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De la mesa del pellejo a convidados de piedra

Fuentes: Centro Estudios Francisco Bilbao

Luego de las elecciones municipales de 2009, el país se encuentra ante dos conglomerados políticos que siguen acaparando las preferencias de los inscritos, de hecho las encuestas presidenciales auguran una lucha cerrada, entre Eduardo Frei y Sebastián Piñera, que se resolvería en una segunda vuelta. Esto a pesar de la diferencia de 10 puntos que […]

Luego de las elecciones municipales de 2009, el país se encuentra ante dos conglomerados políticos que siguen acaparando las preferencias de los inscritos, de hecho las encuestas presidenciales auguran una lucha cerrada, entre Eduardo Frei y Sebastián Piñera, que se resolvería en una segunda vuelta.

Esto a pesar de la diferencia de 10 puntos que la encuesta CEP atribuye al candidato de la alianza conservadora y que luego de la bajada de los candidatos del bloque de centro-izquierda de la concertación, debería acortarse hasta generar una situación de incertidumbre

En ese contexto, los sectores progresistas y las izquierdas de diverso tipo, ubicadas fuera de la representación parlamentaria y que juntas pueden sumar entre un 8% y 10% del electorado, según el padrón electoral existente, tienen que tomar una decisión.

El Partido Comunista, tiene según diversos informes de prensa, conversaciones avanzadas en torno a un pacto electoral, que buscaría romper la exclusión política a que están sometidos, además de disputar algunas zonas donde la derecha elige a un diputado o senador, producto del sistema binominal, sin embargo, estos aspectos son puramente superficiales, necesarios, pero superficiales porque en resumidas cuentas el aporte de un senador o un par de diputados del Juntos Podemos, en un abanico político dispuesto a sostener lo que existe, tendería a perderse o a ser parte del espectro en que hoy se encuentra la izquierda.

Un paso adelante, dos atrás

El gobierno de la presidenta Bachelet, no ha sido evaluado aún en su justa medida, hay factores culturales, discursivos y necesidades políticas y sociales a las que fue necesario responder y que merecen hojas a parte; desde las perspectivas del mundo social y alternativo, este tiempo ha permitido un crecimiento incuestionable.

Se destruyó el mito del acuerdo por el acuerdo, de la mano de los estudiantes segundarios, la enseñanza fue rápidamente asimilada por los trabajadores del cobre, los forestales, los pescadores artesanales, es decir, hubo un avance revelador en esferas de organización, sin embargo este avance, necesitaba ratificarse en lo político, las elecciones municipales en ese sentido no han sido el momento y el lugar propicio donde capitalizar este empuje social, la participación electoral fue débil, la representación local de los sectores conservadores sigue siendo poderosa y el símbolo de Claudina Núñez, es eso, un aparato simbólico al que se puede recurrir en momento de insomnio e inconformidad.

Transcurridos ya diecinueve años de gobiernos concertacionistas y reconociendo los avances anteriores, estamos frente a una elección donde el progresismo y los sectores de izquierda tendrán que optar entre dos derechas.

Una que se caracteriza por su fe ciega en los recursos del modelo para sostener esta crisis, que no acepta, ni puede aceptar la caída de un modo de vida, de un estilo de producción y de una forma de concebir el mercado, seguirán insistiendo en sus recetas, aunque el mundo se rompa en pedazos, porque más que profesionales y técnicos, son acólitos del dios del consumo y de su único hijo «la mano invisible del mercado».

La segunda opción plantea correcciones, establece la necesidad de regular lo que existe, es capaz de aceptar la inclusión política de los marginados, e incluso plantea derechamente una alteración a la constitución post-dictatorial, eso sin tocar ni agredir a las fuentes del poder económico y político en Chile, hablando claro, las AFPs, las ISAPRES, la educación subvencionada seguirán existiendo, las universidades continuarán con sus negocios, la prensa escrita y de televisión seguirá siendo la misma.

Las pruebas de la blancura

La izquierda tiene frente a sus ojos, dos versiones de la misma vieja moral victoriana, dicho cuerpo cultural se caracteriza por el miedo, la reglamentación, la disciplina y el autocontrol.

Este ideario individual del comportamiento público y privado, se establece dentro de un marco donde se tiene una obligación con dios y con los demás, siendo acompañado del éxito económico e impulsado por el esfuerzo personal.

Por alguna razón, la elite política y económica de nuestro país, pretende hacer creer a la sociedad en su conjunto, que la base de sus acciones se encuentra regida a lo menos por dos de estos elementos, autocontrol y esfuerzo y será la izquierda la que con su firma y timbre, aun sin pretenderlo avale estos principios.

Ha pasado el tiempo y las grietas en la cúpula gobernante parecieran ser más amplias, de hecho los que ayer cerraban sus puertas -hoy- son capaces de abrirlas y tal vez, ese sea uno de los elementos más significativos del tiempo presente, la operación de traslado desde la mesa del pellejo, a la mesa principal como convidados de piedra, para disfrutar de algo que hasta ahora nos fue vedado.