partes, el primero resultado del trabajo necesario, en que el obrero se paga su valor […]
Según Marx el capital variable es prácticamente el alma del capital, puesto que al operar en y con el capital fijo donde se concentra el trabajo histórico o acumulado, produce nuevo valor, ese nuevo valor se descompone en dos partes, el primero resultado del trabajo necesario, en que el obrero se paga su valor de cambio, a saber lo que requiere para sobrevivir, y el segundo proviene del trabajo excedente, denominándose la plusvalía, de donde sale la ganancia, el sentido de la relación capitalista.
Hoy día con la maquinización, la ciencia y la tecnología, la parte más importante del capital ya no es el capital variable, pues la tecnificación ha transformado a la fuerza de trabajo en un engranaje más de la máquina en general, la que presenta un alto grado de concentración de trabajo muerto, esto es, trabajo acumulado históricamente, con lo que la mercancía producida contiene un porcentaje mínimo de nuevo valor, lo que hace prescindible el trabajo vivo, de allí la actual precariedad, que no es resultado de la voluntad de la burguesía, sino que ella misma se somete también a esa nueva composición orgánica del capital. La ley de la tasa decreciente de la ganancia, es decir, que cada mercancía tiene menos nuevo valor y por tanto produce cada vez menos ganancia, requiere de grandes masas de inicio del ciclo, lo que explica la fusión de empresas y la fusión de bancos para atender los nuevos requerimientos masivos de esas empresas. Así, ante la proporción más baja de ganancia en cada mercancía, la respuesta es aumentar la cantidad de producto circulante, lo que transforma al mercado en el eje de la articulación de los factores del capital, de allí la necesidad del libre mercado.
Así el estado ya no es tan importante como propietario de medios de producción como lo era en el estado de bienestar y en el capitalismo de estado, terrenos donde operaba una alianza necesaria entre proletariado y funcionarios públicos basado en el excedente productivo y el nuevo proceso de concentración de la ganancia para extender servicios hacia la población, en especial los mismos aliados, capas del sector industrial y los sectores claves de los empleados fiscales, generándose en cada uno de ellos una pirámide salarial donde altos funcionarios y técnicos de instituciones y empresas estatales y privadas ganan mucho más que los medios, dejando a las capas inferiores, o sea, la parte ancha y baja de la pirámide, en condiciones bastante deterioradas. De no ser así, difícilmente puede cumplirse la meta de acumulación que empuja al capital, sea éste dirigido por la alianza de clases entre burguesía y dirigentes del proletariado, característica del estado de bienestar, sea éste dirigido por la clase obrera, particularmente por sus representantes, uno o más partidos obreros, en el capitalismo de estado.
En esas dos formas del viejo capitalismo desarrollado, la lucha de clases se expresa en el control de los medios de producción y la administración del proceso de acumulación, transformándose la lógica antagonista de la emancipación en la lógica dialéctica del desarrollo del capitalismo hasta su extinción por su propio peso. Sin embargo ello no ha ocurrido así, precisamente porque el desarrollo de la maquinización revirtió la relación hombre-máquina dirigiendo la lucha de clases estrictamente hacia su propio ombligo, es decir, hacia el devorarse a sí misma como clase emancipatoria al tiempo que perdía su condición de factor indispensable del proceso de producción de mercancías, cediendo el paso hoy día a la ciencia y la comunicación como fuerzas productivas directas. La conclusión es que en el capitalismo de estado no hubo un proceso de acumulación, sino una catastrófica interrupción y un retorno al viejo estilo capitalista concurrencial aderezado por las mafias que profitan de los acumulados históricos efectuados por una clase obrera que marchaba a paso de ganso.
Marx explicó en el capítulo 3 de » La Guerra Civil en Francia», donde analiza la Comuna de París, que la comuna asume las funciones del estado, dejando para la centralización sólo algunos asuntos, lo que motivó a los consejistas de la revolución rusa a enfrentar el proceso de centralización que Lenin hacía de los soviets, proceso que terminó aniquilando la autonomía de los consejos locales para hacerlos depender del soviet supremo, lo que llevó a su autodestrucción como proceso transformador.
En el estado llamado posmoderno, el capital, que ya no extrae la misma proporción de plusvalía de la fuerza de trabajo, orienta su tecnificación ahora directamente hacia la naturaleza depredándola al punto que amenaza seriamente la sobrevivencia de la humanidad, al mismo tiempo que ha cedido al libre mercado, donde el capital financiero, del papel sobre papel, ya ha mostrado los límites de su expansión y el propio estado se encarga de comprar o subsidiar las empresas fallidas, evitando cuidadosamente acercarse a las empresas productivas que ya no pueden depender de la dirección estatal ni aún de la propiedad, pues, como explicado más arriba, dependen estrictamente del desarrollo del mercado, del marketing, del consumismo, de la capacidad de la fuerza de trabajo no vinculada a la producción de alimentar y reproducir el circuito mercantil circulando mil chucherías, drogas y cuerpos en los llamados mercados negros o alternativos, verdaderas escuelas de formación de conciencia subordinada a la red mercantil del capital, por lo tanto verdadero medio de adscripción ideológica de la población, lo que explica que la UDI y RN puedan entrar masivamente donando anteojos con sus programas populistas en terrenos populares que fueron predominio de la izquierda. La historia y la memoria quedan para vestir santos, mientras el sistema ha hecho vendimia con los muertos sacando de ellos la savia generosa que nutría la lucha social para transformarla en elixir de la borrachera del poder.
En ese terreno hoy día las fuerzas vivas de la sociedad destacan algunos sectores que no sólo desarrollan la lucha reivindicativa contra el estado, sino que organizan sus propias capacidades para resolver sus necesidades, lo que lleva a la autoorganización, la autonomía y la autogestión en todo el continente, a la vez que poco a poco se articulan en redes de intercambio horizontal que permitirán la instalación de formas de contrapoder que asuman progresivamente las funciones del estado, tal vez en forma muy similar a la planteada por Marx.
El contrapoder instalado en localidades y regiones, obviamente tiene las posibilidades de asumir la conducción de las instituciones públicas correspondientes, lo que se ha traducido en victorias electorales en municipios de todo el continente o en la construcción de municipios autónomos, a condición de que no se vuelva al viejo estilo de partidos que aspiran a la centralización estatal de los medios de producción, sino tal vez a la construcción de partidos propios de la sociedad organizada, que al tiempo de construir la nueva institucionalidad desde abajo, con esas capacidades entrarle a las instituciones para ponerlas al servicio inmediato de las necesidades locales, haciéndolas depender del asambleísmo, autonomía y horizontalidad de las formas comunitarias de la vida cotidiana que poco a poco se instalan en campos y periferia de las ciudades. Aún las victorias de gobiernos progresistas en el continente se explican por estas nuevas fuerzas y dinámicas que vienen desde abajo, sólo que algunas están presentando serios problemas de continuidad, precisamente por no apoyarse en la democracia cotidiana de las organizaciones y formas dee vida comunitaria de las localidades. Varios gobiernos progresistas están perdiendo piso, lo que explica también la derrota de Allende ante la ausencia de una interacción gobierno-poder popular, ya que los partidos gobernantes sólo practicaron la dirección por arriba.
Así es posible hoy día un proceso de democratización de las instituciones partiendo de la democracia no representativa de las dinámicas de autoorganización social, democratización donde pueden cumplir un papel importante los funcionarios públicos tejiendo redes en los barrios, acercándose a la población local y estimulando la autoorganización para la democracia desde abajo, invitando a sus familias y vecinos a asumir el control ellos mismos de los municipios pero formando primero entre ellos nuevas relaciones sociales y económicas para asegurar que no se volverá a la centralización estatal, sino a la dirección de un nuevo estado desde abajo.
Obviamente la lucha de los empleados fiscales no puede quedarse en la acción reivindicativa. Han mostrado fuerza e iniciativa, tal como hicieron los pingüinos, que fueron arrastrados al debate estéril de como modificar la educación pública, agotándose su energía en el cuello de botella del estado, sin alcanzar su dinámica a llegar a un proceso de salida de las escuelas hacia los barrios donde se encuentran sus centros de estudio, convocando a apoderados y población en general a asumir el control y dirección de los recintos educativos. No importa si esos objetivos no se cumplen, lo importante es que se contribuye a los procesos de autoorganización social, y eso es interesante, pues así se hacen caminos que no hay, se descubren o inventan otros. Si los pingüinos fueron una escuela, entonces su salida masiva hacia el vecindario de sus respectivos espacios pedagógicos generando autonomía, asambleísmo y horizontalidad, habría sembrado semillas que se hubiesen clavado en lo más hondo de la sensibilidad popular. Pero ello no alcanzó ese objetivo y anotar lo que no se hizo no es una piedra en el pecho ni un llanto sobre la leche derramada, muy por el contrario, se trata justamente hoy día de reflexionar sobre las posibilidades estratégicas de acumulación democrática en las localidades y barrios, sin desesperarse en correr a los brazos de algún afín de otro lugar para crear la «vanguardia» que falta y que acunará al movimiento social en sus brazos cantándole en la orejita melodías rebeldes pasadas de moda que sólo volverán a hacer dormir al gigante chupando la mamadera de la vieja ideología de los abuelitos evitando así que abra los ojos para despertar rugiendo desde abajo.
De todos modos, la lucha de los pingüinos y de los funcionarios públicos demuestran la crisis del estado chileno, aunque no golpean aún sobre la crisis del capital, ya que la gran mayoría de las batallas sociales de los últimos años se han dado en campos lejanos de la producción industrial, lo que indica que solamente con las bases de una nueva economía que articule factores sociales, materiales y naturales por abajo podrá instalarse una nueva hegemonía popular, la que podrá invitar a la alianza con los obreros mediante ocupaciones de fábricas e instalación de procesos de autogestión y cogestión, así como a los funcionarios públicos mediante el uso social directo de las instituciones y a los estudiantes por medio del control barrial de las escuelas.
Vamos a conversar de este y otros temas en el lanzamiento del libro «Los gritos del silencio. Resistencia y cambio social desde abajo», de mi autoría, el miércoles 10 de diciembre a las 15:00h. puntualmente, en la sala Sergio Müller de la Universidad Arcis campus Libertad, metro ULA. De cualquier manera su valor será un precio módico, al alcance de todos los bolsillos. Habrá un vino de honor, no para el libro, sino para ustedes. La presentación estará coordinada por nuestro amigo y compa, el doctor Patricio Cid, amenizada por nuestro compañero de prisión en la dictadura, Mauricio Redolés y comentada por el secretario general de la U.Arcis , Andrés Pascal Allende junto al director del doctorado en Procesos Sociales y Politicos en América Latina de la misma universidad, Juan Carlos Gómez Leyton, ya que la idea es que este debate social profundo llegue desde los tambores callejeros y luchas barriales también a los espacios de investigación y estudio social y la disposición de ambos es excelente. Y para que podamos escuchar e intercambiar con los protagonistas directos de las principales luchas sociales del presente, estará también presente nuestro hermano Alfredo Seguel, de la Coordinadora de Identidades Territoriales del Wallmapu.
Los esperamos.
Abrazos
Jaime Yovanovic Prieto
Profesor J